Adquisiciones (II)

Vamos a la cabaña de Chen Duo. Asegurándonos de que nadie nos vea. De hecho, yo solo sirvo de medio de transporte. Paso por delante y las dejo. Cuanto menos me asocien con su desaparición, mejor.

Entre tortura y tortura, le hicieron darles permiso. Ahora, recogen cuanto tengan dentro. Muebles incluidos. Si hay algún problema, que le vayan a reclamar a su cadáver. Es una lástima que no podamos coger los puntos que tuviera. Más allá de los que llevara encima. Aunque no creo que fueran muchos. Era rico, pero de dinero.

Tras ello, repetimos la operación con la de Mei. Básicamente, la saqueamos.

Unos pocos muebles. Algo de ropa. Nada especialmente relevante. Chen Duo era rico, y lo más importante lo llevaba en un anillo de carga. Estaba incluso protegido. Pero lo abrió durante la tortura.

Del anillo sacaron dinero, un florete relativamente bueno, píldoras, o el látigo que llevaba Shi para torturarlos a los dos. También había varios cristales de memoria con material pornográfico que confiscaron y borraron. Parece ser que algunas escenas eran crueles, filmadas por él mismo. No me he atrevido a preguntar si Shi salía en alguna. Si era así, eso la habría enfurecido aún más.

También había algunas drogas, que no sabemos qué hacer con ellas. Por ahora, las dejamos en el Almacén. Wan ha dicho que las analizará más adelante. Cuando sea capaz.

Mei también tenía un anillo. También tenía cristales de memoria. De Chen Duo a lo lejos. La mayoría de encuentros con estudiantes femeninos, entrando al burdel, abusando de esclavas… Lo espiaba. Nada que merezca la pena conservar.

—————

Shi ha dicho que hiciera lo que quisiera con Mei. Que no quiere saber nada más de ella. Las dos se han ido a ver a Tan Huo. Si les afecta su estado, no lo demuestran. Se ponen a hablar. No sé si entre ellas, o si le están contando algo. Yo llamo a Mei.

Ella se queda de pie. Desnuda. Nerviosa. Callada. Le han enseñado a ser obediente. No hay nada de rebeldía en ella. Hay miedo.

–Aparta las manos.

Sin dejar de temblar, las pone detrás. Aprieta los dientes. Tiene el pelo naranja. Sus ojos son amarillo claro. Su piel ligeramente pecosa. Sus pechos son tamaño Ma Lang. Un poco menos. Aunque diferentes. Más abiertos. Algo más caídos. Con una aureola más bien grande. Quizás por eso estaba celosa. A su novio le gustaban pequeños.

Su cultivación tampoco es muy alta. Está en 6.

–Buenas tetas. Date la vuelta.

Obedece. No sé lo que pasa por su cabeza. Tampoco es que importe. Si es obediente, la trataré bien. Si no, no me importa que sufra. Aunque no tanto como Chen Duo, es culpable de mucho sufrimiento.

Sus nalgas son redondeadas. Prominentes. Muy sensuales.

–Inclínate hacia delante. Separa las piernas. Muéstrame tu culo y tu coño.

Ella vuelve a obedecer. La verdad es que no hay una razón real para hacerle posar. Pero así compruebo que realmente obedece. Y dejo claro nuestras respectivas posiciones.

–Bien. Buen culo también. Gatea hasta mí y empieza a chupar. Tócate cuando empieces. Te quiero mojada.

–Sí, Amo– responde. La han enseñado bien. Aunque está asustada.

Estoy sentado en la cama. Ella gatea indecisa. Muy sexy. Sus pechos colgando seductores. Su culo moviéndose de lado a lado.

Duda cuando llega hasta mí. Pero se mete mi pene semi erecto en la boca. Intenta mover la boca para que entre y salga. Y usar su lengua. Es bastante torpe. Lo que también tiene cierto encanto. Aunque menos placer.

–Levanta y acércate– le ordeno un poco después.

Ella saca mi pene de su boca y se levanta. Me mira. Se tensa cuando mis dedos comprueban su vagina. No está muy mojada. Lo suponía. Demasiado asustada.

Jugueteo con su entrada. Con su clítoris. Añadiendo qi. Ella se estremece. Casi se aparta inconscientemente. Pero la tengo agarrada de una nalga. Es suave y mullida.

La hago también inclinarse para llevar un pecho a mi boca. Lo chupo y lo muerdo. Le clavo los dientes. Mientras acelero el movimiento de mis dedos. Mientras la excito. Tiembla toda ella cuando tiene un pequeño orgasmo.

Sus piernas casi ceden. Me mira entre asustada y excitada cuando me aparto un poco.

–Ahora mejor. Chupa.

Le hago limpiar con su boca mis dedos de sus fluidos. Me acuesto entonces sobre la cama.

–Móntame. De rodillas sobre mí. Métela dentro de tu coño.

Ella me mira. Se acerca dubitativa. Asustada. Se muerde el labio. Nerviosa. Mira mi pene erecto con miedo. Intenta sentarse. Evidentemente, no entra. Se desliza por fuera.

–Cógelo y mételo dentro.

Ella lo coge, insegura. Consigue llevarlo frente a su entrada. Baja un poco. Se para. Me mira suplicante. Pidiendo que sea suficiente.

–Baja.

Traga saliva. Se vuelve a detener cuando roza su himen. Me mira de nuevo. Asustada.

–Hasta el fondo. No vuelvas a parar.

Hay lágrimas en sus ojos. Muchas menos de las que merece por maltratar a Shi. Noto como se rompe la membrana. En su rostro veo algo de dolor. Aunque no será mucho. Su cultivación es baja, así que no hay mucho yin acumulado. Además, está bien lubricada.

Aprieta los dientas mientras va bajando. Hasta que sus nalgas tocan mis muslos. Hasta que la penetro hasta el fondo. Roto su himen, un poco de líquido rojo baja por su muslo izquierdo.

Por su expresión, siente dolor. Aunque no parece que sea demasiado. Y pronto mueve su qi para aliviarlo. También está la humillación de perder su virginidad ante un exesclavo. Alguien a quien en el pasado podía hacerle lo que quisiera. El ser usada por mí. Resulta excitante.

–Sube y baja. Que no salga del todo. No te detengas. Quiero ver tus tetas botar.

No le digo nada acerca de la velocidad. Le dejo que decida por ahora.

Tengo que reconocer que el espectáculo que sigue es especial. La misma estudiante que se reía de los esclavos, y hacía la vida imposible a algunas, ahora me está follando. Y yo voy añadiendo qi.

Al principio, un poco indecisa, torpe, novata. Incluso mi miembro sale del todo un par de veces. Se gana una palmada en sus nalgas cada vez.

Al cabo de un rato, aprieta los labios intentando sofocar sus gemidos. Poco después, ya no puede contenerse.

Sus abundantes pechos rebotan obscenamente. Son realmente tentadores. Pero ya los manosearé luego. Por ahora, disfruto del espectáculo visual. Además de su apretada e inexperta vagina.

Sus manos están a los lados, medio alzadas, doblados los brazos hacia arriba. A la altura de sus hombros. Los dedos medio encogidos. Está claro que no sabe donde ponerlas. Resulta una posición un tanto extraña. Quizás intenta mantener el equilibrio con ellas. Es también un tanto adorable.

–No pares– le exijo cuando se detiene tras un orgasmo.

Le doy una palmada en los muslos. Los estaba acariciando. Tiene la piel suave y cuidada. No como las esclavas. Ahora, es mía.

–¡Ay! ¡Sí, Amo! ¡¡Aaaah!!~

Se mueve un tanto torpe tras el orgasmo. Aunque parece haberse olvidado del dolor. La humillación ha sido sustituida por el placer.

–Haz el signo de victoria con las manos y saca la lengua. Como la perra que eres– decido recordarle la humillación.

Tiene que someterse totalmente. No es suficiente estar aterrada a causa de Shi.

–¡No soy una perra…!– quiere protestar.

–¡Plash!– golpe de nuevo su muslo. Con algo de qi.

–¡Ay!

–Solo tienes que obedecer. Si he dicho que eres una perra, eres una perra. Ahora ladra. Las perras no hablan.

–Pero…

–¡Plash!

Quiere decir algo más. Vuelven a asomar lágrimas. Pero obedece

–Guau… ¡Aaah!– medio ladra y gime.

–Vamos, esas manos. Y esa lengua. Sigue ladrando… le exijo.

–¡Aaah! Guau… ¡Aaaah! Guau

Quizás tendría que comprarle unas orejas y una cola. Es reticente al principio. Pero de nuevo la inunda el placer. Sus ladridos suenan más sensuales. Sus pechos no dejan de botar.

Decido hacerla sucumbir al placer. La lleno mientras se corre de nuevo. Estrenándola. Podría dejarla embarazada. Aún no ha aprendido a controlar su ciclo menstrual. Su cultivación aún es baja. No muchas lo hacen tan pronto. Tendrá que aprender. Mejor no desaprovechar su yin.

Es demasiado fuerte para ella. Cae sobre mí. Sin fuerzas

–¡Plash!– sacudo sus nalgas 

–Perra desobediente. No te he dicho que cayeras sobre mí– la regaño. Aunque sé que no ha podido evitarlo.

–Yo…– quiere disculparse.

–Las perras no hablan.

–¡Plash!

–¡Ay! Guau…– ladra suplicante.

–Limpia mi polla. Hazlo como la perra que eres. A cuatro patas y con tu culo levantado. Y quiero que absorbas mi semen como te ha enseñado Rui. Quiero que estés limpia para más– le ordeno.

No se atreve a rechistar. Obedece. Yo me divido en dos. Mientras ella chupa a mi otro yo, yo me pongo tras de ella. Abro sus nalgas con las manos. Ella se tensa. Con mi pene lubricado penetro un poco su ano. Ella se tensa más.

–No dejes de chupar. Mueve más la lengua– le ordena mi otro yo

Voy entrando poco a poco. Hasta el fondo. Ocupando su culo. El que Shi ya había desvirgado con un consolador.

Me recreo en la textura de sus nalgas mientras la sodomizo. Acelero más y más. No paro ni cuando se corre. Ninguna de las tres veces. Golpeo sus nalgas cada vez que ha parado de chupar. Hasta dejarlas rojas. Mientras mi otro yo la agarra del pelo. Impidiéndole apartar los labios. Haciéndole tragar su semen.

Por el qi… Es realmente excitante. La he vuelto a llenar. Esta vez su culo.

–¡Iiiih!

Tras unos segundo, la alzo. Mis manos la sujetan entre sus muslos y sus nalgas. Su espalda contra mi pecho. Me levanto sin soltarla. Sin dejar de penetrar su ano. 

Mientras mi otro yo la sodomiza, se levanta y se la lleva, yo me levanto también. Me acerco a ella. Estrujo uno de sus pechos. La otra mano la agarra del pelo. La atraigo. Fuerzo un beso.

No se resiste. Ni cuando entro con la lengua. Parece cansada. Rendida.

–Mueve la lengua cuando te beso. ¿Entendido?

–Guau… ¡Aaahh! ¡Aaahh!– responde. Va aprendiendo.

La vuelvo a besar. Penetro su vagina. Ahora está siendo follada por ambos agujeros. Comprimida entre mis dos yos. Sin poder pensar en nada más que en el placer.

Después de un par de orgasmos, se nota que está agotada. La llenamos los dos a la vez. Sus ojos parecen perdidos. No deja de jadear. Intentando recuperar la respiración. Su cuerpo sin fuerzas.

La dejo sobre la cama. Bocabajo. Me uno de nuevo. Le hago semi abrir las piernas. Me pongo sobre ella. Penetro de nuevo su culo.

–Ves limpiando tu vagina. Aún no he acabado con ella. ¿Entendido?

–¡Ah! ¡Aah! Guau ¡Ah! ¡Ah!

Se desmaya en los tres siguientes orgasmos. Sometida al placer. Al peso de mi cuerpo. A la vez que la lleno cada vez. No me contengo. Disfruto de mi nueva adquisición. De mi nueva mascota. De su apretado culo. De mi nuevo juguete.

La vuelvo a despertar con un poco de qi. Le doy la vuelta. Me mira con sus ojos humedecidos. La boca entreabierta jadeando. Abrumada por el placer. Su rostro cubierto de sudor. Le hago abrir las piernas del todo. Jugueteo un poco con sus pechos mientras la miro.

–Puedes hablar como una persona. Quiero oírte decir que eres mía. Mi perra. Mi mascota. ¡Vamos!– demando.

–Ah. Soy tuya. Ah. Ah. Soy tu perra, tu mascota. Ah. Ah. Soy tuya. Ah.

–Así me gusta. Buena perra. Ahora solo ladra. Quiero oírte mientras te follo– reclamo.

Penetro de nuevo su estrecha vagina. Hasta el fondo de una vez. Mi cuerpo apoyado sobre el de ella. Se arquea tras la explosión de qi.

Entro y salgo de su agujero. Nuestros cuerpos frotan el uno contra el otro. El suyo sin fuerzas. Totalmente rendido. Para que abuse de ella como quiera.

Obedece y ladra. A la vez que gime y jadea. En apenas un susurro. No tiene fuerza para más.

Fuerzo mis labios en los suyos. Alzo un poco la cabeza. Me la quedo mirando. La fuerzo a mirarme. La verdad es que no es fea. Las suaves pecas le quedan bien. No sé por qué las escondía con el maquillaje. Se la ve un tanto obscena. Bueno, eso debe de ser culpa mía.

Se estremece casi sin fuerzas. Mientras su cuerpo es llevado a otro orgasmo. Poco a poco. Que me dé tiempo a disfrutarla un poco más. De acabar de someterla al placer. A mí.

No siempre funciona. Con Rong, sigue sin estar totalmente sometida. Pero Mei parece que tiene una personalidad más bien débil. Shi dice que es bastante dependiente. Más que Bang Rui.

Pierde el conocimiento cuando el placer vuelve a abrumarla. Mientras yo acabo de llenarla. Disfruto eyaculando dentro de ella. De mi dominio. De mi conquista. De mi regalo inesperado.

Me separo y la miro. Ha sucumbido totalmente. Tumbada sobre la cama. Sus dos agujeros goteando. Llamo a Rui.

–Ella es mi nueva mascota. Enséñale bien– le ordeno.

–Sí, Amo– asiente.

Noto un rastro de… ¿Envidia? ¿Celos? Suspiro.

–Ella será la segunda mascota. Tú eres la primera. Estás al mando. Si no quieres que hable, le ordenas que ladre. Me conformaré si es la mitad de buena que tú

–¡Sí, Amo!

Vuelve a decir lo mismo. Pero más entusiasta. Ahora que lo pienso, hace tiempo que no la someto concienzudamente. Devuelvo a Mei. Se la dejo a Ning para que limpie sus agujeros. Me siento sobre la cama.

–Empieza a chupar.

Ella obedece. Mientras mi otro yo aparece. Y se acerca a ella por detrás. Me apetece una segunda sesión, aún más intensa. Rui aguanta más. Y chupa mejor.