Al otro día encontré una flor y una cajita en mi puerta.
Mientras mi corazón latía con fuerza, las ganas de besarlo me estaban ganando con forme pasaba tiempo con él, era una sensación extraña que últimamente me pasaba. Es tan difícil resistirme.
Decidí disculparme con el señor cocinero por mi actitud de niña.
Ese día me regalo algo que el mismo había creado, lo llama "mermelada" y debo decir que esa cosa es deliciosa.
Me he dado cuenta de que realmente se está esforzando. En verdad se esfuerza por ganarse mi corazón.
A duras penas era capaz de verme a los ojos o hablarme. Pero ahora las cosas iban cambiando. Aunque se le trabara la lengua seguía, intentaba conversar conmigo. Yo hacía lo mismo, al final siempre me distraía porque me quedaba mirándolo a los ojos.
Era domingo, hice unas galletas quería compartirlas con el señor cocinero.
Un balón cae, golpeando la canasta destruyendo un frasco y tumbando las galletas que había hecho con tanto ahínco.
Estaba molesta, demasiado molesta, no solo porque estaba distraída, si no que el estúpido que lanzo el balón destruyo lo que había hecho. Tenía que matar a ese estúpido hasta que.
Si.
Era el.
Estaba jugando con unos niños en la cancha y uno de ellos lanzo mal el balón.
Como venganza le unto en la cara lo que quedo de la mermelada.
Luego lamo su dedo.
A lo que se une la gatita lamiéndole el rostro.
La escena casi pasa a mayores, por mi parte estaba bien, pero no quiero compartir el señor cocinero con nadie.
La gatita es jodidamente insistente.
Me quedo un rato mirando como juega, ocasionalmente lo saludo y le envió besos.
En uno de esos descuidos mientras se queda mirándome el balón lo golpea en la cara rompiéndole la nariz, su amigo elfo lo socorre y luego le dice que vaya a limpiarse la sangre.
Me disculpo por lo sucedido ya que fui yo quien lo distrajo.
Cuando vuelve me le acerco y entonces ocurre lo que tenía que ocurrir.
Ya no podía aguantar más.
Simplemente me dejo llevar y lo beso con pasión una vez, luego otra vez, quería seguir, ninguno de los dos quería parar, pero era hora de irme.
Alguien desde lejos ve lo que está haciendo Liara, inmediatamente siente celos, para intentar calmarse destruye su lujoso bastón, luego le ordena algo a sus lacayos.
Augusto me retiene un momento, nos quedamos mirándonos con ganas de más, el intenta decirme algo, pero las palabras no le salen.
Adelante dímelas, dímelas, ¿Qué quieres decirme? Acaso es lo mismo que yo quiero escuchar. Solo dímelas, o al menos dime que ese poema era para mí. Quiero que me digas lo que yo quiero escuchar.
Me alejo de Augusto. Mientras me alejo me quedo pensando en el beso, sus labios contra los míos, su calor, sus emociones.
Ya no podía aguantar más.
Los humanos tienen un nombre para ello.
Pero debido a unos estúpidos que me sacan de mi propio mundo todo se descontrola.
- Nuestro señor la espera en su carruaje, tiene una misión para usted.
- Lo que sea.
Los dos sujetos parecen inquietos, casi excitados con ganas de hacer algo.
- ¿Les sucede algo par de bastardos? Pregunto.
- Nuestro señor dijo que podíamos divertirnos hoy, entonces tenemos a alguien en mente.
Retengo a uno de los sujetos. Yo sabía de quien se trataba.
- ¿A si? De quien se trata.
- Eso no te incumbe.
Aprieto con fuerza el hombro del sujeto.
- Solo les advierto, si llegan a tocar a ese humano los mato- dejo salir mi sed de sangre por cuestión de segundos.
El sujeto asustado se suelta.
- Lo que queramos nosotros no es tu problema, además ese humano debe ser delicioso, solo imagina perra como gritara cuando lo vio.
Le arranco la lengua y luego le prendo fuego, fuego imposible de quitarse, solo grita mientras muere lenta y dolorosamente.
Al otro le derrito los ojos, luego seco su sangre, sus músculos, sus huesos, dejando solamente un saco de carne amorfo.
Me dan asco, perdedores que creen que pueden hacerme daño.
Patético, son tan patéticos, criaturas inferiores.
El carruaje queda allí junto a las dos bestias que lo tiraban.
- ¡Adelante bastardo baja! – grito, cubro mis brazos con fuego azulado- ¡acabemos con esto!
- No pensé que reaccionarias así por un humano, me hiciste usar magia de ilusión avanzada estúpida- usaba sus manos para sostener una ilusión lo bastante buena para que nadie me reconociera o recordara lo sucedido.
- Tienes suerte de no ser ese bastardo- exclamo relajándome, apago mis llamas mágicas.
- Si eso creo Liara- responde un conocido, al único que podía llamar amigo, era ##### ilusionista, cuyo rostro o forma era imposible de conocer.
- ¿Qué haces acá?
- Tu querido amigo no se presentó hoy, parece que se molestó por algo y se fue, pero quiero preguntarte algo ¿Qué tan serio va esto?
- ¿De qué mierdas hablas?
- Liara nos conocemos desde hace mucho, ¿en verdad crees que soy idiota?
- ¿Otro metiche?
- En verdad no me importa, solo me interesa saber si eres feliz.
- ….. no preguntes mas ¿y que quieren hoy?
- Solo que me protejas en un viaje largo, es lo único-responde mientras sostiene la ilusión de alto nivel.
- Cuanto me tomara ese "viaje"
- Quizá unos 4 o 5 días.
- Es mucho tiempo- respondo inquieta.
- Vamos Liara, ¿o es que algo te detiene?
- Escucha #### si sigues de chistoso.
El levanta niega con la cabeza.
- No tengo oportunidad contra ti Liara, por eso te necesito, cuando termine la misión has lo que quieras.
- Eso espero- respondo mientras me cruzo de brazos.
Cometí una imprudencia, pero debido a la magia ilusoria de ##### nadie pudo identificarme, pero si se prendieron las alarmas.
Alerta nivel calamidad.
Se informa el suceso a la capital.
Los oficiales imperiales de la zona se ponen en acción.
No se conoce a los muertos ya que es imposible reconocer las cenizas.
El pueblo debe quedarse en toque de queda hasta resolver lo sucedido.