Olvido

–Es solo un pequeño paso, pero es un avance– suspira Liang.

–A este paso, va a tardar años en caer– se queja Song.

–Eso si cae– ríe Yi.

–A mí me gusta– interviene Yu.

–¡Y a Kong!– se burla Hong

–Tendrá sus razonas– la defiende Ma Lang. Lia Qin la apoya.

–¿No es solo tímida?– se pregunta Xu Jing.

–Dadle tiempo– pide Shun

–No sabe lo que se pierde– hoy también está Wan.

–No hay prisa. Ya tiene demasiadas. Esperad a que se divida en más– ríe Shi. Me da un breve y dulce beso en los labios. Como hizo Yan Xiulan.

No sé por qué les he contado lo del beso de mi joyera. Bueno, porque me han preguntado. Y no habrían parado hasta que les contara todo.

–¡Eh! ¡No te adelantes!– se queja Song –¿¡Tú también!?

Liang me ha dado otro. Incluso Ma Lang se ha colado. Song es la siguiente. Después, todas las demás. Una por una.

–Pero no ha cerrado los ojos– se queja Yi cuando acaban.

–Que los cierre y lo hacemos otra vez– ríe Hong.

–¿Y si los abre?– se pregunta Yu.

¡Eh! ¡No los abriría! Casi seguro que no.

–¿Le ponemos una venda?

Todas asienten. Así que me la ponen. Me besan. Y no me la sacan. Así que tenemos sexo sin poder verlas. A ciegas. Aunque, al menos, no me atan.

Es extrañamente excitante. No poder verlas, pero sentir el tacto de su piel. De su pelo. De sus pechos. De sus nalgas. De sus besos. Oler su aroma. Oír sus voces. Sus gemidos.

Es un sexo diferente. Curiosamente íntimo. Al no poder ver, mis otros sentidos están más atentos, más estimulados. Incluso el gusto. Cuando me hacen probar una crema desde un pecho. O una fruta boca a boca.

Aunque sin duda, es el tacto el predominante. Puedo distinguir sus formas con mis dedos. Sus curvas. Sus labios. Sus lenguas. Sus interiores.

Claro que no esperaba que acabara de repente en la bañera. Y a ellas bañándome sin darme opción a resistir. Entre risas. No puedo sino rendirme. Y quejarme porque me metan mano.

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–¡Confiesa!

–¿¡Qué le has hecho a Xiulan'er!?

Mis dos pervertidas me tienen inmovilizado. Contra la cama. Sobre mí. Quieren parecer amenazadoras. Aunque es difícil con sus eróticos cuerpos desnudos. Con su calidez. Con sus sonrisas traviesas.

–La acompañé a la pedrería. Fue divertido. Luego la acompañé a su cabaña. No le he hecho nada. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?– me extraño.

–¡Algo más tiene que haber! ¡Dínoslo todo!– me exige Bei Liu.

–No ha querido hablar con nosotras. No nos ha dejado entrar. ¡Confiesa!– insiste Bi Lang.

Qué raro… ¿Quizás por el beso? ¿Le da vergüenza contárselo? No seré yo quien se lo diga.

–No sé nada. Consiguió algunos cristales. Igual está muy ocupada haciendo joyas– me invento una posibilidad.

–¿Podría ser?– duda Bei Liu.

–No sé… ¿Seguro que no le has hecho nada?– me vuelve a interrogar.

–No le he hecho nada, pero…– dejo la frase inacabada.

–¿Pero?

–¿Pasó algo?

–Pero… ¡Eso no quiere decir que no lo haga con vosotras!

––¡¡IIIIIIIIiiiihhhh!!

Me levanto, liberándome de su dulce prisión. Las empujo contra la cama. Bocabajo. Sus preciosas nalgas son alimento para mis ojos. Sus piernas se medio abren para dejar pasar a mis manos. Que buscan sus secretos. Sus lugares más sensibles.

–¡Aaaaahhh! ¡Kong! ¡No nos hagas nada! ¡¡Aaaaahhh!! ¡O hazlo!

–¡Más! ¡No pares!

Acabo poniendo a Bi Lang de lado. Alzo su pierna. La penetro arrodillado frente a su entrepierna. Mi mano libre no deja de penetrar la vagina de Bei Liu.

Me gustaría poder dividirme con ellas. Pero podría exponer mi cultivación real. Lo que daría lugar a muchas preguntas. A verdades a las que no puedo exponerlas aún. Las obligaría a guardar un secreto demasiado peligroso para todos. A pesar de que deseo contárselo.

La estrechez de su vagina es difícil de resistir. El oscilar de sus pechos es hipnótico. Al igual que la peca sobre su labio. Sus ojos verdes me miran con deseo. Me hacen querer darle más. Y se lo doy. Una y otra vez.

Beso su pierna mientras la lleno. Mientras ella aprieta sus puños y vagina al correrse. Mientras contemplo su cuerpo bronceado. Sus zonas de piel más blanca. Su pelo verde revuelto. Seguramente, se quejará de que la he despeinado.

Me inclino sobre ella. La beso. Me sonríe. Me empuja suavemente. Bei Liu me está esperando

Me giro. Dos ojos morados me miran fijamente. Su labio inferior es mordido con lujuria. Abre piernas y brazos para recibirme. Totalmente desnuda. Mostrándome sus preciosas curvas. Se cierran sobre mí cuando me acerco lo suficiente, atrapándome.

Está totalmente lubricada. Entro hasta el fondo con facilidad. Tanto de su vagina como de su boca.

No me suelta ni por un momento. La he hecho esperar demasiado. Está muy excitada. Sus labios y lengua se mueven con ardor. Su vagina parece no querer dejarme ir. Apretada. Deliciosa.

Sus pechos quedan aplastados contra mí. Noto como sus pezones se clavan suavemente. Como se restriegan contra mi piel en cada embestida. No afloja ni cuando se corre.

–Eres mío– me reclama con una sonrisa preciosa, antes de volver a besarme.

Se ha separado un instante para decir eso. Yo no le respondo. No me deja. Pero pienso reclamarla toda ella una vez más.

–¡¡Eeh!! ¡Solo por un rato! ¡Luego lo devuelves!– protesta Bi Lang, acostada.

No le hacemos caso. Quizás luego. Ahora, en el universo, solo estamos ella y yo. Unidos el uno al otro en una vorágine de placer.

Sus manos acarician mi espalda con lujuria. Incluso sus piernas no se mantienen quietas. Varias veces, sus pies han apretado mis nalgas. O acariciado.

Las mías recorren los costados de su cuerpo. Suaves. Húmedos. También sus brazos. Su pelo. Sus mejillas. El contorno de sus mullidos pechos.

El placer de las paredes de su vagina frotando contra mi miembro se va intensificando. Especialmente, cuando se corre y aprieta con más intensidad. Mis movimientos se habían hecho más rápidos. Haciéndola incapaz de contenerse.

–¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHH!!!!– gime en un largo e intenso orgasmo.

La lleno de mí. La abrazo hasta que recupera la respiración. Me mira. Nos besamos. Nos miramos. Nos volvemos a besar.

–¡No os olvidéis de mí!– irrumpe Bi Lang.

Se ha tirado sobre nosotros. Bei Liu le da un almohadazo. Su amiga se lo devuelve. De alguna forma, también recibo yo. No tengo almohadas, así que contrataco con cosquillas.

–¡Ja, Ja! ¡Basta! ¡Me rindo!

–¡Ja, Ja! ¡Eso es trampa!

–¡Ahora sois mías!– sentencio.

Cojo a cada una de la cintura. Las atraigo hacia mí. Acostadas a mi lado. Pegadas a mí. Puedo notar sus cálidos y deliciosos cuerpos.

No se resisten. Me besan dulcemente. Me intentan de nuevo sonsacar lo que sea sobre Yan Xiulan. No lo consiguen, creo. Me muerden. Me besan. Ríen. Me acarician. Me vuelven a besar. Aprietan sus pechos contra mi brazo. Soplan en mis oídos. Sus palabras son dulces. Tentadoras. Sus manos acarician mi entrepierna. Me están provocando.

–¡Vosotras lo habéis querido!– finalmente consiguen su propósito.

–¡Aaah! ¡Noooo! ¡Socorrooooo!

–¡Qué alguien nos ayudeee! ¡Ten Piedaaaad!

Claro que sus gritos de pánico son fingidos. Sus gemidos reales. La segunda ronda de sexo, deliciosa.

–Aún es de día, ¿De verdad os vais a dormir?– las critico.

–Es culpa tuya– me acusa Bei Liu, somnolienta.

–No puedo moverme. Has sido demasiado intenso– también lo hace Bi Lang.

–Supongo que la próxima será mejor que no haya una segunda vez– me encojo de hombros.

––¡Ni se te ocurra!

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Guo Hai ha presentado ya tres versiones de la propuesta de vídeo. Las tres han sido rechazadas por Bronceada y Bang Rui. Está haciendo la cuarta refunfuñando. Me pregunto si lo conseguirá.

A las chicas no les ha parecido ni bien ni mal la idea. Han dicho que, cuando haya un plan aprobado por las dos, lo mirarán. Como yo, se escapan por ahora.

Me voy por la tarde a ver el combate de un estudiante que usa bastón y está en el reino del Cuerpo, en la etapa 5. Un reino y tres etapas por encima.

Cabe decir que tiene algunas técnicas interesantes. Aunque diría que se necesita un qi mucho más denso que el mío para llevarlas a cabo. Da la impresión que tiene un dominio no muy alto de ellas.

Acaba perdiendo, pero ha llegado a cuartos de final. No está mal. Mañana es el último día. Pronto la secta volverá a la normalidad. Hasta el año que viene.

Después de que acabamos los de Alma, las demás categorías avanzan muy rápido. Son muchos menos, así que hay muchas plataformas libres. Y también más espacio ocupado en las gradas por gente de alto nivel. Solo he podido verlo de pie a los lejos.

Me voy después del combate. Me vuelvo a la cabaña a estudiar los cuadernos que me dio el instructor. Me he dividido en dos. Cada yo lee uno.

De esta forma, me cuesta un poco más entenderlos. Pero hago dos a la vez. Debería ser más rápido. Bueno, la verdad es que estoy experimentando.

A medida que practico mi división, se me da mejor. Al principio, me costaba un poco concentrarme dividido. Ahora, al menos puedo leerlos y entenderlos. Además, tiene un bienvenido efecto secundario. Me es más fácil concentrarme en dos cosas a la vez cuando estoy unido.

Leo e intento practicar lo que pone. Vuelvo a revisar las ilustraciones que se mueven con qi. Intentando averiguar qué he hecho mal. Vuelvo a intentarlo. Una y otra vez.

Me quedo sin qi. Lo recupero con Bang Rui. Que es sometida analmente contra la mesa. Mi otro yo folla de pie a Guo Hai. Ella levantada. De espaldas. Ligeramente inclinada hacia delante. Expuesta. Excitada.

Sigo practicando. Bronceada, Rong y Mei son las siguientes para recuperar qi.

Luego Hong y Shun. Mucho más dulce. Ma Lang se queda limpiando. Y es follada a cuatro patas en el siguiente descanso. Liang es la siguiente, sentada sobre mí y abrazándome.

Tengo sexo con todas ellas, una por una. Excepto Lia Qin y Bai Wan. A ellas las dejo para la noche. Les toca dormir conmigo.

La verdad es que no creo que muchos tenga el lujo de poder recuperar tanto qi para practicar. Ni hacerlo con dos yos a la vez. Por no hablar de tener pausas tan estimulantes.

A veces, tengo sexo con todas por la noche. Otras, a lo largo de la tarde mientras practico. Y más me vale. Si no, me acusarían de estar escapándome de entrenar. De hecho, ellas programan los turnos.

De todas formas, aunque no vayamos a tener más sexo, nos reunimos todos por la noche. Para hablar. Para compartir un rato juntos.

–¿Podrás hacer una formación para reunir qi?– se sorprende Liang en cierto momento.

–Bueno… Aún me falta mucho. Tengo que aprender muchas cosas antes de poder intentarlo. Pero creo que podré… El esquema que encontrasteis parece auténtico. Aunque no lo sabré hasta que lo consiga probar– reconoce.

Aunque algo tímida, se la nota entusiasmada. Le encanta estudiar las formaciones. Hacer los cálculos. Ha pasado horas estudiando el disco de formaciones. Lástima que, por ahora, no es capaz de quitar la marca. Así que solo lo utiliza dentro.

–¿Y las formaciones del esqueleto? ¿También son difíciles?– pregunta Yu con interés.

–¿Qué formaciones?– se extraña Lia Qin.

–Sí, aquellas que encontramos junto al esqueleto. Ya te lo contamos. El que descubrimos durante la expedición– aclara Yu.

–¿Tenía formaciones?– pregunta Lia Qin entre confudida y muy interesada.

–¿No lo sabías? ¿No las has visto? ¿Kong?– me mira.

–Creía que vosotras se las habríais enseñado– las miro.

–Ni se me ocurrió– reconoce Liang.

–No sabía que las había– se escapa Ma Lang.

–Ni yo– se suma Hong.

–Ni idea– también se escabulle Shun.

–Yo soy nueva– saca la lengua Xu Jing.

–Las había olvidado– se encoge de hombros Shi.

–Yi las encontró…– la acusa Song.

–¡Eh! ¡Traidora! ¡Todos las vimos!– protesta Yi

Nos miramos. Nos reímos. Se nos ha pasado a todos.

–Está claro que la culpa es de Wei por no avisarnos– la acusa su madre, bromeando. La niña la mira sonriendo. Es una monada.

–Bueno, Rayitas también tiene responsabilidad– ríe Liang.

–Yo creo que Terror es el culpable– sigue Song la broma.

–¿Qué hay de Saltres?

–¿O Salseis?

Volvemos a reír. Li Qian nos mira expectante. Sin duda, tiene curiosidad. Así que las saco del Almacén. Las chicas me dejan que sea yo.

Ella se pone a leer los esquemas y cálculos inmediatamente. Nosotros no entendíamos demasiado.

–¡Increíble! ¡Son formaciones de alta calidad!– exclama al cabo de un rato.

Nos la quedamos mirando, sorprendidos. Hasta hace poco, ni siquiera sabíamos que había tal distinción. Ella nos lo explicó. Suelen ser difíciles de encontrar. Y muy valiosas. Normalmente guardadas bajo llave. ¿Qué hacían en aquel lugar perdido? ¿Quién era aquel esqueleto?