¡Festín como Reyes!

Jean estaba agachada cerca de la cueva, reorganizando piedras para crear un rincón seguro para el humo donde podría colgar lo que quedaba de la carne de jabalí. Sus dedos estaban pegajosos de raspar piel, su cabello alborotado, pero su mente estaba aguda y acelerada.

Fue entonces cuando la voz de Logan resonó entre los árboles. Entrando con aire arrogante, con el pecho desnudo y goteando agua, sosteniendo dos patos flácidos por el cuello con una sonrisa orgullosa plasmada en su rostro.

—Adams, deberías agradecerme por esto. Esta noche, festejamos como reyes —declaró, sacando pecho.

Jean levantó una ceja poco impresionada.

—Oh genial, el cavernícola encontró pájaros flotantes. ¿Qué sigue? ¿Vas a inventar el fuego otra vez?

Logan dejó caer los patos con un golpe triunfante.

—Vamos, dilo. Estás impresionada.

—Bien —dijo ella, poniéndose de pie con las manos en las caderas—. Estoy impresionada de que no te ahogaras tratando de atraparlos.