Al final, sus peores expectativas no se hicieron realidad.
Pero estuvo muy cerca.
El Tirano no se encontraba allí por coincidencia. De hecho, estaba siguiendo su olor. Lluvia vio desde lejos cómo su fea forma se elevaba desde el cañón, arrastrándose hacia la piedra con una docena de monstruosas manos. La criatura parecía un gigante horrendo que estaba al borde de caer bajo el peso de su abultada joroba.
Sin embargo, realmente no era un jorobado. En su lugar, la montaña en su espalda simplemente estaba allí para permitir que innumerables brazos protruyeran hacia adelante, todos terminando con aterradoras garras.
La parte más escalofriante era que la abominación lucía vagamente como un ser humano, como si alguna vez hubiera sido una persona. Si lo había sido, entonces debió haber sido hace eones.