¡Apestas... Logan Kingsley!

Pasó un momento. Logan, todavía de pie mirando hacia el lado opuesto, pero sus oídos traicionaron su mente de acero. Escuchando cada movimiento de ella.

—Conseguí agua y comida para hoy, por cierto. Cuando termines... eh... de purificar tus pecados o lo que sea... estaré por allá. Sin mirar.

Jean gimió, sumergiéndose bajo el agua una última vez.

—Esto mejor que no sea el comienzo de otra pelea.

—Oh no —murmuró Logan para sí mismo mientras caminaba de regreso hacia los árboles, frotándose el hombro—. Pero podría ser el comienzo de un lento paso hacia la locura.

De repente, un pájaro carpintero se posó en su cabeza y le picoteó la espalda haciéndolo moverse. Intentó espantarlo, pero el pájaro era terco. Y en un intento de hacerlo, resbaló quedando de cara al río.

—¡Dije que no mires! Date la vuelta. ¡Mira hacia el árbol! —exigió Jean, su voz afilada como un látigo. ¡Otra vez!