Era una tarde tranquila, las gaviotas cantaban a lo lejos en conjunto del sonido de las olas chocando contra el muelle. El olor a agua salada impregnaba el ambiente y parecía darle algo de alegria a las personas en la costa. En ese muelle un Barco enorme desembarcaba y dejaba a un gran grupo de personas con apariencias variadas.
Desde personas de pieles diversas, cabellos de colores imposibles y vestimentas tan excéntricas como sus armas resplandecientes, hasta jóvenes marcados por tatuajes y adultos cubiertos de cicatrices de guerra, la multitud parecía un desfile de historias vivas. Sin embargo, al final de esa marea de extravagancia, un dúo caminaba sin hacerse notar
Un chico pelinegro, de mirada carmesí apagada, caminaba junto a un hombre mayor —también pelinegro, aunque con canas— que compartía sus ojos rojos, pero los tenía llenos de vida ademas de actuar como si tuviera una edad similar al joven.
— ¡Vamos! No te comportes de esa forma! No vas a ver a tu padre por un largo tiempo!
Gritaba el mayor mientras se daba unas palmadas en el pecho y exageraba sus expresiones. Vestia un chaleco negro de piel extraña y una camisa blanca de tela con manga corta que dejaba ver toda su musculatura. Ademas...aquel hombre le faltaba su brazo derecho, contrastando con su forma de hablar y expresarse
— Solo serán dos meses — Mascullo— no es para tanto, viejo...
Comento el chico joven contrastando con una voz apagada, el cual llevaba un parche en su ojo izquierdo y una cicatriz que se dejaba ver un poco debajo de este, ademas de otra en el labio. Vestia una gabardina de color rojo oscuro en conjunto de camisa de vestir, calzado y pantalones negros, llevando también un saco mediano en su espalda sujetandose con una cuerda sobre su hombro.
— Si pero al menos no deberías actuar como si te alegrara!!! — Grito el mayor
— ¿Tan obvio es?
Dijo el menor volteandose para que el hombre no viera una pequeña sonrisa que se le marco dejando devastado al mayor.
El grupo se junto en una sola fila que parecia ir a un edificio similar a una mansion de un color blanco grisaseo custodiado por dos guardias en la entrada. Ante la fila el mayor suspiro y saco un puro de su chaleco encendiendolo mientras el menor parecia aun mas fastidiado que antes no solo por el puro.
— ¿Por qué los guardias me miran como si me reconocieran…?
— Tal vez porque hace años incendié este puerto.
—...¿Disculpa?
— ¡Fue un accidente! Técnicamente…— Comento encendiendo el puro y soltando una bocanada de humo al chico con una sonrisa ladeada
El chico solo suspiro presionandose el puente de la nariz con algo de exasperacion
— No era necesario que viajaras hasta aca...— comento abanicando con la mano el humo mientras tocia un poco.— Solo ire con la maestra para nuestro entrenamiento...
— Cualquier padre se preocuparia por su hijo...ademas Kaldrith no esta en su mejor momento. Es normal que tenga algo de cuidado
Dijo el mayor rodeandolo con su brazo en un pequeño abrazo. El menor solo miro hacia abajo un momento frunciendo un poco los labios.
El mayor tras su abrazo solto otra bocanada de humo y se separo del menor al ver como la fila ya estaba por la mitad.
— Bueno...aqui te dejo Yareth, tengo que volver a Lunazul para una mision.
El joven suspiro
—...solo cuidate viejo...¿si?
El mayor parecio sorprenderse un poco de la respuesta de su hijo, torciendo su cara en una enorme sonrisa
— ¿Ves que si puedes preocuparte? Esta bien, esta bien. Prometo cuidarme, cuando vuelvas te preparare tu platillo favorito
El mayor se dio la vuelta dirigiéndose nuevamente al barco. Sin que el lo notara el chico volteo a mirar como se alejaba, mirando su brazo faltante con aire melancólico...apreto nuevamente los dientes y y susurro
— "Mentiroso..."
---
Dentro del edificio se podía ver varias personas conversando en voz alta y presumiendo sus armas como si fueran medallas. Además de algunos guardias ubicados en la salida y puertas. La decoración interna estaba llena de estatuas y armas colgadas en la pared.
El sonido era fastidiante: fácilmente cientos de murmullos por todos lados, acompañado de un olor a cereza empalagoso en el ambiente que intentaba ocultar otros aromas menos agradables.
Cuando llego su turno se encontró delante de un escritorio dividido por una ventanilla, detrás una recepcionista de aspecto cansado pero sonriente lo atendió. Tenia el cabello castaño claro y recogido en un moño apretado. Unos ojos verdes esmeralda en conjunto de un uniforme híbrido entre sirvienta de palacio y diplomática general con un pequeño escudo con la Bandera de Kaldrith.
— Bienvenido a la oficina de control fronterizo de la Confederación de Kaldrith, ¿en que puedo ayudarle señor?
El chico frunció el ceño ligeramente al escuchar "señor". Saco de su bolso 2 tarjetas de identificación además de una tercera que parecía una tarjeta dorada con un simbolo de un ojo abierto envuelto en cadenas . En una de las identificaciones también estaba el mismo logotipo y se podía leer
*"Asociacion de Seguridad Publica Internacional"*
— Vengo a hacer una visita por negocios.—Comento en tono seco— Ejecutor de la Asociacion, Yareth Cotzomi. Mi clave es YCT44401
La recepcionista las recibió con una sonrisa, examinando las identificaciones con detenimiento y comparándola con un registro que tenía en un libro grande y grueso. Luego, sacó una pequeño instrumento de autenticación que consistía en una lupa con una piedra que emitía luz especial, y lo utilizó para verificar la autenticidad del sello de lacre en la identificación.
Tras un pequeño momento la recepcionista sonrió entregandole nuevamente su identificación, sin embargo esta en lugar de la segunda credencial y la tarjeta dorada le entrego un cilindro dorado con un grabado de Runas
— Dirijase a una de las instalaciones de la Asociacion y entregueles esta llave para recibir su licencia provisional. Esperamos que tenga una cálida y alegre visita señor Cotzomi.
Esta vez no reacciono ante la palabra "señor" simplemente guardo su identificación y cilindro volteandose sin mas dirigiéndose a la salida custodiada por ambos guardias que parecían mirarlo con desagrado. Yareth sin mas paso a su lado sin prestarle atención a la mirada de ambos.
Tras cruzar la puerta la luz le golpeo directamente la cara a lo que entrecerró el ojo y se cubrio con su brazo de la luz un momento para que sus ojos se acostumbraran. El olor de al agua salada seguía presente en el ambiente, acompañado de murmullos y gritos de publicidad. Una vez su ojo se acostumbró a la luz pudo ver con claridad el paisaje:
---
El sol tropical colgaba alto, reflejado en los techos curvos de casas blancas con techos de palma y cerámica quemada, adornadas con amuletos de runas brillantes que parpadeaban como luciérnagas. El viento del mar arrastraba el olor de la sal mezclado con especias exóticas, pescado seco y resina para reparar barcos.
Al fondo, el muelle principal hervía de movimiento. No había carretas, sino grandes criaturas similares a dragones de komodo domesticados, de piel azulada y ojos de cebra, que cargaban cajas en la espalda. Algunos llevaban en los flancos placas metálicas con el logo de la Asociación grabado.
Vendedores gritaban en varios idiomas. Algunos vestían túnicas de lino con símbolos extraños, otros apenas llevaban tiras de cuero y cicatrices de caza. Una mujer cubierta con un turbante plateado vendía frutas brillantes como el vidrio. A su lado, un niño tatuado ofrecía mapas dibujados a mano.
Sobre los tejados, veletas con forma de bestias mitológicas giraban perezosamente.
Una bandada de gaviotas negras se lanzó sobre un pescado caído, chillando con una ferocidad que no encajaba con su tamaño. Y más allá, sobre una colina lejana, se alzaba una torre redonda —blanca como el hueso— desde donde se dice que se monitorea todo en Kaldrith.
Apesar de esto Yareth se mostraba algo no tan comodo, como si esta normalidad fuera ajena para el.
— Asi que es cierto... — dijo sin emoción
Comento comenzando a caminar adentrandose entre toda esa gente. Seguia mirando a todos lados como si buscara algo pero nada, soltando un pequeño suspiro intento leer los carteles variados que se encontraban sobre los puestos con un pequeño ceño fruncido
— No puedo leerlo...— Penso, apesar de entender todo lo que decian su alrededor.
Continuo caminando hasta que vio a un hombre mayor que aparentaba estar en sus 30. Vestia un delantal de piel cafe en conjunto de una camisa de tela blanca amarillenta y un pantalón holgado de lino arrugado, rematado en unas botas de cuero maltratadas por la sal.
— Disculpe jefe
Hablo acercandose al hombre que volteo a verlo. Tenia una barba y un cabello castaño largo del que sobresalia un mechon blanco. Sus ojos morados como amatistas se posaron en Yareth
— Que tan cerca queda el pueblo mas cercano?
El hombre sonrio y le dio unas palmadas a su dragón de cómodo con orgullo como si lo presumiera
— ¿Encima de esta belleza? Unos veinte minutos, quince si estas dispuesto a pagar dos Sylv mas—comento levantando dos dedos— Te aseguro su velocidad, este Komokai fue criado por mi
Yareth miro al Komokai y la tabla de precios que no podia leer. Luego miro el camino de tierra que se perdia entre arbustos y arboles.
— ¿Y a pie? —
El hombre se sorprendio un poco y observo al chico de pies a cabeza
— Adivinare...¿ejecutor? Debo admitir que tu traje no te ayuda a ocultarlo
Comento recargandose un poco en su dragon...que le dio un coletazo suave para apartarlo a lo que el hombre se aparto y se rasco la cabeza
— En fin...a pie te tomaria...cuarenta...o tal vez una hora...pero no te lo recomendaria, los jabali rojos estan muy territoriales este mes...
—Eso me tiene sin cuidado, jefe —dijo con esa voz cansada que uno solo adopta cuando ha tenido que decir lo mismo demasiadas veces.
— Ademas...varios ejectures y guardias se han encontrado muertos en el bosque, decapitados o con estremidades cortadas...un chico que sobrevivio dice haber visto a una mujer extraña
— Alguna informacion mas?
— Dicen que era muy ardiente
— Eso no era necesario...
Yareth suspiro y camino directo al sendero mientras aquel hombre lo observaba irse con cierto aire de melancolia
—Estos chicos de ahora... siempre metiéndose a la boca del lobo... me recuerdan a mí —dijo, acariciando distraídamente el lomo del Komokai como si eso calmara la punzada del recuerdo.
---
Los únicos sonidos que se podían escuchar en ese lugar eran el movimiento de los árboles y el chocar de sus hojas, además de eso, algún que otro animal que se movía entre los arbustos. En contraste de eso también se escuchaban las pisadas de aquel chico solitario que caminaba por el sendero.
Ya habían pasado aproximadamente veinte minutos, Yareth seguía avanzado por aquel sendero de tierra caminando sin preocupación... o al menos eso parecía. Si alguien lo viera de frente podría ver sus ojos moviéndose rápidamente de un lado a otro como si analizara la zona, incluso pequeñas carretas siendo tiradas por Komokais parecían ponerlo tenso.
De pronto, se detuvo. Algo en el costado del camino, entre los árboles, le llamó la atención. Se quedó inmóvil unos segundos, la mirada fija entre los arbustos.
Entonces, lo oyó: jadeos, pisadas rápidas, ramas quebrándose. Un chico emergió corriendo del bosque, de cabello y ojos negros, con el brazo sangrando. Al cruzar con Yareth, sus miradas se encontraron fugazmente.
— ¡U-UN JABALÍ ROJO!
Gritó el chico mientras corría por el sendero ante un Yareth que parecía que esto fuera lo más normal para él... incluso tenía una mirada de cierta decepción.
— Si no pueden con un mísero jabalí deberían viajar en grupo —pensó.
Su mirada regresó de donde vino el chico, pareciendo como si intentara enfocar algo... entonces abrió los ojos.
— Hay alguien más...
Yareth dudó un momento.
— Esto no me incumbe... —masculló apartando la mirada... pero no se movió.
Apretó los puños un momento mientras no podía evitar que su mirada regresara por el lugar donde vino el chico...
— Tsk... espero que al menos lo pague...
Habló mientras se adentraba entre los arbustos. Caminando en línea recta como si supiera por dónde ir hasta que lo encontró.
Delante de él, una enorme criatura que se asemejaba a un cerdo de aproximadamente dos veces su tamaño. Su espalda estaba cubierta de un pelaje rojizo exceptuando su barriga y piernas robustas, que eran de una coloración similar a su barriga. Además, su rasgo más notable era una especie de cuerno que salía de la parte superior de su nariz, como un rinoceronte.
Sus chillidos eran sonoros como los de cualquier cerdo. Pero entre esos gruñidos se logró distinguir un grito femenino.
— ¡Ayuda!
El jabalí parecía querer romper un tronco caído al suelo, y lo estaba logrando. Sea quien fuera, parece que el jabalí terminaría logrando romper el tronco y atacar al invasor.
Chasqueó la lengua antes de ponerse casi en cuclillas, con una rodilla casi tocando el suelo, tomando algo en su espalda.
El jabalí seguía intentando romper por completo el tronco, intentando devorar al intruso que se atrevió a invadir su territorio. De pronto, un silbido agudo. El jabalí se detuvo, giró la cabeza bruscamente hacia el origen del ruido, pero solo alcanzó a sentir una ráfaga de viento contra el hocico.
Cuando volvió la vista, el chico ya no estaba allí. Solo quedaba una depresión en la tierra, como si alguien la hubiera rasgado al desaparecer ademas de varias hojas cayendo.
El jabalí no emitió ningún sonido, quedándose estático. No solo eso, dejó de emitir sonido alguno. Tras escucharse algo pesado desplomándose, la persona dentro del tronco pudo ver cómo el jabalí estaba en el suelo con la cabeza cercenada.
No hubo sonido, no hubo espasmos, nada. Casi pareciera que al jabalí simplemente su cabeza se le hubiera separado del cuerpo. Al lado de él, Yareth sacudía un par de hoces con decoraciones extrañas en la hoja y un mango blanco con vendas.
— Qué lástima... tanta carne desperdiciada...
Aunque le hubiera encantado vender los restos del jabalí, se necesitaba de una licencia de la Asociacion para venderlos al ser un extranjero. De intentarlo, probablemente sería multado, pero si no se lo llevaba podia argumentar que fue defensa propia.
—Oye, tú. El del tronco. ¿No sabes agradecer cuando te dan una mano?
La figura dentro del tronco se encogió apenas al notar la mirada de Yareth. Él, por su parte, no lograba distinguir bien al desconocido. Solo alcanzaba a ver sus ojos entre las sombras, y eso bastaba para mantenerlo en guardia.
Un crujido lo puso aún más tenso. Era la madera, cediendo mientras la figura comenzaba a moverse para salir.
Yareth esperaba encontrar a un ejecutor novato, o tal vez a un simple pueblerino. Pero su rostro serio cambió de inmediato.
—G-Gra... gracias...
Una voz aguda y dulce como la miel acompañó la aparición. Yareth sintió una punzada extraña en el pecho. No supo por qué.
Delante de él había una chica de complexión delgada, cabello negro revuelto con puntas blancas, y unos ojos azules tan brillantes que contrastaban con su piel pálida y sucia. Llevaba encima una especie de piel rojiza que caía desde los hombros hasta la cintura. Debajo, su cuerpo casi desnudo mostraba tierra, cicatrices y vendajes mal colocados en rodillas, pies, muslos y pecho, junto a una falda improvisada con harapos y una venda a modo de cinturón.
Yareth no reaccionó. Se quedó completamente quieto.
"Ella..."
Su mente era un nudo de pensamientos. No sabía cómo actuar. Pero entonces recordó lo que le había dicho el hombre de la carreta.
—Tú... no des ni un solo paso más.
Su voz sonó firme. Autoritaria. Levantó una de sus hoces, apuntándola sin vacilar. La chica dio un paso atrás. Tenía miedo en los ojos.
—¿Quién mierda eres?
Yareth la observaba con su mirada carmesí fija, penetrante. La hoz seguía apuntándole, inmóvil en su mano. Frente a él, la chica apenas respiraba.
Y entonces, de pronto, giró sobre sus talones para escapar.
—¡NO TE MUEVAS!
Su voz cortó el aire como un latigazo. La chica se congeló. Un escalofrío le subió por la espalda y le petrificó las piernas. Quería correr. Más que nunca.
Pero no podía.
Algo en su interior le decía que si daba un paso… terminaría como el jabalí.
—Si me equivoco, me disculparé... pero no puedo confiarme— Dijo para si mismo
Yareth no bajaba la guardia.
—Date la vuelta.
Ella obedeció, temblando. Cuando giró hacia él, Yareth vio sus ojos cristalizados y húmedos. Parecía a punto de romperse.
—¿Cómo te llamas? —dio un paso al costado, sin bajar el arma—. Responde rápido… o tu cabeza volará.
La chica tembló aún más.
—H-Ho... h-ko...
—¡Más alto!
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Tragó saliva.
—H-Hoshiko...
Yareth entrecerró los ojos. El nombre no le sonaba de nada. Ningún rumor. Ninguna lista.
—¿De dónde eres?
—V-vivo en este bosque...
Sollozaba. Sus palabras salían entrecortadas, casi ahogadas.
Yareth frunció el ceño. Una chica como ella... ¿aquí? ¿Sola?
—¿Perteneces al Gremio de Mercenarios?
La confusión en su cara fue genuina. Intentó responder, pero su garganta se apretó. Solo emitió un pequeño quejido.
—Solo asiente o niega.
Ella negó con rapidez. Sin dudar.
—¿Eres una Ejecutora?
Otra vez esa mirada perdida. Como si le hablara en otro idioma.
— ¿Qué diablos es esta mocosa...?— Penso
—¿Cómo terminaste ahí dentro?
Avanzó un paso. La chica se sobresaltó, tembló. Estuvo a punto de correr, pero no lo hizo.
—I-intentaba ayudar a un chico... p-pero me lastimé la pierna y... y el jabalí me alcanzó.
Yareth recordó al chico herido que había huido antes. Suspiró, bajando finalmente la hoz.
—Entiendo... quizás me excedí un poco.
Metió la mano dentro del abrigo. La chica se tensó, pero lo que sacó fue solo un pequeño rollo de vendas.
Se lo extendió.
—Toma.
Ella lo dudó. Miró las vendas. Luego a él. No se movió.
Yareth agitó un poco la mano, impaciente. Finalmente, la chica se acercó y las tomó con delicadeza. Al hacerlo, Yareth notó que bajo aquella piel rojiza... no llevaba prácticamente nada más. Apenas trapos. No dijo nada.
Simplemente se giró.
—Si eres una debilucha, no te metas donde no te llaman.
Alzó la mano como despedida y siguió su camino.
La chica se quedó quieta. Observó las vendas un instante. Las giró en sus manos, curiosa. Las acercó a su rostro...
Y entonces, sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Acaso...?
---
Veinte minutos después, Yareth seguía caminando. Pero la imagen de esa chica no salía de su cabeza.
No por algo romántico.
Simplemente no encajaba. No parecía ser esa mujer de la que le habló el carretero. Era demasiado... extraña.
Un crujido leve lo sacó de sus pensamientos.
Se giró.
Nada.
Cerró los ojos un segundo, exasperado. Cuando los abrió, ya sabía lo que pasaba.
—Tsk... lo sabía.
Chasqueó la lengua, sacó una hoz y apuntó a un árbol cercano.
—Hey, chica del bosque. Sé que estás ahí. Más te vale tener una buena explicación... o te vuelo la cabeza.
Esperó.
Nada.
—Tres... dos...
—¡Espera!
Una figura cayó del árbol justo al que apuntaba. Lo más extraño fue cómo aterrizó: con una ligereza felina. Ni un crujido. Nada.
Yareth alzó una ceja.
—¿Y bien? ¿Me vas a explicar por qué me estás siguiendo?
La chica agitó las manos con desesperación.
—¡No es lo que crees, en serio! Lo que pasa es que...
Titubeaba. Nerviosa.
Yareth bajó la hoz un poco. Miró a su alrededor por instinto.
—No siento a nadie má-
Snif. Snif.
La interrumpió el sonido. No el suyo.
Volvió la vista a ella.
Estaba... delante.
Muy cerca.
Tan cerca que se sobresaltó y dio un paso atrás.
— Ni siquiera la oí moverse— Penso— es rápida...Pudo haberme matado...
Pero no lo hizo.
—Tú... ¿nos hemos visto antes?
La chica se llevó un dedo al mentón, inclinando la cabeza.
—Sí... hace unas horas. En el tronco —gruñó Yareth—. ¿Qué le pasa a esta mocosa?
—Me refiero a antes.
Yareth alzó la ceja. Guardó su hoz.
—No. Es mi primera vez en este país.
—¿¡Eres de otro país!?
Se le iluminó lEra una tarde tranquila, las gaviotas cantaban a lo lejos en conjunto del sonido de las olas chocando contra el muelle. El olor a agua salada impregnaba el ambiente y parecía darle algo de alegria a las personas en la costa. En ese muelle un Barco enorme desembarcaba y dejaba a un gran grupo de personas con apariencias variadas.
Desde personas de pieles diversas, cabellos de colores imposibles y vestimentas tan excéntricas como sus armas resplandecientes, hasta jóvenes marcados por tatuajes y adultos cubiertos de cicatrices de guerra, la multitud parecía un desfile de historias vivas. Sin embargo, al final de esa marea de extravagancia, un dúo caminaba sin hacerse notar
Un chico pelinegro, de mirada carmesí apagada, caminaba junto a un hombre mayor —también pelinegro, aunque con canas— que compartía sus ojos rojos, pero los tenía llenos de vida ademas de actuar como si tuviera una edad similar al joven.
— ¡Vamos! No te comportes de esa forma! No vas a ver a tu padre por un largo tiempo!
Gritaba el mayor mientras se daba unas palmadas en el pecho y exageraba sus expresiones. Vestia un chaleco negro de piel extraña y una camisa blanca de tela con manga corta que dejaba ver toda su musculatura. Ademas...aquel hombre le faltaba su brazo derecho, contrastando con su forma de hablar y expresarse
— Solo serán dos meses — Mascullo— no es para tanto, viejo...
Comento el chico joven contrastando con una voz apagada, el cual llevaba un parche en su ojo izquierdo y una cicatriz que se dejaba ver un poco debajo de este, ademas de otra en el labio. Vestia una gabardina de color rojo oscuro en conjunto de camisa de vestir, calzado y pantalones negros, llevando también un saco mediano en su espalda sujetandose con una cuerda sobre su hombro.
— Si pero al menos no deberías actuar como si te alegrara!!! — Grito el mayor
— ¿Tan obvio es?
Dijo el menor volteandose para que el hombre no viera una pequeña sonrisa que se le marco dejando devastado al mayor.
El grupo se junto en una sola fila que parecia ir a un edificio similar a una mansion de un color blanco grisaseo custodiado por dos guardias en la entrada. Ante la fila el mayor suspiro y saco un puro de su chaleco encendiendolo mientras el menor parecia aun mas fastidiado que antes no solo por el puro.
— ¿Por qué los guardias me miran como si me reconocieran…?
— Tal vez porque hace años incendié este puerto.
—...¿Disculpa?
— ¡Fue un accidente! Técnicamente…— Comento encendiendo el puro y soltando una bocanada de humo al chico con una sonrisa ladeada
El chico solo suspiro presionandose el puente de la nariz con algo de exasperacion
— No era necesario que viajaras hasta aca...— comento abanicando con la mano el humo mientras tocia un poco.— Solo ire con la maestra para nuestro entrenamiento...
— Cualquier padre se preocuparia por su hijo...ademas Kaldrith no esta en su mejor momento. Es normal que tenga algo de cuidado
Dijo el mayor rodeandolo con su brazo en un pequeño abrazo. El menor solo miro hacia abajo un momento frunciendo un poco los labios.
El mayor tras su abrazo solto otra bocanada de humo y se separo del menor al ver como la fila ya estaba por la mitad.
— Bueno...aqui te dejo Yareth, tengo que volver a Lunazul para una mision.
El joven suspiro
—...solo cuidate viejo...¿si?
El mayor parecio sorprenderse un poco de la respuesta de su hijo, torciendo su cara en una enorme sonrisa
— ¿Ves que si puedes preocuparte? Esta bien, esta bien. Prometo cuidarme, cuando vuelvas te preparare tu platillo favorito
El mayor se dio la vuelta dirigiéndose nuevamente al barco. Sin que el lo notara el chico volteo a mirar como se alejaba, mirando su brazo faltante con aire melancólico...apreto nuevamente los dientes y y susurro
— "Mentiroso..."
---
Dentro del edificio se podía ver varias personas conversando en voz alta y presumiendo sus armas como si fueran medallas. Además de algunos guardias ubicados en la salida y puertas. La decoración interna estaba llena de estatuas y armas colgadas en la pared.
El sonido era fastidiante: fácilmente cientos de murmullos por todos lados, acompañado de un olor a cereza empalagoso en el ambiente que intentaba ocultar otros aromas menos agradables.
Cuando llego su turno se encontró delante de un escritorio dividido por una ventanilla, detrás una recepcionista de aspecto cansado pero sonriente lo atendió. Tenia el cabello castaño claro y recogido en un moño apretado. Unos ojos verdes esmeralda en conjunto de un uniforme híbrido entre sirvienta de palacio y diplomática general con un pequeño escudo con la Bandera de Kaldrith.
— Bienvenido a la oficina de control fronterizo de la Confederación de Kaldrith, ¿en que puedo ayudarle señor?
El chico frunció el ceño ligeramente al escuchar "señor". Saco de su bolso 2 tarjetas de identificación además de una tercera que parecía una tarjeta dorada con un simbolo de un ojo abierto envuelto en cadenas . En una de las identificaciones también estaba el mismo logotipo y se podía leer
*"Asociacion de Seguridad Publica Internacional"*
— Vengo a hacer una visita por negocios.—Comento en tono seco— Ejecutor de la Asociacion, Yareth Cotzomi. Mi clave es YCT44401
La recepcionista las recibió con una sonrisa, examinando las identificaciones con detenimiento y comparándola con un registro que tenía en un libro grande y grueso. Luego, sacó una pequeño instrumento de autenticación que consistía en una lupa con una piedra que emitía luz especial, y lo utilizó para verificar la autenticidad del sello de lacre en la identificación.
Tras un pequeño momento la recepcionista sonrió entregandole nuevamente su identificación, sin embargo esta en lugar de la segunda credencial y la tarjeta dorada le entrego un cilindro dorado con un grabado de Runas
— Dirijase a una de las instalaciones de la Asociacion y entregueles esta llave para recibir su licencia provisional. Esperamos que tenga una cálida y alegre visita señor Cotzomi.
Esta vez no reacciono ante la palabra "señor" simplemente guardo su identificación y cilindro volteandose sin mas dirigiéndose a la salida custodiada por ambos guardias que parecían mirarlo con desagrado. Yareth sin mas paso a su lado sin prestarle atención a la mirada de ambos.
Tras cruzar la puerta la luz le golpeo directamente la cara a lo que entrecerró el ojo y se cubrio con su brazo de la luz un momento para que sus ojos se acostumbraran. El olor de al agua salada seguía presente en el ambiente, acompañado de murmullos y gritos de publicidad. Una vez su ojo se acostumbró a la luz pudo ver con claridad el paisaje:
---
El sol tropical colgaba alto, reflejado en los techos curvos de casas blancas con techos de palma y cerámica quemada, adornadas con amuletos de runas brillantes que parpadeaban como luciérnagas. El viento del mar arrastraba el olor de la sal mezclado con especias exóticas, pescado seco y resina para reparar barcos.
Al fondo, el muelle principal hervía de movimiento. No había carretas, sino grandes criaturas similares a dragones de komodo domesticados, de piel azulada y ojos de cebra, que cargaban cajas en la espalda. Algunos llevaban en los flancos placas metálicas con el logo de la Asociación grabado.
Vendedores gritaban en varios idiomas. Algunos vestían túnicas de lino con símbolos extraños, otros apenas llevaban tiras de cuero y cicatrices de caza. Una mujer cubierta con un turbante plateado vendía frutas brillantes como el vidrio. A su lado, un niño tatuado ofrecía mapas dibujados a mano.
Sobre los tejados, veletas con forma de bestias mitológicas giraban perezosamente.
Una bandada de gaviotas negras se lanzó sobre un pescado caído, chillando con una ferocidad que no encajaba con su tamaño. Y más allá, sobre una colina lejana, se alzaba una torre redonda —blanca como el hueso— desde donde se dice que se monitorea todo en Kaldrith.
Apesar de esto Yareth se mostraba algo no tan comodo, como si esta normalidad fuera ajena para el.
— Asi que es cierto... — dijo sin emoción
Comento comenzando a caminar adentrandose entre toda esa gente. Seguia mirando a todos lados como si buscara algo pero nada, soltando un pequeño suspiro intento leer los carteles variados que se encontraban sobre los puestos con un pequeño ceño fruncido
— No puedo leerlo...— Penso, apesar de entender todo lo que decian su alrededor.
Continuo caminando hasta que vio a un hombre mayor que aparentaba estar en sus 30. Vestia un delantal de piel cafe en conjunto de una camisa de tela blanca amarillenta y un pantalón holgado de lino arrugado, rematado en unas botas de cuero maltratadas por la sal.
— Disculpe jefe
Hablo acercandose al hombre que volteo a verlo. Tenia una barba y un cabello castaño largo del que sobresalia un mechon blanco. Sus ojos morados como amatistas se posaron en Yareth
— Que tan cerca queda el pueblo mas cercano?
El hombre sonrio y le dio unas palmadas a su dragón de cómodo con orgullo como si lo presumiera
— ¿Encima de esta belleza? Unos veinte minutos, quince si estas dispuesto a pagar dos Sylv mas—comento levantando dos dedos— Te aseguro su velocidad, este Komokai fue criado por mi
Yareth miro al Komokai y la tabla de precios que no podia leer. Luego miro el camino de tierra que se perdia entre arbustos y arboles.
— ¿Y a pie? —
El hombre se sorprendio un poco y observo al chico de pies a cabeza
— Adivinare...¿ejecutor? Debo admitir que tu traje no te ayuda a ocultarlo
Comento recargandose un poco en su dragon...que le dio un coletazo suave para apartarlo a lo que el hombre se aparto y se rasco la cabeza
— En fin...a pie te tomaria...cuarenta...o tal vez una hora...pero no te lo recomendaria, los jabali rojos estan muy territoriales este mes...
—Eso me tiene sin cuidado, jefe —dijo con esa voz cansada que uno solo adopta cuando ha tenido que decir lo mismo demasiadas veces.
— Ademas...varios ejectures y guardias se han encontrado muertos en el bosque, decapitados o con estremidades cortadas...un chico que sobrevivio dice haber visto a una mujer extraña
— Alguna informacion mas?
— Dicen que era muy ardiente
— Eso no era necesario...
Yareth suspiro y camino directo al sendero mientras aquel hombre lo observaba irse con cierto aire de melancolia
—Estos chicos de ahora... siempre metiéndose a la boca del lobo... me recuerdan a mí —dijo, acariciando distraídamente el lomo del Komokai como si eso calmara la punzada del recuerdo.
---
Los únicos sonidos que se podían escuchar en ese lugar eran el movimiento de los árboles y el chocar de sus hojas, además de eso, algún que otro animal que se movía entre los arbustos. En contraste de eso también se escuchaban las pisadas de aquel chico solitario que caminaba por el sendero.
Ya habían pasado aproximadamente veinte minutos, Yareth seguía avanzado por aquel sendero de tierra caminando sin preocupación... o al menos eso parecía. Si alguien lo viera de frente podría ver sus ojos moviéndose rápidamente de un lado a otro como si analizara la zona, incluso pequeñas carretas siendo tiradas por Komokais parecían ponerlo tenso.
De pronto, se detuvo. Algo en el costado del camino, entre los árboles, le llamó la atención. Se quedó inmóvil unos segundos, la mirada fija entre los arbustos.
Entonces, lo oyó: jadeos, pisadas rápidas, ramas quebrándose. Un chico emergió corriendo del bosque, de cabello y ojos negros, con el brazo sangrando. Al cruzar con Yareth, sus miradas se encontraron fugazmente.
— ¡U-UN JABALÍ ROJO!
Gritó el chico mientras corría por el sendero ante un Yareth que parecía que esto fuera lo más normal para él... incluso tenía una mirada de cierta decepción.
— Si no pueden con un mísero jabalí deberían viajar en grupo —pensó.
Su mirada regresó de donde vino el chico, pareciendo como si intentara enfocar algo... entonces abrió los ojos.
— Hay alguien más...
Yareth dudó un momento.
— Esto no me incumbe... —masculló apartando la mirada... pero no se movió.
Apretó los puños un momento mientras no podía evitar que su mirada regresara por el lugar donde vino el chico...
— Tsk... espero que al menos lo pague...
Habló mientras se adentraba entre los arbustos. Caminando en línea recta como si supiera por dónde ir hasta que lo encontró.
Delante de él, una enorme criatura que se asemejaba a un cerdo de aproximadamente dos veces su tamaño. Su espalda estaba cubierta de un pelaje rojizo exceptuando su barriga y piernas robustas, que eran de una coloración similar a su barriga. Además, su rasgo más notable era una especie de cuerno que salía de la parte superior de su nariz, como un rinoceronte.
Sus chillidos eran sonoros como los de cualquier cerdo. Pero entre esos gruñidos se logró distinguir un grito femenino.
— ¡Ayuda!
El jabalí parecía querer romper un tronco caído al suelo, y lo estaba logrando. Sea quien fuera, parece que el jabalí terminaría logrando romper el tronco y atacar al invasor.
Chasqueó la lengua antes de ponerse casi en cuclillas, con una rodilla casi tocando el suelo, tomando algo en su espalda.
El jabalí seguía intentando romper por completo el tronco, intentando devorar al intruso que se atrevió a invadir su territorio. De pronto, un silbido agudo. El jabalí se detuvo, giró la cabeza bruscamente hacia el origen del ruido, pero solo alcanzó a sentir una ráfaga de viento contra el hocico.
Cuando volvió la vista, el chico ya no estaba allí. Solo quedaba una depresión en la tierra, como si alguien la hubiera rasgado al desaparecer ademas de varias hojas cayendo.
El jabalí no emitió ningún sonido, quedándose estático. No solo eso, dejó de emitir sonido alguno. Tras escucharse algo pesado desplomándose, la persona dentro del tronco pudo ver cómo el jabalí estaba en el suelo con la cabeza cercenada.
No hubo sonido, no hubo espasmos, nada. Casi pareciera que al jabalí simplemente su cabeza se le hubiera separado del cuerpo. Al lado de él, Yareth sacudía un par de hoces con decoraciones extrañas en la hoja y un mango blanco con vendas.
— Qué lástima... tanta carne desperdiciada...
Aunque le hubiera encantado vender los restos del jabalí, se necesitaba de una licencia de la Asociacion para venderlos al ser un extranjero. De intentarlo, probablemente sería multado, pero si no se lo llevaba podia argumentar que fue defensa propia.
—Oye, tú. El del tronco. ¿No sabes agradecer cuando te dan una mano?
La figura dentro del tronco se encogió apenas al notar la mirada de Yareth. Él, por su parte, no lograba distinguir bien al desconocido. Solo alcanzaba a ver sus ojos entre las sombras, y eso bastaba para mantenerlo en guardia.
Un crujido lo puso aún más tenso. Era la madera, cediendo mientras la figura comenzaba a moverse para salir.
Yareth esperaba encontrar a un ejecutor novato, o tal vez a un simple pueblerino. Pero su rostro serio cambió de inmediato.
—G-Gra... gracias...
Una voz aguda y dulce como la miel acompañó la aparición. Yareth sintió una punzada extraña en el pecho. No supo por qué.
Delante de él había una chica de complexión delgada, cabello blanco revuelto con puntas negras, y unos ojos azules tan brillantes que contrastaban con su piel pálida y sucia. Llevaba encima una especie de piel rojiza que caía desde los hombros hasta la cintura. Debajo, su cuerpo casi desnudo mostraba tierra, cicatrices y vendajes mal colocados en rodillas, pies, muslos y pecho, junto a una falda improvisada con harapos y una venda a modo de cinturón.
Yareth no reaccionó. Se quedó completamente quieto.
"Ella..."
Su mente era un nudo de pensamientos. No sabía cómo actuar. Pero entonces recordó lo que le había dicho el hombre de la carreta.
—Tú... no des ni un solo paso más.
Su voz sonó firme. Autoritaria. Levantó una de sus hoces, apuntándola sin vacilar. La chica dio un paso atrás. Tenía miedo en los ojos.
—¿Quién mierda eres?
Yareth la observaba con su mirada carmesí fija, penetrante. La hoz seguía apuntándole, inmóvil en su mano. Frente a él, la chica apenas respiraba.
Y entonces, de pronto, giró sobre sus talones para escapar.
—¡NO TE MUEVAS!
Su voz cortó el aire como un latigazo. La chica se congeló. Un escalofrío le subió por la espalda y le petrificó las piernas. Quería correr. Más que nunca.
Pero no podía.
Algo en su interior le decía que si daba un paso… terminaría como el jabalí.
—Si me equivoco, me disculparé... pero no puedo confiarme— Dijo para si mismo
Yareth no bajaba la guardia.
—Date la vuelta.
Ella obedeció, temblando. Cuando giró hacia él, Yareth vio sus ojos cristalizados y húmedos. Parecía a punto de romperse.
—¿Cómo te llamas? —dio un paso al costado, sin bajar el arma—. Responde rápido… o tu cabeza volará.
La chica tembló aún más.
—H-Ho... h-ko...
—¡Más alto!
Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Tragó saliva.
—H-Hoshiko...
Yareth entrecerró los ojos. El nombre no le sonaba de nada. Ningún rumor. Ninguna lista.
—¿De dónde eres?
—V-vivo en este bosque...
Sollozaba. Sus palabras salían entrecortadas, casi ahogadas.
Yareth frunció el ceño. Una chica como ella... ¿aquí? ¿Sola?
—¿Perteneces al Gremio de Mercenarios?
La confusión en su cara fue genuina. Intentó responder, pero su garganta se apretó. Solo emitió un pequeño quejido.
—Solo asiente o niega.
Ella negó con rapidez. Sin dudar.
—¿Eres una Ejecutora?
Otra vez esa mirada perdida. Como si le hablara en otro idioma.
— ¿Qué diablos es esta mocosa...?— Penso
—¿Cómo terminaste ahí dentro?
Avanzó un paso. La chica se sobresaltó, tembló. Estuvo a punto de correr, pero no lo hizo.
—I-intentaba ayudar a un chico... p-pero me lastimé la pierna y... y el jabalí me alcanzó.
Yareth recordó al chico herido que había huido antes. Suspiró, bajando finalmente la hoz.
—Entiendo... quizás me excedí un poco.
Metió la mano dentro del abrigo. La chica se tensó, pero lo que sacó fue solo un pequeño rollo de vendas.
Se lo extendió.
—Toma.
Ella lo dudó. Miró las vendas. Luego a él. No se movió.
Yareth agitó un poco la mano, impaciente. Finalmente, la chica se acercó y las tomó con delicadeza. Al hacerlo, Yareth notó que bajo aquella piel rojiza... no llevaba prácticamente nada más. Apenas trapos. No dijo nada.
Simplemente se giró.
—Si eres una debilucha, no te metas donde no te llaman.
Alzó la mano como despedida y siguió su camino.
La chica se quedó quieta. Observó las vendas un instante. Las giró en sus manos, curiosa. Las acercó a su rostro...
Y entonces, sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Acaso...?
---
Veinte minutos después, Yareth seguía caminando. Pero la imagen de esa chica no salía de su cabeza.
No por algo romántico.
Simplemente no encajaba. No parecía ser esa mujer de la que le habló el carretero. Era demasiado... extraña.
Un crujido leve lo sacó de sus pensamientos.
Se giró.
Nada.
Cerró los ojos un segundo, exasperado. Cuando los abrió, ya sabía lo que pasaba.
—Tsk... lo sabía.
Chasqueó la lengua, sacó una hoz y apuntó a un árbol cercano.
—Hey, chica del bosque. Sé que estás ahí. Más te vale tener una buena explicación... o te vuelo la cabeza.
Esperó.
Nada.
—Tres... dos...
—¡Espera!
Una figura cayó del árbol justo al que apuntaba. Lo más extraño fue cómo aterrizó: con una ligereza felina. Ni un crujido. Nada.
Yareth alzó una ceja.
—¿Y bien? ¿Me vas a explicar por qué me estás siguiendo?
La chica agitó las manos con desesperación.
—¡No es lo que crees, en serio! Lo que pasa es que...
Titubeaba. Nerviosa.
Yareth bajó la hoz un poco. Miró a su alrededor por instinto.
—No siento a nadie má-
Snif. Snif.
La interrumpió el sonido. No el suyo.
Volvió la vista a ella.
Estaba... delante.
Muy cerca.
Tan cerca que se sobresaltó y dio un paso atrás.
— Ni siquiera la oí moverse— Penso— es rápida...Pudo haberme matado...
Pero no lo hizo.
—Tú... ¿nos hemos visto antes?
La chica se llevó un dedo al mentón, inclinando la cabeza.
—Sí... hace unas horas. En el tronco —gruñó Yareth—. ¿Qué le pasa a esta mocosa?
—Me refiero a antes.
Yareth alzó la ceja. Guardó su hoz.
—No. Es mi primera vez en este país.
—¿¡Eres de otro país!?
Se le iluminó la cara como la de un niño en una feria. Se acercó más, brillándole los ojos.
—...Sí.
Yareth dio un paso atrás. Ella también se detuvo.
—Lo siento, lo siento. Es que... es la primera vez que hablo con alguien de otro país. Creo. O sea, al menos que yo recuerde. Capaz sí hablé con alguien antes y no lo sabía, pero ahora sí sé que tú no eres de aquí y eso es distinto, ¿no? Y... no sé, no me lo esperaba. Cuando me diste la venda sentí un olor, uno muy raro... bueno, no raro feo, raro de "lo conozco", ¿sabes? Y me quedé pensando y fue como "espera, eso ya lo olí antes", pero no sabía de dónde, y luego me dijiste que eras de otro país y fue como "¡ah, con razón!", pero luego pensé "¿pero por qué me sería familiar si nunca salí de aquí?", y entonces pensé que tal vez sí lo olí aquí mismo, en este bosque, o cerca, no sé, ¡pero era el mismo! Y pensé que si tú lo tenías, quizás supieras qué era o de dónde venía o por qué... porque no creo que sea casualidad, o sí, no sé, pero por eso te seguí, para preguntarte eso... y también porque me dejaste con la palabra en la boca, y eso es muy grosero.
Yareth la miraba, inexpresivo. Confundido
—Espera, espera. ¿Cómo que olor? ¿De qué diablos estás hablando?
—Ah, cierto. Debería haber empezado por ahí. Cuando me diste la venda, sentí un olor conocido. Y ahora que estoy cerca, viene de ti.
Él frunció el ceño, incómodo.
—¿Estás segura de que no oliste otra cosa, mocosa?
Ella hizo un puchero. Apretó los puños como si hiciera berrinche.
—¡Claro que no! ¡Nunca confundiría esas cosas! ¡Y además no soy una mocosa, ya te dije mi nombre!
Yareth parpadeó. La miró sin saber si reír o salir corriendo.
Tenía al frente a una chica con cuerpo de adolescente, alma de niña... y habilidades que no coincidían con ninguna de las dos.
—Sí, sí. Como sea. Se me está haciendo tarde.
Se dio media vuelta y comenzó a caminar.
—¡E-espera! ¡Aún no termino de hablar! ¡Es de mala educación dejar a la gente hablando sola! ¡Oye! ¡Oyeeee!
Yareth apretó el paso.
Ella también.
Él trotó.
Ella lo imitó.
Él corrió.
Y cuando se giró para ver si por fin la había dejado atrás...
Estaba a medio paso de pisarle los talones.
—¿Pero qué...? —fue lo último que pensó antes de tropezar, rodar por el suelo y estrellarse contra un árbol.
¡THUMP!
—¿Estás bien? —preguntó la chica, asomándose desde arriba mientras le tendía una mano—. ¿Te asusté?
Yareth le dio un manotazo a la mano, se levantó refunfuñando y se sacudió el polvo.
—Tsk... Estoy bien.
Suspiró.
La miró de nuevo. A los ojos.
—¿Se puede saber por qué carajo no dejas de seguirme?
Hoshiko hizo el gesto de querer decir algo pero de detuvo pensando un poco como si no supiera que decir. Yareth exasperado se levanto y comenzó a caminar denuevo al sendero...pero a voltear ella continuaba ahí siguiéndolo en silencio.
—...¿Vas a seguirme durante todo el día?
Ella asiente
El no dice nada...técnicamente no puede hacerle nada porque no a hecho nada. Solo suelta un bufido y continua su camino.
— Oye, niño ¿Como supiste que te estaba siguiendo? Nisiquiera volteaste a mirar!
Comento Hoshiko realmente sorprendida. Yareth solo frunció el ceño al ver que ahora tenia un acompañamiento molesto
— No eres buena ocultando tu Qi...a demás no soy un niño — Remarco
— El que?
Yareth se detuvo y miro la expresión de aquella chica, la cual tenia una confusión total ladeando la cabeza con curiosidad
— No sabes lo que es el Qi?
La chica penso un momento, nego con la cabeza. Yareth no lo podia creer, hasta niños sabian lo que era el Qi...esto era muy raro para el
— ¿Me puedes enseñar?— Dijo acercandose mas con curiosidad infantil
— No.
Siguio caminando
— ¡No seas malo! Oye, oyee, no me ignoreeeeees, oyeeeeeeee
La chica acelero el paso quedando enfrente de Yareth haciendo que se detuviera. Esta parecia enojada y inflaba las mejillas
— ¡Te estoy hablando! ¡no me dejes hablando sola!
La paciencia de Yareth estaba siendo tentada al máximo. Su parpado comenzaba a temblar un poco mientras soltaba un laaargo suspiro.
— No puedo creer que no sepas lo que es el Qi...creo que mientes
— ¡Yo no miento! Mi mamá siempre decía que clavo que sobresalia recibia su martillazo...
Yareth quedo confundido...no tenia idea de que estaba hablando esta mocosa así que solo la rodio y siguió su camino...al igual que ella detrás de el
— Vamoooos! Es mas si me enseñas que es eso del _Cui_ te doy esto.
Dijo pero Yareth no volteo a verla. Así que volvió a adelantarlo para enseñarle aquello que sostenía a un Yareth que parecia apunto de cometer un asesinato...hasta que vio lo que tenia en la mano
— Eh?
Sujetandolo con orgullo, entre sus manos se encontraba una piedra cristalina muy similar a un diamante que tenia un color rojizo cobre. Que emitia un brillo breve.
— ¿De donde la sacaste?
— ¡Es una de mi coleccion! Me gusta por ese colorcito—Dijo agitandola con mucho orgullo—¡A demas mira! ¡Brilla! ¿No es genial?
— Siquiera sabes lo que es?
— ¿Eh?...¿Una piedrita brillante? ¿Tambien las coleccionas?
Yareth parecia sorprendido de que ella tuviera eso. Es mas...no sabia siquiera lo que era...esto parecia un mal chiste...sobre todo probaba que ella al parecer no mentia...o no del todo.
— Lo que sujetas es una piedra de Manacalcyta, una piedra de Qi
— ¿¡Osea que es una piedra magica!?
— ...Si algo asi...no son comunes...— Dijo exasperado
— ENTONCEEEES...¿si me enseñaras a cambio de esta?
— No — Dijo volviendola a rodear—
— ¡Espera! ¡Tengo mas en casa! ¡Te puedo dar mas!
Esto lo hizo detenerse...no deberia...seria engañarla...esas piedras son muy costosas...pero...no tiene muchos recursos, quizas por unas piedras podria enseñarle lo basico. Asi no tendria que limitar tanto su presupuesto
Pero...no le agradaba mucho la idea de enseñarle a alguien que nisiquiera sabia lo que era, aun así estúpida a o no...esas piedras mantenían su valor. Resoplo exasperado y se volteo.
— Bien...te enseñare sobre el Qi...acambio de 3 piedras de manacalcyta
— ¿Enserio? ¡Siii!— Dijo saltando de alegria como una niña pequeña— ¡Vamos sigueme!
Dijo tomandolo de la muñeca y jalandolo mientras corría guiándolo entre arbustos y arboles. Yareth se intento resistir pero noto algo, **la chica era MUY fuerte** y no podía frenar o soltar su agarre
— ¡Espera mocosa! ¡No tan rápido!
Le grito intentando evadir las ramas y espinas mientras era llevado por la fuerza a un lugar desconocido por una aparente vagabunda del bosque habitado por jabalí asesinos...así no es como inician estas historias
¿Verdad?
Fin del capitulo 1