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¿Me quieres acompañar?

¿Ya averiguaste quién es el samurái negro? — preguntó Roberto mientras salía del baño.

Sí, señor — respondió Carlos.

Dímelo. — Roberto estaba impaciente por saber quién lo había invitado.

El samurái negro en realidad se llama Samuel. Le dicen así porque hace tres años estuvo en una pelea contra la pandilla "La Pesadilla Sangrienta", la más temida de esos años. Luchó solo con su katana, y desde ese momento ganó la reputación que tiene, convirtiéndose en el líder del Este, además de que viste una armadura de samurái totalmente negra — informó Carlos respetuosamente.

Bien, pero quiero saber si tiene familiares y quiénes son — dijo Roberto mientras ponía el altavoz para poder vestirse.

Sí, su tío paterno es el gobernador del estado y su primo es el gerente del casino "Camino Dorado" — informó Carlos.

{Con que su primo es el gerente del casino...} — pensó Roberto, dibujándose una sonrisa en sus labios.

Señor, ¿me podría decir por qué quería que lo investigara? — preguntó Carlos con cautela.

Claro, es porque me invitó al "Elixir del Deseo" a ver una pelea, con el pretexto de conocernos — Roberto se rió —. Pero, ahora que sé que su primo es el gerente del casino donde gané ciento veinte mil millones, supongo que la intención es otra. — Ya no pudo contener la risa, y su eco resonó por todo el cuarto.

Señor, seguro que no va a ir ahora que conoce sus verdaderas intenciones, ¿verdad? — Carlos se escuchaba preocupado.

Claro que voy a ir, pero si quieres, puedes acompañarme — Roberto se sintió emocionado al pensar en cómo se iban a vengar el gerente y su primo.

¡Seguro! Señor, ¿a qué hora llega? — Carlos estaba entusiasmado.

Ahora, porque a las ocho me recogen —Roberto ya estaba listo, así que se sentó a esperar.

¡En menos de un segundo me preparo, señor! — gritó Carlos, mostrando una enorme sonrisa.

Bien, adiós — dijo Roberto antes de colgar.

—8 p.m.—

Carlos ya había llegado con un traje azul fuerte a la medida, mientras que Roberto lucía unos pantalones negros y una camisa roja; combinada con su apariencia intimidante, daba una buena presentación. Mientras esperaban a que vinieran por ellos, jugaron un juego de disparos.

En cuestión de minutos, una camioneta negra de lujo se estacionó frente a ellos y de ella salió una mujer.

¿Roberto Castle? — preguntó la mujer.

Sí, yo soy. Él es mi asistente Carlos. ¿Puedo llevar acompañante, verdad? — Roberto levantó la esquina superior izquierda del labio en una leve sonrisa.

Sí, claro. Suban — la chica les abrió la puerta para que ingresaran a la camioneta.

Una vez dentro, Roberto y Carlos se acomodaron y ella se sentó en el asiento del copiloto. Cuando cerró su puerta, el coche avanzó de inmediato.