Una Trampa Llamada Matrimonio

En el momento en que entró a su dormitorio, jadeó, casi dejando caer la toalla en su mano.

—¿Qué estás haciendo aquí, Alex?

Él estaba de pie junto a la ventana, medio envuelto en la tenue luz, con los brazos cruzados y los ojos brillando con amenaza.

—Sabes que nadie quiere que tengas esas acciones —dijo él, con un tono tan afilado como una daga.

Jean contuvo la respiración. —Solo porque mi familia no me quiere —dijo lentamente, su voz quebrándose con emoción contenida—, no significa que no tenga derecho a la fortuna. Me gané esas acciones... más de lo que tú jamás lo harás.

La mandíbula de Alex se crispó. Su sonrisa era cruel.

—Deberías haber mantenido la boca cerrada —dijo, dando un paso adelante—. Deberías haber aprendido cuál es tu lugar. ¿Crees que eres mejor que yo solo porque te disfrazas con tacones corporativos?