Cimentando el futuro (2)

Anda tragó saliva al contemplar el frágil estado de su soberano. En su interior, una tormenta se desataba, pues no debería existir nada capaz de hacerle daño. Apretó los puños con fuerza, como si al hacerlo pudiera contener el dolor que le ardía en el corazón, un dolor profundo y punzante, como si su propia madre estuviera sucumbiendo ante una terrible enfermedad.

No debería ser así, se repetía en silencio, rechazando con fervor la idea de debilidad en aquel ser divino, un faro de esperanza que había sembrado tantos milagros en su camino. En lo profundo de su corazón, su soberano era fuerza, era luz, era la promesa de un mundo mejor.

—S-señor... —dijo, pero su garganta fue incapaz de continuar.

Mujina rugió, un sonido penetrante que provenía de lo más recóndito de su alma. La ira la consumía, un deseo insaciable de venganza brotaba en su corazón como fuego vivaz, pero su transformación feral se vio amordazada por la inquebrantable lealtad hacia su señor. Ya le había fallado, y el solo pensamiento de seguir por esa senda le repudiaba, no estaba dispuesta a seguir cometiendo tales errores. Con un gesto decidido, liberó la espada de su funda, un destello de metal que cortó el silencio. Su espíritu guerrero destelló, y con una mirada ordenó a sus fieles que acudieran con prontitud, como relámpagos en la tormenta, en auxilio de su soberano.

Los Búhos se unieron a la causa de manera inmediata. Gracias a la intervención de Mujina, Anda había logrado romper las cadenas de terror que le aprisionaron.

Ambos escuadrones llegaron a donde su divino señor, haciendo un perímetro con sus cuerpos, protegiendo cada ángulo. Siendo los islos la vanguardia.

La Sicrela acercó sus gruesos y hermosos labios al oído de Anda al apreciar de cerca el estado de su soberano, una imagen que destruyó su corazón e hirió su orgullo.

—Deben llevárselo de aquí.

Anda asintió, entendiendo el trasfondo de las palabras de su igual en título.

—Solicito su aprobación para despertar nuestra sangre, Trela D'icaya —dijo Mujina con un tono lleno de urgencia y dolor.

Orion asintió con una calma que solo lastimó más a sus subordinados.

Los islos actuaron de inmediato, desprendiéndose de sus pieles humanas, para pronto transformarse en ese híbrido de animal humanoide. Como un coro ritualista, sus rugidos, que poco a poco se tornaron más primitivos, acompañaron la metamorfosis.

La desaparición de la neblina de polvo cerca de la puerta detuvo las acciones de los vestidos de negro. El gigante, aunque de un tamaño menor, había comenzado a exudar un aura asesina, una amenaza tan tangible que los cuerpos de Demir, Throka y Denis comenzaron a sudar frío.

El coloso, ahora encogido a la altura de tres metros y medio, se erguía inmóvil, como si una fuerza invisible lo apresara. Aunque su altura no evidenciaba ser la única diferencia de su estado original, sí es que su apariencia era idéntica al gigante ahora convertido en polvo. Las raíces de sus brazos se notaban marchitas, la piedra que formaba su cuerpo estaba cuarteada, mientras que un líquido verdoso resbalaba sobre las líneas del centro de su pecho. Y para ojos entrenados en el arte mágico, su energía era el caos absoluto.

La criatura de apariencia artificial no quería continuar con el enfrentamiento, temeroso de que la dama vendada apareciese nuevamente, entendiendo que un nuevo enfrentamiento sería su pérdida. Su poder no era suficiente para hacerle frente. Sin embargo, tampoco podía alejarse de la enorme puerta, ahora herida por un devastador ataque, aunque por fortuna, todavía cerrada. Sus creadores habían dejado dos directrices en lo más profundo de su núcleo, ambas de suma importancia: sobrevivir y no dejar que ningún ser entrara por sus misteriosos acabados.

Había sido creado con el único propósito de ser el guardián de una raza extinta, una raza que lo había abandonado, junto con su gemelo, en esta solitaria caverna. Habían pasado miles de lunas, cientos de estaciones, y ellos seguían esperando, se les había prometido que en algún momento regresarían. Hasta entonces debían sobrevivir y cuidar la puerta, pero parecía que un villano se había adelantado a la promesa. Y tal vez, como su gemelo, el dejaría de existir.

—Throka, carga a nuestro señor.

Ante la orden de su capitán, el robusto hombre, el único con una complexión distinta a Los Búhos, alzó al señor de Tanyer con la delicadeza suficiente para evitar lastimarlo, y lo dejó descansar en su hombro.

—Lo sacaremos de aquí, mi señor —dijo Anda, forzando a su corazón a mantener el temple, pero sucumbiendo a un temblor al notar la intensa expresión de Orion.

—Deberíamos buscar al vástago del Barlok —dijo Demir casi como un susurro, un pensamiento que escapó de lo más profundo de su corazón, influenciado por el temor de un futuro sin su divino señor. No obstante, fue demasiado tarde cuando fue consciente de lo mencionado.

Denis observó a su compañera con duda, pero fue Anda quien, como un espectro nocturno, llegó ante Demir, acercando sus labios a su oído, y por la expresión que mostró la mujer, Denis supo que era mejor hacerse el desatendido.

Ante el silencio que, como un inesperado invitado, se presentó en la estancia, Anda comenzó a batallar con la responsabilidad que descansaba sobre sus hombros, percatándose de que la idea de huir era igual de peligrosa que mantenerse frente al gigante. El sendero que los había traído era igual o más peligroso sin la compañía de su señor, tenía confianza en las capacidades de su escuadrón y de él mismo, y por ello entendía que la tasa de supervivencia era casi cero.

—Demir, Denis, inspeccionen la zona en busca de una salida.

—Sí, líder —dijeron al unísono.

—Esperen —dijo con premura. Sus instintos lo guiaron hacia el terreno rocoso, un rugido oculto en los cimientos mismos de la tierra parecía advertirle. La conexión con el ambiente era visceral; sentía cada pulso de la naturaleza palpitando bajo sus pies. Así, la tierra comenzó a vibrar, un susurro ominoso apenas perceptible, pero inconfundible, que atravesó su ser como el frío de un acero recién forjado.

De forma sorpresiva, media centena de agujeros terraformaron la estancia, y como si las preocupaciones de Anda y el resto no fueran suficientes, esas malditas criaturas, vencidas en su momento por su señor, se hicieron visibles, comandadas por un espécimen de lo más extraño, alto, robusto y lleno de un poder destructivo que ponía a pensar a cualquier opositor.

Los rondadores de manera inmediata se agruparon con su líder, criatura que avanzó hacia el grupo de Anda sin quitar su mirada del cuerpo del gigante de piedra.

Los islos volvieron sus cabezas de inmediato. Mujina ordenó con un bufido, y los dos a su mando obedecieron, girando el cuerpo para ponerse en guardia en caso de que las criaturas con rostro reptil decidieran atacar. La pantera humanoide enfocó por completo su mirada en el gigante, entendiendo con claridad su propósito, y con una emoción que se desbordaba de todo su ser por cumplirlo.

La entidad pétrea fijó su atención en los recién llegados, notando de inmediato el cambio anormal en uno de ellos, mismo que no había dejado de mirarle.

~¿Qué hacen aquí?~

Un sonido, indetectable para el oído humano, salió expulsado del interior del núcleo del gigante. Era una combinación del ulular del bosque y el aliento de los espíritus de la naturaleza.

~Su existencia fue tolerada y permitida, pero esta es área sagrada, y por tanto prohibida.~

Rompehuesos iluminó la gema en su frente, y sin expulsar sonido comunicó su sentir:

~Llamados por nuestro amo, nosotros obedecer.~

~¿Tu amo es uno de esos despreciables humanos?~

~Desconocemos la raza, pero servimos al amo sin importar nada.~

El guardián de la puerta comprendió entonces la decisión que debía tomar, y con la renuencia de un ser libre, pero atado a mandatos impresos en lo profundo de su ser, se giró para comenzar su escape.

El acto tomó por sorpresa a los presentes, a excepción de los rondadores, y al soberano de Tanyer, quien ignoraba lo sucedido.

—Se escapa —dijo Demir, incapaz de entender la situación—. Parece que las bestias están de nuestro lado. Nuestro Señor obra milagros hasta en su estado. —Su sonrisa no parecía natural, estaba embelesada.

Anda dejó escapar todo el estrés acumulado en una bocanada de aire, toda esa tensión que su cuerpo había acumulado por fin podría abandonarlo.

—No lo permitan —dijo Orion con un tono quedo y pausado, pero igualmente imponente y autoritario.

Los rondadores se movieron como uno al recibir la orden de su amo; por otro lado, los islos se mantuvieron en su sitio, sin saber qué hacer a continuación. Todo había sido demasiado extraño.

—El señor Barlok ordena que se le persiga y dé caza —gritó Throka, con un tono de mando que ni él conocía. Un sentimiento de importancia creció en su corazón al notar cómo los individuos convertidos en bestias obedecían el mandato de su señor, un mandato que había salido de su voz.

Nadie notó el cambio en su expresión.

—Bájame —ordenó.

Throka obedeció de inmediato.

Orion era incapaz de mantenerse en pie, por lo que al ser deslizado prefirió sentarse, mientras enviaba su mirada en dirección a la persecución del gigante.

—Señor Barlok, señor...

—Silencio.

Anda cerró los labios con premura, mientras sus ojos, que descansaban en la divina silueta de su soberano, se elevaron lentamente para captar la escena que tan cautivado tenía a su señor.

«Maldita cosa, espero seas exterminado».

*Has cumplido la misión oculta: Los cimientos del mañana*

*Has subido de nivel*

*Has subido de nivel*

*Has subido de nivel*

*Has ganado cuatrocientos puntos de prestigio*

*Has desbloqueado dos habilidades*

*Has desbloqueado un edificio único*

*Has desbloqueado una habilidad de trabajo*

*Has ganado materiales únicos para la construcción de edificios. Los materiales han sido enviados a tu inventario*

*Requisitos cumplidos para avanzar de época*

*Información insuficiente*

*Poder insuficiente*

*Faltan investigaciones cruciales*

*Error*

*¿Deseas aumentar la velocidad de investigación en un 500% por el costo del 15% de tu energía natural de forma permanente?*

*SI/NO*

*Se ha otorgado la bonificación: aumento de velocidad en la investigación del 500% por 500 días*

—Maldita sea —dijo al notar que la interfaz había tomado su reflexión por afirmación.