Miro a Tan Huo. Aunque su estado es terrible, al menos ahora está limpia. Me mira. Parece nerviosa.
–Ya te lo han explicado. No puedo usar tu vagina, está muy dañada. Usaré tu culo. No sé cuál será el resultado. ¿Estás de acuerdo?– me aseguro.
Ella asiente. Sin dejar de mirarme. No soy capaz de leer su expresión. Quizás, por el estado de su rostro. La carencia de pestañas y cejas le da un aspecto aún más extraño. De hecho, tampoco tiene mucho cabello en la cabeza. Diría que lo quemaron. Apenas queda un poco de su pelo azul claro.
Uso lubricante en su ano. Ella se estremece. Luego me concentro para forzar una erección. Ante su terrible estado, incluso a mí me cuesta sin forzarla.
La penetro despacio. Tratando de no hacerle daño. Aunque puedo notar que no lo consigo del todo. Su vagina la han dañado mucho. Está rasgada por dentro. Su cavidad anal está mejor, pero no indemne. Tiene varias heridas internas. Así que voy muy lentamente. Al menos, su yin es estable.
Dentro de ella, puedo sentir su interior. Es un desastre. Sus órganos están dañados. Sus meridianos, destrozados. ¿Puedo arreglar esto?
Su mirada nerviosa me ayuda a mantener la calma. No puedo asustarla más. Tengo que concentrarme en lo que puedo hacer. En lo que es más urgente.
Aunque dañados, sus órganos no parecer que vayan a fallar inmediatamente. Creo que puedo estimular la recreación de sus piernas y brazos. Incluso su ojo. Aunque llevará mucho tiempo. Y no lo sabré seguro hasta que lo intente. Tampoco sé si podré dejarlos igual que como los tenía originalmente.
Lo más difícil son los meridianos. Algunos habría que reconstruirlos por completo. Incluso su mar de qi está dañado. Y es imposible repararlo si ella misma no circula el qi.
Suspiro para mí. Los recorro uno a uno. Comparándolos con los míos. Para comprobar cuál debería ser su recorrido. De verdad que han sido crueles.
Finalmente, me decido por uno no demasiado maltrecho. Intento mover trozos sueltos. Parchearlo. Completar el circuito. Conectarlo con su dantian. Que está resquebrajado. Debería poder curarse. Con tiempo y circulando qi. Si estuviera roto, quizás sería imposible hacer nada.
Me paso un buen rato concentrado en su meridiano. Penetrando su culo sin casi moverme. Hasta que consigo que circule el qi brevemente. Hay varios agujeros por los que se escapa. Pero es posible moverlo.
Estoy un rato más forzando a que circule una y otra vez. Intentando parchear todo lo que puedo. Hasta que se queda sin yin. Ya no puedo hacer más.
La miro. Una lágrima sale de su único ojo. Supongo que ha sentido el qi circular. Le habrá dado esperanza. Aunque tengo que ser sincero. Salgo de ella. No es necesario estar dentro.
–Tus meridianos están muy mal. He conseguido medio reparar uno. Pero está lejos de estar curado. Necesito que no dejes de mover qi por él. Por muy poco que sea. Debería ayudarlo a repararse poco a poco. Si puedes, también mueve el qi por el resto del cuerpo. Para que ayude a curarse. ¿De acuerdo?– le explico.
Ella asiente. Puedo notar que nuestra conexión se ha fortalecido mucho en apenas unos minutos. Prácticamente de absoluta devoción. Quizás, se está agarrando a su única esperanza. No sé si podré no defraudarla.
–Mañana continuaremos. Necesito que tu yin se reponga. Más adelante, será bueno que aprendas una técnica para incrementarlo, pero ahora tienes que centrarte en tu meridiano. No va a ser fácil, pero creo que podemos conseguirlo.
Quiero ser sincero con ella. Pero también animarla y darle esperanzas. El camino es largo, y tiene que saberlo. Lo descubrirá de todas formas tarde o temprano. Solo espero que haya camino.
Le sonrío y le doy un beso en la frente. Parece sorprenderse. Incluso su cara quemada intenta esbozar una ligera sonrisa. También puedo notar que está circulando el qi. Muy poco, pero ya ha empezado.
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El sexo con las chicas es hoy muy dulce. Todas quieren mimos. Yo también. No solo es Tan Huan, sino que nos faltan dos. No puedo dejar de pensar en ellas hasta que vuelvo a la cabaña de Fen Huan.
–¡Slash! ¡Plash!
–¡Mmmmm!
Cuando entro, me recibe el sonido de latigazos. Fen Huan sigue en la misma posición que la he dejado. Y Pen está azotándola.
Se detiene, se gira, me sonríe y me besa.
–Esa pervertida está completamente mojada. Merece una lección extra– me sugiere sensualmente.
Me separo de ella. Mi mano se desliza por su espalda mientras me alejo. Hasta soltarla del todo. A regañadientes. Me acerco a Fen Huan. El consolador en su vagina está empapado. Lo dejo dónde está. Saco el de su ano. La azoto con fuerza en sus nalgas. Ella no dice nada. Claro que sigue amordazada.
Todo mi miembro entra en su cavidad anal. Con una gran descarga de qi. Se estremece toda ella.
–¡Maldita zorra pervertida! ¡Ya se ha vuelto a correr!– la insulta Pen. Supongo que ha sucedido mientras la azotaba.
Así que decido follar analmente a nuestra masoquista sin contemplaciones. Como a ella le gusta. Mientras es azotada. Por mí y por Pen. Además de mover el consolador de su vagina. Y de pellizcar y estimular su clítoris.
Dolor y placer se entremezclan. La hacemos correrse un par de docenas de veces. Mientras sus pechos no dejan de rebotar obscenamente. Atravesados sus pezones por los piercings que le ha debido de colocar Pen. De donde cuelgan unas finas cadenas con unos pequeños pesos.
Yo la acabo llenando tres veces. Me aseguro de que no gotee metiéndole de nuevo el consolador. Luego, le quito la mordaza.
–A… mo…– susurra agotada y extasiada.
La hago callar llenando su boca con mi miembro.
–Limpia.
Aunque cansada, usa su lengua obediente. Y traga cuando me corro en su boca. Luego, la vuelvo a amordazar.
Me giro hacia Pen. Le toca. Sonríe. Deja caer sus ropas. Abre los brazos para que me acerque. Salta sobre mí. Apoyo su culo sobre la mesa. Sin dejar de abrazarla.
–Parece que no es la única pervertida. También estás mojada– la acuso.
–Es culpa tuya. Asume la responsabilidad– me exige seductoramente.
Bien, si es mi responsabilidad, tendré que asumirla. Me acerco a ella. Pongo la mano en su espalda. La atraigo a mí. Se abraza a mi cuello. Nos besamos.
Sus nalgas tocan contra la mesa. Mis manos las suben hasta hacerla sentar. Ella se inclina ligeramente hacia detrás. Cojo sus piernas y las subo sobre mis hombros. Sus ojos me miran expectantes. Su lengua recorre sus labios, humedeciéndolos.
–¡Aaaaaaaah!~ gime cuando entro en ella.
Me inclino sobre su sensual cuerpo. Mis manos la cogen por la espalda. Las suyas se apoyan en la mesa. Nuestros labios se encuentran.
Lo hacemos con dulzura. Nada que ver con la pervertida que está colgada. Sin contar esta mañana.
Disfruto de la calidez de su piel. De sus jugosos labios. De su apretado interior. Hasta que se deja caer sobre la mesa tras su segundo orgasmo.
Sus piernas dejan mis hombros. Yo me inclino más sobre ella. Mis manos encuentran sus mullidos pechos. Los estrujo. Los muevo arriba y abajo. Jugueteo con sus pezones. Siempre con qi. Al igual que en la lengua. O en su interior.
Me separo. La miro. Me sonríe entre gemidos. Beso su cuello. Muerdo jugando su pecho. Muerde mi hombro. Mordisqueo su oreja. Muerde la mía. Me atrae con sus manos. Volvemos a besarnos. Se estremece. Su vagina me aprieta. Tiembla toda ella. A la vez que la lleno.
Me dejo caer sobre ella. Nos besamos de nuevo. Nos sonreímos. Aparto su cabello con suavidad. Me gusta su tacto.
–¡Mmmm!– oímos.
–¿Quizás deberíamos dejarla ir?– sugiero
–¿Las soltamos de golpe?– responde traviesa.
–No es mala idea.
Así que Fen Huan cae de repente. Creo que se asusta por un momento. Hasta que la cojo. Aún atada, se acurruca contra mí. Pen la golpea en las nalgas. Aunque esta vez, no muy fuerte. Le quita la mordaza.
–Amos…– suplica.
La beso. Mientras Pen la desata. Nos acostamos los tres. Cada una a un lado. Y se acaban durmiendo confortablemente.
A mí me cuesta un poco más. Estoy preocupado por Shi y Song. Veo que Tan Huan está despierta. Diría que sigue practicando. Liang se ha quedado dormida cerca.
Es graciosa Guo Hai. Duerme con el conejo de peluche que le han comprado las gemelas. No sé muy bien qué trato han hecho. Lo está abrazando.
Aunque más graciosa es la pequeña Wei con Rayitas. Y su madre apoyada también en la tigresa. A la que no parece importarle. Terror está sobre Shun.
Hong no está muy lejos. Hoy la he llevado a la 9. Está ya cerca de las demás.
Las otras también están durmiendo. Unas más adorables que otras. Ning la que menos. Despatarrada sobre la cama. Las gemelas, juntas y cogiéndose de la mano, se llevan una nota alta.
Solo me faltan Shi y Song. No puedo dejar de pensar en ellas.
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Al día siguiente, Fen Hua me pide perdón mientras me cabalga. Pen me ha atado. Sospecho que ha sido ayudada.
Cuando me liberan, me voy a copiar algunas páginas de manuales. No voy a ver combates, no tengo tiempo. Tampoco las gemelas. Están preocupadas. Así que, cuando llega el momento, salgo de la secta para encontrarme con las chicas. Espero que estén bien.
Me preocupa cuando llego al punto de reunión y no hay nadie. ¿Dónde estarán? Miro a todos lados. Hasta que me doy cuenta de que una nota ha aparecido en el Almacén. ¿Quién y cuándo la ha dejado?
Es una dirección. No muy lejos. Es una casa pequeña. Adosada a otras tantas. Son varias casas de dos pisos contiguas. Llamó a la puerta. Se abre inmediatamente. Song aparece. Me señala con el dedo en los labios que no diga nada. Que la siga. Al menos, está bien.
Cuando cierra la puerta, me besa. Apasionada. Desesperada.
–¿Qué ha pasado? ¿Estáis bien?– pregunto cuando me suelta. No veo a Shi.
–Estamos bien. Encontramos a Chen Duo, y no quisimos perder la oportunidad– me explica.
¿Chen Duo? ¿No era ese estudiante obsesionado con Shi? ¿Ese bastardo malnacido hijo de cultivadora maligna?
–¿Dónde está?– pregunto. No puedo evitar que la rabia se me escape al preguntar.
–Desangrándose. También capturamos a su novia, la insoportable princesita. La hemos obligado a usar un consolador para follárselo analmente. Al principio, no quería, pero ahora es muy obediente– me explica.
Puedo notar algo de burla, pero sobre todo rabia. Aunque la intenta contener. Shi ha sufrido mucho por culpa de esa pareja. Incluso Song ha recibido las consecuencias.
Cuando entro en la habitación a la que me lleva, veo a Chen Duo desnudo atado a una mesa. Sus pies en el suelo. Su cara sobre la mesa. Su culo expuesto. Está ensangrentado. Golpeado. Su culo con un consolador que mueve con cansancio una mujer. La princesita, supongo.
Ella está desnuda. Su espalda llena de latigazos. ¿De dónde han sacado el látigo? ¿O el consolador? Tiene varios moratones. Su culo también tiene un consolador dentro.
Hay sangre sobre la mesa y el suelo. Pero Chen Duo aún está vivo.
–¡Kong! Siento que te hayamos preocupado– se vuelve Shi, me abraza y me besa.
–¿Estás bien?– me preocupo.
–Lo estoy. Ven, déjame presentarte. Esta es Mei'er. Su apellido ya no importa. A partir de ahora, es tu esclava. Luego la desvirgas. Ven Mei'er, saluda a tu amo– dice con dulzura.
Aunque creo que a Mei no le parece tan dulce. Se estremece. Se acerca gateando. Me da una reverencia de rodillas.
–Es un honor, Amo– me saluda.
Puedo notar de repente el vínculo. Es fuerte. De miedo. De terror.
–La hemos enseñado a hacer una felación. Luego te lo demuestra. Y estará encantada de abrirse de piernas para ti. Ahora, Mei'er, mata a Chen Duo– tira Shi una daga frente a ella.
Mei se estremece. Pero coge la daga y va hacia su novio. Sus manos le tiemblan.
–¡No lo hagas! ¡Por favor!– suplica él.
Ella se estremece otra vez. Coge la daga con ambas manos. Cierra los ojos. Le clava el cuchillo en la espalda. Está claro que la han sometido completamente. Está aterrada. Con lágrimas en los ojos. No se atreve a desobedecer.
Él no muere. Tiene que clavársela dos veces más. Hasta que la respiración de Chen Duo se desvanece.
–Desátalo– ordena Shi.
Puedo notar en su voz que la odia. En su día, había sufrido por su culpa sin razón. Por celos. No solo Shi sufría las violaciones de Chen Duo, sino que encima recibía la furia de Mei. Ahora, han recibido su merecido.
Shi guarda el cuerpo en el Almacén. No me ha soltado desde que he llegado. Está afectada, aunque lo quiera ocultar. Song la mira algo preocupada.
–Llama a Rui– me pide Shi.
Eso hago. Ella aparece desnuda y un tanto desconcertada. Nos mira. Mira a Mei un tanto sorprendida. Parece reconocerla.
–Enséñale lo que necesita saber para servir a Kong. Deja su coño hasta que Kong la desvirgue– ordena Shi.
–Sí, Ama– obedece Rui. ¿Está sonriendo?
–Deja que Ning limpie esto un poco. Ven con nosotras arriba, queremos enseñarte algo– sonríe Shi.
Parece más relajada ahora que ya no está el cuerpo ni Mei. Esta está asustada escuchando a Rui dentro de la Residencia.
–¿El qué?– pregunto.
–Un regalo– sonríe Song.