Prologo de la tercera parte

- Dime mamá ¿Cómo conociste a papá?- pregunto.

Nosotros no éramos ni ricos ni pobres, pero éramos felices.

Me encontraba con mi madre ayudándole con la ropa, mientras papá iba al bosque a cortar leña.

- Hmmmm….. bueno… tu padre era el payaso del pueblo.

- ¿El payaso del pueblo? - pregunto mientras le entrego a mamá la ropa.

Ella la extiende en las cuerdas mientras me responde:

- Si, se hacia el gracioso. No era el mas guapo, pero era el único que podía hacerme reír- responde.

- ¡Oye no digas eso, no soy tan feo! - responde papá quien escucho la conversación.

- ¿Heee?- digo confundida.

- Como sabes cariño tu y yo somos brujas, yo soy de Liare, ¿Por qué crees que te llamas Liara?

Mi madre era del grandioso y magnifico reino de Liare, salió a recorrer el mundo, aunque le advirtieron que no debía ella lo hizo igual, durante sus viajes conoció a papá, un granjero de un pequeño pueblo. Papá se ganó el corazón de mamá haciéndola reír y al final se casaron.

Mi nombre es Liara Valero Bermite nací en un pequeño país que ya no existe, donde la magia era pecado.

- Y no sabes lo presumida que es tu madre- comenta papá en burla.

Mamá le da un puño en el hombro y papá se queja por ello.

Recuerdo que cuando era pequeña no sabía usar magia, pero mi desgracia era haber nacido bruja.

- Liara recuerda que debes ocultar que eres bruja- me advierte mamá.

- Si pequeñita, cuando tengamos el dinero suficiente iremos a Liare junto a tu madre, aunque no me espera una vida fácil- exclama papá mientras me levanta.

- Cariño ya hablamos de eso, desde que seas mi esposo podrás vivir en paz.

- Eso espero, lo único que quiero es no separarme de las dos mujeres que más amo en el mundo- dice papá mientras le da un beso a mamá.

- Cariño- responde mamá sonrojada.

Me cubro los ojos de la vergüenza.

Mientras los tres sonreíamos como una familia normal sucedió lo peor….

¿Cuántas veces no abusaron de mí? ¿Cuántas veces me golpearon? Solo conocía el dolor y sufrimiento.

Papá se había quedo atrás.

Mamá me lleva me sostenía con fuerza de la mano mientras corríamos al bosque.

La iglesia prohibía cualquier tipo de enseñanza, mi padre quien eran 1/8 dragón sabía que se había casado con una bruja, eso nunca le había importado, pero cuando el chisme se rego por todo el poblado papá intento ganar tiempo para que huyéramos, el ejercito lo encontró junto con el héroe y lo asesinaron.

Ese mismo héroe que yo había visto tantas veces ahora asesino a papá como si se tratase de un monstruo.

Cuando nos alcanzaron lo primero que hicieron fue amarrarnos cual bestias…. A mi madre la quemaron viva, ella nunca hizo uso de su magia y yo no podía usar en ese tiempo. De por si mi nacimiento será algo inusual, era herético.

Lo que hicieron conmigo fue venderme a un aristócrata donde sufrí todo tipo de abusos, solo era una niña de ocho años cuando paso eso y los próximos 5 años fueron peores.

Mientras me encontraba en mi celda una sombra se me apareció, yo solo quería morir, siempre soñaba con morir, cuando se me presentaba la oportunidad intentaba suicidarme, pero siempre fallaba, a la aristocracia le parecía gracioso mis intentos de suicidio entonces llamaban a un mago para curar mis heridas.

Por cierto, según ellos la magia era prohibida pero solo para la gente pobre, la iglesia encubría a los hijos de la aristocracia que eran magos, e incluso muchos miembros de la iglesia eran magos, ellos solo querían mantener a un pueblo ignorante e iletrado. A mi edad mamá me había enseñado a leer, pero había dicho que mejor dijera que no sabía.

Mis rasgos de bruja aumentaban a medida que crecía, todas las brujas del mundo son hermosas yo no poseía la cualidad de encantamiento con mis ojos, así que no me los sacaron.

Ese día estaba encadenada sangrando mientras los sujetos detrás de la puerta se reian, la sombra se me acerco y me susurro algo.

¿Qué es lo que más deseas? Me pregunto

"Quiero morir" dije.

¿Qué es lo que más anhelas? Volvió a preguntar.

"Quiero morir" le respondí nuevamente.

¿Qué es lo que realmente quieres? Siguió.

"Solo quiero morir y desaparecer de este mundo" le respondí llorando "perdí todo, no quiero vivir, no tengo razón para vivir"

Uno de los guardias escucho lo que decía y entro a mi celda, parece que el sujeto no podía ver a la sombra.

El tipo encaja un puño en mi rostro destrozándolo el golpe fue lo suficientemente fuerte para dejarme noqueada, cuando desperté me encontraba atada en un tronco rodeado de paja, el aristócrata había estado robando dinero del rey y el rey había enviado al ejército para matarlo, pero para su suerte y mi desgracia me culpo a mí de que yo lo había poseído, entonces procedían ese día a quemarme para liberar del mal al aristócrata.

La gente ignorante procedió a lanzarme rocas y otros con antorchas procedían a prenderle fuego a la paja para que yo muriera.

Estaba feliz por fin moriría, mi sueño se hace realidad.

Las llamas se acercaban cada vez más a mi cuerpo, podía sentir el gozo de la muerte tan cerca, cuando por fin las llamas me tocaron no sentí nada el fuego no consumía mi cuerpo, solo mis prendas se quemaron me encontraba en un mar de llamas y no me pasaba nada.

¿Qué es lo que deseas? Volvió a preguntarme la sombra.

El fuego me rodeaba, pero no me pasaba nada, no sentía dolor de hecho ese mismo fuego me estaba regenerando, me curaba las heridas me vitalizaba. Esas llamas, las mismas llamas que pensé que me matarían ahora eran absorbidas por mi cuerpo.

La ignorante muchedumbre se horroriza al ver lo que sucede, entonces un sujeto lanza una roca me cubrí con la mano de la palma de mi mano sale una ráfaga de fuego, la cual consume al sujeto y a gran parte de la multitud.

¿Era magia lo que acababa de usar? ¿Por qué era inmune ahora al fuego? ¿ese mismo fuego que me iba a matar es parte de mí? ¿ese fuego es mi magia?

Me mire las manos y no había nada particular, lo intente de nuevo, los presentes estaban aterrorizados, no podían creen lo sucedido, yo simplemente levante mi mano nuevamente y otra ráfaga de fuego salió de mi mano matando a los presentes.

Yo había consumido el fuego de la hoguera, ese mismo fuego con el que planeaban matarme, ahora me había curado, también me había dado magia.

Algunos soldados trajeron ballestas y me dispararon, pensé que moriría, pero una barrera de fuego me cubrió de cualquier ataque.

Atemorizados los soldados dejan sus ballestas y preparan sus espadas.

Yo no podía creerlo.

¿Qué es lo que deseas? Me pregunto nuevamente la sombra.

¿Qué es lo que realmente quiero? Me preguntaba yo misma.

Yo simplemente caminaba y lanzaba fuego matando a todos, incendiando todo lo que se pudiera.

Los caballeros con armaduras morían de manera espantosa, el metal les consumía la carne, quería matarlos de las formas más horrorosas posibles, quiero que sufran lo que he sufrido.

(Quiero matarlos a todos) un aura de fuego cubría mi cuerpo, todo el que planeara acercárseme moría calcinado.

El escuchar la agonía de esos desgraciados era música para mis oídos, solo era una niña de 13 años la cual había perdido a sus padres por la ignorancia y la corrupción de un estado, esos mismos que me habían vendido y abusado por tanto tiempo ahora los veía huir de pánico.

Los quería matar a todos, quería que todos sufrieran, mate a todas las personas del pueblo no deje a nadie, animales, niños, adultos o ancianos todos fueron consumidos por mi magia, para mi todos eran culpables merecían el mismo destino.

Nadie….

Nadie huiría de mi….

Los masacre a todos.

Solo quedaron cenizas, muerte y destrucción.

Cuando llegue al palacio del aristócrata, lo encontre abusando de una niña asesine a sus guardias, a su esposa a sus hijos, los había calcinado el sujeto al verme se asustó y llamo a su mago.

Su mago personal no pudo usar ningún conjuro ya que no lo deje hacer nada, simplemente dispare una ráfaga concentrada de fuego y le calcine la cabeza.

Recuerdo que rogo por su vida, me ofreció dinero yo simplemente le aplaste la cabeza hasta que sus sesos quedaron regados por su habitación.

Mate a la chica también, no había mucho que pudiera hacer por ella.

No volví a ver a la sombra, tal vez fue porque no le di una respuesta clara.

No queme la mansión solo porque quería disfrutar de su comodidad por un tiempo, comí, bebi, use ropa que jamás había usado, mis heridas se habían curado con el fuego, ahora que sabia que ese mismo fuego me curaba me sentía segura, después de todo nunca se había conocido algo sobre una bruja inmune al fuego, quizá era por la sangre de papá, al parecer herede eso… pero papá no tenía poderes…

Necesitaba aprender a leer con mayor fluides y a conocer mi magia, luego de un tiempo por usarla tanto me cansaba y no sabía por qué.

Algunos días después, enviaron tropas del ejército para matarme, ellos sabían que estaba en la mansión, lo que no conocían era mi inmunidad al fuego.

Lanzaron muchas flechas con fuego para incendiar la mansión y matarme, simplemente me quede en la mitad del incendio a disfrutar me sentía tan viva les dispare múltiples ráfagas de fuego matando a muchos de esos sujetos.

Cuando los masacre a todos decidí aprender por mí misma acerca de la magia, robé muchos libros de bibliotecas en las mansiones de los nobles a los cuales mataba.

Mi rostro estaba en todos los carteles del país, era uno de los "criminales" más buscados, pase tres años asesinando en las sombras a mis 16 años dominaba la magia de fuego casi a la perfección, podía usar diferentes conjuros con cada dedo.

Había leído el documento del martillo de las brujas para guiarme en lo que pensaba la iglesia, habitualmente luchaba contra inquisidores y otros magos más experimentados, procuraba matarlos sigilosamente de varias formas el que más me gustaba era envenenarlos en los burdeles y cantinas, a esos sujetos les encantaban los placeres mundanos.

A otros les abría el estómago cuando los convencía de venir conmigo a un cuarto, luego los cocía y luego los carbonizaba, les arrancaba la lengua, robe mucho conocimiento de los que torturaba.

Aprendí a coser con herramientas imbuidas con magia para hacer mi ropa resistente al fuego, no quería andar desnuda siempre.

Al cumplir 18 era el mayor peligro de la nación y yo tenía preparado algo especial, lo quería acabar todo de un solo golpe.

No pensaba en suicidarme nuevamente, ahora pensaba en asesinar, había aprendido a volar transformando parte de mi ropa en alas o también podía utilizar una escoba.

Utilice magia máxima la noche que lance mi magia el cielo se tiño de rojo carmesí al crearse el circulo.

"Magia máxima meteoro" consumí el 99% de mi mana para utilizar ese conjuro, crear un meteoro que impactara la capital. (tuve que descansar un mes para recuperarme por completo)

Esa noche se conocería como la noche carmesí, solo quedo un gran agujero en donde hubo una vez una gran ciudad, luego muchos países se pelearon por lo que quedaba. Después de todo era una nación atrasada tecnológicamente, así que las otras naciones solo querían los recursos naturales.

A mis 22 años me volví mercenaria participe en muchas guerras como maga de combate o asesina encubierta.

Luche en las tantas guerras del imperio contra las tres repúblicas, el reino de Liare y su expansión territorial en zonas controladas por la iglesia tantos combates, muertos, sangre y pérdidas, estaba tan acostumbrada a ello. Para mí eso era vida, durante las guerras de Liare contra una nación vecina que me contrato me enfrente a la bruja primordial de luz de Liare, esta me dejo medio muerta a los pocos minutos.

A mis 60 años quería conocimiento, así que robe algunos libros de la biblioteca real de Liare, para mi suerte sus dos brujas primordiales estaban ocupadas en el campo de batalla.

A mis 100 años me enfrente al elfo inquisidor del imperio, ese día casi muero.

A mis 130 conocía todos los conjuros y contra conjuros de la magia de fuego.

A mis 150 una bruja invocadora me derroto en un combate, era la primera vez que otra bruja no primordial me sometía, no me mato solo me dijo "La magia no debe ser usada de esa manera" nunca supe su nombre.

A mis 160 años me uní al culto para obtener más poder, me dediqué a secuestrar y matar, no había vuelto a ver a la sombra, mi camino era oscuro ahora era peor a los que me torturaron.

A mis 190 años empecé a sentir algo que jamás había sentido o quizá lo había olvidado.