Con todo el yin absorbido, he avanzado un poco más en mi cultivación del cuerpo. Ya he acabado con los pulmones. Ahora toca reforzar el estómago. La verdad es que tengo la sensación de poder respirar mejor. De tener mayor capacidad pulmonar. Aunque no estoy seguro de si solo me lo imagino. No sé muy bien cómo medirlo.
Hoy tengo que ir a ver a mis embarazadas. Pero antes, las chicas tienen sexo conmigo muy entusiastas. Bromeando. Dulces algunas. Dominándome otras. Muy sensuales. Mientras Xu Jing nos mira.
Le han explicado todo. Y han querido que estuviera para que viera cómo es tener sexo conmigo. Estaba muy roja al principio. No tiene experiencia.
Como adiestramiento de esclava, le han enseñado como satisfacer a un hombre. Pero sigue siendo virgen. Se pueden vender más caras así. Al parecer, Chen Duo era de los que pagaban más si era virgen.
Las chicas me piden que las devuelva. Aunque antes algo le dicen al oído. Ella asiente. Me mira cuando se van. Se acerca.
–Va a pasar tarde o temprano. Mejor hacerlo ya y dejar de pensar en ello. Hazme tuya. ¿Qué… Qué tengo que hacer?– me dice.
A pesar de su resolución, hay nerviosismo en ella. Diría que también expectación. Incluso excitación. Bueno, nos ha visto tener sexo de dos en dos durante un buen rato.
La cojo suavemente de las manos. La atraigo. Acerco mis labios a ella. La beso con suavidad. No se resiste. Sonríe.
–No me voy a romper. No hace falta que seas tan delicado– me pide –. ¡Iiiih!
¿De verdad? La he cogido en brazos. La dejo sobre la cama. Bocarriba. Mirándome.
–¿Estás segura?– la amenazo.
–Ya me han avisado que puedes ser muy malvado. Je, je. Sé suave, pero no me trates como un jarrón de porcelana. Me pondré más nerviosa si lo haces.
Mis manos sobre la cama. A los lados de su cabeza. Mis labios se vuelven a acercar a los de ella. Esta vez, el beso es más profundo. Largo. Húmedo. Acabo incluyendo la lengua.
–¿Mejor?– le pregunto con una sonrisa.
–Sabes, me alegro de que seas tú y no ese Chen Duo. Al menos, no eres una bestia sin miramientos. Además, eres más guapo. Sabes, estás bastante bueno. Tienes unos músculos muy marcados– me halaga, tocándome con un dedo.
–¿Me estás provocando?– pregunto, haciéndome el ofendido.
–Sí– responde ella con una enorme sonrisa. Sus ojos azul oscuro resultan misteriosos.
–Sonreír así es trampa– me quejo.
–¡Tú has empezado!– me replica.
Las chicas ya me han dicho que es muy abierta, sociable, extrovertida. Al principio, estaba un tanto cohibida. En cuanto ha tomado un poco de confianza, se ha abierto por completo a ellas. Nada que ver con Ma Lang, por ejemplo. Le costó mucho más. O Lia Qin. Que aún está en proceso.
–Tú lo has querido– la amenazo.
No hay respuesta. Sus labios son sellados por los míos. Sus ropas desaparecen sin rastro. Las mías hace mucho que no están.
Mientras nos besamos, mis manos recorren sus modestos pechos. Juego con sus pezones. Con su piel clara y pecosa. Exploro su cuerpo ligeramente musculoso. Trabajaba de carpintera. Me han dicho que ya me explicarán la historia. Ahora, tengo algo más urgente entre manos. Y más suave. Cálido. Sensual.
Las suyas tampoco se quedan quietas. Exploran mi cuerpo con curiosidad. Algo tímida al principio. Pero no tarda en ser más atrevida.
Gime cuando mi mano llega a su entrepierna. La aprieta instintivamente. Luego la abre poco a poco. Mirándome con deseo y recelo. Con la boca entreabierta. Muy erótica.
No aparta los ojos de mí cuando la estimulo. Anhelante de lo que ha visto antes. De lo que nunca ha sentido. Bueno, puede que se haya masturbado. Pero no tiene mi control de qi. Mi conocimiento del cuerpo femenino.
Solo cierra los ojos por un momento cuando se corre. Cuando se estremece. Mis dedos, ya húmedos de sus fluidos, demuestran que su cuerpo me está esperando.
–¡Aaah! Es mejor que hacerlo sola… ¡Olvida lo que he dicho! ¡Solo hazme tuya! ¡No te rías!
Es graciosa. Curiosa. Atrevida. No puedo evitar besarla. Me recibe con pasión. Me mira fijamente cuando me coloco entre sus piernas. Haciéndoselas abrir un poco más.
–Es grande… Visto de cerca… ¿Cabrá? Pero ellas parecían satisfechas… ¡Deja de reírte! ¡Solo hazlo!– protesta.
No puedo evitarlo. Es un tanto contradictoria. Tímida pero atrevida. Indecisa pero anhelante.
Deja de mirarme a los ojos cuando acerco mis caderas. Se incorpora para mirar como entro en ella. Curiosa.
–¡Aah!~ gime debido al qi.
Entro despacio. Rompo su himen. Noto que se tensa. No tenía mucho yin acumulado. Pero si lo suficiente para que pueda dolerle.
–Circula el qi. Avísame cuando estés bien– le explico.
Ella asiente. Lo hace mientras mis manos comprueban la esponjosidad de sus nalgas y pechos. Me mira al cabo de unos segundos.
–Gracias por ser un poco suave. Ya estoy bien. Quiero sentir más– me pide. Me vuelve a hacer sonreír. Es un tanto descarada. Me cae bien.
Exploro su interior poco a poco. Voy ocupando su agujero con mi miembro. Añado qi mientras avanzo. A la vez que acaricio sus caderas. Sus nalgas. La miro. Observo su reacción.
–¡Aaah! Tan grande. Me está llenando. ¡Aaahh! Se siente tan bien. Ahora entiendo… ¡¡Aaah!! Por eso me han dicho que me arrepentiría si esperaba… ¡Aaahh!
En serio. Esas pervertidas… No importa. Yo llego hasta el fondo. Luego salgo poco a poco. Vuelvo a entrar. Ahora, solo importa ella.
Voy acelerando. A la vez que me inclino sobre ella. Para acariciar su piel. Sus pechos. Reclamar sus labios. Su cuello. Sus orejas. Sus hombros. Retirar su pelo negro.
–¡¡¡Aaaah!!! ¡Más! ¡¡AAAaaaaahhhhHH!!!
Está totalmente entregada. De una forma muy diferente a Mei. Más íntima.
Acelero a la vez que añado más qi. Noto como la llevo al límite. Como la hago estremecerse de nuevo. Casi convulsionar. Abrumada por un momento por el placer.
Me detengo mientras espero que recobre el aliento. Me mira con deseo.
–Es increíble… Aaah. Pero, no está, ¿verdad? Ellas han estado mucho más rato– me interroga con ardor.
–Acabamos de empezar. ¿Estás preparada?– la desafío.
–Clar… ¡¡Aaaaahh!! No lo hagas sin avis… ¡¡¡AAaaaahhhHHh!!! ¡Malo! ¡Song tenía razón! ¡¡¡AAAAAAaaaahhHHHH!!!– me critica entre gemidos de placer.
–¿Preferirías que no lo fuera?– la provoco, mientras contemplo sus pequeños pechos vibrar. Son realmente tentadores.
–No…– responde en voz baja.
Sonrío. Ella me devuelve la sonrisa. Desafiante. Pero ese desafío desaparece entre gemidos de placer.
Me aseguro de satisfacer sus deseos. De besos. De caricias. De placer intenso. Mis manos se mueven por todo su cuerpo. Lo frotan. Lo aprietan. Lo tientan.
Sin duda, ha despertado al placer plenamente. Sin remilgos. Sin dudas. Al menos, creo que ya no las tiene.
Se deja llevar. Aunque también está aprendiendo a besar. Y sus manos no tiene el más mínimo pudor. De recorrer mi cuerpo. Siempre y cuando el placer le permita hacer algo más que gemir.
Es diferente a desvirgar a Mei. Es excitante de otra forma. No es someterla en mí. Es más bien, atraerla. Ser atraído. En lugar de tomar, es compartir. Ella es ahora mía. Pero también yo soy de ella.
Respondo a sus reacciones para darle lo que quiere. Más intenso. Más suave. Más besos. Más caricias. Le susurro al oído. La provoco. La estimulo.
Ella reacciona con pasión. Con intimidad. Con una preciosa sonrisa. Con sinceridad. Puedo notar que nuestro vínculo se fortalece. Que me acepta completamente. Ya no solo por lo que han contado. Es por lo que ve. Por lo que siente.
Puedo notar que no solo está entregada, sino que quiere demostrarlo. Quiere darme su afecto. Devolverme cada beso. Cada caricia. Incluso me abraza íntimamente cuando acabamos. Sin dejar de sonreír.
–Puedes recrearte ahora, pero aprenderé. No te será tan fácil la próxima vez ser quien mande– me reta.
Lo hace con ardor. Pero también con dulzura. Más que una amenaza, parece una promesa.
–Lo estaré esperando– le aseguro, pellizcando un pezón.
–¡Aah! ¡Malo! De verdad me alegro de estar aquí. Contigo. Con ellas. Creía que lo había perdido todo. Es tan increíble. ¿De verdad puedo volver a vivir?– se sincera.
Hay lágrimas en sus ojos. Puedo notarlas resbalando por mi pecho. Acaricio su cabello con suavidad. Beso su mejilla. Está salada.
–No solo vivir. Más te vale ser feliz. No te perdonaré si no lo eres– le respondo.
Ella aparta la cabeza que estaba escondida en mi pecho. Me mira con sus ojos humedecidos. Su sonrisa es adorable. Me besa suave y apasionadamente.
–Entonces, no me queda más remedio que serlo– me vuelve a mirar cuando se separa.
Es preciosa. Es realmente radiante. Me vuelve a besar. Antes de abrazarme. Cansada. Y mientras descansamos abrazados, me explica su vida.
Su madre murió cuando ella tenía catorce años. Hasta entonces, eran en una familia humilde pero feliz. Todo cambió entonces.
Su padre se volvió taciturno. Dejó de sonreír. Empezó a beber. A jugar. A descuidar su negocio.
Ella hizo lo posible para mantenerlo. Haciendo el trabajo que tenía que hacer su padre. Al menos, el que era capaz. Había aprendido de él. Pero no tenía su cultivación ni su experiencia.
Su esfuerzo apenas sirvió para alargar su agonía. Las deudas los llevaron a la bancarrota. Su padre se suicidó. A ella, la vendieron como esclava como parte de lo que debían. A pesar de no tener ninguna culpa. Las deudas de los padres las pagan los hijos.
A pesar de ello, conservó la esperanza. De que tuviera un buen dueño. Hasta que la compró Chen Duo.
Se dio cuenta de cómo era nada más conocerlo. De ser tratada como un objeto. Era fácil deducir lo que la esperaba. En cuanto llegaran a donde la llevaba, su destino sería el de satisfacer a su dueño. Ya no era una persona.
Dio un vuelco para peor cuando apareció la novia de Chen Duo. Quería matarla. No aceptaba que su prometido se hubiera comprado una esclava personal.
Entonces aparecieron Song y Shi. Estuvo aterrada, hasta que Song la tranquilizó. Y un poco asustada de mí, hasta que me conoció. Hasta que nos vio disfrutar del sexo. De la intimidad. De la complicidad. De ver que ellas hacían lo que querían tanto como yo.
Después de explicar todo eso, me ha vuelto a besar. Con lágrimas en los ojos. Y se ha acurrucado en mi pecho. Asegurando que soy muy blandito y cálido. Que deberían vender un Kong en las tiendas de camas.
Es adorable. Tanto, que me cuesta un rato devolverla, incluso después de que se duerme.
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Después de la feria, el mercado de estudiantes ha quedado un tanto deslucido. Han vendido muchos de sus artículos en la feria. Aunque también hay algunos que compraron y ahora lo venden a mayor precio. Nos damos una vuelta y nos vamos sin comprar nada. Bueno, ya compraron mucho en la feria.
Me voy entonces a ver a mis embarazadas con Hong. La única con la que aún no he tenido sexo.
Mañana no abren. Durante el día de mercado, tienen trabajo extra. Muchos vienen a vender o comprar carne y pieles. Aunque hay puestos en el mercado, un establecimiento como el suyo tiene más prestigio. Da confianza.
Me separo en dos para abrumarlas de placer. Para estrujar sus inflados pechos. Beber la leche de Hong y Guo Xua. Para acariciar sus abultadas barrigas con cariño. Para sentir las vidas dentro de ellas mientras las follo.
Hong las chequea. Lo hace demasiado exhaustivamente. Con lo que se gana la venganza de las otras dos. Que la atrapan para que yo la penetre por detrás. Las ha provocado sabiéndolo. Probablemente, las otras también lo saben.
La verdad es que es delicioso dormirme con ellas. Abrir los ojos con ellas al lado. Quedarme acostado mientras espero a que se despierten. A que se sorprendan de verme. Hasta que recuerdan que hoy me he quedado.
Sus besos son apasionados. Con mucho cariño. Creo que les gustaría que siempre fuera así. Siempre me siento culpable en estas situaciones. Por no poder darles más. Aunque hoy sí puedo.
–Aaah… Deberíamos levantarnos a desayunar– sugiere Guo Xua.
–Mi desayuno ya está en la cama– aseguro, antes de succionar sus pechos uno tras otro.
–¡Aaah!– gime también Lin Tao. Mi otro yo ha ido a por ella. Da igual que aún no tenga leche.
–¡A mí no!– protesta Hong. Pero no por ello se escapa.
Ellas son mi desayuno. Y no solo su leche. Las vuelvo a devorar. A besos. A caricias. A embestidas hasta el fondo.
–¿Quizás he desayunado demasiado?– me pregunto cuando acabo con ellas.
Estaban descansadas tras despertarse. Ahora, vuelve a estar agotadas.
–Tonto…
–Abusón…
–Ojalá siempre fuera a así.
Sonrío. Les doy el desayuno como si fueran niñas pequeñas. En la boca. Los creps que había comprado para ellas. Sus bebidas preferidas.
Se dejan consentir. Con radiantes sonrisas. Con enormes barrigas.
Tanto Hong como yo hemos comprobado que todo va bien. A Guo Xua le queda mes y medio. Pronto Hong se quedará con ellas. Lin Tao tiene para medio mes más. Si todo va como está previsto. La verdad es que me siento algo nervioso.