—El mundo tembló, y luego, Lluvia quedó repentinamente envuelta en una oscuridad absoluta.
Era como si un muro impenetrable se levantara para rodearla por todos lados. La ensordecedora cacofonía de sonidos terribles que provenían del exterior fue amortiguada y suavizada por ese muro, y solo leves temblores llegaban hasta ella.
Por el momento, al menos, estaba segura.
Pero esos sonidos...
—Sintiendo un frío terror apoderarse de su corazón, tomó un respiro tembloroso y trató de comprenderlos.
Había el sonido de los árboles rompiéndose. Había los gritos del aire siendo desgarrado. Había el rugido de la tierra siendo removida.
Esos eran los sonidos que ella podía reconocer.
Pero había otros sonidos, también.
Aullidos inhumanos. Gemidos escalofriantes que sonaban como... como si el mundo mismo estuviera llorando. Un crujido extraño y repugnantemente orgánico, como si una montaña de carne se estuviera desgarrando mientras se expandía consumiéndose a sí misma.