Shikadai llevó a Inojin al baño donde ambos se sumerguieron en la tina. Las sales y demás fragancias que el pelinegro utilizó servían para calmar los nervios y el estress.
Inojin estaba despedazado por dentro, temblaba y lloraba en silencio. Sin embargo se aferraba a su amado Shikadai, necesitaba confiar en él una vez más.
Necesitaba de su amor para conservar la poco cordura que aún tenía.
A su vez Shikadai deseaba brindarle paz mental y emocional una vez más. Había estado desesperado en verdad durante su ausencia, lo buscó por todas partes.
Cuando supo que no aparecería se dio cuenta de algo. Si quería vivir el amor junto a su amado dorado, tendría que atacar a los integrantes de su círculo y hacerlos caer uno por uno. Sus padres incluídos de ser necesario.
No fue una decisión fácil. Ahora, mientras abrazaba a Inojin con intenso amor, recordaba esos momentos cargados de incertidumbre y dolor intenso.
La muerte de Nahuel fue un castigo por haber creído la mentiras del monstruo de Menma, y haber tratado muy mal a Boris. Ahora tengo otra oportunidad con Inojin, oportunidad que no pienso desperdiciar.
Inojin fue calmandose en sus brazos, había dejado de temblar y ahora abrazaba a su esposo con intensa necesidad de protección.
Lo amaba tanto que le dolía saber que pudiese conocer y apoyar a los monstruos que tanto lo dañaron. Pero Shikadai le hizo ver que había sido un malentendido y eso lo fue tranquilizando una vez más.
Inojin podía sentir las caricias de Shikadai en su cuerpo encendiendolo y calmandolo. Ya no lloraba más, al fin su respiración se había normalizado también.
— Shikadai...
— Shhhhhh tranquilo mi amor, todo estará bien. Ya lo verás.
— Me violó...
— Lo sé y creeme que lo pagará, no descansaré hasta heberlo hecho pagar lo que te hizo esa basura.
— ¿Me lo prometes mi amor?
— Inojin, iré incluso contra de mis propios padres de ser necesario. Cuando digo que te protegeré, creeme por favor. Así que ya no tengas miedo porque nada malo te sucederá.
Inojin lo besó con intenso deseo logrando enceder a Shikadai. Aquel fue el mejor de los baños para ambos.
Luego salieron, se secaron y se fueron a la cama donde siguieron amandose con mayor intensidad hasta que el rubio quedó dormido en los brazos del pelinegro.
Cuando Shikadai se sercioró de que su esposo dormía, se levantó. Tomó su celular y tras acercarse a la chimenea debido a que estaba desnudo, marcó un número.
—¿Hola?
— Shura, primo soy yo
— Hola Shikadai ¿qué ocurre? De seguro es algo urgente para que llames a estas horas.
— Disculpame primo, pero tienes razón — Shikadai miraba a Inojin dormir — Es cuestión de vida o muerte.
— Vaya ¿para tanto es?
— Si — Shikadai se colocó la salida de cama verde, las pantuflas acolchadas verde musgo y salió de la habitación mientras hablaba — Es importante Shura, no tengo a quien más recurrir primo. No tengo la suficiente confianza con Shinki ni con el tío Gaara.
Shikadai entró a su despacho y cerró la puerta.
— Te escucho primo ¿qué te anda pasando? Suenas muy preocupado en verdad y siento que estás en metido en algo grave — Shura se alejó de la habitación dejando a Boris dormido en la cama, para adentrarse a la biblioteca.
— No se por dónde empezar primo.
— ¿Qué tal si lo haces por el principio Shikadai?
Shikadai suspiró tomando valor y comenzó a contarle lo que lo atormentaba.