Lucy del futuro

Me llamo Lucy Greyrat, y no recuerdo a mi mamá biológica. Papá, mi abuelito Paul, mi abuelita Lilia y mis tías Norm y Aisha me decían que era muy hermosa, que me parezco a ella.

Ella creció con papá, y eran como hermanos, y en esa época tenía el pelo verde. Ahí conoció también a mami Roxy; a ella tampoco la conocí; falleció antes que mami Silphy. Abuelito Paul dice que papá también murió ese día y entró en una profunda depresión.

Yo, al principio, odiaba a mi madre biológica porque, en vez de apoyar a papá, decidió irse con esa estúpida princesa, y eso le costó la vida y nos dejó a papá y a mí solos. Pero papá me explicó que eso fue culpa de él. Si bien la perdoné, no creo que papá tuviera la culpa de que ella nos abandonara. Por lo que me contaron tía Aisha y tía Eris, papá estaba muy triste por la muerte de mami Roxy .

Tal vez mami Silphy pensó que papá no la amaba, pero ella estaba equivocada. Cuando ella murió en Asúra, papá cambió para siempre, o al menos eso me dijo mi mamá.

Cuando les hablo de mamá, me refiero a la mujer que me crió, se llama Nanahoshi, y me cría desde que soy una bebé. Ella es hermosa, pelo negro, hermosa sonrisa y ojitos rasgados , no envejece y quiere mucho a mi papi. De hecho, tía Norm me dijo que desde que papi se casó con mamá, ha vuelto a ser la persona amable que era antes de que murieran mis madres.

Aun así, papi siempre me lleva al cementerio a visitar a mami Silphy y mami Roxy. Papi siempre se pone a llorar frente a sus tumbas y me abraza; eso me pone muy triste. Papi es muy bueno conmigo; él y mami me aman mucho.

Cuando cumplí 5 años, papá me regaló una varita y mi abuelito Paul, una espada. Además de los regalos de mamá, mis abuelas y mis tías.

Ese día papá me abrazó y se puso a llorar cuando estuvimos solos. Él siempre llora mucho; siempre que me ve, por alguna razón, me acaricia el cabello y me sonríe.

Cuando cumplí 7 años, papá me inscribió en la Universidad de Ranoa, donde me enviaron a una clase especial, así que tenía mucho tiempo libre, el cual aprovechaba para practicar esgrima. Estaba en eso cuando una mujer pelirroja se me acercó.

—"¿Tú eres Lucy Greyrat, cierto?"

—"Sí, ¿y quién es usted, señorita?"

—"Me llamo Eris Greyrat."

—"¿Somos familia?"

—"Sí, familiares lejanos. Veo que tu postura está un poco mal."

—"De hecho, no. Es el estilo del Dios del Norte. Mi papá es un rey del Norte."

—"Ya lo sé. Yo y tu papá nos conocemos desde niños; él fue mi maestro de magia."

—"¿En serio? A mí me enseña magia en silencio. Él y yo somos los únicos que podemos hacerlo, bueno, también mamá Silphy, pero ella murió cuando yo era pequeña. Nunca la conocí."

—"Lo siento, pero no eres la única maga silenciosa. Mira", dijo lanzando una bola de fuego en silencio.

—"¡Vaya! ¡Es usted genial, señorita!"

—"Solo dime Eris. Oye, Lucy, ¿te gustaría que te enseñe el estilo del Dios del Filo? Soy una reina del filo."

—"¿Qué? ¡En serio! ¡Genial! Le diré a papá."

—"No se lo digas. Tu papá y yo estamos enojados y no nos hablamos; él no te dejaría verme ."

—"Ya veo. ¿Se odian?"

—"Tuvimos un malentendido cuando éramos jóvenes, y yo lo arruiné. Yo amo mucho a tu papá, pero él está enojado conmigo. Te lo contaré cuando seas mayor."

—"Bien, entonces entrenemos."

Y así, la tía Eris empezó a enseñarme en mis ratos libres después de la universidad. Ella era ruda, pero también cariñosa conmigo; siempre me sonreía con melancolía y me acariciaba el cabello. A veces traía pasteles y comíamos entre entrenamientos. Ella siempre me decía que yo le recordaba a papá cuando eran niños.

—"¿Cómo era papá de niño, tía Eris?"

—"Era muy talentoso. Él me salvó de unos secuestradores. Te diré un secreto: ese día me enamoré de tu papá. Después de eso, fuimos teletrasportados al Continente Demoníaco y pasamos tres años regresando junto a Ruidjerd."

—"Papá siempre me habla de Ruidjerd, pero nunca te menciona, tía."

—"Lo sé. Yo le rompí el corazón a tu papá, pero no tenía esa intención; solo quería hacerme fuerte como él, y no medí mis actos."

—"¿Tú aún amas a papá, Tía Eris ?"

—"Claro que sí, pero él está enamorado de tu mamá."

—"¿Y por qué no se lo dices? Papá tenía dos esposas antes, mamá Silphy y mamá Roxy. Si hablas con él, podrías ser mi mamá, tía Eris."

—"Creo que ya es tarde para mí, mi niña", dijo Eris acariciándole el cabello. —"Bien, mucha cháchara. ¡Vamos a entrenar!", dijo Eris poniéndose de pie.

Cuando cumplí diez años, papá me regaló el báculo de mamá Blanca, que había sido su regalo de bodas. A los quince, me dio las sortijas de matrimonio de él y de mis madres, las cuales colgué en mi cuello.

—Toma, hija, esto es para ti.

—¿Qué es, papá?

—Son mis collares.

—Pero, papá, no puedo aceptarlos (…)

—Me los regalaron tus madres cuando yo era niño. Creo que ellas hubieran querido que tú los llevaras, mi amor.

—¿Cómo era mamá Roxy?

—Era hermosa, una mujer de pelo azul como el cielo y ojos dormilones, también azules, como el cielo del mediodía.

—Mamá me habló de ellas. Dice que mamá Roxy y mamá Silphy eran hermosas.

—Así es, mi amor. A Roxy me la arrebató ese maldito síndrome, y a Silphy, esa maldita guerra. Pero, ¿sabes? Puedo ver algo de ellas en ti.

—Pero mamá Roxy no era mi mamá biológica.

—Lo sé, pero ella te amaba como si tú hubieras estado en su vientre, igual que Nanahoshi. Creo que de Roxy heredaste tu fuerza de voluntad, mi amor.

—Gracias, papá —dije abrazándolo—. Por cierto, me gusta tu barba y tu corte de cabello.

—Je, je… gracias, mi amor.

—Y también le gusta a tía Eris.

—Lucy, te he dicho mil veces que no hables con esa mujer.

—¿Por qué? ¿Es malvada?

—No, no lo es, pero… prefiero no hablar de ella.

—Ella me ha estado entrenando durante siete años, papá.

—¿Ella… qué?

—Sí, en el estilo 'Dios de la Espada'.

—Ummmm… ya se me hacía raro que me lanzaras una espada del silencio casi a la velocidad de la espada de la luz. Papá y yo nunca pudimos llegar a Santos.

—Está enojado.

—Me desobedeciste, Lucy. Te dije que no hablaras con esa mujer… Bueno, ya eres una adulta. Ella no te hizo daño, ¿cierto?

—No, ella es muy cariñosa conmigo, me acaricia el cabello.

—¿Eris? ¿En serio? Vaya, eso es nuevo —dijo papá.

—Papá, ella me contó que aún te ama, y no sé… tal vez ustedes dos deberían…

—No, ella ya no significa nada para mí.

—¿Por qué nunca me hablaste de ella? Cuando me contaste de tu trabajo en Roa, me dijiste que trabajabas como mago para tu tío Saúrus, y que caíste solo al continente demoníaco. ¿Por qué me ocultaste que estás con tía Eris, papá? Creí que no tenías secretos conmigo.

—Siempre hay secretos, hija, cosas malas que hicimos y no queremos que los demás sepan .

—¿Hiciste algo malo a tía Eris, papá?

—No, la cuidé, fui su maestro, entrenamos juntos durante años y ella fue mi primer amor y mi primera novia; de hecho, nos íbamos a casar.

—Sí, ella me lo dijo, pero ¿por qué la odias tanto?

—Ella me abandonó, amor, y me rompió el corazón. Y cuando regresó fue el día que murió tu mamá Roxy, y cuando iba a rescatar a Silphy, ella se atravesó en mi camino. Yo no puedo perdonarla, lo siento.

—Pero ella me dijo que te ama, papá.

—Pero yo ya no la amo. Amo a Nanahoshi. Cuando todos me dejaron solo, cuando murieron tus madres, fue Nana quien siempre estuvo ahí para ti y para mí. Mejor no hablemos de eso, mi amor. Hoy es un día especial, vamos a bajar, tu mamá nos espera —dijo papá besando mi frente.

—Papá, habla con tía Eris. Ella llora cuando te recuerda y habla de cuando eran niños, por favor. Ella nunca quiso hacerte daño.

Papá se detuvo, pero no me miró.

—Yo ya perdoné a Eris hace mucho, hija, y no la odio. Siento haberle dicho eso, pero no puedo perdonarla, lo siento.

Pasaron algunos años y encontré trabajo como profesora en Ranoa. Seguí entrenando con tía Eris y el abuelo Paul. Sin embargo, un día mi mamá cayó enferma; era el síndrome del drenaje. Papá insistió en que era hora de regresar a su mundo, pero mamá se negó.

Cuando fuimos con Perugius, él dijo que Kishirika podría saber cómo mejorar el rendimiento del té de Sokas, y papá viajó al continente demoníaco. Sin embargo, Kishirika había muerto.

Mamá decidió que iba a morir. Sin embargo, papá, en contra de la voluntad de mamá, decidió llevarla con Perugius, donde sería dormida hasta que llegara el momento de regresar.

—No me hagas esto, Rudy. Quiero morir.

—Claro que no. Tú debes vivir y regresar Nana.

—Quiero pasar lo que me queda contigo y mi hija. Déjame hacer eso.

—Claro que no, amor. Debes vivir Nana, gracias por ayudarme cuando estaba en el suelo, gracias por ser el pilar de mi familia y gracias por criar a nuestra hija.

—Rudy, no me hagas esto, por favor.

—Lo siento, mi amor, pero tú debes vivir. Te amo.

—Lucy, hija, dile a tu papá que me deje morir, por favor.

—No, mamá. Papá tiene razón. Cuando despiertes, yo te regresaré a tu mundo y serás feliz.

—Ya fui feliz con ustedes.

—Te amo, mami —le dije abrazándola, y salí de ahí llorando.

Poco después llegó papá y me abrazó. Mi madre, si bien no había muerto, no volvería a hablar con ella.

Cuando regresamos a casa, papá me llevó a mi habitación.

—Lucy, empaca tus cosas. Irás a vivir con tus abuelos.

—Pero, papá, ¿qué vas a hacer? —dije mientras lo seguía y él sacaba sus espadas, dagas y armadura.

—No tienes que saberlo, mi amor. Estarás más segura allá.

—¿Qué vas a hacer, papi?

—Me visitó el hombre-dios. Él está detrás de la muerte de Kishirika. Voy a encontrar a ese bastardo y lo voy a matar. Ya te crié, y eres una adulta. Llegó el momento de acabar con ese maldito.

—No me puedes dejar sola, papá.

—Lucy, mi amor, ya estás grande. Cuida a tus abuelos.

—¿Qué vas a hacer?

—Voy a buscar al Dios Dragón y le preguntaré cómo debo matar a ese bastardo.

—Estás loco. Él trató de matarte cuando eras un niño. Tía Eris me contó de ello.

—El enemigo de mi enemigo es mi amigo. Esta casa será mi base de operaciones. Vendré cada cierto tiempo. Le diré a Zanoba, July y Ginger que tomen el mando de este lugar.

Y así, papá se fue.

Cuando tía Eris me preguntó por papá, ella rápidamente fue tras él. Esa sería la última vez que la vería.

Un año después, papá volvió, pero todo había salido mal. Traía el cuerpo de tía Eris; ella había muerto protegiéndolo. Lloré mucho ese día. Ella siempre amó a papá y nunca pudo volver a estar con él.

Cuando hablé con papá, me contó que se habían reconciliado hacía poco y que se habían pedido perdón. De hecho, papá pensaba regresar y casarse con tía Eris, pero ella lo desobedeció y lo siguió, y eso le costó la vida.

Y ahí papá empezó a vagar por el mundo; se había convertido en el Dios de la Muerte, quinta potencia mundial. También me enteré en ese tiempo que era fugitivo de Milis.

Un día, mientras papá se encontraba quién sabe dónde, escuchamos gritos provenientes de la casa de papá.

—Lucy, quédate aquí, protege a tus abuelas —dijo mi abuelito Paul mientras sacaba su espada y corría hacia la casa.

Fue un ataque de los Caballeros Expedicionarios de Milis. Quemaron la casa de papá y, con ella, a tio, Zanoba, tía Ginger y tía July, que estaban dentro. El abuelo llegó y mató a varios, pero resultó gravemente herido. Cuando papá llegó, apenas pudo salvarlo, pero tío , Zanoba y sus mujeres habían muerto carbonizados.

Nuevamente tuvimos un funeral. Papá enterró las cenizas en la tumba donde estaban mis madres y un tal Cliff, que era el mejor amigo de papá cuando era adolescente .

Luego de eso, papá nos envió con tía Norm, quien se había casado con un noble de Neris y pasó toda su fortuna y las patentes de sus inventos a mi nombre.

—Papá, no quiero irme —le dije abrazándolo.

—Lo siento, mi amor, pero si les pasa algo, moriría de pena. No digas quién es tu padre y no hables de mí.

Lucy, mi amor, cuida a mis padres y sé feliz. Cásate, busca un buen hombre y forma tu propia familia.

—No, papá, por favor —le dije entre lágrimas en el círculo de transporte que nos llevaba al Caos Breaker.

—Norm los espera. Compra una casa y no me vuelvas a escribir. Los autómatas te ayudarán con tus abuelos cuando lleguen a ancianos.

—Papá, no…

—Adiós, Lucy. Hazlo Almanfi —dijo papá, y nos transportamos al Caos Breaker.

Tía Norm nos recibió. Ella ya tenía una hija de unos 19 años llamada Christina , y vivimos en su casa unas semanas hasta que compré una casa y viví con mis abuelos casi veinte años. El primero en irse fue el abuelo Paul, a sus ochenta años; lo siguieron la abuela Zenith y, solo un mes después, la abuela Lilia.

Tía Aisha vino de Asúra para el funeral. Ella se había convertido en Santa del Norte y comandante de los Caballeros de Asura, y mano derecha del Rey Alfrus.

A veces me llegaban rumores de papá. El Dios de la Muerte tenía muy mala reputación. Sin embargo, hizo caer al Sagrado País de Milis y entregó al mundo entero los hechizos de curación de Santo al Emperador. Pasó por Neris por lo que supe, pero él no me visitó.

A pesar de ser muy rica, empecé a frecuentar la biblioteca, y ahí encontré a un elfo de mi edad, aunque era un poco bajo para ser un elfo y su cabello era negro. Un día empezamos a hablar, y así nos hicimos amigos.

—¿De dónde eres, Lucy?

—Soy de Ranoa, ¿y tú, Clive?

—Nací en Asúra, pero soy huérfano.

—Lo siento.

—O sea, conocí a mi madre, pero me abandonó cuando tenía diez años y me dejó muchos cristales qué me dieron un buen dinero. Ella Me abandonó cuando me inscribió en la escuela de magia de Asúra.

—Ya veo… lo siento. ¿Cómo se llama tu madre?

—No lo sé, nunca supe su nombre. Se hacía llamar Liz, pero no creo que se llamara así. Y mi padre… bueno, mamá dice que murió antes de nacer, peor nome hablo mucho de él, no se quien era.

—Lo siento, Clive.

—No te preocupes.

—Eso en tu cuello es un símbolo de Milis.

—Así es… espera, ¿a dónde vas, Lucy?

—Lo siento, no me junto con los hijos de puta de Milis. Odio a esos bastardos.

—No, no, no soy de Milis. Esto era de mi padre. Perdón, no quise ofenderte. Mamá me dijo que él era creyente ye Sri es lo único que me quedo de el.

—Oh, lo siento, perdón. Es que odio a los Milis.

—Creí que tu abuela y tu tía lo eran.

—Sí, lo son, pero odio esa religión.

—¿Ya veo? ¿Por qué?

—Los Expedicionarios asesinaron a mis tíos y casi matan a mi abuelito.

—Ya veo… Oye, Lucy, ¿puedo preguntar algo?

—Sí, dime.

—Ese collar en tu cuello tiene el símbolo del Dios de la Muerte.

—Era de mi padre.

—¿Cómo se llama tu padre?

—Rúdeus Greyrat.

—¿Qué? ¿El Dios de la Muerte? ¿El hombre que puso de rodillas a Milis? ¿Ese es tu papá?

—Shhh… es un secreto. Si alguien lo sabe, las órdenes de Milis podrían venir por nosotros.

—Jajaja… lo dudo. Tu padre puso de rodillas a ese país. Las órdenes volvieron al continente de Milis.

Y así empecé, poco a poco, una relación con Clive. Él tomó mi apellido cuando nos casamos, al no tener familia. Nos dedicamos a investigar sobre el síndrome de petrificacion, y un día, buscando entre textos de hace dos mil años, descubrí algo horrible: ese síndrome solo afecta a embarazadas. Y ahí caí en la silla, tomándome la cabeza.

—Lucy, esto quiere decir que tu madre…

—Sí, ella esperaba a mi hermano o hermana cuando le arrebataron la vida, dije tomándome la cabeza .

—Lo siento mucho, amor. ¿Tu papá lo sabe?

—No lo creo. No veo a papá hace treinta años. Él decidió que nos separáramos para protegerme.

—Lo siento, amor.

—Ufff, sabes, Clive, quiero ser madre. Ya tengo casi cincuenta años, y si bien me veo de veinticinco, sigo siendo más humana que elfa. Quiero ser madre, dejemos esto y dediquemosnos a formar una familia .

—Me encantaría —dijo Clive.

—Pero antes, acompáñame al Monumento de las Grandes Potencias. Iré a ver a mamá. Quiero contarle de nosotros.

—¿Puedo ir?

—Le pediré permiso a Perugius para la próxima vez, amor, pero el es muy desconfiado .

Y así me dirigí al Caos Breaker, donde vi a mamá dormida como una princesa.

—Hola, mamita, te ves tan hermosa como recuerdo. Quería decirte que me casé y planeo tener un bebé. Te extraño mucho a ti y a papá.

Él se llama Clive, es un elfo, o medio elfo, ni él lo sabe, es un huérfano. Desearía que estés conmigo, mamá, y conozcas a mis hijos cuando nazcan. Te amo.

Pero, cuando ya me iba, me topé con papá. Él ya era viejo.

Lloré al verlo y lo abracé muy fuerte. Él, de hecho, había venido a ver a mamá.

Hablamos y me contó lo que había estado haciendo, pero no había tenido éxito.

Le conté lo que averigüé de mamá Roxy, y eso lo puso mal. Sentí como si hubiera envejecido diez años después de decirle eso.

Antes de irme, él me pasó sus armas y me pidió entregar un anillo de hueso al futuro Dios de la Muerte.

Me despedí de él con lágrimas en los ojos.

Cuando llegué de regreso, Clive me esperaba con los caballos.

—¿Estás bien, amor? ¿Y esas armas?

—Son de papá. Me las dio.

—¿Del Dios de la Muerte?

—No lo llames así. Está devastado por lo de mamá Roxy.

—Lo siento, amor.

—Me dio este anillo. Dijo que si alguna vez aparece el nuevo Dios de la Muerte, debería dárselo, y que es para matar a Vita.

—¿Y quién es Vita?

—No tengo idea.

Esa noche, mientras dormía, escuché un ruido. Cuando desperté y miramos por la ventana, vimos cómo todo se desmoronaba y vi todo negro.

De pronto, vi una luz. Cuando abrí los ojos, era un bebé, y frente a mí estaban mi papá, muy joven, de unos dieciséis años, una elfa de pelo blanco y una chica joven de pelo azul y ojos dormilones. Eran mis padres cuando jóvenes.

No alcancé a darme cuenta de qué pasaba cuando mi conciencia se desvaneció y empecé a perder mis recuerdos, y sentí cómo mi alma se fusionaba y era absorbida por otra conciencia mientras olvidaba quién era.