Época actual.
Segunda semana del cuarto mes.
Dos meses para la gran catástrofe.
Grito de angustia.
- ¡Mátala, mátala! -Señalo asustada mientras corro a subirme en una silla.
- ¡Donde se metió! Dice alguien.
- ¡Allí, se metió debajo del mostrador! - Le digo mientras estoy parada sobre una silla, asustada como una niña.
Augusto toma un zapato y se lo lanza a la crucaracha, pero falla.
La crucaracha sale por la puerta principal y huye.
- ¡La dejaste huir! Lo regaño.
- Fue muy rápida- se defiende a medias por dejar escapar esa cosa.
- Atrápame, cariño.
- Espe-
Me lanzo desde la silla y el me atrapa en sus brazos.
- Que pésimo villano, deja huir a sus víctimas- le digo mientras me aferro a mi cariño.
Mi cariño mira hacia otro lado, intentando evadir mis quejas -la deje escapar para que les cuente a sus amigas, que en este lugar no tienen que meterse- responde mientras giramos, lo que me divierte.
- Que mal mentiroso…- le digo. Luego le doy un beso en los labios "los villanos no dejan a nadie vivo" eso lo sé por experiencia.
Y así era mi vida actualmente.
Gritar porque una crucaracha se metió en la fachada de negocio mientras recogía algunos paquetes.
Pintar mi casa junto a esa persona.
Cocinar deliciosos platos como una persona común.
Equivocarme y que eso no me importe, porque se que el está conmigo.
Aprender a bailar.
Embriagarme con mi cariño y sus amigos.
Aquella vez fue la primera vez que me embriague sin preocuparme de lo que podía suceder, fue una buena experiencia ya que al final mi cariño me llevo en su espalda hasta mi casa donde le di su "recompensa"
Salir al parque, pescar, tomarnos fotos y enviarle fotos picantes en sobres, recoger flores en el bosque junto a la persona que amas.
Y lo más importante cogérmelo en la mañana, tarde y noche.
De como una asesina y miembro de los ocultistas paso a hacer tal cosa es simple.
Me encontraba mirando al culpable de ello, quien me baja con delicadeza. Por lo cual me quejo ya que no quería seguir entre sus brazos.
- ¿Me cayo polvo en la cara? -Pregunta Augusto buscando rastro de este.
Niego.
- Solo quiero mirarte un rato querido- le digo, lo que lo hace sonrojarse - ¿y dime le contaste lo nuestro a tus hijas?
Quedamos en que el nombre de sus hijas sería un secreto hasta que desarrolláramos más confianza cuando me invito a su casa paso algo curioso, por más que intentara mirar la foto que tiene en la sala de mi cariño junto a sus hijas (las cuales no son pocas) aunque suene raro me era imposible verles los rostros de ellas, siempre los veo borrosos.
- Si la mayor se enfadó, pero luego lo acepto, mis otras dos hijas se alegraron, bueno ya más o menos les había dado una pista antes de que me estaba ena.. me estaba gustando alguien- el cambia lo último debido a que hablamos sobre ello también.
No usaríamos "esa" palabra hasta después de unos meses, lamentablemente esa prohibición me afectaba severamente ya que yo quien quería usarla.
- ¿A si? Pregunto -entonces no puedo ganar, tu hermosa hija es mi rival, estoy perdida frente a ella- digo mientras sonrió. Algo tenía claro, Augusto amaba demasiado a sus hijas y eso nunca va a cambiar. También sé que el recuerdo de su esposa es muy importante para él, le digo que me cuente sobre ello cada cierto tiempo, sé que es algo difícil de hablar, pero lo ha afrontado como debe ser. Siento un poco de celos, pero bueno… soy yo quien esta con mi cariño y quien se lo coge todos los días ahora.
- Ella se preocupa mucho por mí, aun piensa que eres una villana- responde inocentemente Augusto.
- Cariño sé que tus hijas siempre serán las primeras, eso me pone celosa- le digo mientras lo abrazo- y si soy una villana, la cual no te va a soltar.
- ¿Por cierto ya tienes todo listo Lia? - Me pregunta mientras nos besamos.
- Solo me voy por una semana, así que no espero encontrarte con otra mujer cuando regrese- bromeo con ello, sé que el nunca haría algo así.
- ¡Nunca haría algo así! - responde.
Le doy un beso - Lo se querido solo me encanta ver cómo te pones rojo de la vergüenza- por cierto, estoy usando ropa interior de encaje.
Me levanto la falda.
- ¡Uppp! Creo que no me coloque ropa interior- me rio mientras él se queda congelado- no deberías reaccionar así cariño, ya me has visto desnuda muchas veces.
- Noo. No se trata de eso, es que siempre me tomas por sorpresa.
- ¡Haaa entiendo! - me le acercó y le susurro -no quieres que nadie aparte de ti me vea hmmm… que celoso eres cariño.
- ¡Y.yo.yo .. bueno.. es..!- se rasca la cabeza e intenta mirar hacia otro lado.
Tan tímido como siempre, no puede darme una respuesta completa, pero en el fondo sé que no quiero que se separe de mi lado nunca.
Nos comportábamos como una pareja normal de adultos.
Nunca nos molestábamos en nuestros trabajos, ya que había aprendido a cocinar ya no lo visitaba al restaurante en las mañanas y tarde.
Pero si iba en las noches a manosearlo, lo que me salía caro, ya que su jefa me cobraba por eso, a esa mujer le encanta cobrarme por todo.
Los domingos no nos veíamos, ya que el hacía algo con ¿sus hermanas? Y un amigo que era un troll.
Me presente formalmente a sus ¿hermanas? A las cuales ya les parecía obvio que Augusto se demorara tanto en "clases" de costura.
Compre algunos disfraces y ropa de encaje la cual uso casi siempre 😉
Hace unos pocos días fui a molestar a la semihumana con un pedido tonto.
- ¿Conoces a alguien que pudiera responder mi pedido? -Le pregunte.
- ¿De qué se trata? Responde con otra pregunta, la chica semihumana se pone seria.
- ¿Conoces a alguien que sepa sobre las plantas?
- ¿Qué tiene que ver eso con el pedido al gremio?
- Bueno, en el gremio se hacen pedidos y alguien siempre responde.
- La única persona que conozco que sabe sobre eso es….. Augusto- exclama ella con molestia.
Sonrió pícaramente.
- Correcto mi novio.
Mi cariño había estado haciendo trabajos secundarios para el gremio, con ayuda de su hermana claro.
Como era un experto botánico los aventureros le consultaban y el recibía una parte del dinero que el gremio obtenía.
-
Le guiño el ojo - ¿y cómo se sintió ser la primera?
- ¿La primera en qué?
Le digo que se acerque y le susurro algo.
- La primera en probar a Augusto- ella casi se cae cuando le susurro eso.
- ¡¿C.como sabes eso?! Reclama ella.
- No lo sabía- digo asiéndome la tonta- mi querido novio no habla de esas cosas.
Yo lanzo una pequeña sonrisita - me ganaste en ambas cosas, pero al final fui yo la que se lo quedo.
Ella se levanta y responde - viniste a restregarme eso en la cara ¿cierto?, pero recuerda las cosas pueden cambiar y fueron dos veces que lo hice con el- añade.
(¿Acaba de amenazarme y como que fueron dos veces?)
- Lo sé- respondo tranquila, -si eso pasara, al menos sé que el queda en buenas manos, pero desgraciadamente eso no va a pasar- me despido sin más.
-
No es una mala chica, pero perdió ante mí y debo recordárselo siempre.
Otra vez el presente.
Me habían asignado una misión.
Ahora solo hacia misiones de espionaje. Nada relacionado con asesinatos, secuestros o robos.
Debía viajar al norte del imperio, sería un viaje largo y quizá me demoraría una semana.
Así que hable con mi cariño, lo primero que hizo fue prepararme una maleta llena de bocadillos, ropa y otras tantas cosas.
- Por si te da hambre en el camino, también por si necesitas cambiarte rápido y como en la zona norte hace frio te dejo un saco- explica el.
- Cariño te comportas como una esposa- le digo recibiéndole la maleta, -de hecho, deberías estar listo para cuando llegue ¡al diablo no me pudo ir sin aprovecharte! -Entonces me lo llevo a la cama.
Debo decir que él es demasiado bueno, y también jodidamente bueno en la cama.
No le he contado nada de mi pasado, tampoco planeo decírselo y mucho menos decirle a lo que en verdad me dedico.
Otra cosa era que.
Por motivos desconocidos volví a ver a la extraña sombra, pero esta vez solo estaba allí, no decía nada, solo se quedaba mirándome, siguiéndome a donde fuera, levitando sobre mi cabeza, tal como una molesta mosca. Por lo menos tenía la decencia de desaparecer cuando lo hacía con Augusto.
Alisto mis maletas, mi abrigo, otras cosas más y me despido de Augusto.
Esa misión me enseñaría que al final el destino siempre te persigue.
Me coloca entre la espada y la pared.