19-Intenciones

PV: Princesa Lernia

Me encontraba en mi oficina, acompañada del líder de la escolta real. Frente a mí, mapas y documentos se acumulaban sobre la mesa, pero mi mente estaba enfocada en un solo tema: los dos héroes.

—¿Qué opinas de la situación? —le pregunté, sin apartar la vista de la ventana.

—Demasiado bueno para ser verdad —respondió el caballero con el ceño fruncido.

Asentí lentamente.

—Así es... la última vez que apareció un héroe no afiliado fue hace más de quinientos años.

—Y la organización que lo acogió... aún es la institución religiosa más poderosa del mundo.

—Exactamente —dije con una sonrisa ligera—. Y ahora tenemos dos héroes. Si conseguimos que se queden en nuestro reino, podríamos liberarnos al fin de la influencia del Imperio. Además… no tendría que casarme con ese estúpido príncipe.

Mi comentario hizo que el caballero tosiera incómodo, pero no se atrevió a contradecirme.

—¿Cree que podremos convencerlos de quedarse?

Me crucé de brazos, pensativa.

—No lo sé... pero haré todo lo que sea necesario para lograrlo.

Caminé hasta la ventana y contemplé la ciudad bañada por la luz de las dos lunas. El destino de este reino podría cambiar... y los héroes son la clave.

—Prepara todo —le ordené con firmeza—. Mañana partiremos a la capital con los héroes.

—Sí, alteza.

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Fin PV Lernia

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Imperio Radiante – Palacio Imperial

—¿Cómo avanza la investigación? —preguntó una voz profunda, autoritaria.

El emperador Ignia Regia Radiante observaba con severidad el espejo de comunicación que flotaba ante él. Del otro lado, el Papa de la Iglesia de la Luz Eterna inclinaba la cabeza respetuosamente.

—Nuestra Santa ha intentado localizar al héroe, pero parece estar protegido por alguna fuerza desconocida. Lo único que sabemos con certeza es que está en el Reino Belirgo —informó el Papa.

El emperador frunció el ceño.

—Enviaré al tercer príncipe junto con la Guardia Real. No podemos permitir que el héroe sea reclamado por otro reino.

—¿Y si se niega a unirse a nosotros? —preguntó el Papa, con tono sereno.

Ignia lo miró fijamente, con una mirada tan afilada como el filo de una espada.

—Entonces, simplemente… el héroe habrá muerto en un trágico accidente.

—Tienes razón —asintió el Papa, sin inmutarse—. No necesitamos héroes que no obedezcan órdenes.

—Enviaré también a la Santa personalmente. Ella podrá localizarlo con mayor precisión. Irá acompañada de varios Caballeros Sagrados.

El emperador asintió con decisión. No dejaría escapar ese poder. No otra vez.

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Imperio Oscuro – Sala del Trono

Un silencio denso llenaba la sala del trono. Sentado en un imponente trono negro, el Emperador del Imperio Oscuro observaba con frialdad al hombre arrodillado frente a él: uno de sus mejores agentes del departamento de inteligencia y asesinato.

El agente sacó un cristal naranja y lo colocó sobre un pedestal frente al trono. Al introducir maná en él, una imagen borrosa se proyectó en el aire.

En la escena, se podía distinguir una figura humana golpeando brutalmente al general Terriel, seguida de un fenómeno aún más aterrador: el control absoluto del clima para eliminar a cientos de bestias mágicas.

La imagen terminó y el emperador frunció el ceño.

—¿Por qué no puedo ver su rostro? —preguntó uno de los generales presentes.

—No lo sé, excelencia. Incluso al intentar reproducir la imagen con magia desde mis recuerdos, su rostro permanece desenfocado —respondió el agente.

—Al menos hemos logrado hacer un retrato a mano —añadió, entregando un dibujo aproximado.

—Ya veo… —murmuró el emperador, tomando nota mental.

Sus ojos recorrieron a los generales reunidos a su alrededor.

—¿Qué nivel de fuerza creen que posee?

—Por lo poco que hemos visto… ha superado claramente el rango Leyenda —dijo uno de los generales, tenso.

—Diría más… es posible que esté cerca del rango Trascendental —opinó otro.

El emperador asintió con lentitud, luego dirigió su atención al jefe del departamento de investigación mágica.

—¿Y los resultados sobre su energía?

—Su majestad… no pudimos detectar ningún tipo de maná. La energía que utilizó está… fuera de nuestra comprensión.

Las palabras resonaron en la sala como un trueno silencioso.

El emperador alzó la vista hacia el techo abovedado. Solo él sabía la verdad: había visto una luz dorada similar… una vez, hace muchos años, cuando obtuvo su poder del Brazalete del Dios Olvidado.

Un objeto divino que desapareció tras conceder su deseo.

—Formad un equipo de rastreo —ordenó al fin, con voz grave—. No deben entablar combate. Solo localizarlo… y mantenerme informado. Yo mismo me encargaré de él.