[Campo de Entrenamiento – Día X desde la Invocación]
—¡Uno, dos! ¡Uno, dos! ¡Vamos, que no se diga que los héroes se rinden con unas cuantas vueltas! —la voz estridente del instructor militar retumbaba por todo el campo polvoriento.
Un grupo de jóvenes con ropa de entrenamiento improvisada trotaban como podían bajo el sol abrasador. A pesar del cansancio, la mayoría respondía por reflejo.
—¡S-sí, señor!
Entre ellos, sobresalían tres figuras conocidas: Jorge, María y Sergio, los amigos de Alexander.
—Dime algo, Sergio… ¿por qué seguimos obedeciendo a este tipo? —bufó Jorge entre jadeos, con el sudor goteando desde su frente.
—¿Y por qué me lo preguntas a mí? Ni siquiera sé por qué estamos aquí. —Sergio tenía la misma expresión de fastidio.
—Y encima María no tiene que correr con nosotros… —Jorge se quejaba, mirando de reojo hacia la torre de la iglesia al fondo.
—Al parecer, su título de "Bendecida" la volvió valiosa para el clero. —respondió Sergio encogiéndose de hombros.
Mientras conversaban, sus pasos comenzaron a rezagarse respecto al grupo principal.
—Oye, Sergio… ¿no tienes esa extraña sensación?
—¿Sensación?
—Como si… estuviéramos olvidando algo. Algo importante.
Sergio frunció el ceño, pero antes de poder responder, una nueva orden tronó en el aire.
—¡Vosotros dos! ¡¡Basta de cháchara!! ¡¡Vuelta al grupo, ya!!
—¡S-sí, señor! —gritaron al unísono, corriendo para reintegrarse.
[Punto de Vista: Beatriz]
Soy Beatriz, 27 años, ex-asistente administrativa… y ahora, prisionera en un mundo que ni siquiera debería existir.
No sé en qué momento pasé de leer novelas isekai a vivir una.
Aunque… esto no es como en los libros.
"Corre."
"Entrena."
"Obedece."
Desde que llegamos, han intentado moldearnos como soldados.
Y cada día que pasa… siento que perdemos algo más de nosotros.
Al principio, pensé que era paranoia.
Luego noté algo extraño en nuestras pantallas de estado.
Eran demasiado... hipnóticas.
Como si te invitaran a dejar de pensar.
Como si te arrastraran a algo más profundo.
Por alguna razón, yo era inmune.
Título: "Sacerdotisa del Destino"
Eso decía en mi interfaz… aunque si otro la ve, solo aparece:
"Chica con suerte"
…Sí, como si fuera una broma del sistema.
La descripción del título real está distorsionada, ilegible.
Y aun así, gracias a él tengo habilidades que me salvan sin entender cómo.
Una de ellas es:
"Protección del Destino"
Se activa sola… cada vez que la pantalla intenta hipnotizarme.
Con el tiempo, he empezado a notar cómo los demás convocados se comportan diferente.
Olvidan sus familias.
Olvidan la Tierra.
Aceptan órdenes sin cuestionar nada.
Yo… no puedo.
Intentar escapar suena tentador, pero algo me dice que no terminaría bien.
Así que finjo. Sonrío. Obedezco.
Sobrevivir.
Pero entonces, anoche… todo cambió.
Una nueva habilidad se activó:
"Observadora del Destino"
Mientras me acostaba, tuve una visión:
Un campo distorsionado por energía divina.
Un joven peleando contra… una figura radiante.
La Diosa.
Era él.
El chico que solía estar con Jorge, María y Sergio.
Alexander.
Mi intuición gritaba que él era la clave.
La única salida de esta locura.
Desde entonces, tengo un objetivo claro:
Acercarme a ese grupo.
Encontrar a Alexander.
Porque si no lo hago… tengo la sensación de que todos nosotros desapareceremos.
No físicamente… sino algo peor:
Dejaremos de ser nosotros mismos.
Y yo no pienso permitirlo.