[Frontera de la Ciudad Mecanizada – Campo de Batalla]
El rugido de las bestias, los gritos de los soldados y el crujir de la carne desgarrada resonaban sin cesar a lo largo de las murallas. La defensa aguantaba por pura voluntad… pero las grietas en las estructuras empezaban a multiplicarse.
> “Solo es cuestión de tiempo.”
—¡Señor! La evacuación puede comenzar —informó un joven soldado, jadeante, con la cara salpicada de sangre y polvo.
El comandante, un hombre de mediana edad con armadura táctica de última generación, observó el horizonte en silencio. Sus ojos no mostraban miedo… solo resignación.
—Entendido. Iniciaremos la evacuación tan pronto se abra una brecha.
—¡Sí, señor!
El silencio no duró mucho.
—¡CLASE 3 APROXIMÁNDOSE! —gritó una voz desde la torre de vigilancia.
Un temblor sacudió la muralla. Un instante después, un rugido ensordecedor precedió a una colisión. El impacto desgarró las placas de acero como si fueran papel. Los soldados cercanos fueron barridos en un instante.
> “¡Ahora!”
—¡Evacuación en marcha! ¡Defensores, conmigo!
Motores rugieron al desplegarse los propulsores en la espalda del comandante. Con un impulso, se elevó hacia el cielo y se dirigió hacia la grieta interdimensional que seguía expandiéndose sobre el campo de batalla.
Mientras tanto, las bestias, alertadas por la apertura en la muralla, cargaron hacia la brecha.
Frente a ellas, los soldados formaron una última línea de defensa.
Una criatura con forma de toro negro, su cuerpo cubierto de runas ardientes, atravesó la abertura como un proyectil viviente.
—¡Todos, fuera de su camino!
Un haz de energía descendió desde el cielo, golpeando su cráneo con un estallido de luz. El daño fue mínimo… pero el toro cambió su rumbo hacia el atacante.
—¡Tu enemigo soy yo! —gritó el comandante mientras descendía como un meteorito.
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[En el Cielo – Grieta Dimensional]
La grieta, hasta ahora inestable, se expandió como si respondiera a un llamado.
Y entonces… una luz dorada emergió de su interior.
> “¡¿Qué es eso?!”
La luz descendió como un cometa, surcando el cielo hasta estrellarse en el corazón del campo de batalla.
En medio del caos, un grito atravesó el viento.
—¡AAAAAAAAAHHHHH!
Una voz femenina.
Soldados y bestias por igual detuvieron sus movimientos, sus miradas fijas en el fenómeno que acababa de cambiar el ritmo de la batalla.
La luz impactó con fuerza descomunal. Una onda expansiva barrió el área, desintegrando a decenas de monstruos que se encontraban cerca.
El terreno quedó marcado por un cráter humeante.
En su centro… dos figuras se alzaban.
Una chica flotaba en medio de la luz, su expresión confundida.
—¿Dónde estoy...? ¿Qué es este lugar...?
Su voz resonó como un eco sagrado, despertando algo... oscuro.
En las filas traseras del enemigo, un ser envuelto en una túnica negra alzó una mano esquelética.
> “Amenaza detectada.”
—…Destruidlos.
El comando fue claro. Una nueva ola de bestias rugió y cargó hacia el lugar del impacto.
Los soldados, apenas recuperados, observaron desde la distancia.
—¿Qué hacemos ahora...? —preguntó uno de ellos, nervioso.
—...No lo sé. Reagrúpense y mantengan la posición. —respondió su líder, aunque su voz vacilaba.
Fue entonces cuando una joven de cabello plateado irrumpió en el lugar, jadeando.
—¡TÍO! ¡¡DEBEN ALEJARSE DE LA ZONA, AHORA!!
El hombre la miró. En su rostro, no había duda... solo urgencia.
—…Retirada inmediata. ¡Evacuen la zona!
Los soldados obedecieron a regañadientes, corriendo mientras miraban hacia atrás con incertidumbre.
Y entonces, ocurrió.
Una segunda luz dorada apareció detrás de ellos, envolviendo todo el campo de batalla, parte de la ciudad… y algo más.
El resplandor fue tan brillante que cegó a todos los presentes.
> “¿Esto es… un castigo divino?”
Cuando la luz finalmente se desvaneció…
Ya no quedaba nada.
Las murallas, los edificios, las bestias… incluso el suelo en varios metros a la redonda… habían desaparecido sin dejar rastro.
Un silencio sepulcral reinó.
Nadie habló.
Nadie pudo.
> “¿Qué clase de poder fue ese…?”
Y en medio de ese vacío… solo dos figuras seguían de pie.