1884. Cubo

Alejandro podía entender lo que estaba sucediendo, pero estaba luchando por aceptarlo. Lesiones llenaban sus interiores, y la sangre llovía de su cara. No podía ver, oír, oler ni saborear, pero su conciencia tomó el lugar de sus sentidos obstruidos y le permitió seguir el rastro del amenazante gigante cubo centrado en inspeccionar cada uno de sus movimientos.

—Se siente desesperanzador, ¿no? —Dwight exhaló un suspiro impotente—. Este es el verdadero poder de los gobernantes. Esto es lo que pueden hacer después de quitarte tu lugar en el mundo. Honestamente, no entiendo cómo alguno de ustedes todavía espera derrotarlos.

Dwight no necesitaba hacer mucho en esa situación. No atacó ni se movió. Su enfoque estaba en proporcionar energía al cubo, pero sus olas mentales no afectaron su funcionamiento. El objeto se movía por sí solo, y estaba haciendo un trabajo excepcional incluso sin la ayuda del cultivador.