Al día siguiente, vuelvo a tener a Mei sobre la cama. Bocarriba. Mirándome. Confusa.
–Pero aún me queda mucho, Amo– se extraña.
–Es tu recompensa por ser una buena perra. Ahora haz lo que te digo. Y compórtate como la perra que eres– le exijo.
–¡Guau!~
Aunque duda, me obedece. Intenta abrir sus 64 meridianos. Veo como abre mucho los ojos cuando la ayudo. Cuando lo completa con facilidad. La verdad es que tengo ya mucha práctica.
–Habla, ¿algún problema?
–No, Amo. ¡Es increíble! ¡Esta tonta perra no sabía que Amo era tan increíble!– se muestra tan sorprendida como emocionada de estar en la etapa 7.
–Bien. Ahora voy a follarte, perra.
–¡Guau!~
Sorprendentemente, puedo comprobar que su devoción ha aumentado. Casi a niveles Bang Rui. Me mira como extasiada. Totalmente entregada. A mí y al placer. Quizás, sí podamos llevar a cabo el plan de las chicas. Por ahora, ocupo su vagina. La conquisto totalmente. Profundamente. Ensartándola continuamente. Hasta que vuelve a quedar totalmente exhausta. Y yo satisfecho.
—————
Después de las copias, recojo a las gemelas y vuelvo a la cabaña. La secta está más tranquila. Muchos se han ido de misiones. O buscan oportunidades fuera. Experiencia. Ahora que ya ha acabado el torneo. También la mayoría de visitantes se han marchado.
Las veo darle una carta a Bai Wan. Parece que han recibido algo. Nuestra alquimista llora un poco. Y se queda varias hojas. Parece emocionada. Les pregunto un rato después.
–Su madre le ha enviado recetas para principiantes. Y muchas explicaciones. Era lo que más le faltaba. Imagínate qué está haciendo– sonríe Yi.
–Estaba realmente emocionada– añade Yu.
–Qué envidia– suspira Qin.
Sin duda, le gustaría tener a alguien que la guíe. Le hemos conseguido mucha información. Pero no está ordenada, ni con explicaciones para una principiante. Necesita poner mucho esfuerzo. Aunque, sin duda, está bastante entusiasmada.
–Papá y mamá han dicho que los líderes traman algo. Que mejor no salgamos de la secta, que no volvamos– se ve triste a Yi.
–Al menos, no están peor. Pero tampoco mejor. Ojalá supiéramos qué les pasa– suspira Yu.
Sé que eso siempre las apena. Sus padres siguen enfermos. De una enfermedad desconocida. Eran de los más poderosos y prometedores de su familia. Ahora, son débiles enfermos. Por no hablar de que perdieron a muchos de sus amigos en lo que fuera que les pasó a todos. Al menos, ellos sobrevivieron.
–Mei está totalmente entregada. Creo que podríamos hacerlo– anuncio.
–¡Eso es bueno! ¡Así no sospecharán!– se alegra Liang.
–Hay algo más. Rui la estuvo interrogando al detalle. Conoce a Dai Quon. Al parecer, acosa a una amiga suya. Esta no sabe cómo deshacerse de él. Incluso él perdió una semana en la entrega de píldoras para coincidir con ella. Siempre la espera– explico.
–¿Oh? ¿Ese traidor que te vendió? Interesante. ¿Podríamos tenderle una trampa?– sugiere Song.
–¿Quizás una trampa de seducción? Suena bien. ¿Se podría convencer a la amiga?– se interesa Shun.
–Si podemos atraerlo hasta nuestra nueva casa… Parece que es segura– sugiere Shi.
–Los que son como él, suelen caer fácilmente. Solo tiene que parecer que duda, que es él que la seduce. Habrá que ver lo desesperada que está para deshacerse de él– se ofrece Hong voluntaria.
–¡Yo quiero verlo!– se apunta Xu Jing.
–¿Cuándo les toca?– pregunta Shi.
–En 6 días– le respondo.
–Tiempo de sobras. Es nuestro– amenaza Song.
–Kong tiene que quedarse en la secta. No pueden sospechar de él. Si sospechan, que lo hagan de Mei. Que crean que algo les ha hecho a su novio y a Dai Quon– sugiere Shi.
–¿Y si dejamos algo de sangre en su cabaña? Poca y escondida– sugiere Ma Lang.
–¡Es como una historia de espías!– admira Lia Qin.
Todos nos reímos del comentario. Aunque luego volvemos a hablar y hacer planes. Aún no definitivos. Sé que lo volverán a discutir entre ellas. Y conmigo.
Por ahora, cuando las devuelvo, unas cuantas se van a hablar con Mei. Se asusta. Aunque parece más perceptiva cuando le explican lo que quieren de ella. Supongo que eso es lo que hacen.
—————
Me voy a la cabaña de Yan Xiulan. A esta hora, debería estar. Me abre con timidez. ¿Se sonroja solo de verme? Creía que ya lo habíamos superado. ¿Es aún por el beso?
–Ho… Hola, Kong. ¿Querías algo?– me saluda.
–Sí. Aunque, primero, deberías hacer algo con Liu’er y Lang’er. Sabes, me han estado interrogando– le cuento divertido.
–¡Ah! ¡Lo siento! No les has dicho nada, ¿verdad?– se muestra preocupada.
–Solo que fuimos y volvimos. Que fue divertido. Y algunas anécdotas de la Pedrería– confieso.
–No les has dicho nada del… del…
–¿Del beso? No. Eso es solo para mí– no puedo resistir la tentación de avergonzarla.
Se pone toda roja. Aparta la mirada. Así que sí es eso.
–Va… Vale. ¿Qué más querías?
Está claro que quiere cambiar de tema. Es realmente adorable.
–Quería darte las gracias. Sabes, el maestro Po me ha dado una buena recompensa gracias a los brazaletes de qi. Se ve que han sido muy útiles para la facción. Todo gracias a ti. Te mereces una parte– le ofrezco.
–¡No, no! ¡Es tuyo! ¡Yo solo hice lo que me pediste! ¡Ya me benefició mucho!– se niega.
Bueno, al menos no está roja.
–Pero no habría sido posible sin ti. Al menos, acepta esto. Los compré en el mercado de estudiantes durante el torneo– le lanzo un anillo de carga.
–¡Justo lo que necesito! ¡Pero es demasiado! ¡Te lo pagaré!– asegura.
–No hace falta. He ganado mucho gracias a ti– insisto.
–¡Ni hablar! ¡Lo prometiste! ¡No quiero abusar más de ti! ¡Lo que te han dado es tuyo!– se niega de nuevo, firme.
–De acuerdo, de acuerdo… Pero no tengas prisa. No necesito los puntos. Cuando vayas haciendo y vendiendo, me lo pagas. Al menos, acepta eso– me rindo.
–Vale…– asiente con timidez.
–Una de las recompensas es ser administrador de la biblioteca un día a la semana. Así que, si quieres consultar algo, dímelo. Puedes hacerlo gratis conmigo cuando eso pase. Y no tienes que pagar nada durante el tiempo que estés conmigo– le ofrezco.
–Pero… No quiero aprovecharme…– duda.
–A mí no me cuesta nada, y siempre es agradable tu compañía. ¿Acaso no soy tu amigo?
Puede que la fuerce un poco. Pero si no, no se deja ayudar. Y sería una pena que no pudiera beneficiarse.
–Vale… Te lo diré si me hace falta– promete.
Está un poco roja. Y no me mira. ¿Debería aprovecharme de ella? Mejor no. O no me hablará en semanas.
–¿Cómo va con los cristales nuevos?– le pregunto.
–¡Ah! ¡Bien! He hecho algunas pruebas…
Después se pone a hablar durante casi 10 minutos. Luego se pone roja al darse cuenta. Y se despide a toda prisa. ¡Qué difícil es aguantarse la risa cuando se avergüenza! Es tan adorable…
—————
Voy al prostíbulo a ver a Rubí. Ning me ha dicho que estaría. Que había preguntado por mí. Además, llevo tiempo sin verla. Uso el pase que me dio. Me llevan a su habitación.
–¡Has vuelto!– se abalanza sobre mí y me besa.
Me sorprende. La última vez no quiso besarme. Ni fue tan efusiva. No voy a negarme. La abrazo. Mis manos se mueven sobre sus nalgas. Comprobando toda su redondez sobre sus escasas ropas.
–¡Aaah! ¡Esas manos!~ se queja seductora.
–¿Me has echado de menos?– la miro.
A pesar del velo, estoy seguro de que es hermosa. Y apasionada.
–¡Claro! ¡No te imaginas cómo han sido estos días! ¡Clientes sin parar! ¡Muy pocos me han dado un poco de placer! Lo cierto es que hemos ganado mucho. Subimos los precios. ¡Pero necesito un buen polvo!– me arrastra hacia la cama.
Lo sé. Ning me lo ha contado. También se quejaba de que eran peor de lo normal. Aunque por nada del mundo quería dejar de ir. No fue todos los días, pero bastantes.
Me empuja contra la cama. Me besa con pasión. No tarda en montarme. En introducirme en ella. En moverse con deseo. Casi desesperación.
–¡¡Aaaah!! ¡Por fin una buena polla! ¡¡Aaaaaahh!! ¡¡Siiií!! ¡¡Aaah!! ¡Aaaaahh! ¡¡¡AAAAAaaahhhHHH!!! ¡¡AAAAAAHHH!!
Uso qi para estimularla. A la vez que reclamo un poco del suyo para ayudarme con mi cultivación. Mientras ella me muestra el espectáculo de sus pechos bailando. Primero bajo unos sostenes semitransparentes. Después, totalmente expuestos. Son más bien modestos. Pero preciosos. Seductores. Muy sensuales.
Se queda totalmente desnuda a excepción del velo, un collar, un par de pulseras y una diadema. Su pelo rojo lo tiene hoy atado en una cola lateral.
Sus ojos rojos me miran con lujuria. Como si quisiera ver a través de la máscara. Pero ni ella ni yo nos descubrimos. Solo tenemos sexo. Muy intenso.
Ella acelera cuando siente que está a punto. Se detiene para recobrar el aliento tras temblar toda su cuerpo. Y vuelve a cabalgarme. Queriendo más. Hambrienta de placer.
Tras la segunda vez, su vagina se estrecha. Tiene el control suficiente para intentar exprimirme. Como negándose a que ella se corra y yo no.
También se le nota más cansada. No se mueve tan enérgicamente. Aunque sus movimientos son más variados. Arriba y abajo. Hacia atrás y adelante. Hacia los lados. En círculos. Tan placentero como sensual.
Se desploma sobre mí cuando nos corremos. Me besa. Como dándome las gracias. Me la quedo abrazando.
–Aaah. Ha sido realmente increíble. Eres mi cliente preferido– me vuelve a besar.
Y eso que no pago. Que vengo con su invitación. Y, que si pudiera elegir, la reclamaría solo para mí.
–No sé muy bien quién es aquí el cliente. Has hecho conmigo lo que has querido– me quejo.
–Ji, ji. ¿Me dirás que no lo has disfrutado?– sonríe ella, orgullosa de su trabajo.
–Eso es eso y esto es esto– mantengo mi queja.
–Entonces, ¿qué tal si me dejas descansar un poco, y luego haces conmigo lo que quieras?– propone, seductora, expectante.
–Supongo que es lo justo– acepto y la beso.
Al cabo de unos minutos, está tumbada sobre la cama. Medio de lado. Yo empujando desde atrás. De rodillas Tiene una pierna levantada. La otra está debajo de mí.
Me mira mientras la follo. Sin resistirse. Disfrutando a cada embestida. Sus manos cogiendo las sábanas con fuerza. A veces se muerde el labio. A veces pasa la lengua eróticamente. Provocándome.
Yo me abrazo a su pierna con una mano. Usándola para impulsarme en su interior. Para disfrutar de su vagina. Mi otra mano no deja de manosear su preciosa nalga. Acariciándola. Apretándola.
Sus pechos no dejan de moverse sin control. Sus líquidos vaginales salpican las sábanas. Sus gemidos son de los más estimulantes.
Mantengo la velocidad por un rato. Aflojo después de que se corra. Sintiendo el roce de las paredes de su vagina. Despacio. Luego más intenso de nuevo. Llevándola al borde del orgasmo. Manteniéndola un rato así.
–¡¡¡AAAaaaaaaahhHHH!!! ¡Sé que lo haces queriendo! ¡¡¡¡AAAAAAAAHHHHH!!!! ¡¡HAZME CORRERME!! ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH!!!!– me acusa y reclama.
Vuelve a temblar en un intenso orgasmo. Me paro un momento. Y poco a poco empiezo a moverme otra vez.
–¡¡Aaaah!! ¡¡AAAAahhhHH!! ¡¡AAAAAAHHhhh!!– ella gime.
Tiene los ojos humedecidos. Mirándome con ardor. Se la ve cansada. Pero también que quiere más.
Sigo disfrutando de ella. Volviendo a acelerar poco a poco. Contemplando su delicioso cuerpo desnudo. Dejando de contenerme. Dejándome llevar por mi placer a la vez que acelero el suyo.
La lleno mientras toda ella vuelve a temblar. Más intensamente. Salgo y entro con fuerza. Para eyacular de nuevo. Y otra vez. Y otra.
Acompaño a su pierna levantada para que no se desplome de golpe. Acariciándola. Mientras ella está tumbada. Totalmente exhausta.
Se queda un rato jadeando, llena de mí. Me tumbo tras ella. Besando sus hombros. Su pelo. Abrazándola. Se gira. Me mira. Me besa apasionadamente. Y se queda descansando sobre mí.
Un rato después, me ayuda a vestirme. Le tiemblan las piernas. Me deja una tarjeta en mi bolsillo. La invitación para la próxima vez.
–Vendrás, ¿verdad?– me pide.
–Claro. ¿Cómo resistirme?– la atraigo hacia mí y la vuelvo a besar.
Nos despedimos. Me pregunto si podría hacerla mía. Si querría. Aunque primero, necesitaría superarla en nivel. Por ahora, estoy una etapa por debajo.
Además, aunque me ha tratado con mucha pasión, no soy más que un cliente. Uno un tanto especial que ni siquiera paga. Que le da algo más. Pero el vínculo con ella es extremadamente débil. Ni de casualidad podría llevármela. Podríamos decir que somos amigos sexuales. Nada más.