Las alcantarillas expelían el olor de la muerte, pudrición y otras tantas porquerías posibles, las aguas negras fluyendo constantemente mientras arrastran un cuerpo pequeño a medio comer.
Los cinco guardias imperiales posan su mirada en el cuerpo que es arrastrado por las aguas negras.
Al no poder hacer nada siguen su camino, sumidos en la decepción de no poder salvar una vida.
Los guardias imperiales se comunican por medio de enlace mágico. Una jugada muy normal entre ellos, ya que así no había forma de que los escuchara alguien fuera de ellos 5.
- Bien ya saben cuál es la formación- explica Lilinca.
- Si, Dimitri y yo al frente- responde Enrs.
- Correcto.
- Usted capitana en la mitad, mientras Z´dass y yo atrás- dice Victoria.
- ¿Por qué yo en la mitad? ¿es porque soy una bruja? - se queja Lilinca.
- Porque usted es la que dirige la misión y debe ir protegida, a mi o a cualquiera de nosotros nos vale mierda que sea una bruja, si usted es atrapada todo se va al carajo ¿entiende?
- Si capitana, nos importa un comino si es una bruja, ¿de dónde saco esa estupidez de que era por ser una bruja? Siempre con la misma mierda - pregunta burlonamente Z´dass.
Frente a esto Lilinca no dice más.
Gracias a que sus nuevos trajes les permitían un camuflaje semiperfecto, más un reciclaje de mana los guardias imperiales podían hacer alarde de sus habilidades.
Z´dass usa su invocación, señala los objetivos y en un rápido movimiento Enrs junto a Dimitri saltan por las paredes de las alcantarillas sin hacer ruido matando a los demonios de un solo golpe con sus armas.
Enrs utiliza su clásica espada, mientras Dimitri utiliza dos dagas.
Los primeros demonios en el primer tramo de las alcantarillas son despachados con facilidad por los dos guardias imperiales, golpes precisos a la cabeza acaban con los demonios de clase baja.
- Presumidos- exclama Victoria.
- A nosotros no nos dieron un nuevo regalo- responde Enrs.
- Entonces aprendan a disparar- responde Victoria.
A medida que avanzaban los demonios iban aumentando, de encontrar 2 a 3, 6 o incluso 10. En las alcantarillas del pequeño pueblo pululaban los demonios.
Dimitri lanza una daga mágica contra el montón de demonios, esta rebota en las cabezas de los demonios estallándoles el cráneo desde adentro, haciendo que los ojos y demás órganos internos se les salgan por sus orificios.
Al llegar a la mitad de su recorrido las alcantarillas se bifurcan en dos rutas de altura de unos 4 metros y 3 metros de ancho.
Lilinca les dice a todos que se detengan un momento.
- Esperen un momento- ordena Lilinca.
Ella saca un mapa de su mochila, miran por donde van y nota algo raro.
- En el mapeo que hizo Z´dass no recuerdo ninguna bifurcación.
- Tranquila capitana, el otro camino se dirige a las afueras del bosque- responde Z´dass.
- ¿Demonios en ese lugar?
- Lo dudo, luego de que hicieron esa masacre en el bosque desaparecieron del lugar, y muy posiblemente todos se encuentren aquí.
- No podemos dejar ninguno vivo, si alguna de esas cosas sobrevive será un problema más adelante- expone Lilinca.
- Sobre eso capitana, no creo que debamos preocuparnos- señala Dimitri.
En el extremo del otro camino que se dirigía al bosque se asoman dos inmensos ojos rojizos, seguido de una pata escamada con unas garras lo suficientemente fuertes para matar a alguno de los presentes de un golpe.
- ¡Carajo, nunca espere ver uno de esos! - exclama Z´dass con asombro.
- Lo mejor que podemos hacer es no hacer ningún movimiento brusco- recomienda Dimitri.
- Creeme amigo, ninguno de nosotros seria lo suficientemente estúpido como para enfrentar algo así.
Era uno de los señores del bosque.
Monstruos que son la máxima expresión de la evolución, encargados de proteger y mantener el equilibrio de las zonas donde habitan los monstruos y bestias. Dicho monstruo había venido solo con un fin y ese era matar a quienes interfirieron en el ciclo natural.
A pesar de su imponente tamaño es imposible determinar su forma real ya que lo recubre un manto de oscuridad. La inmensa y atemorizante creatura observa uno por uno a los guardias imperiales, los 5 compañeros se inclinan ante el señor del bosque. Este responde lanzando un resoplido.
Simplemente se va retirando de a poco mientras escupe el cuerpo a medio comer de un demonio de gran tamaño.
Los 5 guardias imperiales pasan saliva.