–¡Esposo! ¡Mira! ¡Tengo leche!– se acerca corriendo Lin Tao.
Se ha bajado la blusa. Unos de sus pechos rebota obscenamente. Mostrando como ha aumentado de volumen. El otro, lo coge con las dos manos, apretándolo. De su oscurecido pezón, sale un líquido blanco.
Llevaba días obsesionada. Guo Xua ya daba y ella no. Para hacerlo peor, Hong también. Las dos están intentando no reír. Guo Xua suspira. Me parece que la ha tenido que aguantar todos estos días. Apenas he llegado, y ya actúa así.
Me separo en dos. Mientras mi otro yo abraza a la madre de Guo Hai, yo abrazo a Lin Tao. La beso. La miro. Quiere decir algo de su leche.
–A ver…
Me agacho un poco. Pongo mis labios sobre su pezón. Succiono. Añadiendo qi. A la vez que una de mis manos acaricia su culo.
–¡¡Aaaahhh~!! ¿Está buena?– pregunta con preocupación.
–No sé… Creo que tendré que comprobarlo poco a poco– la amenazo, sugerente. La cojo en brazos.
–¡¡Iiiihhh!!
Se ha sorprendido. La dejo sobre el mostrador. Estirada. Su prominente barriga destaca bastante.
A un lado, mis labios encuentran los suyos. Mi mano sobre su cabeza. La otra acaricia su repleto pecho. Pincho su pezón. Añado qi. Algo de leche cae sobre su pecho, mojándolo. Luego sobre el otro.
–¡Aaaahh!~ gime cuando libero sus labios.
Me mira expectante. Sumisa. Yo vuelvo a bajar mis labios. Pero esta vez, sobre su pecho. Mordiéndolo. Chupándolo. Saboreando el líquido blanco.
Mientras, la mano que estaba en su pecho ha bajado a su entrepierna. Su cuerpo se arquea de placer al estimularlo con qi. Al frotar su clítoris. Al introducir mis dedos en su vagina. Que pronto están mojados.
No tarda en correrse. En temblar toda ella. En mirarme con sus ojos humedecidos.
–Esposo…– me suplica.
Sonrío. Me subo sobre el mostrador. Me arrodillo frente a ella. Tiro de sus muslos hacia mí. Y con ello, atraigo todo su cuerpo. Los abro. Pongo mi miembro frente a su entrada. Ella me mira expectante. La penetro poco a poco.
–¡¡¡AAAAaaaaaaahhh!!!~ gime cuando entre en ella.
Al principio, despacio. Luego salgo y entro un poco más rápido. Voy cogiendo ritmo. Y ella gimiendo.
Su cuerpo no deja de ser erótico por su abultada barriga. Ni por sus pezones oscurecidos. O sus pechos más llenos. Le da un aire diferente. Pero no menos sensual.
Su cuerpo remojado por su propia leche resulta particularmente lujurioso. Sus pechos rebotando, irresistibles.
Me quedo un rato arrodillado frente a ella. Penetrándola. Disfrutando de su interior y de las vistas. Además del tacto de sus muslos. O de la música de sus gemidos.
Luego, me inclino sobre ella. Vuelvo a saborear sus pechos. Sus pezones. Su leche.
Noto su barriga cuando me acerco para besarla. Para reclamar sus apasionados labios. Su entregada lengua.
Por supuesto, mejoro su cultivación. Absorbo su yin. Comprueba el estado de mi hijo. Su presencia es cada vez más clara.
–¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHH!!! ¡¡Esposo!! ¡¡¡AAAAAAAaaaaaaaAAAAAAHHHH!!!~ se acaba corriendo por última vez un rato después, a la vez que la lleno.
Me dejo caer a su lado. Me quedo junto a ella mientras recobra el aliento. Besando su cuello. Jugueteando con sus pechos. Observando sus oscuros ojos marrones, que me devuelven la mirada.
También veo que mi otro yo ha acabado con Guo Xua y está con Hong. Hong ha estado “ayudando”. Así que Guo Xua es la que “ayuda” ahora.
Después, las subo en brazos al piso de arriba. Tengo que hacer un viaje extra para Hong. No está tan cansada como para no poder ella sola. Pero quería que la “consintiera” también.
Descansamos un poco. Charlamos. Hong las examina. Volvemos a tener sexo. Y las dejo durmiendo plácidamente. Satisfechas.
Por lo que nos han contado, las otras concubinas se han dado por vencidas. Ya no la molestan con el tema de la comadrona. Aunque no por ello la dejan de tenerla vigilada. Por mucho que Guo Xua haya asegurado lo contrario, temen que su hijo pueda ser competencia a los de ellas.
No me voy directamente. En lugar de ello, tengo a las chicas alineadas contra el mostrador. Sus pechos contra él. Dándome la espalda. Mostrándome sus culos. Moviéndolos sensualmente. Tentándome.
Empiezo follando a las de los dos extremos. Bai Wan y Shun. Cuando acaban colapsando de placer, me muevo a las siguientes.
Aunque antes, Rui y Mei limpian mi miembro. Están a cuatro patas. Con un collar en el cuello. Y una cadena desde este. Como las perras que son. Fieles y obedientes.
Disfruto de las chicas de dos en dos. De sus suculentas nalgas, que vibran a cada embestida. O cuando las golpeo ligeramente. De sus suaves muslos. De sus espaldas, que acaricio con qi hasta hacerlas estremecer. De sus pechos, que agarro, pincho y acaricio. De sus vaginas, que me aprietan, dándome placer.
Acabo con Yi y Ma Lang. Para luego violar analmente a las dos perras. Para su disfrute. Y el mío. Ha sido excitante follarlas a todas sobre el mostrador. Aunque no es la primera vez. Al menos, no para mí y la mayoría.
Si ha sido la primera para Xu Jing, que estaba bastante excitada. También Lia Qin, que se mostraba más tímida. Pero ha gemido como la que más.
Luego llamo también a Guo Hai. Le encanta que la folle en la tienda de su madre. Sobre el mostrador. Pu Rong la acompaña. Bronceada y Ning han tenido sesión antes, mientras entrenaba.
—————
Al día siguiente, hacemos que Mei vaya a hablar con su amiga. Yo las escucho a cierta distancia. También están Song y Shi disfrazadas de estudiantes. Y con el rostro oculto.
Han dicho que, si algo sale mal, si nos traiciona, la matarán allí mismo. Saldrían corriendo, y yo tendría que llevármelas dentro sin levantar sospechas. Sería arriesgado. Pero mejor que nos delate. Aunque les he dicho que está sometida a mí, no se fían de ella.
–¿De verdad está bien? Es insoportable, pero tampoco quiero hacerle daño– duda la amiga.
–Claro. Solo le daremos una lección. Tranquila, no volverá a molestarte. Te lo aseguro– promete Mei. Miente convincentemente.
–Yo…
–Solo tienes que decirle que te espere. Te diré el lugar exacto. Nosotros nos encargamos de lo demás. De verdad que todo estará bien. Confía en mí– asegura Mei.
–Bueno… La verdad es que es una molestia… Estaría bien si mi deja en paz… Y mira que se lo he dicho de veces…– finalmente cede.
Se quedan hablando un poco más. Luego, seguimos a Mei hasta el lugar indicado.
–Lo has hecho bien. Luego tendrás tu recompensa, perrita– la alabo, dándole palmaditas en la cabeza. Sobando su nalga izquierda.
La devuelvo. Y a las chicas. No sin antes besarnos.
La fase uno del plan está lista. La venganza contra Dai Quon está en marcha.
—————
A la tarde del día siguiente, voy a la biblioteca. Entro en la planta de manuales del reino de Alma. Con el medallón que me han dado, abro el despacho del administrador.
–Has llegado pronto. Así que tú eres el nuevo… ¿Ha sido por los brazaletes? La verdad es que van muy bien. Deja que te explique como va todo– me recibe un estudiante peliverde.
Se llama Xu Ming. Lo conozco de haberlo visto copiando manuales. Aunque suele ir por la tarde. Por lo que no nos hemos visto mucho.
Se muestra amable, explicándome cómo funcionan los diferentes controles. Incluso me da algunos consejos. Los controles sirven para manipular las formaciones a las que tenemos acceso. Y no total.
Puedo controlar lo que hacen los estudiantes. Me da avisos si se sobrepasan. Puedo llamarlos y reprenderlos.
Mi trabajo es de supervisión. Ni siquiera me ocupo del pago de los manuales, o de recogerlos de vuelta. Es un trabajo bastante relajado.
–Espero que te hayas traído algo que hacer. O aprovecha para leer manuales. Si no, es muy aburrido– se despide un rato después.
Juego un poco con los controles. Son fáciles de usar. Traigo tres manuales. Es el límite. Son para Shi, Song y Liang. Decidieron entre todas que eran las tres primeras. Yo no necesito de momento. Suficiente tengo con los manuales que me prestó el maestro de bastón.
–¡Lo has encontrado! ¡Gracias Kong!– exclama Liang cuando la llamo.
–El mío está aquí también. Tendremos que darle las gracias adecuadamente– dice Shi sensualmente, agachándose junto a mí.
–¡No te adelantes!– protesta Song, haciendo lo mismo.
–¿¡Qué estáis hacien…!? ¡¡Mmmm!!
Las tres se han agachado frente a mí. Aunque antes Liang me ha hecho sentarme. Me bajan los pantalones. Y empiezan a chupar mi miembro.
Las tres usan qi suavemente. Por turnos. No están a mi nivel. Pero no se puede subestimarlas. Los labios y lengua de Song recorren toda la extensión de mi pene desde un lado. Shi se centra en la punta frente a mí. Liang juguetea con mis testículos desde el otro lado.
Me han sorprendido. Una sorpresa realmente placentera. No digo nada más. Me “resigno” a disfrutar de su recompensa. Del placer que me otorgan. No siempre están tan serviciales. Aunque sé que, si se lo pido, lo harían.
Para ellas, sigo siendo su todo. Al menos, así me lo han confesado más de una vez. Por mucho que jueguen conmigo. O que a veces me “castiguen”.
También lo son ellas para mí. Aunque yo tengo muchas. Me hace sentirme un poco culpable.
Me estremezco ante sus cuidados. Ante su cada vez más preciso control del qi. El otro día, decían que era para practicar dicho control, entre risas. Aunque puede que a mí me haya ayudado practicar con ellas.
Finalmente, me acabo corriendo dentro de la boca de Shi. Ella me mira y se relame sensual, provocativa.
–¡Glotona! ¡No me has dejado nada!– bromea Song.
–¡Hay que aprender a compartir!– se queja Liang.
–Si queréis, solo tenéis que cogerlo. Hay más de donde he sacado el mío– sugiere Shi.
Es una broma, ¿no? Espera… Se vuelven a acercar. Shi me señala que guarde silencio. Sonriendo sensualmente. Mientras va a su nueva posición, sustituyendo a Liang. Esta vez es Song la que se ocupa de la punta.
La final, me corro tres veces. Una vez en cada una. Tras ello, se van a leer los manuales, como si no hubiera pasado nada. Aunque no antes de compartir miradas y sonrisas. Conmigo y entre ellas. Creo que aún se están riendo.
Me cuesta un poco concentrarme después de esta sesión intensa de mamadas. Volver a centrarme en el manual de Estocada Plana. Al menos, este puedo practicarlo un poco. El despacho es grande.
De hecho, Song está mirando una versión de algo similar para lanza. Aunque se queja de que no es tan avanzado ni detallado. Shi se ha interesado en una variante para espada. Liang quiere ver si puede controlar las flechas ya lanzadas. Cambiar su trayectoria.
Su intención es memorizar lo que puedan. Quizás, hacer algunas pruebas simples. Y, más adelante, volver a consultar lo que les falte.
Estamos un rato los tres, hasta que me llega un aviso. Lo reviso. Suspiro. Es el primer día…
–Ha surgido algo. Volved por un rato– las aviso.
–Está bien. No hace falta que me llames de vuelta. Estaré probando lo que he leído– asegura Liang.
–Yo también– se suma Shong.
–Lo mismo– también se une Shi.
No puedo evitar devolverles la sonrisa que me dedican. Y luego las mando a la Residencia.
Activo la formación. Una estudiante es traída al despacho. Su infracción no es grave. Hubiera bastado con una advertencia. Pero no es la primera vez. Y las normas son claras.
–Zhou Yong, no puedes quedarte leyendo y practicando dentro. Si te interesa un manual, debes pagar por él. Ya te han avisado tres veces. Una semana de suspensión sin poder entrar. Si sigues haciéndolo, los castigos serán mayores– leo la norma.
–Pero… Tengo que seguir investigando. ¿No podrías hacer la vista gorda por una vez? ¿Por favor?– suplica.
Parece realmente abatida. Es más bien bajita. Un poco rellenita. Piel clara. Un poco pecosa. Con pechos generosos. No muy esbelta. Pelo corto plateado. A través de sus gafas, puedo apreciar sus ojos marrón claro. Parece rogarme con ellos. Son preciosos. Y un poco humedecidos. Como si fuera a llorar en cualquier momento.
–Tanto tú como yo tenemos que cumplir las normas. No hay nada que pueda hacer, aunque me lo pidas– le informo.
Ella agacha la cabeza cabizbaja. No tiene más remedio que aceptar el castigo. Tampoco es para tanto. No pasa nada por no poder entrar durante una semana.
Se va llorando. ¿Tan grave es no poder entrar? Hay alumnos que no ponen sus pies aquí en años. Y una semana no es nada. Es extraña.