Una tenue luz entraba en la habitación mientras Ernet abría lentamente los ojos. Una voz femenina y suave llamaba su nombre al tiempo que golpeaba suavemente la puerta.
—Buenos días, señorito Ernet. El desayuno está preparado —dijo Mazy, una de las sirvientas.
—En un momento bajo, Mazy —respondió con voz algo dormida.
Se levantó de la cama y usó magia de agua para regar las plantas que decoraban su habitación. Luego abrió por completo la ventana, inhalando profundamente. Podía ser la última vez que despertaba en aquella mansión, la última vez que contemplaba esa hermosa vista de la ciudad de Colimayo.
Tras un baño rápido, se vistió con el uniforme de la academia y bajó las escaleras hasta el comedor. Allí lo esperaban su tía Riem, administradora de la mansión, junto a sus hijos Evin y Klervin. Varias sirvientas también estaban presentes, todas ajenas a los clanes; trabajaban en la mansión por orden directa de Riem.
—Buenos días... ¿Cómo amanecieron? —dijo Ernet en un tono amable, intentando evitar cualquier tensión matutina.
—Buenos días —respondieron Riem y Evin al unísono. Klervin solo lo miró de manera desafiante.
"¿Y ahora qué? No recuerdo haber hecho nada malo estos últimos días", pensó Ernet.
El desayuno llegó pronto: pan traído desde Azoria, queso de cabra y jugo de naranja. No era fan del queso, pero sabía que era un lujo que muchos en otras ciudades envidiarían.
—Ernet, quería informarte que madre llegará esta noche —dijo Riem de pronto, provocando que parte del jugo se le fuera por la nariz.
Tomó un pañuelo, limpió su boca y nariz, intentando ocultar el nerviosismo.
—Creí que la carta decía que la abuela llegaría en una semana, el mismo día de mi graduación.
—Hoy llegó otra carta. Madre decidió aplazar su visita al clan Ta —dijo Riem, frunciendo el ceño—. Y ya te he dicho que no la llames abuela, es una falta de respeto.
"¿Una falta de respeto? Pero si es mi abuela... nunca lo voy a entender", pensó, pero solo asintió en silencio.
—Supongo que está de más decirlo, pero igual lo diré: no llegues tarde, ¿entendido?
—Sí, señora —respondió con respeto.
Tras el desayuno, tomó lo necesario y partió hacia la academia. Mientras caminaba, admiraba la ciudad. Pasó junto al bullicioso mercado, lleno de comerciantes y discusiones habituales. Colimayo era conocida como la ciudad del comercio; todo lo importante y costoso se vendía mejor allí. Aunque había muchas más casas sencillas que mansiones, cada una tenía su propio encanto.
Llegó hasta la muralla fronteriza que dividía Colimayo de Lunaria. Esta muralla había sido construida antes de la fundación del imperio, en tiempos de guerras entre clanes. Aunque ya no cumplía una función militar, seguía siendo una frontera simbólica, separada también por un río de unos diez metros de ancho. Para cruzar, se necesitaba una "carta de viaje", una especie de impuesto. Sin embargo, Ernet tenía un pase especial por ser estudiante de la academia de Lunaria.
Nunca había pagado por cruzar una frontera, por lo que ni siquiera sabía cuánto costaba.
Al llegar a la academia, se reencontró con sus amigos. La primera clase del día trataba sobre duelos mágicos, aunque ya no hacían mucho: era la última semana antes de la graduación. Todos solo se reunían para pasar el rato. Durante esa semana, se elegirían a los 23 mejores hechiceros y los 23 mejores magos de la generación.
Ernet sabía que estaría entre los seleccionados, aunque no sabía en qué posición exacta. Si se evaluaba solo el rendimiento en duelos, la primera posición sin duda sería para Carina Ca Mernania, del clan Ca.
A pesar de ser considerado un genio, Ernet no dejaba que eso se le subiera a la cabeza. ¿La razón? Su compañera de duelos era precisamente Carina, y ella sí que era un genio. Ambos compartían el mismo tipo de magia: multi-elemental, perfecta para el combate. Pero Carina tenía un instinto de batalla natural. Sabía siempre qué hacer, incluso bajo presión, a pesar de los problemas que conllevaba pertenecer al clan Ca.
—Oye Carina, sé suave conmigo hoy, ¿quieres? No quiero que mi abuela me vea lleno de heridas —dijo Ernet con una sonrisa nerviosa.
—Tranquilo, Cawa. Pasará lo mismo de siempre —replicó ella, usando su apellido.
—¿Por qué no te lo tomas un poco con calma? —preguntó mientras revisaba su indumentaria de duelo.
—Vinimos a practicar y a aprender. Si no estás de acuerdo con eso, pediré que me cambien de compañero.
—Oh, vamos... Solo digo que ya falta una semana. Todos sabemos que el primer lugar será tuyo.
—Nada está definido. Syr Felu Lunaria también tiene posibilidades. Y tú también, Ernet. No entiendo por qué te subestimas.
Pensó en decir: "Es porque casi siempre me apaleas en los duelos, y porque eres muy hermosa y no quiero lastimarte", pero no se atrevió. Carina era una chica fuerte y siempre llevaba una venda en los ojos, una maldición que pesaba sobre algunos miembros de su clan. Aunque no todos los del clan Ca la padecían, en ella era común.
—Entiendo... Empecemos el duelo —dijo finalmente, deseando cambiar de tema.