Alex Adams, El Heredero Dorado

Jean Adams.

Se alejó de esto como si nunca hubiera sucedido. Elegante, grácil, intocable... como siempre. Y mientras ella podía fingir que el yate nunca existió, las magulladuras en la conciencia de Logan eran más difíciles de ocultar.

No solo había firmado un acuerdo. Había firmado la renuncia a su dignidad.

—Jugaste bien tu juego, Adams —murmuró entre dientes, con voz venenosa—. Ahora es mi turno.

No la confrontaría directamente. No, Jean nunca lo vería venir. Golpearía donde más dolía... su marca, su imagen, sus alianzas. ¿Cada muro cuidadosamente construido por ella? Lo desmoronaría, ladrillo por ladrillo.

Ella le hizo doblar sus principios morales. Ahora él haría que ella doblara su mundo.

No necesitaba a la prensa.

Necesitaba venganza.

Y cuando su imperio comenzara a derrumbarse, Logan estaría en la cima... viéndola caer.

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