—Rúdeus me ha pedido decirles que vendrá con toda su familia en unas semanas de vacaciones al continente Milis, y planea visitarlos para que conozcan a vuestros bisnietos, Conde y Condesa Latreia— les dijo Cliff.
—¿Y dónde se hospedarán? —preguntó Claire.
—Bueno, en un hotel, la sede mercenaria y yo ofrecí mi casa también, es una gran comitiva, también viene el Dios dle Norte .
—Eso es inaudito, que se hospeden en nuestra cas a —dijo Carlise.
—Rúdeus no quiere molestar, son una gran comitiva como ya le dije , además aprovechará para entablar relaciones diplomáticas con elfos, enanos y hobbit, les dijo Cliff .
—Nuestra mansión es grande, dijo Claire .
—Eeeh, no sé cómo decirles esto Condes , pero Su Majestad Ariel viene de incógnito, pero esto debe ser un secreto, ¿entienden? .
—¿Qué? ¿Por qué viene con ella? Preguntó Carlise sorprendido.
—Pues se tomará unas vacaciones de sus obligaciones reales, además viene con los príncipes.
—Padre Grimoire , sea sincero conmigo, ¿la Reina y mi nieto son, ya sabe …?
—No puedo decirle eso , lo siento condesa .
—Ella está con mi nieto, ¿cierto? —dijo Claire.
—Eeeh, uuf, eeeh bueno, verá, Rúdeus no es creyente y, bueno, la verdad, a mí no me gusta preguntarle sobre su vida privada y… verá…
—¿Los hijos son de Rúdeus, cierto padre Grimoire ? Le dijo Carlise.
—Sí, sin ninguna duda.
—Ya veo, bueno, no me importa, en ese caso que se alojen en nuestra casa. Dígale que tomaré como un insulto a la familia Latreia que no se quede con nosotros.
—Está bien, Condesa —dijo Cliff, quien esa tarde le escribió a su amigo.
Mientras tanto, en la Sharia…
—Yo, no quiero ir —dijo Paul.
—Yo tampoco —dijo Aisha.
—Yo menos —dijo Norn.
—Hay, por el amor de Dios, ¡vamos! Ella quiere verlos, bueno, a ti no, papá, pero a ustedes dos sí, les dije .
—Claro que no, me va a cuestionar por qué no me he casado —dijo Aisha.
—Y a mí, por qué me casé con un superd —dijo Norn.
—Yo no quiero ver a la vieja cara de serpiente —dijo Paul.
—Se comportan como unos niños. Ella se ofreció a alojarnos, además, papá, Aisha pueden quedarse en un hotel, les dije .
—Podemos quedarnos en la sede mercenaria de Milis, Aisha —le dijo Alek.
—Uuf, tú no la conoces Alek, la Abuelita Claire es maligna .
—Vamos, por favor. Quiero ir al Gran Bosque y a los laberintos dijo Alek .
—Uuf, está bien, iré —dijo Aisha.
—¿Van a ir a los laberintos? Preguntó Paul
—No, papá, pero quiero contactarme con Tallhand para hablar con el Dios Metal, le dije.
—Mmm, me gustaría hablar con el Traga Sables, además, también quiero ver los laberintos —dijo Paul.
—Yo no iré —dijo Norn.
—Ve, Norn. Tu abuela está anciana, llegará el día que no podrás verla, le dijo Ruidjerd .
—Prefiero quedarme contigo y Lucelia.
—Yo la cuidaré, ella estará bien. Ve a ver a tu familia, la familia es importante —le dijo Ruidjerd .
—Bien, pero solo saludaré y regresaré.
—Tómate tu tiempo, ve con tus padres, diviértete, eres una humana, sus vidas son cortas, debes disfrutarla, le dijo el Superd.
—Deja de decirme eso —le dijo Norn, algo molesta por ese comentario.
—Oye, Alek. ¿Me amarás cuando sea viejita? —le dijo Aisha.
—Claro, amor. Papá amó a mamá hasta que ella era anciana y la cuidó hasta sus últimos días, haré lo mismo contigo.
(Podía ver a los ángeles con el culo al aire revoloteando entre esos dos.)
—Bien, viajaremos en dos semanas —dije.
También nos acompañarán Elinalise y Clive, aunque ellos se quedarán con Cliff.
Esas semanas, Ariel envió mucho equipaje: ropa de gala, ropa de salida, ropa de aventurera y ropa para los niños, además de regalos para mis abuelos. A todo esto, también llevaba varios regalos a los viejos, sobre todo cosas que invocamos del mundo de Nana, como café, chocolates, té y pieles, algo muy lujoso en Milis. Además de otras cosas, pero después les diré, porque en ese momento en que empacaba los regalos, miré a Lara, que se paseaba hurgandose la nariz y rascándose el trasero.
—Oye, hija, no vayas a hacer eso delante de bisabuela, ¿entiendes?, le dije.
—¿Por qué es mala?
—No, pero ella es muy rígida. ¿Por qué no le pides a Mamá Blanca que te enseñe los saludos al estilo Milis? Le sugerí.
—Ya lo hizo. La lambiscona de Lucy estaba practicando.
—Vamos, hija, puedes hacerlo, por favor.
—Mmm, me aburre burp —dijo tirándose un eructo mientras seguía caminando.
(No sé por qué presiento que esa niña me terminará matando, pensé.)
En eso, Ars pasó corriendo con una espada.
—Oye, oye, oye, nada de tonterías cuando estemos con tus bisabuelos, ¿entendiste?Le dije.
—Ya lo sé, Mamá Roja me advirtió que si no me portaba bien me daría palmadas en el trasero.
—Uuf, bien.
—También le dijo a Lara, pero Lara no le hizo caso y se tiró un pedo, me dijo .
—¿Y qué pasó? —pregunté.
—Mamá Roja la persiguió roja de ira, la atrapó y le dio unas nalgadas.
(Dios, esa niña no le teme ni al diablo. Uuum, creo que tal vez Lara le copia a Eris sus actitudes, pensé.)
—Bien, nada de travesuras en Millishion, ¿está claro? Le dije.
—Sí, papá.
—El día del viaje, Ariel llegó con los niños; ellos se veían realmente entusiasmados.
—Estamos listos, Rudy —me dijo con una sonrisa mientras sostenía a Sariel y Edward la tomaba de la mano.
—Seremos una gran comitiva. Además, enviaste equipaje para un año —le dije.
—Es verano en el hemisferio sur, dicen que en Milishion hace calor, así que llevo ropa ligera para mí y los niños, y regalos para los abuelitos.
—No les digas así, por favor, Ariel. ¡Estoy asustado! Y bastante nervioso cuando me vean llegar con 5 esposas.
—¿Tú asustado de unos ancianos Rudy ?
—Uuf, Claire Latreia es una dama Milis, y nuestro… poligámico amor podría hacerla… ¿no sé?, volver loca a la vieja, le dije .
—Hey, papá, no llames así a tu abuelita —me regaño Edward.
—Lo siento, hijo. Además, me preocupa Lara; ella se porta tan mal. Uuf, bien, olvidemos eso. Fue Ella pidió conocer a los niños —me dije para calmarme .
—Una vez listos, partimos en una gran comitiva. Zanoba se encargaría de cuidar nuestras casas y las automata se quedarían en casa cuidando y manteniendo el orden , además de Ruidjerd, que se quedaría en la Sharia con Lucelia.
Una vez en la cabaña, Orsted me dio algunos consejos de cómo lidiar con el Dios metal, los Hobbits y los elfos.
Una vez transportados a Millishion, en la sede mercenaria nos esperaba Cliff, quien, antes de saludarnos, abrazó a Elinalise y a su hijo.
—Bien, ¿quién se quedará con nosotros? —preguntó Cliff.
—No te preocupes, Cliff. Nos quedaremos con los Latreia, y papá, Aisha y Alek se quedarán acá —le dije.
—Tu abuela está dispuesta a recibirlos a todos, me dijo Cliff, ella no estará contenta con esto.
—No será mejor que no, papá no se lleva bien con ella, le dije .
—Bien, bueno, suerte. Ya sabes dónde encontrarme, me dijo Cliff.
—Bien, consígueme una audiencia con Su Santidad y la Bendita. Les traigo algunos presentes, y también con el regordete del cardenal —le dije.
—Estarán felices de verte, salvo el cardenal, jaja. Nos vemos… ¡bienvenidos a la ciudad más bella del mundo! —nos dijo con orgullo.
—Afuera nos esperaban tres carruajes. Papá y Alek decidieron quedarse en la sede mercenaria, aunque Aisha fue con nosotros, obligada por Lilia, a la cual no la hacía reír ni un ejército de payasos; estaba muy seria.
—¿Todo bien, mamá Lilia? —le pregunté .
—Sí, todo bien joven amo.
—Te ves nerviosa. No te preocupes, no permitiré que Claire te trate mal.
—No estoy nerviosa por mi joven amo —dijo mirando a Roxy, Lara y Lily.
—Tranquila, ella dijo que ahora es del bando integrador —le dije—. Para mí mismo, pensaba lo mismo que ella.
—Abuelita Zenith dice que no se preocupen —nos dijo Lara.
—Uuf, eso espero, le dije .
—Lara deja se sacar la cabeza por la ventana —le dijo Roxy.
—Es que es muy lindo, mami azul —decía Lara con una gran sonrisa mirando la ciudad.
—¿Quiero pasear por la ciudad! ¿Para qué son esas torres enormes ? —preguntó Ars.
—Son para aplacar la crecida de los ríos y los lago durante la temporada de lluvias en el gran bosque, hijos. Son instrumentos mágicos —les explicó Roxy.
—Tú eres la más lista, mami azul —le dijo Ars, provocando el orgullo de Roxy.
—¿Todo bien, Nana? —le pregunté ya que iba muy callada.
—Sí, amor. Es que me pone nerviosa conocer a tus abuelos. Tal vez debí quedarme con mi suegro y Alek, o ir con Elinalise y Cliff me dijo.
—Ya, tranquila. Verás que te recibirán bien.
—Eso espero. Esta ciudad es hermosa, me recuerda a Europa, a Venecia, dijo Nana.
—Venecia olía a mierda y orina —le dije.
—¿Cómo puedes saber eso ? Tú nunca fuiste a Europa, Rúdeus.
—No, nunca fui. Pero varias personas que fueron me dijeron eso, que los canales olían mal, sobre todo cuando baja la marea.
—Aquí no huele mal, es hermoso y la ciudad tiene un clima fresco, me encanta —dijo.
—Sí, me recuerda a una ciudad europea. Me da la sensación de que estoy en España o Italia —le dije.
—¿Las ciudades de tu mundo son así, papi?
—Eeh, parecidas, Lara. Pero papi venía de otro continente. Había edificios así, pero no tantos, y donde vivía era una ciudad pequeña, le expliqué.
—De qué hablas, era del tamaño de la Sharia, y la ciudad capital de tu país era gigantesca —me dijo Roxy.
—Sí, pero no es tan bella como esta ciudad. Milishion es una ciudad hermosa, le dije. Por cuerno nada de hablar qué papá recuerda otra vida esta claro, Lara, Ars.
—Relajate, Rudy, —me dijo Lara, provocando que Roxy le diera un coscorrón.
—"Papi, tengo hambre" —dijo Chris.
—Ya llegaremos, amor. Comerás allá —le dije.
—Bueno, papi, te quiero —dijo abrazándome.
—Yo lo quiero más —dijo Sariel saltando en mis brazos y poniéndose a pelear con Chris .
—Ya no peleen ustedes dos y compórtense con la Abuelita Claire. ¿Está claro?
—Sí, papá.
—¿Y tú qué haces acá, Sariel? No debías ir con Ariel, Silphy, Aisha, Norn y los niños en el otro carruaje.
—Ella se puso a llorar cuando te subiste al carruaje, Rudy, así que Ariel la envió con nosotros — me dijo Eris.
—Dios, bien. Llegaremos pronto, nada de peleas por favor .
—Te ves tenso, Rudy —me dijo Roxy.
—Sí, bueno, Claire es algo… eeh, enchapada a la antigua —dije.
Mamá se acercó a mí y me acarició el cabello.
—Abuelita dice que no te preocupes —dijo Lara, quien junto a Leo miraba hacia la ciudad .
—Bien, ya llegamos —dije cuando los tres carruajes se detuvieron fuera de la mansión Latreia.
—Nana, ¿viste Shrek 2 cuando Shrek y Fiona llegan a Muy Muy Lejano? Le dije.
—¿Sí? ¿Por qué me preguntas eso, Rudy?
—Porque ahora sé lo que sintió el ogro cuando estaba en la entrada del castillo —le dije.
— Ese Shrek no se parece en nada a un ogro — me dijo Eris.
— Porque nadie en nuestro antiguo mundo nunca había visto un ogro de verdad, Eris, además es una película cómica deja de fastidiar — le dije .
— Me gustaba el gato, era tierno — dijo Roxy .
—¿En que momento vieron esa película? , les dije.
—Cuando te encerraste con Silphy, cuando quería ver tu antiguo yo, y estábamos empezando a ver Star war cuando llegaron tus amigos, el flaco y el feo, me dijo Eris.
— Porque nunca me mostraste eso — dijo Ariel.
— Porque... — dije mirando a mis hijos que me miraban con atención —. Porque tú lo sabes muy bien — dije abriéndoles los ojos.
— Señor Greyrat — dijo de pronto el mayordomo —, qué gusto verlo aquí, con su familia y mi señora Zenith. ¿Dónde está el señor Paul?
— Él prefirió quedarse en un hotel, lo siento Claude. Ustedes saben que la relación de mi padre y la abuela es tensa, le dije .
— Claro, mi señor. Por favor, pase. La condesa Latreia los espera.
— ¿Dónde está el conde? — pregunté.
— Mi señor Carlise está en la comandancia en su turno . Él llegará en unos días, me dijo.
— Ya veo — dije mientras nos hacían pasar y los mayordomos entraban nuestro abultado equipaje. Cuando entramos, mamá tomó rumbo sola a su antigua habitación seguida por Lilia.
— Mamá, espera — le dije.
— No se preocupe, general. La condesa ordenó que la dama Zenith haga lo que quiera mientras esté aquí, me dijo Claude.
— Ya veo(...) eso es raro — pensé.
— Por favor, pasen — dijo, guiándonos a una gran sala donde encontramos a Claire sentada tomando el té. Cuando nos vio, nos regaló una genuina sonrisa, lo cual también fue raro.
— Rúdeus, qué gusto que hayas venido aquí con tu familia, estuve esperando este momento por años — nos dijo Claire.
— Gusto en verla, abuela — respondí dándole un saludo noble Asurano.
— Sí, lamento que el señor de la casa no esté. Pido disculpas por ello, así que los recibiré yo. Soy la Condesa Claire Latreia, es un gusto — dijo tomando un bastón y poniéndose de pie.
— ¿Está bien, abuela? — pregunté.
— Oh, tranquilo, ya estoy vieja, es solo eso — respondió.
— Puedo curarla — me ofrecí.
— Estamos en Milis, Rúdeus. Ya me habrían curado — me dijo.
— Ya veo, lo siento — dije.
— No te preocupes, mucho gusto a todos. Había querido conocerlos desde hace mucho tiempo— dijo Claire mirando en especial a los niños .
— Déjame presentarte, abuela. A ella ya la conoces: es Silphiette Greyrat, mi esposa — dije mientras Silphy hacía una elegante reverencia al estilo de Milis—. Ella es Roxy Greyrat mi esposa .
— Mucho gusto, Condesa — dijo Roxy haciendo un saludo Milis.
— Roxy es una demonio Migurd. Se ve joven, pero es la mayor de todas.
Ella es Eris, ya la conocías — dije mientras Eris hacía una extraña reverencia—.
Ella es Nanahoshi Greyrat, mi esposa también, —dije dándole una tonta sonrisa, como si fuera un niño que hice algo malo .
— Es un gusto, Condesa — dijo Nanahoshi haciendo una reverencia al estilo de Milis.
— Qué nombre tan interesante, y esas facciones de vuestro rostro (…) jamás las he visto, y su hermoso cabello negro(…) es algo muy poco común, ademas su acento jamás lo había escuchado . Dígame, ¿es usted de Begarit? — preguntó Claire.
— No, Condesa. Eeeh… sonará algo descabellado, pero yo… eeeh… vengo de otro mundo — respondió Nana.
— ¿Otro mundo? — exclamó Claire.
— Te lo explicaré después, abuela. Es algo complicado — dije.
— Ya veo — dijo Claire mirando con curiosidad a Nana.
— Y ella es… bueno, ella es Ariel Anemoi Asúra, la soberana del Asúra . Viene de incógnito. Por favor, preséntala a a la servidumbre como Kleene Greyrat mientras estamos aquí, abuela — le pedí a Claire.
Ariel dio un paso adelante e hizo una elegante reverencia al estilo de Milis.
— Por favor, discúlpeme, Condesa. La última vez que estuve aquí, debí mentir sobre mi identidad — dijo Ariel, no lo tomeis como un insulto, espero que vuestro corazón, entienda mis motivos.
— Oh, por favor, no haga eso. Soy yo quien debe hacer una reverencia ante usted majestad — dijo Claire haciendo una elegante reverencia.
— Por favor, no, Condesa. Estos días soy solo su humilde invitada — le dijo Ariel.
Claire se quedó sin palabras, impresionada por la elegancia de Ariel, pero le dio una leve reverencia y una sonrisa .
— Y ellos son(…) — preguntó Claire mirando a los niños .
— Déjame presentarte a mis hijos. A ella ya las conoces: es Lucy, la mayor — dije mientras Lucy hacía una reverencia y un elegante saludo—. Ella es Lara, mi segunda hija mayor.
— Mucho gusto — dijo Lara bostezando mientras Claire alzaba una ceja.
Mientras Claire la miraba, Lara empezó a hurgarse la nariz, y sentí como la Mierda baja por mis tripas rumbo a mi culo ¡Maldita niña! Fue lo que más le pedí que no hiciera. Roxy la miraba pálida y con unos ojos llenos de ira .
— Eeeh… ellos son Ars y Siegh — dije mientras los niños hacían una reverencia y saludaban a Claire—. Él es Edward Anemoi Asúra, primer príncipe de Asura, pero aquí se hará llamar Teddy Greyrat.
— Es un gusto, Condesa — dijo Edward haciendo una reverencia. Claire le sonrió, para luego mirarme a mí, hacer un gesto con la cabeza y darme una mirada severa.
— Y ellas son las más pequeñas: Christina, Lily y Sariel — dije. Las niñas, de poco más de dos años, hicieron un gesto con las manos, salvo Sariel y Christina, que hicieron una reverencia, mientras Lily miraba impresionada el lugar.
— Es un gusto conocerlos. Veo que viniste con Aisha y Norn. Han pasado años — comentó Claire.
— Así es, abuela — dijo Norn, y Aisha hizo una reverencia.
— ¿Dónde está Paul? — preguntó Claire.
— Él se quedó en una posada. Como general de Orsted, está supervisando la sede de mercenarios junto con el Dios del Norte, Kalman III — respondí.
— ¿El Dios del Norte? , ¿y por qué no vinieron? — preguntó Claire.
— Kalman dijo que carece del roce social para presentarse correctamente — le dije—. Y papá… bueno, creo que sabes por qué no viene, abuela.
— Lo sé, pero me gustaría que vinieran. Es momento de limar viejas asperezas — dijo Claire.
— Se los haré saber, abuela lo prometo, le dije.
— Es un gusto. Por favor, siéntanse como en casa, acomódense y nos reuniremos pronto una vez que descansen de su viaje, si los niños tienen hambre no duden en pedirle a las sirvientas un refrigerio — nos dijo con una amable sonrisa.
Mientras los demás salían, ella me habló.
— Rúdeus, ¿podemos hablar a solas un minuto? — me preguntó.
— Claro — respondí mientras apretaba el esfinter, sospechando que quería hablar conmigo a solas para regañarme por mis esposas y por la actitud de Lara.
Ella me sirvió un té, mientras me acercaba a ella y ponía mi mano en su hombro.
— ¿Qué haces? — preguntó sorprendida.
— Soy el Dios del Cause, abuela, y discípulo de Perugius y el Dios Dragón — dije mientras le lanzaba magia de curación—. Regenero tus cartílagos; por eso sientes dolor de espalda y en tus rodillas.
— ¿Robaste hechizos de curación? — preguntó con incredulidad h algo enojada .
— Claro que no. Son hechizos de la raza dragón — respondí. — ¿Cómo te sientes, abuela?
Ella se puso de pie.
— Bastante bien. Eso que haces es peligroso. No puedes prolongar la vida de una persona — me advirtió.
— No lo hago, abuela. Solo regenero tus cartílagos. Es imposible rejuvenecer; no hay hechizo que haga eso —le expliqué.
— Ya veo. Gracias. Pero te hice quedar porque quiero hablar de algo contigo. — me dijo.
— Uuuf… escucha abuela , lo siento por Lara. Ella es(...) difícil y Leo el perro nonte preocupes, es una bestia guardiana qué proteja a la familia es muy dócil — dije.
—Debe haber sacado el carácter de Zenith. Deberías enseñarle mejor. Ella necesitará de esos valores cuando crezca y deba lidiar con gente como yo — respondió.
— Jaja, no sabía que tenías sentido del humor, abuela. Conmigo fuiste más… eeeh…..
— ¿Una desgraciada? — terminó la frase por mí.
— No quería decirlo así, pero.... Tu lo dijiste abuela.
— Jaja, son niños maravillosos, pero no quería hablarte de ellos. ¿Cómo es el marido de Norn? — cambió de tema.
— Es un demonio, abuela — respondí.
— Ya lo sé. ¿Por qué no vino? — insistió.
—Porque Es un demonio, abuela — repetí.
— Ya lo sé, no me lo repitas, no soy tonta. Me refiero a por qué la dejó venir sola — aclaró.
— Bueno, Norn no quería venir, y él le dijo que viniera y hiciera las paces contigo. Él se quedó en la Sharia cuidando a la bebé. Además, es un Superd, y la niña también. Causarían conmoción en Milis — expliqué.
— Ya veo. ¿La trata bien? — preguntó.
— Sí, él es un capitán de los guerreros Superd en el reino de Biheiril — respondí.
— Sí. Hace poco llegó la noticia de esa batalla. Así que luchaste contra el Dios de la Lucha. Eso no lo contaste. Tu abuelo está emocionado, y también Anise y Edgar. Ellos vendrán a verte, y también tus primos. Edgar está emocionado — dijo.
— Yo también quiero conocerlos — dije.
— Tu esposa demonio es muy educada y sabe su lugar — comentó.
— ¿A qué te refieres? —le pregunté.
— Se quedó un paso atrás de Silphiette. Ella sabe su lugar, lo mismo que la chica de cabello negro, y Eris… bueno, ella es una soldado. Los soldados son así.
Pensé que tu esposa demonio tendría con cuernos o con cara de insecto. Parece una humana, aunque se ve demasiado joven — me dijo.
— Jaja, de hecho, ella es la mayor, y le molesta que le digan jovencita. De hecho, tiene tu edad, abuela — dije.
— Ya veo. Tendré tino en ese caso. La chica de cabello negro es hermosa. ¿Cómo es eso de que es de otro mundo? — preguntó.
— Pues, verás… — le dije, explicándole su situación.
— Eso parece imposible de creer — dijo Claire.
— Pero lo es, abuela, y además no puede envejecer mientras esté aquí — añadí.
— Me gustaría hablar con ella sobre su mundo — dijo Claire.
— Jaja, bien, le diré, eña ella no le molesta hablar de eos. Con un permiso Iré a ver qué hacen — dije poniéndome de pie.
— No tan rápido. ¿Qué pasa entre tú y la Reina? — me preguntó.
— ¿Me vas a regañar cierto ? — pregunté con temor.
— Depende de si eres sincero conmigo o no — respondió.
— Me da miedo hablar de ello contigo, abuela — le confesé.
— ¿Por qué temes de una anciana ? — preguntó.
— Porque mamá siempre me golpea cuando sale el tema de Ariel, y no quiero que me agarres a bastonazos — respondí.
— Jajajaj, no haré eso. Soy tu abuela. Los abuelos malcriamos — dijo riendo.
— No hiciste eso con Aisha y Norn, abuela — le recordé.
— Sí, lo siento por ello. Por cierto, ¿Aisha se casó? — preguntó.
— No, es novia del Dios del Norte — respondí.
— ¿Y no se han casado? — preguntó.
— No, ella aún no quiere casarse — respondí.
— Uuuf… debería hacerlo mientras es joven, pero prometí no criticarlas y hacer las pases con ellas .
Escucha Te quiero hablar de Ariel. Ella es encantadora — dijo.
— Lo sé, abuela — respondí.
— Obviamente, los príncipes son mis bisnietos ¿no es así? — dijo.
— Lo son, abuela, pero por temas de política no llevan mi apellido, aunque si los reconocí y ayudo a criarlos, y ellos saben que soy su padre como viste. Pero nadie puede saberlo, y solo digo que son mis ahijados cuando a otras personas ajenos a la familia, ruego que guardes discreción — le expliqué.
— Entiendo eso nonte preocupes. La política puede ser muy sucia — dijo cerrando los ojos mientras limpiaba una lágrima.
— ¿Estás bien, abuela? — pregunté preocupado.
— Sí, solo recordé a Saula, mi hija, tu tía. Era un año mayor que Zenith. Murió en una intriga política. Por eso puedo entender a la Reina y no diré nada que ponga en peligro a mis bisnietos — me respondió.
— No te preocupes, los príncipes están bajo mi protección, así como toda mi familia — le aseguré.
— Bien, ahora voy a regañarte por tener cinco mujeres(…) uuuf, pero estoy muy vieja y cansada para ello, y tu eres asurano. Además, el Padre Grimoire me ha contado que siempre te regaña, y Zenith se la pasa dándote escarmiento — dijo con una sonrisa.
— Así es, abuela — respondí sonriendo también.
— Entonces, si no les haces caso a ellos, menos a esta vieja que apenas camina — dijo Claire sonriendo—. Qué bueno tenerte aquí Rúdeus . Ve a descansar, y hablaremos luego, iré a ver a Zenith — me dijo con una sonrisa poniéndose de pie .
— Te veo pronto, abuela — dije retirándome a una habitación.
Al otro día, mientras Rúdeus se reunía con la Niña Bendita y las chicas recorrían la ciudad con los niños menores, Rúdeus estaba en la catedral en la sala donde la niña bendita recibe visitas , y los niños paseaban por los jardines.
— Esta catedral es maravillosa — decía Lucy mirando hacia la cúpula junto con Ars, Lara y Siegh bajo la supervision de Aisha y Leo .
— Lo es, fue fundada por San Milis en persona — le decía Ghost, uno de los guardianes de Anastasia qué les hacía el tour .
— ¡Qué hermoso! Pero… ¿dónde está papá? Se fue hace mucho — preguntó Lucy.
— Está en una reunión con la Niña Bendita, y el padre Grimoire, va a demorar un tiempo — respondió Ghost.
— ¿Podría ir a verla? — dijo Lucy.
— ¿Eres seguidora de Milis? — preguntó Ghost.
— Sí, como mi abuelita y bisabuelita Claire — respondió Lucy.
— ¿Eres nieta del Comandante Latreia? — preguntó Ghost, sorprendido.
— Así es — confirmó Lucy.
— Bien, ¿puedo llevarla? — le preguntó Ghost a Aisha .
— Está bien — dijo Aisha.
Pero lo que no se dieron cuenta es que los otros chicos aprovecharon esa situación para escaparse.
— ¡Estás loco, Ars! ¿Qué crees que haces? — le dijo Lara que lo perseguía .
— Quiero ir a ver esa torre que vimos ayer. Estoy aburrido, papá lleva mucho rato con esa tal Bendita — respondió Ars.
— No puedes ir solo — le dijo Lara.
— Yo puedo, hermana. Puedo cuidarme solo — le dijo Ars.
— ¿Adónde van? Si salimos, mamá roja se va a enojar — dijo Siegh.
— No puedo dejarte ir solo, hay que decirle a la tía Aisha — dijo Lara.
— No pasará nada, yo sé cómo regresar — dijo Ars.
— Mmm, esta bien , vamos — dijo Lara, que se convenció rápido, quien tomó a Siegh y partieron a dar una vuelta, mientras Leo los miraba a lo lejos.
— ¿Adónde vamos primero? — preguntó Lara.
— Vamos al gremio de aventureros. Mamá roja dijo que aquí está la sede del gremio. Y después vamos a donde está esa torre mágica que mantiene el lago y los ríos a raya — respondió Ars.
— Sí, vamos — dijo Lara.
— Mamá roja nos va a patear el culito — dijo Ars.
— Ya relájate — le dijo Lara.
— ¿Y si nos ve? Nuestras madres salieron a dar un paseo con los menores y Edward dijo Sieghart .
— ¿Por qué Edward fue con ellas? — preguntó Ars.
— Porque es príncipe, y la mamá reina lo cuida mucho — respondió Siegh .
— Ya veo, jajaja. Si mamá roja se entera que escapamos, nos va a patear el culo, y a papá también le va a patear el culo— dijo Lara.
Cuando llegaron al distrito comercial, quedaron maravillados con las casas y las piletas. Los niños estaban sonrientes y maravillados mientras miraban los edificios.
— ¿Sabes cómo regresar, cierto Ars? — le preguntó Lara.
— Claro que si, no soy estúpido , mira la catedral Está ahí, es la del techo brillante y está cerca de ese pilar. Relájate, volveremos pronto y ni se darán cuenta que salimos — respondió Ars.
Bien, ¿y adónde vamos? Le preguntó Lara.
— Pues vamos al gremio de aventureros — dijo Ars.
— Somos niños, ¿creen que nos dejarán entrar? — le dijo Lara.
— Claro, Lara. Papá y mamá roja eran niños cuando se hicieron aventureros en el contienente demoniaco, le dijo Ars.
— Mamá roja tenía 12 años, ya no era tan niña que digamos — le dijo Lara.
— Oh, por favor, Lara. Somos más poderosos que ellos cuando tenían nuestra edad — le dijo Ars fanfarroneando.
— ¿Estás seguro? Mamá azul y mamá blanca, dicen que papá era muy fuerte cuando era niño — le dijo Siegh.
— ¡Claro que sí! Yo podría patearle el trasero a papá y a mamá roja cuando tenían mi edad — afirmó Ars con confianza.
— Mamá roja dice que papá era demasiado poderoso, era avanzado en esgrima del Dios del Norte y su mana era monstruoso — dijo Siegh.
— Ja, yo le ganaría fácil — dijo Ars inflando el pecho .
— Le diré eso a papá cuando regresemos — lo amenazó Lara en tono de broma.
— ¡No, por favor, hermana! No le digas — dijo Ars asustado.
— ¿No que eras más fuerte que él? — preguntó Lara con una sonrisa burlona.
— Tal vez yo no, pero Siegh podría ganarle — dijo Ars, cambiando de estrategia.
— Yo quiero a papá, jamás lo golpearía. Además, mamá roja me patearía el culito — dijo Siegh.
— Sí, bueno, será mejor que nos (...) ¡escondan se tras esa pileta rápido! — dijo Ars, y se tiraron tras la pileta de un salto . Ahí vieron pasar a sus madres y a la reina, junto con Norn y los niños menores , que llevaban varias bolsas con compras y sonreía mirando la ciudad .
— ¿Qué te pasa, Eris? ¿Viste algo? — le preguntó Nana.
— No, es que no sé… siento que nos observan — respondió Eris.
— Claro que sí, somos cinco mujeres hermosas — dijo Ariel con una sonrisa pícara.
— Es por mí, soy una demonio — dijo Roxy tratándome esconderse tras Eris .
— Sí, como sea, vamos, sigamos — dijo Silphy.
Mientras, los niños los miraban aún escondidos.
— Eso estuvo cerca — dijo Siegh asustado .
— Mejor regresemos, Ars — le dijo Lara .
— Vamos, aún es de día — dijo Ars .
— Tía Aisha y papá deben estar preocupados chicos, regresemos, dijo Siegh con los ojos llorosos .
— Relájate, Siegh, yo los cuidaré — dijo Ars, presumiendo.
— Deja de ser tan fanfarrón, Ars. Te pateé el trasero cuando usé el estilo del Dios del Norte, mordiste el polvo — lo dijo Lara.
— ¡Es porque haces trampa! — dijo Ars, rojo de ira, igual que Eris cuando era niña y Rúdeus la derrotaba.
— Chicos, miren — dijo Siegh, y frente a ellos estaba el gran gremio de aventureros. La sede principal del mundo era un edificio enorme y estaba en Millishion.
— ¡Wow! Papá me habló de este lugar hace años, pero no me imaginé que fuera tan grande — dijo Ars, impresionado.
— ¿Y qué hacemos? — preguntó Siegh.
— Entrar, tonto, ¿qué vamos a hacer? — respondió Lara.
— ¿Y si nos echan? — preguntó Siegh, preocupado.
— Pues nos vamos y ya — dijo Lara con indiferencia.
Y así entraron al gremio, donde los miraron, pero la mayoría de los aventureros no les dio importancia.
— Mira, esa espada es una de las espadas mágicas de Julián Jalisco — dijo Ars, señalando un arma exhibida.
— Lo dudo, Ars. Esas espadas son escasas, debe ser una copia — dijo Siegh.
— ¿Tú cómo lo sabes? — preguntó Ars.
— Mi maestro Alek me lo contó — respondió Siegh.
— Ah, claro — dijo Ars.
— ¿Quiénes son ustedes, niños? — les dijo una mujer acercándose.
— Nada, solo miramos — dijo Lara.
— ¿Están perdidos? — preguntó la mujer.
— Claro que no, somos de aquí. Solo queríamos ver este lugar — dijo Ars.
— Ya veo. ¿Quieren un tour por el edificio? — ofreció la mujer.
— ¿Usted trabaja aquí? — preguntó Ars, mirando las grandes y redondas tetas de la mujer con una mirada pícara.
— Sí, ves este es mi logo — le dijo, mostrándole un símbolo del gremio.
— Ya veo. En ese caso, por favor, muéstrennos el edificio — le pidió Ars.
Y así, la chica les mostró todos los pisos del gremio, dejando a los chicos maravillados.
— Bien, niños, se hace tarde. Iré a dejarlos a su casa — les dijo la mujer al final del tour.
— No, gracias. Volveremos nosotros. Además, nuestra tía está afuera esperándonos —le dijo Ars .
— Oh, ya veo. En ese caso, adiós, niños — dijo la chica, mirando hacia afuera, donde justo y por coincidencia había una mujer de aspecto rudo.
— Tal vez debamos decirle que nos lleve a casa, Ars — sugirió Lara.
— Relájate, Lara. Mira, aún se ve la catedral de aquí. Además, quiero ir a ver esa torre que mantiene el agua a nivel — dijo Ars, cambiando de tema.
Caminaron por la costanera, mirando la hermosa ciudad blanca, mientras se acercaban a la torre. Ésta evacuaba el agua como una especie de gran represa que la liberaba por varios canales, manteniendo la ciudad con un nivel de agua estable a pesar de las inundaciones del gran bosque que hacía crecer desmesuradamente los ríos. Milis era una obra de ingeniería e ingenio impresionante que se había construido con increíbles artefactos mágicos, los cuales se ubicaban en las grandes torres de la ciudad.
— ¿Eso te lo dijo papá? — preguntó Lara.
— No, Lara. Fue mamá azul, ella es la más lista — le dijo Ars.
— Le diré a mamá roja que la llamaste estúpida — amenazó Lara.
— ¡Nooo, por favor! Y yo no dije eso, solo dije que mamá azul es inteligente, todas on inteligentes , ¡por favor, no le digas nada Lara te lo ruego ! — suplicó Ars.
— Se lo diré, jejejeje — le dijo Lara con una maligna sonrisa .
— Te lo ruego, hermana por favor — le dijo Ars de rodillas.
— Solo bromeaba, solo me gusta verte regorcerte como un gusano jejeje. Además, aunque quisiera delatarte con mamá roja, ella aún está molesta conmigo. Anoche, todas mis mamás me regañaron por hurgarme la nariz frente a la bisabuelita Claire — les dijo Lara.
— No sé por qué papá estaba tan preocupado. Ella es un encanto; nos dio muchos jugos y dulces — dijo Siegh .
— Papá es exagerado, mamá Nana siempre lo dice — dijo Lara.
— Vaya, está cerrado — dijo Ars, tratando de abrir la puerta que da a la entrada de la torre.
— Obviamente, tonto. Hay un objeto mágico ahí arriba; no se va a abrir tan fácil, menos por un niño tonto como tú — le dijo Lara.
— Cállate, Lara — le gritó Ars enojado.
— Oye, ¿no se suponía que hay guardias? — preguntó Siegh.
— Debe ser el cambio de turno — dijo Ars .
— Mejor regresemos, Ars. Se hace tarde — dijo Lara—. Además, la tía Aisha debe estar furiosa, y papá igual.
— Papá es un cachorro, él nunca se enoja — dijo Ars.
— Mamá roja dijo que sí se enoja, y cuando se enoja es aterrador — dijo Siegh.
— Yo nunca lo he visto enojado, ni cuando me descubrió riéndome de él mientras lo miraba tocar la guitarra y cantar. Él se asustó cuando le grité por detrás, jajaja. Saltó como un gato. Me regañó, pero solo eso. Mamá roja me habría dado unas nalgadas si le hiciera eso — contó Lara.
— ¿Por qué les gusta fastidiar tanto a ustedes dos, idiotas ? — les preguntó Siegh.
— Ya cálmate, orejón. Vamos, volvamos a casa de la bisabuelita — dijo Lara.
Pero después de caminar un rato, Ars no encontraba el camino de regreso. Y Ya no podía ver el techo brillante de la catedral y no sabía cuál era la torre cercana a ella.
— Te perdiste, ¿cierto, idiota? — le dijo Lara.
— No, es solo que no recuerdo cómo llegar — respondió Ars.
— ¡Eso es perderse, imbécil! Maldita sea, ¡ahora sí que mamá roja nos va a patear el gulo! Y te voy a delatar, Ars. ¡Todo es tu culpa tu planeaste esto, maldito tonto! — le dijo Lara, enojada y asustada al mismo tiempo .
— A mí nunca me han castigado — dijo Siegh, casi llorando.
— Ya tranquilo, hermanito — dijo Lara, acariciándole el cabello. Pero él estaba asustado; sabía que estaba en problemas y ya podía ver la cara de Eris, roja de ira, y sus palmadas en el culo. Eris es la que se encarga de la disciplina; pero también molestaría al resto de sus madres. Roxy y Silphy también son de temer cuando están enojadas; de hecho, hasta mamá Nana estará enojada con ellos. Ars estaba empezando a entrar en pánico cuando, de pronto, vio a la aventurera tetona del gremio, la que les había dado el tour esta tarde.
— Señorita, ¡qué bueno que la encuentro! — le dijo Ars pensando que ya estaban a salvo .
— Y ustedes… ¿no se suponía que se habían ido con su tía? — preguntó la mujer, sorprendida.
— Bueno, verá, señora… le mentí. Por favor, ¿podría llevarnos a casa? Papá nos va a regañar y a patear el culo — le dijo Ars.
— Uuuf, bien. ¿Dónde viven? — preguntó la mujer.
— Nuestra tía está en la catedral; ¿podría llevarnos ahí por favor ? — le dijo Ars.
— Está bien. ¿Pero de qué familia son? — preguntó la mujer, desconfiada.
— Somos parientes de los Latreia, por fsvor llevenos a casa, papá la recompensará bien— le dijo Ars.
— Oooh, ya veo, jeje Claro que lo hará . Los llevaré a casa; síganme. Tuvieron suerte, niños. Está lleno de criminales este lugar de noche — dijo la mujer, guiándolos por unos callejones.
—Eeeh Señorita, ¿está segura de que es por aquí? El camino era por la calle principal —le preguntó Lara, nerviosa .
— Es un atajo, tranquila — dijo la mujer. Cuando de pronto, sintieron unas risas y dos hombres altos bloquearon su paso, seguidos por otros dos por la retaguardia .
— ¿Qué está pasando? — preguntó Siegh, asustado.
— Lo siento, niños, pero es una mala idea salir solos — dijo la mujer, con una sonrisa maliciosa.
— ¿Qué pasa? — preguntó Ars, confundido.
— ¡No van a secuestrar, idiota! — le dijo Lara—. Papá nos advirtió de esto maldito tonto .
— Vendrán con nosotros, y su familia pagará una gran recompensa… o si no, los venderemos como esclavos — dijo la mujer, desenvainando su espada.
— ¡Pero eres una aventurera del gremio, no puedes hacer esto! — le gritó Ars asustado .
— Sí, pero este es otro trabajo, verás no se gana mucho como aventurero, pero si por secuestrar hijo de ricachones — dijo la mujer con una sonrisa .
Ars tomó una postura defensiva.
— Jajaja, niño estúpido. Somos avanzados en el estilo del Dios del Filo — dijo uno de los secuestradores.
— ¿Qué hacemos? — preguntó Siegh, aterrorizado.
— Tranquilo, puedo con ellos — dijo Ars, aunque temblaba del miedo .
— Lara, dame cobertura con magia. Atrapa a esos tipos con gravedad — le susurro Ars.
— Pero nunca he peleado de verdad — le dijo Lara, nerviosa, y además dejamos nuestras espadas en la Sharia .
— No tenemos otra salida — dijo Ars , resignado.
— ¡Ya vengan, por las buenas o les cortare los dedos malditos niños ! ¡Aaah! — gritó de pronto la mujer, cuando vio una daga clavada en su vientre. En ese momento, Leo saltó sobre un secuestrador y lo mordió en la pierna, rompiéndosela y azotando lo contra el muro mientras le daba una patada al otro secuestrador en la cabeza y le Rompía el cráneo .
— ¿Qué pasa? — dijeron los dos restantes, cuando una daga se les clavó en el ojo a uno de ellos , matándolos instantáneamente. De pronto Una figura pelirroja saltó sobre el siguiente secuestrador y le cortó los brazos.
— ¡Tía Aisha! — gritó Ars, con una gran sonrisa y muy aliviado , mientras Aisha se acercaba a los secuestradores.
— Maldita, ¡lo mataste! — dijo la mujer herida.
— Así es, y no te salvará tampoco maldita puta . Soy Aisha Greyrat, Santa del Norte — les dijo Aisha.
— ¿La comandante mercenaria? — preguntó la mujer, sorprendida.
— Vaya, me conoces. Así es, y ellos son mis sobrinos. Así que… ¿querías secuestrarlos, ¿eh? — dijo Aisha, con frialdad.
— Por favor… no es lo que parece — dijo la mujer, con la daga clavada en sus tripas.
— Tienes suerte de que fuera yo quien te encontró. Estos niños son hijos del Dios del Cause, la séptima potencia mundial. Él los habría hecho polvo — dijo Aisha.
— Jenny, esta mujer es la novia del Dios del Norte — dijo el secuestrador sin manos.
— Espera… no es lo que parece — intentó decir la mujer.
— ¡Cállate! — dijo Aisha, cortándole los brazos provocando horribles gritos de dolor de la mujer .
— Ahora deberás pedir que te limpien el culo, maldita perra —le dijo Aisha, tocando un silbato. Inmediatamente llegaron mercenarios con ella.
— Curenlos y llévenlos con las autoridades de Milis. Son secuestradores de niños, y llévense el muerto — ordenó Aisha.
— A sus órdenes, comandante — dijeron los mercenarios, llevándose a los heridos y el cuerpo.
— Gracias, tía Aisha — dijo Ars, abrazándola. Pero cuando la miró, Aisha tenía una mirada furiosa. Ars tragó saliva sonora mente, nunca había visto a Aisha con esa expresión .
— Regresemos a la mansión — dijo Aisha.
Así que siguieron a Aisha y Leo en silencio.
— ¿Papá nos va a castigar? — preguntó Ars.
— ¡Cállate! ¡Guarda silencio! — le dijo Aisha—. Desobedecieron. Ven lo que pasa cuando no hacen caso. Les advirtieron de los secuestros. En la Sharia no les hacen nada porque le temen a Alek, al Dios Dragón, y a Rudy, pero aquí nadie los conoce. Son unos irresponsables, ¡y además se llevaron a Sieghart! Él solo tiene cinco años.
— Lo sentimos, tía Aisha — dijo Lara, mientras Leo le lamía la cara.
— Apresúrense, la cena se servirá pronto — les dijo Aisha.
Cuando llegaron, entraron listos para la reprimenda de Eris, pero sus hermanos y padres estaban sonrientes en la sala, hablando con Claire Latreia.
— ¿Disfrutaron el paseo, chicos? — les preguntó Rúdeus.
— Sí, papá — dijo Ars, cabizbajo.
— ¿Por qué esa cara? — preguntó Rúdeus.
— Tranquilo, hermano. Están cansados; paseamos por toda la ciudad — les explicó Aisha .
— Ya veo. Vayan a bañarse y bajen pronto; la cena estará lista en breve — les dijo Rúdeus.
Los chicos estaban confundidos; Eris no los golpeó y nadie los regañó.
Cuando llegaron a la habitación, Aisha habló con ellos.
— Escuchen, tontos. Los vi cuando se escaparon. Leo me avisó. ¿En serio creyeron que no me daría cuenta? — dijo Aisha.
— Lo sentimos, tía Aisha — dijo Ars.
— Uuuf… le dije a un caballero que le dijera a Rúdeus que daría un paseo con ustedes, así que él no sabe lo que pasó, y yo los seguí de cerca. Vi todo lo que hicieron y dijeron. — les dijo Aisha.
— ¿Y por qué cuando nos perdimos no nos fuiste a buscar, tía? — le dijo Lara.
— ¡Cállate! Hablaron con esa mujer cuando ya estaba tras ustedes para traerlos a casa. Los dejé que les pasara eso para que aprendieran de los peligros que hay ahí fuera. Son unos tontos — los regaño Aisha.
Ellos solo agacharon la cabeza.
— ¡Pude haberlos derrotado! — dijo Ars.
— Sí, ustedes tres podrían hacerlo, pero habrían terminado heridos. No tienen experiencia en combate aún. Cuando era niña, yo y mamá fuimos prisioneras por dos años en Shirone cuando caímos ahí en el accidente de teletrasportacion . No es lindo que te secuestren, ¿entienden? — les explicó Aisha.
Los niños solo agacharon la cabeza.
— Bien, espero que hayan aprendido la lección. Ahora, báñense y bajen a comer, y bien sonrientes, ¿esta claro? — les dijo Aisha.
Pero Btes de que se me olvide … una advertencia: lo vuelven a hace y los delataré con Rúdeus, y créanme, él no es un cachorro como dijiste, Ars. Su padre enojado es la persona más aterradora del mundo. ¿Alek te lo contó, ¿cierto, Siegh?
— Sí, el maestro dijo que papá enojado parece un monstruo y pierde el control — respondió Siegh.
— Así es, así que es la última vez que hacen esto, y créanme, si ven a Rúdeus enojado, él no les parecerá un cachorrito — les dijo Aisha enojada .
Así que los chicos se asearon y bajaron a comer.
— ¿Les gustó Milis? — les preguntó Claire Latreia con una sonrisa.
— Sí, bisabuelita. Fue muy lindo — le dijo Lara—. Me gustaron las torres.
— Sí, y a mí la catedral — dijo Lucy—. Además, conocí a la Bendita y vi al tío Cliff.
— Mamá no me dejó salir — dijo Edward—. Papá, ¿puedes llevarme a conocer la ciudad?
— Claro, mañana iremos todos — dijo Rúdeus.
Todos los niños le sonreían, excepto Ars, Siegh y Lara, que se miraban entre ellos. Aun cargados de susto por la experiencia .