— Está todo bien — nos dijo Gabriel, entrando al comedor.
En ese momento, vio a los alternos, y ahí quedó paralizado de la impresión .
— Eeeh, Rúdeus, Eris, ¿qué está pasando? — dijo Gabriel mirando desconcertado a los alternos .
— Eeeeh, son, son autómatas, eeeh, como Anne, le dije.
— ¿Quién es Anne?
— Yo, joven Gabriel, joven David, es un gusto conocerlos — dijo Anne.
— Vaya, qué linda. ¿Ella es del Gran Bosque también! — dijo David, quien le acariciaba las orejas a Anne.
— No, miau. Son autómatas que el jefe creó, miau. Ya te lo había dicho, miau no tienen vida son una especie de muñecas automatas.
— Vaya, esto es increíble, Rúdeus. Es perfecta, hermosa, una obra de arte — dijo Gabriel, con una actitud que me recordó a mi suegro Philip.
— Vamos chicos, tomen asiento. Estábamos desayunando. Anne, ¿puedes poner dos asientos, por favor? — dije.
— Oh, no te molestes primo . Antes de venir, desayunamos con las chicas. Su majestad fue muy amable al dejarnos visitarte por este círculo, primo, y no temas su majestad me amenazó de muerte si es que abría la boca, jejeje. Por cierto ella te envía una carta primo — dijo Gabriel.
— Oye, primo Rúdeus, son muy caras estas autómatas. ¿Podría pedirte una con mis especificaciones? — dijo David que miraba a Anne caminando a su alrededor con la mano en la barbilla .
— Eeeh, sí, después me lo dices, y mandaré a fabricar te una. Pero creí que tenías una novia Dedoldia, o eso escribiste en la última carta que nos mandaste hace unos meses.
— Oh, sí. La conocí en la academia de caballeros. Pero ella es Asurana, no viene del Gran Bosque, así que no conocía a la princesa Rinia.
— Ummm, sí, miau. Ella no me mostró sus respetos, miau.
— ¡Obviamente, tarada! Ella es leal a la reina — le dije.
— No interrumpimos nada, ¿cierto? — dijo David mirando a los alternos y en especial a esa Eris qué los miraba en estado de Shock.
— No, claro que no — le dijo mi Eris.
— Sí, por cierto, les traemos unos regalos a sus dos nuevas bebés, aunque ya deben tener casi dos años — dijo, pasándole los presentes a Anne.
— Eris, nos gustaría hablar contigo — dijo Gabriel.
— Claro — dijo mi Eris, poniéndose de pie.
— Puedo, puedo, yo podría acompañarte — le dijo la Eris alterna, visiblemente nerviosa.
— Sí, claro, ven — dijo mi Eris, mientras iba con sus hermanos y la alterna, con Christina en sus brazos, a la sala más pequeña para hablar en privado.
— Oye, Eris, ¿está bien que esta androide venga con nosotros? ¿Es confiable? — dijo Gabriel.
— ¿A quién llamas androide, idiota? — dijo la alterna.
— Vaya, Rúdeus sí que la hizo igual a ti. Si hasta nos insulta igual, dijo David.
— Sí, tranquilo. Ella se va a calmar, ¿cierto? — dijo Eris, mirando a la alterna, que solo dio un resoplido.
Una vez sentados, Anne llegó con unas tazas de té.
— Vaya, realmente me gusta esta androide — dijo David.
— Sí, el amigo de Rúdeus, el príncipe Zanoba, también hizo una para usos privados.
— En serio, pero qué interesante — dijo David con una gran sonrisa.
— Basta, hermano, tienes novia, y costó mucho que papá aceptara a una chica Ferál como prometida .
— ¿Qué hay de ti, Gabriel? Estabas comprometido, ¿terminaste ese compromiso? Le dijo Eris.
— Uuum, pues, verás, sí y no, es algo complicado, ya te lo voy a explicar . Le pedí unos años, ya que ella no acepta un matrimonio poligamo. Y le dije que sí o sí quería casarme con una chica ferál — dijo, Gabriel mirando a Rinia qué se había sentado a la mesa y comía con Purcena .
— ¡Ella es mía! — dijo Eris, molesta.
— Jajajajaja, no seas acaparadora Eris. Oye puedo sostener a tu bebé — dijo, mirando a Christina, que dormía.
— Claro — dijo Eris, pasándole a la niña.
— Vaya, espero tener una igual, pero con orejitas de gato. Será muy linda — dijo David.
— Sí vas a tener una hija así, será mejor alejarla de mi hijo Ars cuando ella sea mayor — le dijo Eris.
— Jajaja, creo que sí. Vaya, Ars y esta hermosa bebé son dos niños Boreas — dijo Gabriel.
— Supongo que no vienes a robarte a mis hijos como esa estúpida tradición , Gabriel, porque si es así, te mataré.
— No soy estúpido . Jamás te haría eso, Eris. Es una crueldad separar a hermanos, así como nos separaron a nosotros — dijo Gabriel.
Cuando dijo eso, Eris alterna no podía dejar de mirarlos. Gabriel era casi un clon de Philip, y David se parecía mucho a ella.
— ¿Desde cuándo lo saben? — dijo Eris.
— Bueno, sabíamos de la tradición Boreas cuando papá nombró a nuestro hermano mayor heredero. Por lo mismo hemos retrasado casarnos y tener hijos. Y cuando te vimos, supimos de inmediato que eras nuestra hermana.
No nos parecemos en nada a nuestros hermanos mayores. Además, el abuelo Saúrus nos dejó una carta para cuando cumpliera quince años, la que me dio en secreto Alphonse, donde me contaba de nuestros orígenes y hablaba de ti hermana .
— Ya veo, dijo Eris .
— Mi padre no tiene idea de que estamos acá, así que regresaremos pronto. Solo veníamos a conocer a nuestra sobrina. Escucha, Eris, si me caso con mi prometida y tenemos un varón, no se lo entregaré a a mi hermano mayor y renunciaré al apellido Boreas me rompería el Corazón separar a mi prometida de nuestro hijo. Quiero pedirte a ti y a nuestro primo que nos ayude a huir acá, dijo David .
— Ya veo. ¿Qué hay de ti, Gabriel? — dijo Eris.
— Pienso lo mismo. Y, de hecho, por eso terminé mi relación. No quiero hacer sufrir a mi prometida si tenemos un varón y dependiendo de lo que me digas me casaré con ella. No quiero que la mujer que amo sufra porque le quitan a su bebé.
— Lo sé, mamá siempre estaba triste — dijo Eris.
— ¿Cómo era mamá, Eris? — preguntó Gabriel.
— Era hermosa. Se parecía un poco a mí, pero mucho más fina. Era una Euros. De ella heredamos el pelo rojo. Ella tenía los ojos verde claro. Era muy cariñosa conmigo, me consentía en todo. Pero siempre estaba triste, y eso era por ustedes. Ella siempre los extrañó — dijo Eris.
Mientras decía eso, la Eris alterna tenía los ojos llorosos.
— Eris, voy a hablar con mi prometida y con mi padre. Y si insiste en que le entreguemos mis hijos a nuestro hermano mayor, también renunciaré al apellido Boreas y quiero huir de Asúra . No creo que nuestro hermano mayor o nuestro padre se atrevan a buscarnos si estamos bajo la protección del Dios del Cauce y de la Emperatriz del Filo Berserker.
— Háganlo. Rúdeus y yo los protegeremos y vivirán en el anonimato acá, les dijo Eris .
— Te lo agradecemos, hermana, le dijo Gabriel .
— Sabes, Gabriel, te pareces mucho a papá. De hecho, es como estar hablando con él, salvo por tu cabello y tus ojos, le dijo Eris .
— Me hubiese gustado conocerlo.
— Era calculador, y muy inteligente sin embargo, creo que me consintió demasiado.
— Jajajaja supongo. Toma hermana , esto es para Christina. Es una daga que mandé hacer con el símbolo de Boreas. De seguro la niña será como tú.
— Jaja, mi princesa. Temo que solo se parece a mí físicamente. De hecho, creo que tiene la personalidad de Rúdeus o mi suegra. Según dicen, era una mujer muy dulce antes del incidente, dijo Eris mirando a Christina .
— O tal vez salió a mamá — dijo David.
— Jajaja, no. Pero heredó su pelo rojo. Mamá era cariñosa, pero se mostraba muy fría, aunque no lo era. Christina sufre de papitis crónica. Solo quiere estar en brazos de Rúdeus , y se la pasa peleando con su hermana por estar en brazos de Rúdeus .
— ¿Hablas de tu hija de pelo azul? Dijo Gabriel.
— No, hablo de Sari... si, de Lily, hablo de Lily — dijo Eris, haciéndose la tonta.
—¿ Te has imaginado qué hubiera dicho nuestra madre si te viera ahora, hermana?
— Con Rúdeus lo hablamos cuando trajimos sus restos. Tal vez habría mirado en menos a mis hijos que no di a luz, pero yo no le hubiera permitido hacer eso. Amo a todos mis hijos por igual — dijo, mirando a Lucy, que salía con Lara con espadas de madera a practicar.
— Bueno, cuando tenga esposas, será difícil hacer eso. El abuelo Saúrus decía que entre mejor se llevan las esposas, mejor es el matrimonio — dijo Gabriel.
— Eso es cierto — dijo Eris, recordando que su abuelo le dijo lo mismo .
— ¿Algún consejo para que las esposas se lleven bien, hermana? — preguntó David.
— Me da vergüenza decirte cómo es que me llevo bien con las chicas, David.
— Jajaja, bueno, tu vergüenza me da una idea de qué debo hacer, Eris — dijo Gabriel, riendo.
— ¿Y qué hay de ella? — dijo David, apuntando a la alterna.
— Eeeeh, bueno, ella es... eeeh, Rúdeus la fabricó para, para, eeeh, es un prototipo de entrenamiento. La está probando, ¿cierto? — dijo Eris, mirando a su contraparte.
— Sí, claro.
— Ya veo.
— ¿Cómo es que se conocieron? — preguntó Eris alterna, al fin sacando la voz.
— Oh, bueno, su majestad Ariel, en la cena en que mataron a Daríus y Reida, ordenó a los nobles a llevar a todos sus hijos varones. Y cuando nos presentaban al general Greyrat, vimos a Eris. Yo, inmediatamente, supe que era mi hermana — dijo Gabriel. — Es tal como la describió el abuelo Saúrus: pelirroja, mirada de una fiera y postura arrogante. Y que se parecía a mi verdadera madre.
— Ya veo — dijo la alterna, con los ojos llorosos.
— Sí, bueno, era bastante obvio. Nos parecemos — dijo David. — Aunque yo apesto en esgrima. Creo que en lo único que coincidimos es en nuestro gusto por las mujeres feráles, jajajaja.
— Por cierto, hermana, Ghislaine rechazó mis propuestas matrimoniales.
— Es porque eres muy joven, Gabriel. Aún no llegas a los treinta, y ella ya tiene cuarenta y cinco. Además, papá también se lo propuso, y tú te pareces a él. Dudo que te acepte.
— Uuuf, qué desperdicio de hembra.
— Sabes, mi suegro fue el único novio que tuvo Ghislaine.
— Vaya, Paul es un suertudo, o al menos eso dijo papá, digo, James Boreas.
— En fin, hermana, será mejor regresar. Papá podría sospechar. Habla con Rúdeus sobre lo que hablamos, por favor Eris .
— Lo haré. Tranquilos, él ya se los había ofrecido hace años, y él siempre cumple su palabra.
— Te lo agradecemos. ¿Podrías llevarnos al sótano y enviarnos a casa?
— Claro — dijo Eris, y la alterna los acompañó.
— Bien, hermana, te veremos pronto.
— Claro — dijo Eris, y los chicos se teletransportaron a Ars.
Cuando volteo a ver a su alterna, esta subió corriendo hacia arriba, llegó a la cocina, tomó a Rinia y Purcena de las manos, y salió con ellas.
— Eris, ¿qué pasa? — le dijo Rúdeus japonés.
— Oye, no sé cómo será en tu mundo, pero ellas no son mascotas — le dije al japonés.
— Iré por ella.
— Dejala — dijo Eris, que subía con Christina en brazos.
— ¿Qué pasó ? — preguntó el japonés.
— Creo que se sorprendió al ver a mis hermanos. Ella no los conocía.
— No, nunca los vimos en nuestra realidad, dijo Roxy alterna .
— ¿Y qué quería? — pregunté.
— Bueno, David está comprometido con una chica Dedoldia, y Gabriel suspendió su boda.
— Sí, ya lo sé. Es que quiere a Rinia — dije.
— Sí, y no. Si quiere a Rinia, pero terminó su relación por la tradición Boreas. James ya le advirtió que deberán entregar sus hijos varones al señor de Fitoa.
— Ya veo. Qué horrible, dije.
— Rúdeus, ellos pretenden huir. No van a entregar a sus hijos. Y vinieron a pedir asilo en Ranoa. Piensan renunciar al apellido Boreas.
— Ya veo, no hay problema, pueden establecerse aquí, y podemos darle trabajo en alguna empresa o puedo conseguirles trabajo como profesores— dije, abriendo la carta de Ariel.
— ¿Qué dice? — me dijo Silphy.
— Eeeh, dice, bueno, lo mismo. Ellos hablaron con su majestad, y ella los envió a hablar con nosotros.
—Matanga, Déjame leer eso — dijo mi Silphy arrebatabdome la carta .
Querido Rudy, ¿cómo estás? Espero que esos dobles que aparecieron no sean una amenaza. Bueno, esperaré la llegada de los hermanos de Lady Eris para saber. De todos modos, quiero ir a verlos antes de que se vayan.
Bueno, pero no escribí por eso. Al parecer, Lord James sigue con la tradición Boreas, y ellos hablaron con Luke, el cual los derivó conmigo. Yo no puedo hacer nada en cuanto a las tradiciones de las cuatro grandes familias. Sin embargo, entiendo la situación, y por ellos los envié a hablar contigo. Ellos no están dispuestos a perder a sus hijos, y que los críen quienes no son sus padres, como pasó con ellos. Hagas lo que hagas, yo no intervendré. Así que esto es un secreto. Por lo mismo, destruye esta carta, mi amor.
Te veo pronto.
Ardientemente tuya, Ariel Anemoi Asúra.
PD: Los niños te extrañan, y mi cama caliente también.
— Escuchan ese ruido — dijo Roxy alterna.
— Sí, suena como si crujiera la casa — dije.
Cuando nos dimos cuenta, era la Silphy alterna y Nanahoshi, que hacían crujir sus dientes.
— Será mejor quemar la carta — dijo Silphy, tirandola al quemador de la cocina.
—Y Será mejor que yo vaya a hablar con mi Eris — dijo el Rúdeus alterno.
Cuando salió, no tardó mucho en encontrarla. Estaba en el árbol tras la casa, acariciando las orejas de Rinia y Purcena. Rúdeus alterno caminó hacia ella y se sentó a su lado.
— Hay algo de lo que quieras hablar, mi amor?
— Lo que pasa es que(...). Espera. Rinia, Purcena, podrían dejarnos solos.
— Bien, miau, pero es malo que el jefe mande a su androide para hablar con la señora Eris.
— Ya, lárgate le dijo Rúdeus .
— ¡Qué mal carácter, miau! Eres igual que el jefe. No me digas que quieres besarte con nosotras también, y acariciarnos el trasero y las tetas, miau?
— Eeeh, no gracias, dijo el japones mirándole el escote .
— Vamos, eres un androide. No te dirán nada, miau — dijo Rinia, levantándose la falda y mostrándole las nalgas a Rúdeus japonés.
— Lárguense por favor, dijo Rúdeus .
— Androide cobarde, miau.
— Sí, Nano. El jefe no tuvo problemas en besarnos en su habitación, y tocarnos nuestros sensuales cuerpos. Nosotras debimos ser las esposas del jefe.
— ¿Y por qué no se casan con él? — dijo Eris alterna.
— Tú sabes que el jefe no quiere, señora Eris. ¿Recuerdas cuando me tiraste en baby doll en su cama, y me sacó de una patada en el culo, miau?
— Eeeh, claro — dijo Eris alterna, mirando sorprendida.
— Pero no te preocupes, miau. Tú hubieras sido la esposa alfa, miau.
— ¿Así que él te tocó? Dijo Rúdeus.
— Claro, miau. El jefe estaba loco por nosotras, ¡apestaba a excitación!
— ¡Cállate, Rinia! El jefe estaba loco por mí, dijo que mi pelaje era más suave, y mi culo, más redondo, dijo Purcena .
— Ya, lárguense — les dijo el japonés.
— Bien, nos vamos, miau. De todos modos, debemos ir a hablar con Aisha y darle el informe. Nos vemos, miau. Señora Eris, cuidado con el cara pervertida.
— Ya, lárguense — les dijo el japonés.
— ¿Puedes creer a esas dos? Por cierto, yo, en nuestro mundo, jamás hice algo con ellas, Eris.
— Lo sé. Ellas me lo dijeron en nuestro mundo .
— ¿Puedes creer que este Rúdeus casi se acuesta con ellas? Puuf, maldito furro degenerado.
— ¡hay Por favor, Rúdeus! , tú no te acostaste con ellas porque estabas enfermo. Silphy me contó todo.
— Ya veo. ¿Qué te pasa, Eris? ¿Estás mal por esos tipos, cierto?
— El mayor se parecía a papá, y el otro se parecía a mí. ¿Por qué nunca me hablaste de ellos Rúdeus ?
— Tu padre me dijo algo después de cumplir diez años. Y cuando James me invitó a la cena después de la guerra, ellos nos estaban ahí.
— Seguramente los escondió para que no los vieras, dijo Eris.
— Puede ser. Si quieres, cuando volvamos, podemos tratar de ubicarlos. Puedo hablar con su majestad, dijo Rúdeus.
— No me importa.
— Tu reacción me dice que sí te importa, Eris.
— Es cruel.
— ¿De qué hablas?
— La tradición Boreas es cruel. Mi padre la sufrió, y mamá también. No me había dado cuenta hasta ahora que esos hombres hablaron con la Eris de este lugar. Ellos tienen miedo de casarse y, así, tener que entregar a sus hijos a su hermano mayor. Y vinieron a pedir la protección de este Rúdeus. Tal vez en nuestro mundo, ya se casaron y ya perdieron a sus hijos varones.
— No sé qué decirte, Eris.
—De repente, pensé en mi mamá y en papá, y recordé cuando ella lloraba sin razón, y papá la consolaba. Siempre pensé que ellos no se amaban, pero no era eso, era por mis hermanos — dijo Eris, rompiendo en llanto.
— Lo siento, Eris. No sé qué decir. Yo debí decírtelo y tratar de buscarlos dijo Rúdeus abrazándola .
— Ellos no me interesan. Hablo de mis padres. Fui una maldita niña malcriada y nunca los abrazaba o compartía con ellos .
— Oh, claro que no, tú eras una buena hija .
— Si lo fui.
— Sí, lo sé, pero aún así tus padres te amaban. Si estaban dispuestos a dejarte casarte con un plebeyo como yo, amor.
— Jaja, mamá me ordenó esa noche de tu cumpleaños entregarte mi cuerpo, y que tú eras el indicado yo estaba tan nerviosa esperándote . Y tú, maldito degenerado, me toqueteaste las tetas y mi parte privada como un pervertido. Yo quería que fueras romántico y me dijeras que no. Pensé que no me amabas.
— Sí, te quería, Eris, pero no pude resistirme.
— ¿Y Por qué ese idiota que se parece a ti es tan diferente? El la rechazo amablemente y se durmieron abrazados, ¿porque tu no podías hacer eso?
— No lo sé, no somos iguales. No me digas que el te gusta, Eris.
— Claro que no. Es un idiota fanfarrón, que se cree mejor espadachín, yo solo te amo a tu Rúdeus, bueno tu mi Rúdeus .
— Eris es el Dios del Cauce, obviamente es mejor espadachín y mejor mago que nosotros .
— Sé que tú puedes derrotarlo, Rúdeus. Si nos unimos, podríamos cerrarle la maldita boca.
— Ya lo hicimos, y casi nos mata.
—Puff siempre has sido una gallina Rúdeus.
Oye cambiando de tema ¿Te has fijado que Lucy de este mundo es muy apegada a su Eris? — dijo la alterna.
— Nuestra hija te ama, Eris.
— Lo sé, pero no es tan apegada como esta Lucy lo es con esa mujer que se parece a mí, y también a Nanahoshi. Lucy siempre es muy apegada a Silphy y no muy apegada a ti, y, en cambio, esta Lucy es igual de apegada a este Rúdeus como Christina. Qué raro. Su Eris me dijo que Rúdeus pasa igual que tú mucho tiempo fuera, y cuando llega, Lucy salta en sus brazos, y nuestra hija no lo hace. Solo te saluda.
— Lo sé, trataré de pasar más tiempo con ellos, Dijo Rúdeus .
(........)
— Sabes Rúdeus, creo que ahora entiendo más a papá.
— ¿Por qué lo dices, Eris?
— Sus intrigas, su lado oscuro. Él siempre estaba orquestando intrigas, las cuales te incluía para tomar la casa Boreas. Siempre pensé que era por ambición política, ahora me doy cuenta de que él siempre quiso recuperar a esos sujetos. Y por eso me consentía tanto, y yo era una maldita niña caprichosa.
— Aún lo eres un poquito, Eris.
— Lo sé — dijo Eris, poniendo su cabeza en el hombro de Rúdeus, mientras miraban a Lara, Lucy, Ars y Siegh practicar con la espada.
— ¿Es idea mía o Lara y Lucy son más hábiles con la espada? — dijo Rúdeus.
— Sí, de hecho lo son.
Ven, vamos, Rúdeus — dijo Eris, yendo con los niños.
(...)
— Vienes a prácticar, mami roja — le dijo Lucy con una sonrisa.
— Ella no es mamá, estúpida. ¿No ves que son los otros? Le dijo Lara.
— Y yo, ¿cómo iba a saberlo? Es igual a mamá roja — dijo Lucy.
— Tiene el pelo tomado , tarada .
— Mamá también se toma el pelo para practicar, estúpida.
— Dejen de pelear — les dijo Rúdeus.
— ¡Tú no me das órdenes, sonrisa fea! — le dijo Lara.
— No le hables así a tu padre — le dijo Eris.
— ¡Él no es mi papá, y tú no eres mi mamá! — le dijo Lucy, poniéndose en guardia.
— ¿Quieren practicar conmigo, niñas?
— Está bien, pero si nos haces daño, mamá roja te va a matar — le dijo Lucy.
— Jaja, ella no podría, dijo Eris alterna .
— Qué raro, porque supe el otro día, mamá roja te pateó el trasero — le dijo Lara.
Eris se contuvo, pero tenía una vena hinchada en su frente.
— Bien, niñas, veamos qué tienen — dijo Eris, mientras Lucy se lanzaba contra ella y Lara le lanzaba cañones de piedra.
— Jaja, muy listas. Pero Rúdeus pelea así, ya sé qué pretenden — dijo Eris .
Ahora gritó Lara, que atrapó a Eris con gravedad mientras creaba una abertura por arriba, mientras Lucy la atacaba.
— ¡Malditas niñas! — dijo Eris, saliendo de la trampa y evitando el ataque de Lucy, la cual se fue a la retaguardia y atacaron a Eris con magia combinada de agua y fuego.
— GET OVER HERE — gritó Lucy, atrapando a Eris de un brazo, mientras Lara se lanzaba en ataque en estilo Dios del Norte.
Eris salió del ataque para ver cómo Lara y Lucy le lanzaban unas espadas de madera y corrían hacia ella con la intención de atacarla. Sin embargo, Eris subió el nivel, las desarmo y puso su espada de madera en sus cuellos mientras las miraba sorprendida.
— ¡Es tu culpa, Lara! Debías quedarte en retaguardia.
— Claro que no. ¡Tú debías cubrirme con gravedad, tonta! Ese hechizo me quita mucho maná y era tu turno .
— Mentira, eres la maga. No eres tan buena en esgrima.
— Mentira, tenemos casi el mismo nivel, orejona.
— ¡Cállate, sabelotodo!
— ¡Róba—chocolates, te voy a acusar a mami Nana!
— ¡Maldita chismosa!
— Niñas, niñas. Dejen de pelear. ¿Y qué demonios están diciendo? No entiendo en qué lengua hablan — dijo Eris alterna.
— Lo siento, mami roja de otro mundo. Hablábamos en la lengua de papá, dijo Lucy.
— ¿Tú entendiste, Rúdeus?
— Absolutamente nada, amor.
— ¿Quién les enseñó a pelear así? — preguntó Eris.
— Bueno, siempre entrenamos juntas, o con Ars y abuelito Paul, Mami roja, tía Aisha y papi nos enseñan a combatir en esgrima, además, mami blanca, mami azul y papá nos enseñan hechizos de ataque — dijo Lucy.
— Ya veo — dijo Eris, acariciándoles la cabeza. — Nada mal, niñas, nada mal.
— ¡Diablos, Rúdeus! Esas niñas nos hubieran pateado el trasero a los dos juntos cuando teníamos su edad.
— Sí, ya me doy cuenta — dijo, mirando a Ars y Siegh, que practicaban posturas de defensa.
— ¿Y tú, Ars? ¿Qué tal andas? — preguntó el japonés.
— Yo seré tan fuerte como papá cuando crezca.
— Ya veo. ¿Qué tal un duelo? — le dijo el japonés.
— Claro — dijo Ars, lanzándole una espada de madera.
Apenas la recibió. Ars se lanzó furiosamente, igual que Eris, pero el japonés, si bien es mago, también es cierto que es intermedio en los tres estilos. Y a pesar de que no puede usar aura de batalla, practica siempre con Eris. De hecho, está al nivel de un Santo del Norte en esgrima, gracias a la combinación de magia y sus ojos demoníacos. Aunque no espero que Ars supiera usar magia de gravedad, le lanzará varias dagas a gran velocidad que Rúdeus logró rechazar, así como los furiosos ataques de Ars.
— ¡Diablos! Sí que te pareces a tu madre, niño.
— Sí, bastante. Y usa muy bien los hechizos en silencio. Combate como lo hace el Rúdeus de este mundo — dijo Eris. — Ya, vamos, Rúdeus, desarmalo.
— Es que usa magia, dijo Rúdeus .
— Eres la Séptima potencia mundial, ¡anulalo!
— Oh, claro — dijo Rúdeus, lanzando distorsión mágica y desarmando a Ars.
— Nada mal, niño, considerando que aún no tienes cinco años.
— ¿Eres un Santo del Norte? Le pregunto Ars.
— No, de hecho soy solo intermedio en las tres escuelas.
— El tío Alek dijo que para ser un Santo del Norte, solo se requiere habilidad, estrategia e inteligencia.
— Sín Touki no se puede subir a avanzado — dijo el japonés.
— Qué raro, tienes el nivel de la tía Aisha, y ella es una Santa del Norte, le dijo Ars .
— Sí, bueno, no estoy tan mal — dijo Rúdeus con orgullo, —aunque nunca uso una espada, salvo cuando peleé contra el Dios de la Lucha. — En fin, ¿y tu Siegh? ¿Cómo estás?
— Estoy recién aprendiendo, papá. Mamá roja y el tío Alek me enseñan.
— Ya veo. A ver, muéstrame.
— Claro — dijo Siegh, que con un solo golpe le hizo pedazos la espada de madera del Rúdeus japonés.
— ¡Hay! No la destruí — dijo Siegh, nervioso.
— Ya, tranquilo, hermanito. Papá dijo que estaba bien — le dijo Lara, acariciándole el cabello.
— Perdón, siempre rompo las espadas, le dijo Siegh .
— Sí, ya veo — dijo Rúdeus con los ojos abiertos.
— Él es igual de fuerte que nuestro Siegh — dijo Eris.
— Sí, pero combaten distinto. Los niños usan más que nada estilo del Dios del Filo y Dios del Norte, y estos niños usan mucho los tres estilos y magia.
— Sí, sus niveles son parecidos aún así, no recuerdo que Lara y Lucy entrenen juntas o combatan juntas, Dijo Eris .
— Sí, yo les enseñé así — dijo de pronto Rúdeus mechones blancos , saliendo con Eris a entrenar a los niños.
— Esas niñas son sorprendentes — dijo Eris alterna.
— Lo sé, por algo son mis hijas — dijo Eris con orgullo.
— Sí, ya me doy cuenta — dije, mirando a Ars y Siegh que practicaban posturas de defensa. — Eris y yo combatimos mucho juntos, y los niños combaten solos y de a parejas. Y la idea es que también puedan combatir los cuatro juntos, así como combatimos con Eris por años, ¿cierto, amor?
— Claro, me dijo Eris .
— No sean engreídos, nosotros hacemos lo mismo — dijo la Eris alterna.
— Bien, niños, a entrenar — dijo Eris, tomando una espada de madera.
— ¿Puedes ponerte una camiseta? — me dijo el japonés.
— ¿Por qué? Papá entrena así.
— No quiero que mis esposas te miren.
— ¡Tenemos el mismo cuerpo, idiota! ¿Qué van a ver que no hayan visto?
— ¡Ponte una camiseta, exhibicionista! — me dijo la Eris alterna, sonrojada.
— Yo prefiero que no —escuché de pronto Tras mis espaldas, era Ariel.
— ¡Majestad! ¿Qué haces aquí? — dije de pronto.
— Nada, solo quería venir a chismear — dijo, mirando a los alternos.
— Su majestad — dijo el Rúdeus japonés y su Eris haciendo un saludo noble .
— Vaya, son idénticos a ti Rudy, salvo por esa mirada y esa sonrisa, ¡es aterradora! Me recuerda al ministro Daríus, dijo Ariel.
— Lo siento, alteza. Siempre he tenido la misma sonrisa — le dijo Rúdeus japonés.
— Ya veo. En fin. Te extrañe mucho, Rudy, y estaba preocupada por ti — me dijo Ariel, besándome mientras pasaba sus manos por mi espalda, ante la mirada atónita de los alternos.
— No sabes lo cachonda que me pongo cuando te veo así si camiseta amor.
— Será mejor que me ponga una camiseta — dije, entrando a casa, dejando a Ariel sola con los alternos.
— Así que vienen de otro mundo. ¿Qué pasa conmigo en ese lugar? ¿También somos amantes? — le dijo Ariel a Rúdeus.
— ¡Claro que no! — dijo Eris, abrazándolo.
— Ooh, jajaj, tranquila, Lady Eris, no te lo voy a quitar. Ya tengo al mío. Pero me causa curiosidad, ¿qué pasa conmigo de donde vienen?
— Eeeh, tienes un hijo de un año. Se llama Edward.
— Ya veo, igual que acá ¿y cómo es?
— Es hijo de Luke, o al menos se parece a él — dijo Eris.
— ¿De Luke? ¡Jajajajajajajaja! Dios, eso me cuesta creerlo. ¿No está casado con Lady Tristina en ese mundo ? .
— ¡Tristina? No, Tristina trabaja de enlace con los bandidos, nunca se casó con Luke — dijo Rúdeus japonés.
— ¿En serio? Vaya, qué raro. Aquí apenas se conocieron, ya se estaban encamando — dijo Ariel.
En eso, Rúdeus llegó acompañado de Silphy alterna.
— ¿Qué haces aquí, amor? — le dije a Ariel.
— Nada, quería venir a ver. Ya te dije. Oh, hola, Silphy — dijo Ariel, sonriéndole a la elfa mientras abrazaba a Rúdeus y lo volvía a besar.
— Majestad, podrías dejar de besarlo, le dijo Silphy.
— ¿Por qué? Pues, sé supone que me lo habías permitido, dijo Ariel .
— Ella es la Silphy alterna, Ariel. Ten , cuidado, es celopata — le dije.
— Mentira, tú no me das celos — me dijo la alterna.
— Bien, en ese caso, no te molestará que haga esto — dijo Ariel, dándome un tremendo beso mientras me agarraba el muñeco y miraba a Silphy alterna al mismo tiempo, solo para ver a Silphy roja de ira y con una vena hinchada en su frente.
— Ya cálmate. Yo estoy aquí. ¿Qué demonios te pasa? Si no es con Nanahoshi, es con la reina, le dijo el Rúdeus otakin .
Silphy se dio media vuelta y miró a su Rúdeus.
— Más te vale que tú no estés haciendo lo mismo.
— Ya basta, Silphy. Tu actitud realmente me está molestando — le dijo el japo, ya muy cabreado.
— Aaah, necesitaba esto, Rudy — dijo Ariel, con una burlesca sonrisa. — Oye, estas personas dicen que mi otra yo se acuesta con Luke. ¡ Puedes creerlo!.
— La verdad que si — le dije.
— ¿Qué quieres decir? — me dijo Ariel con las mejillas infladas. — Eres mi único hombre.
— Oh, en serio, entonces me estás confirmando que soy el padre de los niños, le dije.
— Eeeh, eeeh, yo, yo, yo...
— ¡Papi! — dijo de pronto Edward, que corría hacia mí con sus bracitos abiertos, y saltaba en mis brazos. Y, más atrás, venía Nana, Silphy, Roxy y Roxy alterna, que traían a Lily, Chris y Sariel en brazos.
— Oh, mi niño, ¿viniste tan pronto? Le dije.
— Sí, mami dijo que quería venir a verte. Oye, ¿puedo ir a entrenar con los chicos?
— ¿Estás seguro?
— Sí, Ghislaine, la Diosa del Agua y el Dios del Norte, me enseñan a usar una espada.
— Pues bien, anda, hijo — dije, mientras Edward corría rumbo a donde estaba Eris con los niños.
— ¿Qué haces aquí, majestad? No se suponía que venías en dos semanas — dijo mi Silphy.
— Nada, quería verlos a ellos, y preguntarles de su mundo. ¿Puedes creer que la Ariel de ese mundo se acuesta con Luke?
— No sé por qué no me sorprende — dijo Nana, cruzándose de brazos. Y Ariel se acercó a ella, roja de ira.
— ¿Qué demonios estás insinuando? ¡Sabes perfectamente que al único hombre que amo, y con el único que me acuesto, es Rúdeus!
— Ah, ¿sí? ¿Y entonces, de dónde salieron los niños, si dijiste que son de otro hombre? — le dijo Roxy.
— Eeeh, eeeh, yo, yo, yo... Bueno, verás, es gracioso, yo... Mira, Sariel es Rudy — dijo Ariel, arrebatándole la niña a Silphy y llevándola conmigo.
— No entiendo qué pasa — dijo Roxy alterna.
— Uuuf, ella niega que sus hijos son de Rudy. Siempre dicen que son el guíen más, a pesar de que, obviamente, los niños son hijos de Rudy. Y ahora acaba de decir que solo se acuesta con Rudy. Obviamente, se hizo un autogol — dijo Silphy.
— ¿Qué es autogol? — preguntó la alterna.
— Cuando Rudy juega fútbol con los niños, y cuando anota en su propio arco. Rudy siempre hace eso. Apesta jugando ese deporte de su mundo.
— Sigo sin entender — dijo Roxy alterna.
— Uuf, Ariel se disparó en los pies. Acaba de confesar que los niños son hijos de Rudy.
— ¿Y no le van a decir nada?
— Para qué, todos lo sabemos. Es bastante obvio — dijo Silphy.
— ¡Mami, yo quiero a papi! — dijo de pronto Chris, en brazos de Nana.
— Pero papi está con tu hermanita Sariel en brazos, amor.
— No me importa. ¡Yo quiero a papi! — dijo Chris, llorando.
— Uuf, Dios mío, hija, tienes papitis crónica, así como Lucy tenía abuelitis crónica — dijo Nana.
— Oye, Rudy, esta niñita está celosa porque tienes a Sariel en brazos. Le dije que debe compartir a papi con sus hermanos, pero no quiere.
— Oh, mi niña hermosa, ven — dije, tomando a ambas en brazos.
— ¡Papi es mío! ¡Sariel mala! — dijo Chris, que aún no cumplía dos años.
— ¡Papi es mío! Tú lo tienes más tiempo — dijo Sariel.
— ¡Papi es mío, bájate de sus brazos!
— ¡Bájate tú!
— Ya, dejen de pelear. Ustedes dos son hermanas, deben quererse — les dije. Pero las niñas empezaron a tirarse palmetazos entre ellas.
— Ya, calmadas. Dios, cómo se nota que son hermanas — dije. Ante una Ariel muy roja pero sonriente, y una Silphy alterna que me miraba con una cara complicada mientras jugaba con mis hijas.
De pronto, Chris miró al otro Rúdeus y estiró los brazos.
— Vamos, puedes sostenerla — le dije. Y el japonés acunó a Chris en sus brazos, y esta le sonreía.
— ¡Este será papá mío y no tuyo! — le dijo Chris a Sariel.
— ¡No peleen, ya tranquilas! — dije.
— Se ven perturbadores — nos dijo la Silphy alterna.
— ¿Por qué dices eso? — le dije.
— Ver a Rudy con Chris en brazos es normal. En nuestro mundo pasa lo mismo, pero verte con la hija de su alteza en brazos es algo muy raro para mí.
— Vengan, vamos a sentarnos un rato y relajan se — les dije, sentándonos en el corredor de la casa.
— ¿Qué es raro para ti ? — le preguntó Ariel a Silphy alterna .
— Que mi Rudy y su alteza solo son amigos.
— ¿Estás segura? Ariel, al principio me dejaba inconsciente — le dije a Silphy celopata , la que miró a su Rúdeus con las mejillas infladas.
— ¿Quieres dejar de decir eso? A Silphy se le va a reventar una vena — me dijo el japonés.
— Y tú, Rudy, deja de contarle eso a extraños — me dijo Ariel.
— Bueno, solo digo... yo recuerdo a su Ariel muy parecida a la mía — dije.
— Me encanta cuando dices que soy tuya, Rudy — me dijo Ariel, sentándose a mi lado. Provocando la furia de la alterna, que si bien no dijo nada, podía notarla con su ceño fruncido y roja de ira.
— Oye, Rúdeus dices, que Edward en ese mundo se ve diferente y es menor que Sariel, le dije.
— Sí, bueno, muchas cosas son diferentes por lo que hemos hablando, pero básicamente en el fondo es muy parecido, me dijo .
—Es como si alguien se le hubiera ocurrido crear un mundo paralelo entre nosotros dos — dije.
— ¿Y cuál es el original? — dijo Ariel.
— Pues, no hay como saberlo, pero considerando cómo es este tipo, de seguro quien escribió su historia es un degenerado — dije.
— ¡Muy graciosa, imbecil! — me dijo el japonés.
— ¡Qué mal humor tienes! — le dije. — Por cierto, Ariel, ¿viniste sola?
— Sí, dejé a Kleene y Ghislaine en tu casa. Si las traía, Ghislaine pudo haberse confundido y atacarlos a ellos.
— Ya veo. Oye, mira cómo Edward balancea la espada. ¡Vaya, se nota que ha estado entrenando!
— Sí, dice que quiere ser fuerte como su papi cuando crezca. También lanza magia, aunque tuve que regañarlo, hizo un desastre en su habitación — me dijo.
— Jajaja, sí, yo también hice estragos en casa cuando era niño — dije.
— Curioso, me pasó lo mismo — me dijo el otro Rúdeus, que aún estaba con Chris en brazos.
— Qué entretenido es esto — dijo Ariel. — Entonces, Tristina no está casada con Luke. Eso quiere decir que no existe Armand ni Valentina, entonces.
— ¿Quiénes son ellos? — dijo Silphy alterna.
— Los hijos de Luke y Tristina. ¡Vaya, qué triste! Ellos son muy felices — dijo Ariel.
— No sabría decirle, majestad. Nunca vi eso — dijo Silphy alterna.
— Entonces, ¿Dóga e Isolte tampoco están juntos? Pregunto Ariel .
— De hecho, veníamos de su boda cuando llegamos aquí, dijo El Rúdeus come sushi.
— Ya veo. Llegaron hace cuatro tres dias. Pero Dóga se casó hace unos meses. Interesante, algunas cosas varían, pero básicamente todo lleva a un final más o menos parecido — dijo Ariel. — Pero me es raro que la Ariel de su mundo no quisiera acostarse con este Rúdeus, porque es bastante conveniente tener hijos con Rúd... Ru, Ru, Rubiales, ¡qué frío está haciendo! — dijo Ariel.
— ¿De qué hablas? Estamos en primavera — le dije.
— De nada, es que me da mucha curiosidad todo esto. Rudy, míralos, son iguales a ustedes. Bueno, salvo por él y su espeluznante sonrisa, pero mira a las Silphy, son idénticas. No te vayas a confundir, Rudy — me dijo con una sonrisa, provocando la molestia del japonés y que Eris, Roxy y Silphy alternas se sonrojaran por alguna razón.
— Claro que no. No soy idiota. Por lo mismo, le pedimos que se ataran el cabello, dije .
— Oh, ya veo. Buen plan, amor. Hubiera sido incómodo algún accidente, co o un agarro de culo , jejeje. Pero sabes, hubiera sido agradable que viniera la Ariel de ese mundo también , Rudy.
— ¿Para qué? — preguntó Nana, de mal humor.
— Pues — dijo, haciendo una seña para taparle los oídos a las niñas. — Pues para hacer un trío con ella, Rudy. Nos hubieras llevado a la cama, es excitante.
— Estás loca — le dije.
— ¿Qué tiene de malo?
— Es como acostarse con tu hermana gemela.
— ¡Oh, por favor! Apuesto que te gustaría. Mirale la cara a tu gemelo de otro mundo , por como babea. Le gustó la idea, ¿cierto? Le dijo Ariel.
Pero Eris alterna le dio un tremendo coscorrón a su marido.
— ¡Santo dios, eres peor que Silphy! — le dijo Nana a Ariel.
— Oye, yo no he dicho nada — dijo Silphy, inflando sus mejillas.
— Solo es un decir, amor, le dijo Nana.
—Yo tengo límites, jamás me acostaría con mi doble, eso es raro, dijo Silphy .
— Nadie se va a acostar con nadie — dijo el japonés, algo enojado.
— Ves, Ariel, provocaste una discusión con tu absurda idea — le dije.
— Apuesto que te gustaría acostarte conmigo y esa otra Ariel, Rudy. Sería como acostarte con gemelas, qee delicia — me dijo Ariel lamiendose los labios (de la boca) .
— Solo me acuesto con mujeres que amo, Ariel, le dije.
— ¿Y eso me incluye?
— Sabes que sí — le dije, sonrojado.
— Esto es muy divertido — dijo Ariel. — Así que, básicamente, tengo la misma vida, y ¿estoy solo con Luke en ese mundo?
— No, de hecho no lo hace... eeeh, como decirlo sin ser maleducado — dijo el japonés.
— Apuesto que en ese mundo Ariel es una zorra que se acuesta con muchos tipos — dijo Nana, con una maligna sonrisa.
— Oye, no digas eso, yo no soy así, le dijo Ariel enojada.
— No hablo de ti, Ariel, hablo de la Ariel de ese mundo, le dijo Nana con burla .
— ¿Y qué pasa con la Nanahoshi de ese mundo? — preguntó Ariel.
— Pues está congelada en el Castillo de Perugius y espera regresar a su mundo, le dijo Silphy alterna .
— Ah, al menos la Ariel de ese mundo disfruta la vida y no es una virgen congelada — le dijo Ariel a Nana.
— ¡¿Qué dijiste?! — dijo Nana, roja de ira.
— Ya basta, ustedes dos. Ustedes no son ellas. Y tú, Ariel, sabemos que no eres una zorra come hombres. Y sabemos que tú, Nana, eres ardiente como el fuego.
— ¡RUDY, ¡NO NOS DIGAS ESO! — me dijeron al unísono Ariel y Nana, esta vez enojadas conmigo.
—Jajajajaja.
— Tú, ¿de qué demonios te ríes, Eris alterna? — le dije.
— Jajajajaja, perdón, es que eso es muy gracioso. Las últimas que me imaginé peleando por Rudy son Su Majestad y Nanahoshi. Jejejejeje.
— Deja de burlarte. Eris, sigue siendo su majestad — dijo Silphy alterna.
— ¿Bueno, entonces la Ariel de su mundo no ama a nadie? . Pregunto Ariel
— Con el debido respeto, majestad, la reina que conozco jamás nos visita. Solo tiene un hijo, y los rumores dicen que tiene varios amantes, y ni siquiera sabemos si el hijo que tiene es de Luke. Podría ser eeeh de cualquier tipo.
— Vaya, sí que es una zorra. pero al menos no droga a Rudy — dijo Nana entre dientes, provocando una furiosa mirada de Ariel.
— Dios mío, chicas, podrían no discutir tanto — les dijo Silphy. — El matrimonio funciona porque nos amamos entre nosotras. ¿Por qué no se llevan mejor?
— Yo trato, Silphy, pero Nanahoshi es agresiva conmigo, dijo Ariel .
— Vamos, Nana, cariño, hazlo por mí — le dijo mi Silphy, abrazándola.
— Bien, trataré de llevarme mejor con ella.
— ¡Grandioso! Dijo Silphy con su bella sonrisa.
— Oye, Dios del Cauce — me dijo Eris alterna, — quiero pedirte algo.
— No pelearé contigo, Eris, le dije.
— No es eso. Tu esposa me dijo que dominas las cinco técnicas de Reidar, ¿es eso cierto?
— Sí, la Espada de Dios de Agua, combina las cinco técnicas de Reidar al mismo tiempo y magia divina de agua. Así derroté al idiota, dije.
— ¡Oye, deja de llamarme así! Soy tu cuñado, idiota — me dijo de pronto Alek, que aparecía con Aisha.
— ¿Y ustedes, a esta hora vienen llegando? ¿Dónde estaban? Les dije.
— Tranquilo, hermano. Tomamos desayuno en la sede. Recibí los informes de Rinia y Purcena. Oye, los mercenarios de Ars tienen información interesante sobre ese elfo oscuro.
— Ya les dije que dejen a ese tipo en paz — dije.
— Pero Reidar, el tipo busca artefactos mágicos con una gran concentración de maná. Eso es raro, tal vez trama algo. Parece que busca un cristal especial, debemos investigar, dijo Alek.
— Uuuf, lo veremos después, Alek.
— Yo quiero saber de eso — dijo de pronto mi Eris, que regresaba con los niños. Curiosamente, cuando llegaron, Siegh abrazó a Aisha y Alek, y este le sonrió y le acarició el cabello a Siegh. No sabía que se había encariñado con mi niño, pensé.
— Oye, Rúdeus del cabello blanco, te estoy hablando — me dijo la Eris alterna.
— Sí, lo siento. ¿Qué querías?
— Muéstramela.
— ¿Aquí, delante de todos? Tu esposo y mis esposas se enojarían. Además, ¿para qué quieres verla? Somos la misma persona, la tenemos del mismo tamaño, le dije.
— ¡No hablo de eso, degenerado! — me dijo la Eris alterna roja de ira . — Hablo de la quinta técnica. Quiero verla.
— Ooh, era eso — dije.
— Y, me llamas pervertido, a mí, idiota? — me dijo el japonés, enojado.
— Lo siento, soy algo despistado. Pero, Eris, no puedo ejecutar esa técnica aquí. Es demasiado poderosa, le dije.
— Rúdeus, hazlo en el descampado al norte, puedes hacerlo ahí — me dijo mi Eris.
— Eeeh, sí, ¿por qué no? — dije. — Eris, Silphy, amores, ¿me prestan sus caballos para llevar a estos tipos al descampado?
— Rúdeus, ¿y si te atacan? — me dijo Eris.
— No lo harán. Confío en ellos. Además, si lo hacen, no podrán regresar sin mi maná — dije. — ¿Quieren ir conmigo? — les dije a mis esposas.
Pero se excusaron. Eris dijo que entrenará a los niños, Roxy tenía que dar clases en la tarde, y Silphy iba a cocinar.
— Yo quiero ver, Rudy — me dijo Ariel. — Puedo ir.
— Yo también — dijo Nana.
— Bien, vamos por los caballos y Homero Simpson — dije. — Espérenme aquí.
— ¿Quién es Homero Simpson? — preguntó Rúdeus alterno.
— Mi caballo.
— Matsukase es un mejor nombre — me dijo.
— ¡Púdrete, otaku! — le dije.
— ¡Vete a la mierda, maldito sudaca! — me gritó mientras iba por los caballos.
Cuando regresé, Rúdeus y su Silphy iban en el caballo de Silphy , mientras Roxy y Eris iban en el caballo de mi Eris. Yo iba en Homero Simpson, frente a mí iba Nanahoshi, y tras de mí iba Ariel.
— ¡Porque ella va a delante! Yo soy la reina — dijo Ariel.
— Porque Yo soy la esposa, y tú eres... eeeh, bueno, no quiero decirlo, jejejeje, le dijo Nana.
— No soy la amante. Tengo derecho como una esposa. Eso lo sabes, le dijo Ariel .
— No importa, aunque fuera por eso. Tengo derecho por antigüedad. Conocí a Rudy antes que tú — le dijo Nana.
— Ah, sí, pero yo me lo cogi primero — dijo Ariel, que si bien no la podía ver, podría sentir una malevola sonrisa.
— Porque estaba inconsciente. Además, pude tenerlo cuando hubiera querido. Pude ser su primera esposa si hubiera querido — le dijo Nana.
— Ya, dejen de pelear. Ustedes dos parecen niñas. Nana, vienes de una sociedad altamente desarrollada , y tú, Ariel, eres la reina más poderosa del mundo. Comportense con un demonio — les dije.
— Bien, pero sabes, venir aquí atrás tiene sus ventajas. Puedo tocarle el abdomen, los hombros, y esto a Rudy — dijo Ariel agarrándome el muñeco.
— Ya basta. No hagas eso cuando conduzco el caballo, le dije .
— Jajaja, conducir el caballo, ¡pero qué idiota! — me dijo el japonés.
— Tú, cállate. La que lleva las riendas es tu Silphy. Ni siquiera sabes cabalgar, Nobita.
— ¿Cómo me dijiste?
— Nobita.
— Deja de llamarme así, idiota.
— ¿Qué significa Nobita? — le preguntó Silphy alterna.
— Eeeh, nada, amor. Es un insulto en lengua dracónica.
— Oh, ya veo. Oye, no insultes a mi Rudy, ¡tonto! — me dijo Silphy.
— Vaya, Silphy es tierna para insultar en todas las realidades — dijo Ariel a mis espaldas.
— Oye, Rudy, no me toques las tetas — dijo la Silphy alterna.
— Perdón, es que estoy nervioso. ¡Auch, Eris, no me pegues!
— No hagas eso delante del cabeza blanca — dijo Eris, mirándome a mí.
— Oye, Rudy, deja de tocarme las tetas tonto — me dijo Nana.
— Yo no te estoy tocando las tetas, amor. Mis manos están en las riendas — dije.
Cuando Nana miró, eran las manos de Ariel.
— Oye, degenerada, no me toques.
— Uuy, perdón. No me di cuenta — dijo Ariel, con un tono de voz de burla.
— Rudy, vas a dejar que ella me toque. Dile algo, me dijo Nana.
— Disculpate, Ariel.
— Lo siento, Nanahoshi, pero tienes unas tetas muy firmes — le dijo Ariel.
— AAAAGH — dijo Nana, que tiritaba delante mío.
— Ya tranquila, amor — le dije, besando su mejilla mientras Nan apoyaba su nuca en mi pecho.
— Cuando miré al otro caballo, el Rúdeus japonés venía toqueteándole las tetas a su Silphy con una cara de pervertido horrible.
— Dios, Rudy, ese tipo me recuerda al ministro Darius, así me miraba ese degenerado cuando era una niña. No me quiero imaginar las cosas que le hizo a Tristaina — me dijo Ariel.
— Ya déjalos, a ellas les gusta ese tipo, crecieron con él, le dije .
— Oye, Rudy, ¿él también es reencarnado?
— Eeeh, no lo sé — le dije.
Mientras, la Eris alterna estaba muy molesta.
— Oye, Rúdeus, ¿quieres dejar de toquetear a Silphy? Esa gente te mira con mala cara.
— ¿Y qué? — dijo Silphy — La reina y esa puta pelinegra están toqueteando a su Rudy, ¿por qué el mío no puede toquetearme? — dijo Silphy.
— Le quieres sacar celos a ese tipo ¿cierto Silphy? — dijo Eris.
— Claro que no, es qee me gusta que Rúdeus me toque las tetas.
— Uuuf, ya basta. ¿Tú, Rúdeus, no puedes ser un poco más caballero como ese tipo? Ni siquiera las ha tocado.
— Es porque llevas las manos en las riendas, Eris. Apuesto que si pudiera, toquetearía a esas mujeres, le dijo el come sushi .
— Ya cállate — dijo Eris, que le dio una bofetada.
— No puedo creer que él se acueste con Nanahoshi y la reina, DIJO Silphy .
— ¡Si que suertudo! — dijo Rúdeus japones .
— ¿Qué dijiste?
— Lo decía por la reina.
— ¿Qué dijiste? Repitió Silphy.
— No es por eso, amor, lo digo porque se llevan bien, eso es todo, jejejeje.
— La Reina es hermosa, a ti también te gustaba como a este tipo, Rudy.
— No, en ese tiempo yo estaba muy mal, tú lo sabes, Silphy.
— Mmm, eso espero.
— Ya deja de mirarlos así, Silphy.
— Pero mira cómo Su Majestad mete sus manos entre las piernas de Rudy y la cara de perversión que pone.
— Es la misma Ariel, sabes cómo es ella.
— ¿Cómo es que ella no se enamoró de ese Rudy?
— No lo sé, pero acá, como contó Silphy, las cosas pasaron distinto.
— Le voy a preguntar.
— ¡Estás loca! Es la reina, Silphy.
— Sigue siendo mi amiga.
— No lo es, es la amiga de la Silphy de este mundo .
— Si es igual, te aseguro que querrá decírmelo.
— Dios, amor, ya quiero regresar . Estando aquí has mostrado tu peor cara, amor.
— Ya cállate, dijo Silphy alterna enojada .
— Bien, ya llegamos — dije bajándome de Homero Simpson mientras ayudaban a bajar a Nana y Ariel.
— ¿Y qué hacemos? — dijo el otro Rúdeus.
— Roxy, ¿recuerdas cuando me hice santo de agua? — le dije.
— No, porque yo no te conozco — me dijo.
— Ah, claro, eeeh… casi mataste a Caravaggio, ¿cierto?
— Eeeh… sí — dijo agachando la cabeza.
— Bueno, creen un domo y metan los caballos adentro, uno extra resistente, y Silphy y Rudeus den calor. Esto bajará la temperatura a -273 grados bajo cero y va a generar mucha electricidad. Nana, Ariel, manténganse cerca de ellos y no me miren directamente, y no se asusten cuando me vuelva eléctrico; es en realidad una especie de aura de batalla extra.
— Está bien — dijeron todos.
— Bien — dije alejándome unos cientos de metros mientras concentraba mana y sacaba la espada que me regaló Ariel. De pronto, electricidad empezó a recorrer mi cuerpo y empecé a elevarme mientras el cielo se ponía negro y un aura eléctrica empezaba a envolverme.
— Rudy, ¿qué es esto? — dijo Roxy asustada.
— Es magia divina de agua.
— ¡Está loco! Eso destruirá el continente central.
— No lo hará — dijo Eris—. Esa técnica comprime el hechizo para un ataque a un enemigo; no será tan destructivo como si hiciera ese hechizo a su máximo poder.
— Pero es aterrador — dijo Silphy.
—Si y Está haciendo frío — dijo Ariel.
— Silphy, crea aire caliente — le ordenó Rúdeus, que miraba impactado.
De pronto se escuchó un eco en el aire que gritaba:
—5 técnica secreta del Dios del Cauce, espada del Dios del Agua.
Y un gran estruendo se escuchó mientras plasma salía a la velocidad de la luz cortando una gran grieta y congelando todo mientras rayos caían por todos lados y se producía un fuerte terremoto.
Las chicas se tapaban los oídos y cerraban los ojos; solo Rudeus y Eris miraban impactados.
De pronto, cuando el último rayo cayó, el cielo se limpió nuevamente.
Ahí estaba el Dios del Cauce de pie con su espada en la mano mientras aún se escuchaban truenos en la estratosfera.
— Demonios, eso debió causar pánico en la Sharia — dije sonriendo y mirando hacia atrás, donde Eris, alterna, tenía una gran sonrisa.
— Están bien — dije, llegando al refugio.
— ¿Qué fue eso? — dijo Roxy.
— La quinta técnica de Reidar, le dije.
— ¿Con eso derrotas tú al Dios del Norte? — me preguntó Eris.
— Sí, lo dejé como Obi-Wan dejó a Anakin en el Episodio III.
— ¿De qué demonios estás hablando? — me dijo Silphy.
— Oh, no le hagas caso al nerd de mi esposo — dijo Nana—. Eso fue aterrador, Rudy, me asusté — me dijo.
— Ya, tranquilita — dije, agarrándole el culito mientras ella daba un saltito.
— Ja, viste — le dijo Rúdeus alterno a su Eris, apuntándome.
— Eso fue muy excitante, amor — dijo Ariel, saltando sobre mí y tirándome al suelo mientras me daba un furioso beso.
— Ya basta, Majestad — dijo Silphy muy molesta.
— ¿Por qué te enojas? Este es mi Rudy, no el tuyo — le dijo Ariel con una sonrisa burlona.
— Será mejor regresar a casa — dije, poniéndome de pie—. Bien, desmantelen los domos y regresemos.
Cuando lo hicimos, frente a nosotros estaba Orsted.
— ¿Qué significa esto, Rudeus Greyrat? — dijo, mirándonos con sospecha.
— ¡AAAGH! ¡Con un demonio, Orsted! Deja de aparecer así, casi me matas del susto — le dije.