Inojin fue despertando sintiendose abotagado y maredo. Su cuerpo estaba pesado y no podía moverlo, parecía estar hecho de plomo. Respiraba entrecortado con cierta dificultad.
Recordaba lo sucedido antes de caer. Había estado hablando por celular con su amado esposo pidiéndole ayuda.
Pero Choji llegó y a pesar de arrojarle los libros que iba agarrando nada pudo hacer para escapar de él, ya que lo alcanzó y le arrancó el teléfono apagandolo al segundo siguiente.
Inojin lloraba a suplicandole piedad, pero ese tipo no la tuvo. Lo sujetó de los cabellos y lo arrastró lejos de la biblioteca, escaleras arribas ignorando las súplicas y el dolor de su víctima.
El rubio fue drogado por Choji mismo. Ahora se encontraba encadenado a una cama bajo los efectos de las drogas. Choji apareció tras salir del baño desnudo, sonrio malignamente mientras se acercaba a la cama.
Inojin empezó a llorar en silencio al tiempo que Choji acariciaba su entrepierna, su miembro, sus muslos y sus nalgas para presionarlo con su propio miembro que estaba duro.
Los sollozos del rubio resonaron en la habitación. Choji le abrió bruscamente las piernas y empezó a penetrarlo con violencia.
— ¡No! ¡Por favor ya no más! — Inojin sentía deseos de morir.
— Eres mío, solo mío y nada más que mío muchacho.
Inojin pensó en Shikadai con desesperación intensa. Pensó en su promesa y eligió una vez más confiar en su amado esposo.
Cerró los ojos, alejó su mente y sus sentidos de su cuerpo y de esa realidad para no enloquecer.
Shikadai, te amo tanto mi amor. Se que tuviste la mejor de las intenciones para conmigo. Pero...como te lo había dicho antes, ellos no se quedarían de brazos cruzados.
Era de noche y fuera llovía torrencialmente cuando Choji se levantó de la cama dejando a un perdido Inojin allí sin alma alguna. Sonrió con cureldad mientras lo contemplaba.
— Ino debiste aceptar seguir siendo mi aliada en vez de enamorarte de ese imbecil de Sai e irte. Debiste pensar en las consecuencias.
Inojin miraba hacia la ventana sin dejar de llorar. Respiraba apenas, no se movía y seguía completamente desnudo en esa lujosa habitación.
Sin alma aparente ya que su mirada carecía del brillo característico de él.
Choji lamió su mejilla izquierda con grosería antes de ir a ducharse. Luego se alejó riendo como una asquerosa hiena dejando a Inoji allí mismo.
Shikadai no se quedó quieto, empezó a indagar a Choji Akimichi descubriendo que era prestigioso empresario muy bien relacionado con los más influyentes políticos.
No tenía antecedentes de nada. Un ciudadano ejemplar, que pagaba sus impuestos en tiempo y forma. En otras palabras, no encontraba nada con lo que pueda empezar.
Shikadai se recostó sobre el respaldo de su sillón, mientras intentaba pensar en la forma proxima de actuar manteniendo sus nervios a raya.
Inojin, mi amor. Te salvaré, juro que te salvaré. Aunque para ello deba romper las reglas y violar las leyes.
Empezó a investigar los movimientos de Choji más comunes y su pasado. Así descubrió que sus empresas estaban impecables, gracias a los contactos políticos que tenía el empresario.
Tras investigar más a fondo descubrió que entre los amigos y clientes de Choji estaba el nombre de su padre. Shikamaru Nara.
—¿Qué demonios? — murmuró Shikadai asombrado — ¿Papá?¿Qué haces con semejante amistad?
Shikadai comenzaba a temblar de la furia mientras empezaba a investigar a su propio padre. El prestigioso abogado aristócrata, Shikamaru Nara. A medida que iba indagando las lágrimas humedecían su rostro.
Su padre era íntimo amigo de Choji Akimichi y de Ino Yamanaka, madre de Inojin quien fue asesinada.
— No...no...papá...por dios no...
Shikadai dejó de buscar en internet. Dejó de indagar y se desplomó. Lloraba intensamente ya que temía seguir investigando debido a lo que podría encontrar. De pronto se encontraba en una encrucijada mortal.
— Mi padre o mi amado esposo ¿a quién debo ayudar? Por dios — Shikadai se sujetó la cabeza respirando entrecortado.