Cinco delicias

Lo siento por Lia Qin. Estaba realmente deseando estudiar las formaciones del esqueleto. Así las han llamado. Pero tendrá que esperar. Está demasiado cansada. Se ha dejado animar por Bai Wan en provocarme. Y han acabado las dos llenas de mí. Sin poder moverse. Wan'er por sus dos agujeros. Lia Qin, por uno.

Se llevan bien. Las dos son muy entusiastas, cada uno en lo suyo. Y las dos son tímidas. Bueno, Bai Wan lo era al principio. Ahora, no lo tengo tan claro. Al menos, no en cuanto a sexo.

Hoy es el último día de combates. Hay muchas discusiones sobre ellos en los descansos entre copia y copia. Sobre quién va a ganar cuál categoría. El resurgimiento de un estudiante al que creían acabado. El combate entre dos genios. Su rivalidad. Lo buena que está una de las finalistas. Lo bueno que está otro. Su elegancia. Su procedencia. Sus méritos.

Reconozco que mi interés no es muy alto. Para los estudiantes de baja cultivación, pueden parecer héroes inalcanzables. O ejemplos a seguir. Para mí, no tanto.

Como esclavo, he estado sirviendo por toda la secta. Cerca de todo tipo de estudiantes. De mayor y menor cultivación. La verdad, no veo gran diferencia.

Quizás, las élites suelen ser más arrogantes. Más creídos de sí mismos. Aunque me gustaban más. Solían ignorarnos casi completamente. Quizás, porque ya nos habían hecho bastante daño en el pasado.

Algunos son escoria. Otros, buena gente, o lo aparentan. La mayoría, ni una cosa ni la otra. Son personas con sus defectos. Aunque sí que hay algunos que están de verdad dedicados a cultivar y a las artes marciales.

Como sea, me resulta difícil admirarlos. O idolatrarlos. Puede que envidie su cultivación. Pero la diferencia es el tiempo y el punto de partida. Espero tener la opción de llegar tan alto.

Así que, ni intento ir a ver las diferentes finales. Por no hablar de que estará lleno de gente. Las gemelas han dicho que lo intentarían. ¡Suerte!

Oh, vaya, es Lin Man. Es desagradable encontrarlo. Al menos, dentro de la secta, puedo ignorarlo. Aunque intente acosarme porque crea que tengo el disco de formaciones. Ese que tengo. Pero que no puede estar seguro.

Me mira. Se sorprende. Cambia de dirección. Se aleja. ¿Qué ha pasado? Su cultivación es mayor que la mía. Y no hace tanto me estuvo amenazando. ¿Por qué ahora me tiene miedo?

Resulta realmente extraño. A no ser… Fen Huan le dijo algo después de pegarle una paliza en su combate. ¿Tendrá algo que ver? No se me ocurre otra opción.

—————

–Lo amenazó, no hay duda. Cuando le pregunté, quiso disimular. Eso demuestra que es culpable– me explica Pen, divertida.

–Mejor así. Un problema menos– aseguro.

–Je, je. Le encantará saberlo. Tendrás que agradecérselo– sonríe ella. Está preciosa.

–¿Alguna sugerencia?

–Pues… ¿Sabes el traje con pinchos que compraste…? Da igual, ya lo verás. Sobre ese Liu Gong. No parece un problema. No trata mal a esclavos, aunque tampoco bien. Los ignora. Tampoco tiene problemas en su facción. Tiene su grupito donde es el líder, pero se dedican a practicar, no a crear problemas. No creo que tengas que preocuparte. Aunque si ven algo raro, avisarán– me cuenta.

Podríamos decir que es mi enlace con los esclavos. Le es más fácil hablar con ellos al ser ella misma una esclava. Y hacer algunos trabajos. Aunque, curiosamente, la esclava resulta ser quien manda, y el ama la que obedece.

–Gracias. ¿También tengo que agradecértelo?– la acerco cogiéndola por la cintura.

–¡Por supuesto! Algo pensaré– sonríe y se deja besar.

No tenemos mucho tiempo para más. La dejo ir, reluctante. En otro momento será. Ella me guiña un ojo y me sonríe antes de irse.

—————

–Es culpa tuya. ¡Hasta la maestra se unió a ellas y me obligaron!– se me queja Da Ting.

Sonrío. En cierta forma, me alegra que se queje. Eso significa que tenemos la suficiente confianza. Me cae bien.

–Realmente lo lamento. Me gustaría haberlo visto– suspiro, y tomo un sorbo de té.

–¡Tú!

Es todo lo que alcanza a decir. Se gira para no mirarme. Cruza los brazos como enfadada. Infla las mejillas. Y se ha puesto un poco roja. Es graciosa.

–Vamos, vamos, no es para tanto. Seguro que te divertiste– intento calmarla, además de intentar no reírme.

–¡No sabes lo vergonzoso que fue!– vuelve a quejarse sin mirarme.

–No te preocupes, la próxima vez lo harás mejor– aseguro.

–¿¡Quién dice que lo hice mal!?– me mira entre enfadada y ofendida.

–Lo siento, lo siento. Supuse mal. Tampoco pudo ser tan malo. Todas te quieren demasiado– vuelvo a intentar calmarla.

–Lo sé… Pero… ¿Qué hago si quieren repetirlo?– me pide consejo, preocupada.

–Baila. Ríe con ellas. Da igual si lo haces bien o mal. Son tus amigas. ¿O no?

–¡Claro que lo son! Ah… No tenía que haberte dicho nada.

–¿Por qué no? Me alegra que lo hayas hecho. ¿No somos también amigos?

–Supongo… Pero no vuelvas a reírte de mí. No te lo perdonaré– me pide a la vez que me acusa, aún haciéndose la enfadada.

–¿Me perdonas si te cuento una historia de las tres hermanas? Es graciosa– cambio de tema. Prefiero no prometerle algo que no creo que pueda cumplir.

–¿De verdad? ¡Cuenta, cuenta!– me mira. Sus ojos parecen brillar. ¡Qué rápido ha cambiado de humor!

Incluso como esclavos, hemos tenido buenos momentos. Uno de ellos, fue un día que coincidí con ellas en la cocina. Debido a un gracioso accidente, acabaron las tres blancas, cubiertas de harina. Recuerdo no poder parar de reír.

Da Ting también se pone a reír. Casi se cae de la silla. Lo cierto es que lo he adornado y exagerado un poco. Espero que no tomen represalias contra mí cuando se enteren.

–¿Y qué tal lo hicieron las demás?– pregunto con curiosidad ahora que ya está más relajada.

–Bueno, Jiao se cayó… Fue gracioso…– empieza a contar. Tiene lágrimas en los ojos de la risa. Creo que se las ha imaginado todas blancas.

Vaya. No fue la única de la que se rieron. En realidad, sé que no fue tan grave. Ha sacado el tema sin pensar. Y se ha avergonzado. Por eso se ha medio enfadado. Aún es una niña.

Parece que aprovecharon que les dejé el artefacto musical para organizar un baile con todas, incluida Da Ting. De alguna forma, también se unió su maestra. Lo que hizo que Jiao y Meixiu estuvieran un tanto cohibidas. Al menos, al principio. Seguramente, por eso tropezó.

Al final, me queda claro que no fue nada. Incluso, aunque no lo reconozca, está deseando hacerlo otra vez. Y, de nuevo, me acaba echando porque se ha hecho tarde.

—————

–Otra vez nos abandona por Da Ting– se hace Dandan la víctima.

–Las prefiere jovencitas e inocentes. Es un pervertido…– An la apoya –¡IIiiiih!

Claro que no esperaba que la cogiera en brazos y la tirara sobre la cama. No les voy a dar tiempo para que sigan.

–También me gustas tú– la beso.

Se deshace en mis brazos. En mi beso. En mis caricias. No se esperaba que fuera a por ella. De repente. De entre las cinco.

Subo su camisón semitransparente. Se han puesto todos uno para recibirme. Sin ropa interior. Muy sensuales. ¿De dónde lo han sacado?

Mi mano reclama su pecho. Cabe en ella. La otra recorre su pelo castaño. Mi miembro frota su entrada. Que se va humedeciendo. Tentándola. Provocándola

–Mé… Aah… Métela– me pide entre beso y jadeo –. ¡Aaaaaaaaah~!

Entro en ella. Yo de pie. Inclinado sobre ella. Que está bocarriba sobre la cama. Con la única prenda de un camisón, subido por encima de sus pechos.

Sus piernas totalmente abiertas a los lados. Abriéndome espacio entre ellas para que la haga mía de nuevo. Para recibirme con ardor. Con sus manos sobándome la espalda, ansiosas, atrayéndome. Sus labios piden otro beso.

Acelero a medida que su excitación lo hace. Disfruto de mi víctima sin contención. Ella está totalmente entregada a mí. Hemos esperado un mes para volver a vernos.

Su vagina se contrae para exigir su premio. Para que la llene. Mientras toda ella disfruta del placer que compartimos.

Por desgracia, no puedo recrearme con ella. Son cinco. Y tengo que hacerlo varias veces con cada una. Por suerte, podemos repetirlo en un rato. Y mientras ella cultiva con mi yang, yo disfrutaré de las demás.

Me deja ir. Sonriendo. Queriendo más. Dentro de poco.

Me giro. Cojo a Meixiu por sorpresa. Hoy empiezo sin darles cuartel.

–¡IIih! ¡Kooong!– se queja sin mucha convicción.

La he atraído hacia mí, besado y cogido en brazos. La dejo suavemente sobre la cama. Ella me mira. Sumisa. Dejándome hacer lo que quiera con ella.

–¿Te he dicho alguna vez que te quedan preciosas tus coletas?– le pregunto, mirándola fijamente.

–¡Pues claro! ¿¡Por qué sinó las lleva siempre que vienes!?– se burla su hermana.

–¡Jiao!

–Me alegro de que lo hagas por mí– le susurro al oído mientras acaricio su coleta verde.

Enrojece. Sus labios me reciben dulcemente. La hago sentarse sobre mí. Reclamando sus besos. Tengo fácil acceso a sus pechos. A sus nalgas. A quitarle su camisón. A abrazarla muy íntimamente.

–Levántate un poco. Así. Baja despacio– obedece.

–¡Aaaaahh!~

Me mete dentro de en ella. Le dejo el control del movimiento. Se mueve despacio. Muy íntimo. Mientras oigo a su hermana criticar que seamos tan dulces. Dandan se le une. Bien, si eso quieren, eso tendrán. Luego. Primero, tengo que saborear a Meixiu meticulosamente.

Nos besamos. Nos separamos. Frente tocando frente. Mirándonos. Una sonrisa preciosa. 

–¡¡AAAaaaahh!!~ gime cuando estimulo su pecho.

Lo he cogido con suavidad. Estrujado ligeramente. Jugado con su pezón con la punta del dedo. Y con una pequeña descarga de qi.

–¡¡AAAaaaahhHH!!~ vuelve a gemir cuando la fuerzo a acelerar.

He cogido sus nalgas. La hago subir y bajar cada vez más rápido con mis manos. Ahora controlo yo. Ella me abraza alrededor del cuello. Me mira. Me besa. Sensual. Preciosa. Se va excitando cada vez más.

–¡¡¡¡AAAAAAaaaahhhHH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAahhhHH!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!!!!~ 

Su cabeza se apoya sobre mi hombro cuando se corre. Cuando todo su cuerpo tiembla.

Me mira cuando se recupera. Me besa apasionadamente. Luego mueve sus labios a mi oreja.

–No tengas piedad de ellas– me pide, vengativa, traviesa.

Así que cojo a Dandan. La pongo a cuatro patas sobre la cama. La azoto un par de veces en las nalgas. Castigándola. Aunque con mucha suavidad. No tarda en estar mojada. En ser penetrada.

–¡Aaaaah! ¡Kong! ¡No seas malo! ¡¡¡AAAAAaaahhh!!! ¡Lo siento! ¡¡¡AAAAAAAAAHHHH!!! ¡Qué haces! ¡No pares! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAaaahhh!!!!

La follo por detrás. Solo parándome para molestarla. Provocarla. Para luego bombear en ella sin piedad. Como me ha pedido Meixiu. Como la misma Dandan ha insinuado. Sabía que pasaría cuando ha apoyado a Jiao.

Se queda tumbada sobre la cama jadeando. Bocabajo. Llena de mí. Aunque no gotea. Controla el qi para que el semen no escape. Lo necesita para cultivar. Pronto deberían subir.

–¡Yo no quería! ¡Lo siento! ¡Perdóname!– se arrepiente Jiao de sus palabras.

Bueno, más bien, hace como si se arrepintiera. Está mojada.

–Demasiado tarde.

Me acerco a ella. Da un paso atrás. Pero está la pared. Contra la que acaba siendo follada. Sus piernas alrededor de mi cintura. Es sujetada por mis manos y la pared. Siendo penetrada sin piedad. Besándome con pasión.

Cuando acabo con ella, la dejo con suavidad sobre la cama. Me sonríe exhausta. Jadeando. Sus manos sueltan mi cuello poco a poco. Dejándome ir.

–Sé dulce– me pide Sai, abrazándome cariñosamente, besándome.

La cojo de sus nalgas. La alzo. La siento sobre la mesa. Me meto entre sus piernas. Reclamo de nuevo sus labios. Recorro sus muslos con suavidad y qi. Sin dejar su lengua.

Mis manos suben por sus nalgas. En las que me recreo unos segundos. Luego subo por su cintura despacio. Hasta llegar a sus pechos. En los que me vuelvo a recrear. 

Las muevo hasta su espalda. Vuelvo a bajar hasta sus nalgas. Que empujo hacia mí para penetrarla.

–¡¡¡AAAaaaaaahhhhh!!! ¡Bienvenido de nuevo!~ me recibe sensual, sonriendo.

Nos volvemos a besar. Alternamos entre mirarnos y besarnos. Con sus brazos alrededor de mi cuello. Las mías en su espalda. Aunque van bajando.

Su vagina me aprieta a cada embestida. Estimulo su clítoris con qi incluso sin tocarlo. Mis dedos se hunden en sus suculentas nalgas. Sus pechos se aprietan contra mí. Sus labios los saboreo una y otra vez.

Nuestros movimientos se hacen más y más intensos. Nuestros cuerpos más y más estimulados. Nuestro placer se intensifica cada vez más. Hasta que los dos nos corremos. Apretándome. Llenándola.

No me suelta. Me exige llevarla a la cama con las demás. Fin de la primera ronda.