Voy a la cabaña de mis pervertidas. Llamo. No me contestan. ¿Debería entrar? Mejor no. No están solas. Así que espero un rato. Hasta que aparecen Bei Liu y Bi Lang. Detrás de ellas, Yan Xiulan.
Le han puesto un poco de maquillaje. Lleva un vestido rosa ligeramente ajustado. Sus curvas se insinúan, pero no se definen. Es más bien recatado, sin mostrar piel. Está preciosa.
–Te queda bien– le sonrió.
Ella se sonroja y aparta la mirada. Normal en ella. Adorable.
–¡Mejor le hubiera quedado uno de los otros! ¡No ha querido ni probárselos!– protesta Bei Liu.
–Eso y no llevar nada era lo mismo…– protesta nuestra joyera en voz baja.
–¿Ya la habéis estado molestando?– las acuso.
–¡De ninguna manera! ¡Solo queríamos ver cómo le quedaban!– se defiende Bi Lang.
Suspiro. Era de esperar. Les encanta molestarla. Incluso me han confesado que alguna vez han conseguido que se probara alguno de los vestidos. Y que se había puesto roja de cuerpo entero.
También sé que, aparte de molestarla, la habrán ayudado en cuanto les haya pedido. Son traviesas, pero con un gran corazón.
–Vamos– le ofrezco mi mano.
Ella avanza y la coge con timidez. No me mira. Ni que fuera la primera vez que nos damos la mano.
–¡Portaros bien!
–¡Llegad todo lo tarde que queráis!
Nos despedimos de ellas. Son efusivas y adorables. Mi acompañante también es adorable, aunque no efusiva. Más bien, retraída, indecisa.
El silencio es un tanto incómodo. Por suerte, tengo experiencia con ella. Para hacerla hablar y que deje de ser demasiado consciente de que está dándome la mano, lo mejor es preguntarle de lo que sabe.
–¿Cómo funciona exactamente lo de las piedras?
–Son geodas, no piedras. Están huecas por dentro, y forman cristales en el interior. El problema es que el qi no penetra en ellas, por lo que no se sabe cuáles ni cuántos. El peso o el sonido pueden dar una pista, o eso dicen. Aunque los expertos muchas veces fallan en adivinar– explica.
–Entonces, ¿elegimos una y probamos suerte?
–Más o menos. También se pueden intercambiar una vez aciertas, comprar o vender. Intercambiar es lo más fácil. Si encontramos algo interesante, podría conseguir cristales adecuados. Además, ¡es emocionante!– se entusiasma.
Me la quedo mirando. Está preciosa así también. Debería dejarse ir más.
–¿Qué tipos de cristales hay?– me intereso.
–¡Cualquiera! Provienen de diferentes minas, así que puede haber muchos tipos. Están mezcladas, así que no se sabe cuál es cuál. Pueden ser cristales elementales como fuego o hielo. Los espaciales son muy buscados, pero es difícil encontrarlos con mucha pureza. Los hay de yin y yang, que son útiles para… algunas cosas…– se sonroja de nuevo. Me imagino el porqué. Sigue hablando.
–Hay leyendas de cristales temporales, pero nunca he visto ninguno. Que yo sepa, no hay ninguno en la secta. Los hay también capaces de absorber sustancias. Si son venenos, son muy buscados. Los tipo espejos también están bien. Las ilusiones no solo son para combates, también para decoraciones. Hay maravillas echas así. Uno de los maestres nos enseñó una vez…
Se pone a hablar durante un rato. No se da cuenta hasta que llegamos frente al Gran Hall.
–¿¡Ya estamos? Lo siento… Hablo demasiado…– se sonroja.
–Yo he preguntado. Y era interesante– le aseguro.
Bueno, en parte era interesante lo que decía. Aunque más su expresión. Verla entusiasmada resulta un tanto embriagador. Me encanta que esté así. No me canso de mirarla.
–Eh… Bueno… Espera… Busco la invitación…
El acceso no es a todo el mundo. Los de la facción de joyería pueden pedir invitación si son principiantes como ella. Aunque solo podrán ir a la subasta de bajo nivel. Lo llaman subasta, aunque no sé si debería llamarse así.
A los joyeros de alto nivel los invitan directamente. Y a subastas más importantes. Claro que ni los precios ni los cristales que se obtendrían son algo que podamos manejar.
No hay muchísima gente, pero van entrando estudiantes, maestres y algunos ricos de fuera de la secta. Quizás, algunos son comerciantes y clientes que se han quedado tras la feria. Seguramente, por eso lo hacen hoy.
Muestra la invitación al entrar. Evidentemente, incluye un acompañante. Si no, no me habría invitado. Nos indican la sala a la que ir.
Llegamos a una sala donde hay varios grupitos conversando. Y una larga mesa con rocas de diferente tamaño. La gente las está cogiendo. Inspeccionando. Girando. Imbuyendo qi. Intentan adivinar qué hay dentro. Por lo menos, si hay algo interesante.
Todas están huecas, pero no en todas hay necesariamente cristales. Y si los hay, la pureza es difícil de discernir antes de abrirlas. Ella me arrastra hacia la mesa.
–¡Mira esta! Una vez vi una de este color con cristales de fuego muy puros. ¿Qué opinas?– me la da.
La cojo. Ni por qi, ni por peso ni por aspecto soy capaz de averiguar nada. Además de que es la primera vez que hago algo así.
De todas formas, no parece esperar mi opinión. Pronto, está cogiendo otra. Dice que se parece a una que vio hace tiempo. Claro que también le enseñaron otra parecida con gemas de bajo nivel. Inspecciona otra. Se la ve indecisa. Pero también entusiasmada. Como una niña con juguetes nuevos.
Más que las rocas, mi atención está en ella. En como coge las rocas con cuidado. Como prácticamente las acaricia mientras las inspecciona. Como no pierde la sonrisa. Por desgracia, tiene que venir un capullo a interrumpirnos.
–No deberías pedir consejo a un novato como ese. Ven. Te conseguiré unas realmente buenas. Soy Tan Zhiyong, heredero de la casa Tan. Tengo mucha experiencia en elegir geodas– se interpone sin que nadie le haya llamado.
Es evidente que intenta ligar con ella. Por no hablar de que mira su figura de arriba a abajo con lascivia. ¿Puedo pegarle un puñetazo? ¡Solo yo puedo mirarla así! Vale, quizás soy un poco posesivo. Por no hablar de que ella es solo una amiga. O quizás un poco más.
Ella parece sorprendida y asustada por la intromisión. Da un paso atrás, hacia mí.
–No… Estoy con él…– balbucea.
–¿Y quién es él? Vamos preciosa, soy mejor compañía– se acerca más.
–Ya la has oído. Está conmigo. Deja de molestarla– me interpongo. Lo miro muy serio.
–¿Y tú quién eres? ¡Sal de en medio!– me exige.
¿Puedo pegarle? Solo una vez… Claro que me echarían al instante. Y no puedo hacerle eso a Xiulan'er.
–¿Y si no lo hago? ¿Qué vas a hacer?– me quedo quieto y le respondo con desdén.
A ver si lo provoco e intenta pegarme. Su cultivación es baja. No tengo nada que temer.
–¡Tú…!– se pone rojo de rabia y aprieta los puños.
–Oh, vamos. ¿Ya estás otra vez tratando de ligar con la primera chica guapa que ves? ¿No te das cuenta de que tiene novio? ¿Por qué siempre tienes que dar la nota? No me extraña que vuestro negocio sea de tan baja calidad– se oye una voz.
–Zhao Zhijie… No te metas donde no te llaman…– le responde él, entredientes.
–Jo, jo. ¿No es eso lo que tú estás haciendo? Jo, jo. Deberías aprender a dejar de hacer el ridículo– ella añade antes de alejarse.
Nos guiña un ojo con complicidad. Sus palabras han sido bastante altas. Muchas miradas se han vuelto hacia nosotros. Yan Xiulan está detrás de mí, nerviosa. Me coge de la mano.
Él gruñe. Me mira una última vez y se aleja, mascullando algo.
–¿Estás bien?– me giro hacia mi joyera.
–Sí… Gracias… Lo siento… Por mi culpa– quiere pedir perdón.
–No es culpa tuya, es suya. Vamos, olvídate de ese estúpido. Hemos venido a divertirnos. ¿Qué opinas de esta roca? ¿Verdad que es fea?– apunto a una roca un tanto clara.
–¿Fea? ¿No es solo una roca?– me mira ella extrañada.
–¡Claro que es fea! ¡Se parece a ese Zhiyong!– le aseguro.
–Pffft. Bueno… Quizás un poco… Mira, esa se parece a ti– se ríe y señala otra.
–¡Eh! ¡Yo soy más guapo!– me quejo.
–Quizás… Solo un poquito… Así…– pone los dedos bastante juntos, mostrando un espacio muy pequeño entre ellos.
A veces se atreve a bromear. Pero solo si se lo pongo fácil.
–Con que esas tenemos… A ver… una que se parezca a ti…– amenazo.
Bromeamos un poco entre susurros. Se relaja. Y seguimos inspeccionando rocas. La verdad es que estoy muy perdido en esto. Soy incapaz de ver la diferencia entre unas y otras.
Lo único que me consuela es que no soy el único. Varios presumen de poder distinguirlas, y no pocos fallan estrepitosamente. Algunos consiguen algo decente. No sé si porque realmente saben, o por casualidad.
Tan Zhiyong es de los que consigue algo medio decente. Nos mira con aire de superioridad. Lo ignoro. Ella ni se ha dado cuenta. Estaba mirando como abrían la siguiente.
Cuando ese presumido pide abrir la siguiente, está aún mirándome. Apenas hay unos pocos cristales bastante impuros. Las dos siguientes tampoco tiene suerte. Parece que realmente es un juego de azar. Ahora aparta la mirada. Es patético.
–Abramos alguna. ¿Qué tal la roca Xiulan'er?– propongo.
Ella me mira e infla un poco las mejillas por un instante. Me la comería.
–Es difícil decidir… Solo puedo abrir tres. No sé cuáles…
–Yo también quiero abrir una. Elijo Xiulan'er– bromeo, pero cojo la roca.
Ella quiere decir algo. Pero es mi dinero. Y puedo permitirme unos pocos caprichos. De hecho, tengo bastante dinero en metálico. Chen Duo era rico.
Tras dárselo al cortador, revela unos cuantos cristales blancos de una pureza medio-alta. No tienen ningún elemento, pero pueden almacenar qi. Su valor no es alto, aunque tampoco parece que haya perdido en mi inversión.
–¡Sabía que tu cabeza era valiosa! ¿Los quieres?– lo celebro.
–Tonto… Te los compraré.
No me deja regalárselos. De hecho, me lo exigió antes de venir. Si esto pasaba, los compraba.
Vienen un par de interesados en adquirirlos, pero les decimos que no. No insisten. Es bastante habitual.
—————
–¿Yan Xiulan? ¿Quién es él?– nos vuelven a interrumpir. ¿Otro admirador?
–Liu Gong… Hola… Él es Kong, es un buen amigo– me presenta.
–Encantado– lo saludo.
No soy ni hostil ni amable. Él tampoco lo ha sido. Ella lo conoce. No sé quién es.
–Un placer… Estamos varios de la facción. Te vienes– la invita.
–Gracias, pero estoy con él– ella replica con timidez.
–Ya veo…
Me mira con un poco de hostilidad. Pasa por mi lado y me susurra casi al oído.
–Más te vale no hacerla llorar, o te las verás conmigo– amenaza.
Me giro y lo veo marcharse. Me siento un tanto confuso. ¿Quién es él? La miro interrogante.
–Es un compañero de la facción… Él… Bueno…– se muestra dubitativa.
–Está bien. No tienes por qué contármelo si no quieres– intento no presionarla.
–No… Da igual… Es el pasado… Quiso que fuera su novia, pero él no es como… Bueno, solo somos compañeros…
No me mira cuando lo explica. Vuelve a estar un poco roja. Así que un pretendiente. Aunque no parece especialmente preocupante. Más bien, diría que no es mal tipo. Aunque le pediré a Pen que los esclavos lo investiguen. Por si acaso.
Después de abrir a "Xiulan'er", no hay ninguna más que me llame la atención. Aunque voy inspeccionando las que ella me pasa. Se acaba decidiendo por dos, con suerte diversa. Ha conseguido cristales en una. Aunque el total es algo menor al coste de abrir las dos rocas. Está indecisa si abrir una tercera.
Inesperadamente, siento algo en una que me pasa. Es muy ligero, pero percibo un poco yang. ¿Oh? ¿Puedo hacer esto? Sé que soy sensible al yin y yang. Mucho más que otros cultivadores.
En el manual de la Residencia se mencionaba. Lo he comprobado en la secta. Puedo percibirlo en los estudiantes. Por ejemplo, en Mei era un poco más fuerte que en Bi Lang. Al ser virgen, se había acumulado yin en el himen. Lo que no esperaba era que pudiera ser útil aquí.
Tengo la tentación de abrirla, pero prefiero esperar. La aparto, como si estuviera indeciso. Y me pongo a mover otras rocas. Solo paso la mano por encima. Las muevo ligeramente como si quisiera alcanzar otras. Solo necesito tocarlas.
Tras unas doscientas de diferentes tamaños, encuentro dos más. En una, es incluso más débil que la primera. En la otra, es bastante más fuerte, y es yin. Es una roca relativamente pequeña.
¿Debería abrir las tres? No, es mala idea. Si estuvieran las chicas por aquí, podríamos distribuirlo. Pero no es el caso. Si las abro todas y tienen yin y yang, resultaría extraño. No podría llamarse suerte. No quiero llamar la atención. Aunque una sí puede ser casualidad. Además, quiero saber cómo es de pura.
Así que dejo las otras rocas entre las demás y elijo la de yin.