Capitulo XXI-1

Salgo de mi negocio preocupada.

Quería verlo, quería asegurarme de que estaba bien. Por favor que este bien… es lo único en lo que pienso, que Augusto este bien. Al llegar a su lugar de trabajo lo encuentro junto a su jefe mirando los agujeros en la pared, estaba hablando con su jefe sobre eso.

Tenía un poco de sangre en sus mejillas.

Casi se me sale el corazón, pero al ver que no tienen ninguna herida aparente me tranquilizo.

El lugar se llena de curiosos quienes preguntan por lo sucedido, dos policías toman notan de lo sucedió y preguntan al duende sobre el suceso, mientras la encargada de responderles a los mirones es la mujer orco, ya su jefe y el señor cocinero estaban mirando los daños.

- ¿Qué cree que fue lo que sucedió jefe?

- ¿Ni idea, pero debo llamar para que arreglen esos agujeros? ¿por cierto Augusto?

- Si jefe.

- Tienes sangre en las mejillas.

El señor cocinero se limpia la sangre.

- Los ojos me sangraron un poco debido al gas que salió- responde el señor cocinero.

Ambos bajan los hombros, tristes.

- Por ahora tomate un descanso- le dijo su jefe.

- Diablos jefe, y también que estábamos iniciando, con esto también se arruina el turno de noche.

Lo veo más preocupado por unas ollas que por el mismo,

La chica demonio y sus otros compañeros los acompañan, ninguno entiende lo sucedido.

- De un momento a otro, todas las ollas y demás elementos de cocina empezaron a derretirse- dice su jefe- es mejor no arriesgarnos a continuar, nunca se sabe que pueda suceder.

También se percataron de unos pequeños agujeros en las paredes.

Dejándome llevar por un estúpido impulso paso por los curiosos, uno de los policías intenta detenerme, pero lo esquivo.

Toda mi preocupación desaparece mientras lagrimas recorren mis mejillas, no son lágrimas de tristeza son lágrimas de felicidad era la primera vez en mucho tiempo que lloraba.

El señor cocinero me ve - ¡ohh señorita de las flores pensé que estab!

No lo dejo terminar de hablar ya que corro y lo beso en los labios frente a todos los curiosos, no me importaba nada solo pensaba en él, ningún otro pensamiento pasaba por mi mente.

- [Amo es usted un mujeriego de primeras] comenta la chica demonio.

- Eso no me lo esperaba- dice el goblin atónito - mentira, era bastante obvio.

El orco se queda boquiabierto ya que no se lo creía, puesto que se había dedicado a otros negocios fuera del pueblo poco o nada sabia lo que estaba pasando.

Al contrario de la mujer orco la cual solo dice:

- Era tan obvio que es imposible no darse cuenta.

En más de una ocasión ella nos vio besándonos fuera del restaurante cosa que a ella no le interesaba desde que Augusto cumpliera su horario, esa mujer odia perder dinero.

- Qué bueno que estas bien- digo mientras lo abrazo con fuerza -temí lo peor- escodo mi cabeza en su pecho para que no me vea llorar y también aprovecho para secarme las lágrimas.

El tan tranquilo como siempre me sonríe apenado, mira a sus atónitos compañeros, para luego sonrojarse.

Uno de los policías me dice que debo alejarme del lugar.

Para salir de la situación me invento algo - escuche que los besos sirven para liberar la tensión o preocupación- digo mientras guiño un ojo -ahora si me permiten me tengo que llevar al señor cocinero.

Los dos nos tomamos de la mano con cariño.

- Si es cierto lo que dices entonces yo también merezco uno- exclama su jefe, pero la mujer orco le jala el cachete.

- Pero debo quedarme con el jefe y mis compañeros- Me dice.

- No importa Augusto ve, parece que ella necesita de tu ayuda- exclama la mujer orco -da igual nos toca tomarnos un descanso a todos.

- Vish, el me pregunto a mi- dice el jefe.

- En este momento eres el menos indicado para ser el jefe papá- responde ella.

- De acuerdo jefa- dice el señor cocinero.

- Concuerdo con mis compañeros- el goblin se une a ellos.

Luego mira a la chica demonio.

- Yo iré a molestar a Tera en su trabajo- reitera.

- Iré a retocar el libro de recetas- exclama el goblin - si salimos adelante con ese proyecto seremos ricos.

- ¿Y qué va a hacer jefa? Pregunta el señor cocinero.

- Voy a esperar al ingeniero y luego al gremio para visitar a papá Seth y este señor ira conmigo- mira al viejo orco.

- ¿Por qué tengo que ir? - Pregunta dudando.

Cierran el restaurante y yo me llevo al señor cocinero.

- ¿No te sucedió nada cierto? - Lo miro de pies a cabeza nuevamente, no parece tener heridas, saco un pañuelo de mi bolsillo y le limpio la sangre seca que tenía en las mejillas.

- No, tuvimos suerte, solo se derritieron algunas cosas y ya ¿y bien para que necesitas mi ayuda señorita de las flores?

Me encanta su sonrisa, me encanta todo de él. No quiero soltarlo jamás.

Vuelvo en mí.

- Me gustaría que me ayudaras armando un escritorio, el mío se quemó- le digo sonriendo.

Él se sorprende.

- ¿Y eso cómo sucedió?

- Bueno, paso algo y pues se quemó- respondo a medias.

Me acompaña a comprar un nuevo mostrador, así como nos vemos parecemos una pareja.

- Gracias por preocuparte por mi salud- exclama el señor cocinero - creo que es momento de decirte algo.

- ¿Qué, que? Señor cocinero- le digo.

- Que.

- ¿Dime?

Se queda serio un momento, luego me dice algo que.

- ¡Termine el peluche! -dice emocionado- y..y. ahora puedo invitar a salir a.. a la mujer que me gusta, ósea a tiiii.

Quien se queda muda soy yo.

No sé cómo responder a ello.

El ambiente se pone incómodo, suelto su mano.

El señor cocinero se aleja unos centímetros algo triste.

- Discúlpame Liara, creo que dije algo que no debía, yo lo siento.

Intenta desviar la mirada, pero le retengo el rostro con suavidad.

- Dijiste que siempre me mirarías a los ojos, es algo que me prometiste- le digo, - ahora repite lo que dijiste.

¿Enserio perdió su tiempo haciendo eso? Solo lo dije en broma, si quería salir conmigo solo tenía que decírmelo y ya. Pero ese no es el caso, desde el día que me dijo que le gustaba había estado esperando esas palabras nuevamente.

- Me gustas mucho Liara, es así desde que te vi… cuando choqué contigo aquella noche.

¿Le gusto desde que nos vimos se refiere a aquella vez? Desde que nos vimos en ese festival…

- Dímelo de nuevo, quiero escucharlo otra vez.

- ME gustas mucho Liara, me gustas demasiado y lo digo de verdad- totalmente rojo el señor cocinero me las repite. Las quiero escuchar una y otra vez- te lo diré las veces que sean.

- Y tú también me gustas mucho Augusto, me gustas desde….- no no fue desde que paso por la puerta de mi tienda…. Fue antes. Fue cuando lo vi por primera vez cuando creí que era un humano más de los muchos que existen….

Creo que los humanos tienen un nombre para ese tipo de reacciones creo que le dicen:

Amor a primera vista.

Deje de mentirme a mí misma, ya no lo soportaba, tenía muchos sentimientos por él.

Ninguno de los dos lo soportaba, eso era obvio.

Coloco mi dedo en su pecho mientras lo bajo y subo recorriendo lo que quería.

- Sigamos con lo que vinimos a hacer.

El asiente con la cabeza.

Me quedo un rato esperando a que vuelva con las herramientas que tiene en su casa. Mientras vuelve pienso en lo que quiero hacer de ahora en adelante, ¿realmente quiero seguir con mi cometido? ¿esto es lo que yo quiero de ahora en adelante? Faltaba poco para el día señalado y por ahora no quiero pensar en ello, ya que planeaba otra cosa.

Al regresar el señor cocinero trae en sus manos las herramientas junto a mi sorpresa. Un "peluche" bueno, por lo menos parece uno, abrazo mi nuevo regalo mientras el me ayuda armando el nuevo mostrador, luego le pido su ayuda para resolver un problema urgente.