Pedrería (II)

–Tanto rato, y ese idiota acaba eligiendo una porquería de piedrecita. Vamos a ver qué sale. Seguro que es ridículo– de repente se oye a Tan Zhiyong.

¿Me ha estado vigilando? Su voz es suficientemente alta para que todos lo oigan. Así que acabo llamando la atención. Aunque sea curiosidad. Además, la mayoría están atentos a cuando se cortan las rocas.

Sonrío a Yan Xiulan. Está un poco aprensiva tras oírlo.

–Da igual si no sale nada. Si se cree que todos los que no sacan nada son idiotas, entonces está insultando a la mitad de los que están aquí– la tranquilizo.

También en voz alta. Que me oigan. Parece que funciona. Algunas miradas hostiles van hacia Tan Zhiyong. Hay muchos que están frustrados por no haber sacado nada. Y les he dado un blanco contra esa frustración.

–Bien dicho. Lo importante es jugar. Hay que ser necio para llamar idiotas a los que hoy no han tenido suerte– interviene Zhao Zhijie.

La verdad es que no sé si lo hace para ayudar o para atacar a Tan Zhiyong. Lo cierto es que hay murmullos de aprecio a sus palabras. ¿Quizás esa era su intención? ¿Ganarse a la gente?

Sea como sea, agradezco su apoyo. La miro y asiento con la cabeza. Ella me devuelve el gesto. Sonriendo. Aunque no sé si a mí o al público. Tanto ella como él son hijos de comerciantes. Lo he oído en alguna conversación. Sin duda, ella lo está haciendo mejor para ganarse apoyo popular.

–Cristales yin. Calidad extra– se oye decir a la tasadora después de que la corten en dos.

Vaya, es sorprendente. No es lo mejor que ha salido hoy, pero no está nada mal. Bueno, no sé qué valor tienen los cristales yin respecto a los demás. Pero creo que menos que los de fuego de calidad superior que un afortunado ha encontrado.

–¿Los quieres?– le pregunto

–No… Son de demasiado nivel para mí. ¡Qué suerte has tenido!– niega ella. Parece entusiasmada por mí. ¿Puedo abrazarla?

Aunque pronto se esconde detrás de mí. Varios grupos se acercan. Entre ellos, unos que estaban con Tan Zhiyong. Él no viene en persona. Cobarde.

Pronto hay una pequeña subasta. Cada oferta es diferente. No solo ofrecen dinero, sino otras gemas. Es difícil decir cuál es la mejor oferta. Depende de en qué estás interesado.

–¿Qué opinas? ¿Te interesa alguna?– me aparto un poco y le hablo en susurros.

–Es tuyo. Lo mejor para ti– ella responde. Aunque sé que le interesan algunas.

–He venido por ti. Así que más te vale decirme si alguna te va bien. Se puede vender lo que no quieras, y me compras lo que necesites– le aseguro.

Se lo regalaría, pero no quiere. Aunque, pienso cobrarle con trabajo. A cambio de joyas que le iré pidiendo. Es bueno para los dos.

–Bueno… Son parecidas. Muchas tienen cristales que estaría bien probar– cede un poco.

–¿Qué tal la oferta de Zhao Zhijie?

–Es de las que está bien. ¿Por qué ella? ¿Te gusta?– se interesa.

No sé si hay curiosidad, incredulidad, resignación o cualquier otra cosa. Encuentro un tanto divertida la pregunta, y un tanto deprimente. ¿Por quién me toma? Solo tengo cuatro amantes que ella sepa. Bueno, siete si cuenta a Ai, Shu, y Ken. O diez con Sai, Dandan y An. Bueno, doce si sumamos a Meixiu y Jiao. No creo que pueda saber de más…

Vale, puede tener motivos para pensar así. Por no decir que no conoce ni a la mitad. Además, Zhao Zhijie es guapa. Mejor no pensemos en ello.

–No es eso. Nos ha echado una mano. Puede que fuera por interés personal, pero lo ha hecho. Prefiero hacer negocios con alguien así– le explico.

–Ah… Cierto…– se sonroja de nuevo. ¿Está aliviada?

Después de hablar con ella en voz baja, me giro hacia nuestros pretendientes y acepto la oferta de Zhao Zhijie. Por supuesto, la de los amigos de Tan Zhiyong ni siquiera la he considerado.

–¡Es un placer hacer negocios con vosotros! Si necesitáis vender o comprar joyas o materiales, esta es mi tarjeta. ¡Hacéis buena pareja!– se despide después de la transacción.

Yan Xiulan vuelve a estar roja. ¿Cuántas veces lleva hoy? Al menos, ya me coge de la mano sin darse cuenta, instintivamente. Incluso alguna vez, de la camisa.

Nos quedamos mirando como rompen las rocas por curiosidad. Ella tiene todo lo que puede necesitar por una temporada. Yo tengo la promesa de que me hará un buen número de joyas. Y de que venderá los cristales que no necesite para mí.

Estoy interesado en las rocas que emanaban yang. Las tengo localizadas. Al final, una de ellas es elegida por uno de los estudiantes de joyería. Como imaginaba, contiene cristales de yang. La pureza es medio-baja. Hubiera sido rentable escogerla. Aunque no comparable a la que he elegido. El riesgo de exponerme no lo compensaba.

—————

Zhao Zhijie nos despide agitando su mano. Yan Xiulan le devuelve el saludo más tímidamente. Tan Zhiyong nos mira con hostilidad cuando nos vamos. Da igual. No puede hacernos nada. Dentro del Gran Hall estamos seguros. Fuera, el camino de la secta es una calle amplia y transitada.

Incluso si Dai Fen supiera que he venido, nada podría hacer, demasiados testigos. Estudiantes vienen y van. Hay otros eventos en el Gran Hall. Y más estudiantes de lo habitual.

El tal Liu Gong, el compañero de joyería, también nos miraba. Aunque no parecía haber exactamente hostilidad. ¿Nos sigue? Se debe creer su guardián o algo así. Tampoco importa. Volvemos a la secta.

–Con las de fuego, podría hacer una barrera. Quien la pase, se quema. O quizás un aura para el arma. Bueno, eso aún es pronto para mí. Pero si una descarga de qi que además queme. Aunque eso sería muy fácil, nada nuevo. Quizás debería intentar aprender a hacer auras. Pero necesito otras para practicar. Estas son demasiado valiosas…

Mi joyera no deja de hablar de lo que puede hacer con los cristales. Gesticula con las manos. Sin duda, está emocionada. Me hace sonreír verla así. Aunque echo de menos la calidez de sus manos

Solo cuando llegamos a la entrada se da cuenta de que ha estado todo el camino hablando. Se detiene. Entra en pánico. Abre la boca para decir algo. Pero no le salen las palabras. De nuevo roja.

–Vamos– digo, cogiendo su mano y sonriéndole.

Ella baja la cabeza y se deja arrastrar. Está muy callada mientras la acompaño hasta su cabaña. También así es adorable. Se detiene frente a la puerta, indecisa. Parece que no nos han seguido tras entrar.

–Gracias por todo. Por acompañarme. Por protegerme. Por darme los cristales. ¡Te los pagaré! Ah… bueno… Eso ya lo había dicho. No es lo que quería decir ahora… Gracias, de verdad. La última vez que fui, fue muy incómodo. Contigo… Ha sido divertido.

La última frase la dice con una sincera sonrisa. Parece brillar más por un momento. Le cojo la punta de las manos con suavidad.

–Ha sido un placer, y muy divertido. Me alegro de haber ido contigo. Cuando quieras repetirlo, avísame. No siempre puedo abrir una roca Xiulan'er– me burlo un poco.

–Tonto… Je, je. Tendríamos que haber abierto la roca Kong– dice medio en broma medio arrepentida.

–¡Seguro que habrían sido cristeles super extra!– aseguro.

–No sé yo…– ella no acaba de estar muy convencida –¿Puedes cerrar un momento los ojos?

Sonrió y le hago caso. Es muy tímida y dulce. Me hace cerrar los ojos para un beso en la mejilla. No es la primera vez. Noto su suave aroma acercándose. Sus suaves labios contra los míos por un instante. Un momento. ¿Contra los míos? ¿No en mi mejilla?

Se separa enseguida. Abro los ojos. La miro fijamente. Está muy roja.

–Yo… Bueno… Lo siento… Sé que no soy Liu'er o Lang'er… No debería… Perdona… Quería hacerlo una vez…– entra en pánico entre arrepentida y avergonzada.

–No me importaría si lo haces más. Ha sido muy dulce. Aunque un poco corto– aseguro.

Querría acercarme y besarla. Pero está demasiado asustada. Y se ha alejado un poco.

–Ah… Yo… Muchas gracias por todo… Tengo que irme…– se da la vuelta y entra en su cabaña a toda prisa.

¿Ha huido? ¿Otra vez? No puedo evitar tocarme los labios. Es una sensación agradable. Aunque haya sido un instante. No me lo esperaba.

—————

Me paso por la cabaña de Di Tao. Es tarde. Supongo que estará. Me abre. Sonríe. Entro. La abrazo. La beso. No uno corto y suave. Uno largo y hasta la garganta.

Mientras tomo sus labios, hago que caiga su bata. Desabrocho su camisón por detrás. Cae a sus pies. Mostrándome su cuerpo desnudo.

La aprieto contra mí. Noto sus pezones clavándose. Mis manos recorren su espalda y sus nalgas. Mientras la empujo contra la cama.

Con ella, casi siempre es directamente sexo. Como si solo quisiéramos placer. Como si no quisiéramos vínculos emocionales. Aunque el vínculo con ella es robusto. Podría llevármela. Pero su vínculo con su familia es más fuerte. Con su obligación. Con seguir con su novio aunque la desprecie.

La tumbo de lado. Ella se sujeta la pierna para sostenerla levantada. Penetro su ano por detrás. Fuerte desde el principio. Queriendo hacerle olvidar sus penas. La desesperación con la que me ha besado me indica que ha tenido un mal día. O una mala semana.

Recorro su cavidad anal con mi miembro. Mientras la abrazo y me apropio de su pecho. Beso su espalda y su cuello mientras disfruto de culo. Mientras ella gime y se corre.

Su piel es ligeramente morena. Para algunos, el ideal es que sea blanca. Pero a mí también me gusta así. Por no hablar de la estrechez de su culo. Noto como sus mullidas nalgas se aplastan a cada embestida. Como su cuerpo se estremece a cada oleada de placer.

Pronto se olvida de todo lo que no sea placer. Lo que no sea mi miembro penetrándola. Mis manos estrujando sus pechos, sus nalgas, acariciándola, incluso algún suave pellizco.

Mis labios besan su piel. Cae algún pequeño mordisco. Chupo el lóbulo de su oreja con lascivia, haciéndola estremecerse de nuevo.

Cada vez se estremece con más fuerza. Hasta que todo su cuerpo no puede evitar un fuerte espasmo. Luego se queda tiesa y temblando. Sobrepasada por el placer.

Claro que solo es el principio. La llevo varias veces más al límite. Sin dejar de disfrutarla. De poseerla. Hasta acabar yo también siguiendo mis impulsos y llenando su culo. A la vez que ella grita de placer.

Luego, nos acostamos casi como estábamos. Yo abrazándola por detrás. Ella jadeando hasta recuperar el aliento. Hasta que su respiración pasa a ser más pausada. Hasta que ya no noto su corazón desbocado.

Mientras la abrazo, aprovecho para preguntarle sobre el torneo. Sobre la técnica que le vi usar. Cuando ejecutó dos casi a la vez. La última vez fue demasiado intenso para preguntarle.

–No es difícil. Tiene que ser una técnica que se pueda preparar y aguantar el último paso. No todas lo permiten. Mientras la aguantas, puedes lanzar otra. Solo entonces, liberas la primera. También se pueden lanzar dos a la vez si eres capaz de concentrarte en dos cosas a la vez. Pero es muy difícil. He oído que lo hacen en reinos superiores– explica ella.

–Ya veo. Gracias por la explicación. Déjame darte un premio…– la empiezo a manosear de nuevo.

–Espera… Si lo haces, yo… ¡Aaaaahhh!

Acaba medio inconsciente, abrumada por el placer. La he vuelto a llenar de mí dos veces más. A llevarla al orgasmo unas pocas veces más. Haciendo que se olvide de todo por un rato.

La verdad es que no sé qué puedo hacer por ella aparte de follarla. Su relación con su prometido es peor que mala. Pero ella no tiene la voluntad de dejarlo. De desobedecer los designios de su familia. Me gustaría convencerla de que sea mía del todo. De que abandone todo lo demás. Pero no sé cómo.

Creo que si pudiera, incluso mataría a su prometido. No lo ama. De hecho, lo odia. Pero su lealtad por la familia es absoluta. Ni siquiera puede plantearse romper el compromiso por sí misma. Y hay demasiados intereses en su familia para que ellos lo hagan.

Y eso, a pesar de que su prometido quiere matarla. Ni siquiera en esa situación se rebela. No sé si su familia se merece tanta lealtad. Ni siquiera creo que ese tipo de lealtad sea razonable. Por desgracia, la decisión no es mía.