P.V. Alexander
Ambos estaban inmóviles, atrapados en un trance provocado por mi hechizo.
Era mi oportunidad.
—¿Quiénes sois? —pregunté en voz baja, aunque mi mirada era firme.
—Soy Mónica Sánchez… maga de la Asociación de las Cinco Estrellas. —respondió la mujer sin pestañear.
—Yo soy Alan Piuter, también mago de la misma asociación. —añadió el hombre con voz vacía.
"La Asociación de las Cinco Estrellas..."
Era difícil de creer. Algo que sólo debería existir en novelas o videojuegos… estaba frente a mí.
—¿Qué es exactamente esa Asociación Mágica? ¿Y qué queríais hacer conmigo?
—La Asociación fue fundada a mediados del siglo XVI. Desde entonces, ha reunido y entrenado a talentos mágicos, y su principal función es proteger al mundo de los efectos colaterales de la magia… especialmente para mantener a los civiles alejados de ella. —explicó Mónica, sin mostrar emociones.
—Nuestra misión era investigar lo sucedido en el submundo… y descubrir qué dijiste para que un dios os permitiera salir vivos. —continuó.
—Luego tenía órdenes de alterar tu memoria… para borrar toda evidencia. —agregó.
Mi ceño se frunció. ¿No sabían lo que ocurrió? Había más testigos cuando desafié a Ares, no solo yo.
Antes de que pudiera reaccionar, Alan rompió el silencio:
—Mi misión era diferente… debía robar tu memoria. Y luego… echarle la culpa a Mónica por el fallo del hechizo.
—¿¡Qué…!? —me costó procesarlo.
Las órdenes de ambos no solo eran distintas, sino también contradictorias.
—¿Quién os dio esas misiones? —quise saber más.
—Mi orden vino de la Cuarta Estrella: Lucas Donovan. —respondió Mónica.
—La mía, de la Segunda Estrella: Gregorio Lamper. —dijo Alan.
"¿Estrellas?"
—¿Qué son esas “estrellas” de las que habláis?
—Son los cinco magos más poderosos de la asociación. Su poder y autoridad es absoluto. —explicó Mónica.
—¿Y por qué Gregorio Lamper querría mi memoria? —insistí.
—Lo… lo desconozco. —contestó Alan, aún en trance.
Tenía más preguntas, pero el tiempo jugaba en mi contra.
—Dijiste que ibas a alterar mi memoria. ¿Cómo pensabas hacerlo?
—Iba a lanzar un hechizo de alteración mental… uno avanzado. —dijo Mónica con naturalidad.
—Ya veo… Entonces, hazlo. Lánzame el hechizo, pero intenta que crea que es de noche.
Ella asintió mecánicamente y recitó:
—Memoria alteris, verum mendacium (Alteración de la memoria, mentira verdadera)
Una luz dorada salió disparada de sus dedos y me tocó…
Mi divinidad de Maestría Mágica se activó al instante.
El hechizo fue completamente comprendido, memorizado… y dominado.
Sin perder tiempo, apunté hacia ambos.
—Memoria alteris, verum mendacium.
La luz los envolvió suavemente.
Para Mónica, reescribí su recuerdo: ahora creería que el dios nos dejó marchar tras recibir una especie de llamada urgente, y que nos ignoró completamente.
Para Alan, implanté una simple mentira: nunca tuvo oportunidad de actuar. Todo ocurrió demasiado rápido, y no alcanzó a lanzar su hechizo.
Ambos parpadearon lentamente cuando salieron del trance.
Sin decir una palabra, rompieron el hechizo de ilusión, salieron de la habitación… y se despidieron del doctor con una sonrisa profesional.
Yo, en cambio, solté un suspiro largo.
—Este mundo… es mucho más extraño de lo que creía.
Miré hacia el techo blanco.
—Ahora que lo pienso… ¿y mi familia? ¿Vendrá alguien a visitarme?
Guardé silencio.
—...Lo dudo mucho.
Cerré los ojos. Ya no quería pensar en ello.
—Solo… espero volver a mi vida normal.
Dicho eso, dejé que el sueño me arrastrara, sumergiéndome poco a poco en la negrura cálida y tranquila del descanso.