El Dios Del Metal

Al día siguiente decidimos ir a las termas de la montaña, esto ya dentro de los territorios enanos. La ciudad, en la que estábamos, pertenece al reino de Milis, pero es una ciudad fronteriza; por lo mismo se ven tantas razas ahí.

Y de hecho, por lo mismo, el Papa que ya sabe de él matrimonio de su nieto con u a elfa y que es ya padre de un niño, decidió enviar a Cliff aquí, así será más fácil que la curia acepte que se casó con una elfa, una vez que el obispo actual se vaya.

Además, en caso de un atentado, la autómata Elise tiene capacidades de combate por si intentan atacar a Cliff.

Y otra cosa muchas familias nobles habían pedido a Cliff en matrimonio con alguna de sus hijas, por lo mismo se le dio esta diócesis.

Como sea, ese día decidimos ir a las termas, las cuales no estaban tan lejos, solo a un día de viaje en la montaña más cercana al oeste. Una vez llegamos, dejamos los carruajes a los pies de las montañas, y subimos a pie por unos caminos de hermosas losas de piedra.

— ¡Qué mierda nos miras tanto, enano! Ya te dije que no nos gustan los tipos, ni a mi y a mi hijo menos —le dijo Paul.

— Ya cállate, imbécil. Solo los miro porque se parecen mucho; por detrás es difícil saber cuál es cuál —respondió el enano que nos miraba el culo.

— Si, claro. Siempre te gustó mirar culos masculinos ajenos —le dijo Paul.

— Tengan cuidado, chicos. Tallhand es conocido por arrebatarle a los hombres lo que más cuidan —nos dijo Elinalise a mi, Cliff y Alek .

— ¿Me vas a robar la espada? Si lo intentas, morirás, enano —le dijo Kalman, poniendo pálido a Tallhand.

— Amor, ella habla de otra cosa —le dijo Aisha, explicándole la broma, ¿hey como que lo que más cuidas es tu espada? ¿Qué hay de mi? Le dijo Aisha enojada.

— No le hagas caso a Alek, Tallhand; él solo bromea — le dije calmando al enano que estaba asustado .

— Oye, enano, ¿es cierto que hay laberintos por aquí? —preguntó Alek.

— Sí, pero es más fácil llegar por territorios élficos. Si bien son territorios enanos, el acceso es más fácil entrar por el camino d ela costa, por acá el bosque es muy tupido y la Mayoría de los enanos viven cerca de la montañas, los caminos elficos son mejores a pesar de estar más lejos, muchos aventureros prefieren ese caminos, ademas por las montañas demoraría muchos meses en llegar , nos dijo Tallhand.

— Ya veo. Oigan, ¿qué tal si, como última actividad antes de regresar a casa, si los Colmillos del Lobo Negro exploran un último laberinto? —dijo Paul.

— Pero nos faltan miembros. Geese está muerto y Zenith no puede ir —dijo Ghislaine.

— Están Rudy, Alek y Roxy —dijo Paul.

— ¡Hey! ¿Qué hay de mí? —dijo Eris, que llegó a nuestro lado con una sonrisa al escuchar la palabra "laberinto".

Yo No sé si pueda, debería preguntarle a Su Majestad, dijo Ghislaine.

— Oh, no te preocupes, Lady Ghislaine. Estoy segura de que Su Majestad no pondrá problemas —le dijo Ariel, cerrándole un ojo.

— Esto será genial. ¡Vamos, Nana, Silphy, Ari… Kleene! Les dijo Eris.

— Prefiero que no —dijo Nana—. Es peligroso y no puedo usar mana.

— Yo tampoco iré —dijo Ariel—. La verdad, prefiero quedarme con los niños.

— ¿Qué hay de ti, Silphy? —preguntó Eris.

— Sí, ¿por qué no?

— Yo no iré, prefiero quedarme —dijo Aisha—. Lo mismo que Norn. Las Furras tampoco quisieron ir, lo cual es mejor. Además, ellas son respetadas aquí. Con ellas cuidando a la familia, además de Leo, Aisha y Norn, podemos estar tranquilos.

— Es un hecho, ¡los Colmillos del Lobo Negro volverán! —dijo Paul, emocionado.

Una vez llegamos a las termas, muchos nos quedaron mirando, ya que solo feráles, enanos y hobbits las frecuentan. Es raro ver humanos y elfos aquí ; sin embargo, no nos dijeron nada y nos dieron la bienvenida. El problema es que todos estaban desnudos, algo que no me gustó mucho, más que nada porque los niños estaban aquí . Pero Tallhand, como anfitrión, nos llevó a unas termas más alejadas y pagamos para estar más apartados. A Lara se le acercaban muchos niños bestia, bueno, a Leo también, y al parecer les dijo que Lara era la elegida que acompañaría a la bestia sagrada. Muchos feráles le tocaban el cabello a Lara, la cual se arreglaba su pelito, pero era más como un muestra de respeto, o tal vez para la suerte.

— ¡Aléjense de la bestia sagrada y la elegida, idiotas! ¡Miau! O les arrancaré las pelotas —dijo Rinia cuando vio que Lara era rodeada por mucha gente bestia. A ella se le unió Purcena.

— Así es, somos las guardianas de la elegida y la bestia sagrada hasta que sea mayor de edad. Ella está bajo nuestra protección, Nano.

Rápidamente, los feráles se alejaron de Lara, la cual no le dio mayor importancia a los niños bestia. Sin embargo, es curioso que, a pesar de todo y de ser unas completas idiotas, Rinia y Purcena aún generen semejante respeto entre los feráles.

Como todos acostumbraban a bañarse con el culo al aire en las termas, llevamos trajes de baño para que nadie mirara a mis esposas o a nosotros, ya que también causabamos revuelo entre mujeres feráles, enanas y hobbits, y así nos metimos en una gran terma, mientras los niños estaban en una termas cercana, riendo y jugando. Ellos estaban con Rinia y Purcena, que eran prácticamente sus niñeras. Ars estaba como loco al ver a las furras en bikini y las abrazaba como loco .

— Aaah, ¿sabes qué? Creo que iré a ayudar a cuidar a los niños —dijo Paul, saliendo en dirección a las Furras, pero Lilia rápidamente, de un tirón, lo devolvió a nuestro lado.

— ¿Tú no cambias, cierto, Paul? —le dijo Tallhand.

— ¡Yo cambié soy abuelo ! El que no cambia eres tú, tragasables —le dijo Paul.

— Muy gracioso. Por cierto, traje esto, es licor de los enanos. Es algo fuerte, pero sabe bien —dijo Tallhand.

— Lo alcohólico jamás se te va a quitar, ¿cierto, pequeña cucaracha? Le dijo Elinalise.

— ¡Cállate, vagabunda! ¿Quieres un trago?

— ¡Claro que sí! —dijo la elfa que lo Bebió de un sorbo—. ¡Aah! ¡Qué demonios! Eso es fuego puro, ¡pero sabe bien!

— Claro que sí. Sabes que me gusta la calidad —dijo Tallhand.

— Esto sabe muy bien —dijo Silphy, que ya estaba un poco ebria.

— Gracias, niña. Así que eres nieta de esta —dijo Tallhand, apuntando a Elinalise.

— Así es, le dijo Silphy .

— La vida es curiosa, ¿no creen? La nieta de Elinalise se casó con el hijo de Paul. Eso no debió gustarte, Elinalise.

— O todo lo contrario. Rúdeus es un buen hombre, algo que no puedo decir de este —dijo Elinalise, mirando a papá, el cual ni siquiera la miró porque estaba perdido en las tetas de Ghislaine qué ya se salían de su diminuto bikini ,ella estaba sentada al lado de Tallhand con los ojos cerrados y relajada en la terma.

— Oye, chico, ¿cómo fue que Zenith te dejó casarte con cinco mujeres? Ella no debe estar feliz, ella es una seguidora acérrima de Milis, me dijo Tallhand .

— Bueno vera , la verdad es que … —pero antes de terminar la frase, vi cómo mamá se abalanzaba sobre mí y trataba de golpearme, pero Paul alcanzó a tomarla, la calmó y la sentó a su lado.

— Jajaja, veo que ella no cambia —dijo Tallhand.

— Para nada —dije.

— Y usted, señor Obispo, ¿cómo conoció a esta put… pulcra mujer? —dijo Tallhand, mirando a Elinalise.

— Pues, en la universidad. Paseaba por uno de sus patios y ahí la vi en una ventana. Mi corazón latió de inmediato —dijo Cliff, besando a Elinalise. Cuando hizo eso, el enano me miró e hizo una mueca de asco.

— Después de eso, me presenté, la ayudé con su maldición y nos hicimos novios. Poco después nos casamos. Soy muy feliz —dijo Cliff.

— Claro, me alegra saber eso, señor Obispo. ¡Y tú qué suerte tuviste! —le dijo a la elfa.

— Así es, cucaracha come hombres, tuve suerte con mi Cliff. Era el destino, dijo Elinalise .

— Ya veo. Y a ti también me alegra verte feliz Con Rúdeus , Roxy. Cuando estuvimos buscando al chico y a Zenith, siempre pensabas en él desde que lo besaste en Windport cuando el era un niño aún.

— Deja de decir eso. Y Sí, bueno, sí tuve suerte dijo Roxy abrazándome .

— ¿Y no has ido a ver a tus padres?

— Dios, hace varios años fuimos , con Lara y Rudy, pero no he regresado, dijo Roxy.

— Oye, Roxy, deberíamos invitar a tus padres a casa —le dije.

— No creo que sea buena idea, amor.

— A mí me gustaría conocerlos —dijo Silphy.

— Sí, a mí también —dijo Nana—. Aún no creo que tus padres se vean igual de jóvenes que tú.

— Eeee… no sé, ellos no hablan idioma humano dijo Roxy no muy cómoda .

— Tonterías, deberían invitarlos. Me gustaría beber un trago con ellos —dijo Paul.

— Sí, los traeré. Además, de seguro quieren ver a Lara y conocer a Lily —dije, mientras Roxy no tenía buena cara por esto.

Mientras hablábamos, Silphy se había puesto muy borracha con el licor enano y estaba muy empalagosa conmigo. Bajo el agua me estaba agarrando el muñeco, algo que me tenía muy incómodo, sobre todo con el enano mirándonos. No tengo nada contra los gays, pero es incómodo que Tallhand nos mire tanto. Quizá quién sabe qué cosas se le están pasando por la cabeza.

— ¿Y a qué te has dedicado aparte de cazar hombres, cucaracha? —le preguntó la elfa.

— Pues, veras, Después de separarme de Geese en Millishion , me dediqué a la aventura. Estuve unos años así. Además, volví a herrar. Cuando junté dinero, abrí una tienda en Millishion, pero había venido a la montaña por minerales cuando me llegó una carta de Paul, así que los esperé aquí.

— Así que eres herrero, eh. Creí que odiabas las cosas de enanos —le dijo la gata.

— No es así. Solo dije que no me sentía cómodo en la aldea enana de las montañas. Herrar está en mi sangre. Si bien antes no era tan bueno, después de rescatar a Zenith, y cuando fuimos a Asúra, estuve puliendo mis habilidades como herrero y he mejorado mucho. Hago yelmos, armas, guantes, armaduras… y me ha ido bastante bien.

— Ya veo —dije.

Eso llamó la atención de Kalman, que hasta antes de que Tallhand dijera eso, estaba más preocupado de besarse con Aisha en un rincón de la termas mientra see tocaban debajo del agua .

— Oye, enano, podrías tú fabricar unas armas con tus habilidades.

— Mmm, no lo sé… Dios del Norte, no soy tan buen herrero.

— ¿Estás bromeando? Eres un enano. Aunque seas mediocre dentro de los enanos, eso ya te hace superior al mejor de los herreros humanos, le dijo Kalman .

— Me halaga, Dios del Norte —le dijo Tallhand.

— Sí, por cierto, Tallhand, la verdad tenía la esperanza de pedir una audiencia con el Dios del metal y que tú nos ayudaras con él. Queremos reclutar al líder enano en la alianza contra Laplace en el futuro y que sea el productor de armas para nuestro ejército —le dije.

Tallhand puso una cara complicada mientras acariciaba su barba.

— ¿Hay algún problema? —le pregunté.

— Pues… si te soy sincero, hace más de 65 años que no veo a Godbard. Además, él no se caracteriza por ser muy amable con forasteros ni por no recibir visitas.

— Pues no somos cualquier visita. Somos generales del ejército del Dios Dragón y vamos en visita diplomática. Además, soy Reidar, el Dios del Agua, y él es Kalman, el Dios del Norte. Y venimos en representación del Dios Dragón en persona —le dije.

— Eso no le va a importar. Sin embargo, déjame ver qué puedo hacer me dijo el enano.

— Claro —le dije—. No quiero presionar a Tallhand, pero en verdad el Dios del metal sería un gran aliado. Y necesito un nuevo sable, y Alek una espada nueva.

Mientras seguíamos ahí en la terma, miraba a los niños mientras jugaban. Clive se veía muy sonrojado cuando estaba al lado de Lucy y le veía una cara como si quisiera tomarla de la mano . Creo que el pequeño desgraciado está enamorado de mi niña. Más le vale no cometer ninguna tontería, o le patearé el culo, pensé.

Durante esos días, le dije a Tallhand que quería hacer un círculo de teletransporte a los territorios enanos, y él estuvo de acuerdo. Así que fuimos con Paul, Alek, Cliff y el enano a un lugar donde no había mucho tránsito, y ahí creamos una especie de ruinas, y bajo ellas, unas salas donde estaría el círculo. Demoramos algunos días; sin embargo, Tallhand es tremendamente hábil. Hizo que las ruinas parecieran de hace siglos, lo mismo que las cámaras subterráneas donde estaría el círculo de teletransportación, el cual debía activarse con un hechizo. La sala que lo contenía estaba construida con la misma roca que le traje a Tallhand, el cual la miraba con curiosidad.

— Oye, Tallhand, ¿los enanos no se enojarán por construir esto? —preguntó Paul.

— No, un enano jamás se enojaría por una construcción así. Es más, será admirada y dejada tal como está.

— Ya veo —le dije.

— Por cierto, Rúdeus, ¿cómo lograste crear este metal? Me preguntó Tallhand.

— Pues, con magia de tierra. Lo desarrollé en mis laboratorios para crear mis armaduras mágicas y las autómatas. Sin embargo, no tengo la más mínima idea de como forjar una espada . La armadura la hago de otro modo y debo usar círculos mágicos; en cambio, un espada necesita de un herrero hábil, le dije .

— Ya veo, Escucha, Rúdeus, iré a ver a Godbard del espléndido Pico Más Grande.

— Jajajajajaja.

— ¿De qué demonios te ríes, niño? —me dijo Tallhand algo molesto .

— Lo siento, de nada —dije, aún sin poder ocultar mi risa.

— No te burles de su nombre. Le fue dado por los ancianos enanos que pelearon junto al primer Dios Mineral en la guerra de Laplace contra el Dios Demonio —me advirtió Tallhand.

— Sí, lo siento —dije.

— Dame unas semanas y te avisaré si puedo conseguirte una audiencia, Rúdeus.

— Te lo agradezco, Tallhand. Y bueno, si necesitas algo, no dudes en avisarme y usar este círculo para ir a la Sharia.

— Lo tendré en cuenta, pero dudo que lo use. Pienso establecerme en Millishion, por cierto, ¿estos círculos no están prohibidos?me preguntó.

— Así es, están prohibidos; sin embargo, la reina Ariel está tratando de que vuelvan a usarse para casos de diplomacia y de visitas entre países para estar más comunicados cuando llegue Laplace, le expliqué.

— Ya veo.

— Aunque somos pocos quienes los utilizamos y sabemos de su ubicación, además hay que usar un hechizo para activarlos, le dije.

Una vez comprobé que el círculo llevaba a la cabaña, regresé.

— ¿Y qué harán ahora?, preguntó Tallhand.

— Bueno, ir al gran bosque a ver a los feráles, los hobbits y los elfos, y después regresaremos a Millishion y de ahí a casa.

— Escucha, dame unos días antes de que vayas con los feráles para ver si te consigo una audiencia con Godbard del espléndido pico gigante.

— Prrr Está bien, dije tratando de no reírme.

Esos días decidimos quedarnos en las termas y luego viajamos a la ciudad postal, donde estuvimos unos días hasta que Tallhand nos citó en las montañas enanas. Ese día, Cliff se despidió de nosotros ya que debería asumir el obispado, así que se despidió de Clive y Elinalise.

— Pórtense bien, pronto vendrán a vivir conmigo si todo sale bien — les dijo Cliff.

— Está bien, amor — dijo la elfa besándolo mientras papá y Ghislaine se daban miradas incómodas entre ellos.

— Tú, Clive, portante bien, hazle caso a tu tío Rudeus y sigue practicando la espada.

— Claro, papá. El tío Rudy es un gran maestro, lo mismo la tía Eris y la tía Roxy, le dijo Clive .

— Bien, y si te gusta alguna niña, recuerda tratarla bien.

— No me gusta nadie — dijo Clive rojo como un tomate.

— Bueno, cuando te guste alguna chica, sé bueno, ¿entiendes?

— Sí, papá — dijo el pequeño elfo.

Y así nos despedimos de Cliff, quien se quedó mirando nuestros carruajes irse. Lo último que me dijo es que cuidara unos años más a su familia, y lo voy a hacer. De todos modos, Cliff siempre viaja cada dos meses a la Sharia a calmar la maldición de Elinalise; además, les prometí que la próxima vez viajaríamos a mi mundo anterior a través de mi mente. Nuestro nuevo destino era una aldea enana en la base de la montaña, y de ahí a la gran aldea donde está el Dios Mineral.

Mientras, durante esos días, Tallhand estaba creando una espada con los minerales que Rúdeus le había dado. El metal era increíblemente duro y pesado; según le había dicho, creaba sus armaduras mágicas con esta cosa, sin embargo, no tenía la técnica para crear un espada .

Lo cual es cierto, puede moldear el. Metal para hacer una armadura, pero sacar filo y forjar un espada mágica funcional es otra cosa.

Tallhand había nacido en la gran aldea enana en las montañas; su generación fue criada como si fueran hermanos en comunidad. Si bien había enanos en todo el mundo y muchos se habían mestizado y vivían como humanos, como Balda el Martillo o la propia July, en las montañas y territorios enanos su modo de vida era muy diferente. Todo se trataba de ser herreros y artesanos, y dominar la magia de tierra y la magia de fuego. Tallhand era una paria, además de ser homosexual, que si bien en este mundo no es un delito ni son discriminados, entre los enanos era poco común. Además, Tallhand se especializó en magia de agua y viento, algo que los ancianos enanos decían que era una estupidez y antinatural para un enano. Pero tenía un motivo: ayudar a Godbard, quien era su mejor amigo y también su amor secreto. El líder de los enanos era el Dios del metal , y Godbard desde pequeño mostró talento para la herrería y la magia de tierra. El primer Dios del metal había sido mago divino de tierra y fue uno de los 7 héroes que pelearon contra Laplace, donde cayó en combate; desde entonces, nadie había tomado ese nombre hasta que nació Godbard. Tallhand quiso aprender magia de agua y viento porque así pensó que con viento podría ayudarlo a calentar aún más las forjas y con magia de agua podría hacer un mejor templado. Sin embargo, cuando Godbard fue elegido como nuevo Dios Metal y debía elegir a sus ayudantes, descartó a Tallhand, su mejor amigo, y a quien le había prometido que sería su ayudante, porque había descuidado la herrería. Ese día, después de una competencia donde Tallhand fue humillado, decidió abandonar la gran aldea enana para siempre. Y ahora aquí estaba Tallhand forjando una espada con el mineral raro que Rúdeus le dio.

— Maldito niño lindo, ¿cómo demonios hizo esto? Ni a Godbard lo vi crear algo así. ¡Menciono que es dios en magia de agua, y sus cañones de piedra son nivel emperador! Carajo, ese maldito Paul debe tener bolas de oro, jejejeje.

Después de un tiempo, Tallhand había logrado crear una espada, una gran espada negra. Si bien no era tan impresionante en diseño, su color y su brillo era algo nunca antes visto. Así que con ella en sus manos decidió ir a ver al Dios Mineral, el mismo hombre que lo descartó por no ser un buen herrero cuando eran jóvenes. En ese tiempo, después de abandonar este lugar, Tallhand no confió en nadie por mucho tiempo después de que Godbard rompió su promesa de elegirlo como ayudante. No fue hasta que conoció a Elinalise, quien se acercó a él al principio para tener Cistarse con el y que en ese tiempo trabajaba de stripper en un prostíbulo , y aunque Tallhand le confesó que era homosexual, ella por algún motivo no se separó de él y terminaron teniendo una rara amistad, y junto viajaron por el mundo y Elinalise se volvió aventurera . Después llegó Paul, Ghislaine y Geese, y Tallhand volvió a sentirse en familia, bueno, hasta que llegó Zenith y el grupo se disolvió, aunque nunca culpó a Zenith; siempre fue Paul a quien todos culparon. Como sea, ahora Tallhand era otra persona, había mejorado como herrero y ahora tenía una espada, y recordaba lo que Godbard le había dicho: que ningún enano que no pudiera forjar una espada podría ayudarlo.

— Vaya, es una buena espada — pensó Tallhand mientras la sostenía en sus manos. Era grande pero ligera, una espada de gran calidad. De diseño simple, pero de una calidad extraordinaria incluso para los estándares enanos .

Ya con la espada en una funda, se dirigió a los territorios enanos, más específicamente a la aldea de la montaña donde Godbard tenía su fortaleza. A medida que entraba, los enanos lo miraban curiosos, ya que muchos no lo reconocían. Habían pasado muchas décadas desde que Tallhand se había marchado, y los más jóvenes no lo conocían; sin embargo, no le dieron importancia: no era raro que enanos de otros lugares llegaran a la gran aldea de las montañas a comerciar o a perfeccionarse como herreros.

Cuando llegó a la entrada de la montaña donde estaba la residencia del Dios del metal , fue parado por un guardia.

— Vaya, vaya, vaya… ¡Pero si es Tallhand el del Acantilado! ¿Han pasado ya… cuánto? ¿60 años? —

— Así es. Deseo ver al Dios Mineral, DIJO Tallhand.

— No puedes. Eres un herrero mediocre para estar frente a Godbard del Espléndido Pico Gigante, le dijo el guardia.

— Traigo un mensaje al Dios del Metal, de parte del Dios del Cauce, el Dios del Norte y el Dios Dragón, le Dijo Tallhand.

— ¡Tú! ¡Jajajaja! No me hagas reír. ¿Cómo conocerás a esas personas? Además, a Godbard no le importa esa gente.

— Pues le importará esto — dijo Tallhand, mostrando la espada y el mineral negro.

— ¡Dios mío! ¿De dónde sacaste eso? — preguntó el otro enano.

— Yo la forjé con un mineral que me dio el Dios del Cauce, dijo Tallhand.

— Es espléndida. Ya veo, en ese caso puedes pasar — le dijo el enano, dándole paso a Tallhand.

Más allá, lo paró otro enano; misma conversación, solo lo dejó entrar hasta que le mostró el mineral.

Finalmente, llegó frente al Dios del metal y se arrodilló ante él.

— ¡Pero si es Tallhand! Han pasado años. Creí que habías abandonado la aldea para ser un aventurero. Supe que te mezclaste con elfos, humanos, feráles y demonios, le dijo el Dios mineral.

— Así es.

— Mmm, ya veo… muy poco digno para un hermano enano. Ahora habla, ¿qué te trae por aquí Tallhand ?

— El Dios Dragón ha enviado a dos representantes para verte y me pidieron interceder por ellos para una audiencia, dijo Tallhand.

— ¿Representantes, eh? Pues dile que el Dios Mineral no recibe a nadie.

— Ellos son el Dios del Cauce y el Dios del Norte. Están formando un ejército para derrotar a Laplace cuando renazca y te quieren en él — le dijo Tallhand.

— Uuum… ya tenemos un tratado con el Santo País de Millis. Con sus fuerzas y las nuestras derrotaremos a los demonios si se atreven a atacarnos, dijo Godbard.

— El Santo País de Millis ya está aliado con ellos, señor, le dijo Tallhand.

— Aún así no me interesa. Si era por eso que viniste, Tallhand del Acantilado, ya puedes retirarte.

— Bien, lástima. El Dios del Cauce había enviado este metal con la esperanza de que le forjaras armas — dijo Tallhand, sacando un lingote de mineral negro y mostrando la espada que había forjado.

— ¡Espera! — gritó el Dios del. Metal mientras Tallhand se retiraba, poniéndose de pie y tomando la espada y el lingote. — ¿De dónde sacaste esto?

— La espada la forjé yo con ese mineral que envió el Dios del Cauce como muestra de amistad, dijo Tallhand.

Godbard tomó el metal y se dio cuenta de su peso. Junto a él llegaron su esposa, sus hijos y sus ayudantes, y examinaron la espada y el metal negro.

— ¿De dónde sacó este metal ese humano? — preguntó Godbard.

— Él lo creó. El chico creó una armadura con la que derrotó al Dios de la Lucha usando ese mineral y quería que tú le reforjaras unas espadas mágicas de Julián Jalisgo qué rompió en la batalla y le construyeras un sable según su especificación a él y al Dios del Norte, además de integrarse a la alianza contra Laplace, le explicó Tallhand.

— Esto es imposible. Ni yo he podido crear un mineral así. ¿Ese hombre es un dios en magia de tierra? Preguntó Godbard.

— No, solo es un Santo de Tierra; sin embargo, su maná es monstruoso. Se convirtió en el primer Reidar desde el primero en dominar las cinco técnicas. Es un Dios del Agua, y hace hechizos en silencio.

Cuando dijo eso, los ancianos que estuvieron en la guerra de Laplace y conocieron al Reidar original empezaron a murmurar.

— ¿Cómo un Santo de Tierra pudo lograr algo así? — decían los ayudantes.

— No lo sé, pero ese chico es capaz de hacer un simple cañón de piedra, un hechizo elemental, tan poderoso como rango Emperador, y ya ha creado armaduras. Pero forjar un mineral así es un arte que solo los enanos podemos hacer, les dijo Tallhand.

Godbard tomó la espada; era ligera y tenía un brillo especial en la oscuridad a pesar de ser negra.

— ¿Esto lo forjaste tú? Preguntó el Dios metal.

— Así es. Entrené todos estos años; de hecho, tengo una tienda en Millishion, le dijo Tallhand.

— Ya veo… has mejorado mucho. Ya te puedes llamar un herrero enano. Trae a esos tipos, debo hablar con ellos — le dijo Godbard, y así Tallhand dejó el lingote, tomó su espada y regresó a la ciudad postal para contactarse con Rúdeus.

Y así, Tallhand nos contactó y nos dirigíamos a una audiencia con el Dios del. Metal . Para esta audiencia fuimos, papá, Alek, Eris, Ariel y yo. Tallhand no sabía por qué iba Ariel, pero ella le dijo que trabajaba para la reina de Asúra y le llevaba presentes al Dios Mineral en nombre de la reina.

Cuando llegamos a la aldea, muchos se sorprendieron de ver a cuatro humanos llegar, pero rápidamente un guardia llegó con nosotros y nos dirigió a una sala de audiencia. Ahí, sentado en una especie de trono de hermoso mineral rojo, estaba sentado el Dios Mineral, un enano de la edad de Tallhand y de cabello castaño oscuro y una cuidada barba, aunque no tan reforzada como la de Tallhand, sí se veía un tipo fornido.

Rápidamente le hicimos un saludo noble, incluido Alek que hizo un saludo al estilo de los que hace Perugius.

— Soy Godbard del Espléndido Pico Más Grande — nos dijo el tipo mientras yo trataba de no estallar en risas cuando dijo eso. — Es un gusto tenerlos aquí —.

— El gusto es mío, Dios del metal . Soy Rúdeus Greyrat, comandante en jefe de los ejércitos del Dios Dragón Orsted y su representante legal, aunque tal vez me conozcas como Reidar, el Dios del Cauce — le dije.

— Sí, he escuchado de ti. Dicen que triunfaste en una gran batalla hace unos años contra el Dios de la Lucha.

— Bueno, si le soy sincero, Dios Mineral, no peleé yo solo, le dije.

— Ya veo, ¿y quién le acompaña?.

— Soy el Dios del Norte, Kalman III — dijo Alek, y así se presentaron todos. Después de eso, dimos los típicos presentes como relojes, libros y las cosas que trajo Ariel, que el Dios del Metal recibió con gusto. Además, era bueno que el tipo hablara idioma humano.

— ¿Y con qué intenciones has venido a verme, joven? — me dijo Godbard.

— Señor, dentro de sesenta años Laplace va a renacer. Esto lo a previsto el Dios Dragón Orsted al ver el debilitamiento del sello con que Urupen encerró al Dios demonio . Es algo inminente y estamos haciendo una alianza mundial para que sea derrotado rápidamente y así no acabe con medio mundo como hace cuatrocientos años. Las tres grandes supwrpotencias potencias mundiales — Asúra , el Reino Dragón y sus países satélites, el Santo País de Millis — están en la alianza, además del triunvirato mágico, Biheril, los ogros, los feráles, incluso algunas tribus de demonios. He venido en misión diplomática para agregar a la alianza a elfos, hobbits y enanos. Esta alianza no interfiere en el auto gobierno de los países , es solo una alianza militar, y por ello estamos aquí. Además, sería bueno que los enanos nos proveyeran de armas, las cuales serán pagadas, obviamente, le dije.

— Ya veo. Tallhand me comentó que la reina de Asúra , ambos Dioses del Norte, usted, la niña bendita de Millis y muchos otros guerreros e inventores están en su ejército. ¿Es eso cierto?.

— Así es, Dios del Metal, — le dije.

— Ya veo. ¿Por qué el Dios Dragón no está aquí? Preguntó Godbard.

— Él tiene una maldición que hace que la gente le tema. Es una maldición que le dejó Urupen a su sucesor, pero, sin embargo, esta condición le permite ser inmune a los ojos demoníacos de Laplace. Solo algunos soportamos esa maldición. Sin embargo, si lo quieres ver, no hay problema; él tiene un caso que anula esa maldición, le Expliqué.

— ¿Es cierto que el nieto del Papa de Milis también es uno de vuestros generales?.

— Así es, y él es un integrador. Hace poco fue nombrado obispo de la Ciudad Postal, le dije.

— Ya veo, qué bien. El obispo anterior era un imbécil — dijo Godbard.

— Así es — dije sonriendo.

— Supe que quieren que reforje dos espadas mágicas y cree dos más, y que esas espadas las forjó Julian Jalisco con los huesos de Kajakut. ¿Puedo verlas? — nos dijo.

Así que, con Eris, le mostramos Hornet y la Espada del Dragón Fénix. Godbard tenía una enorme sonrisa al verlas.

— Ese maldito demonio era un herrero formidable. Creo que podría reforjarlas y hacer nuevas espadas para usted y el Dios del Norte, pero tengo condiciones — nos dijo Godbard.

— Lo escucho — le dije.

— No quiero injerencias en el manejo de los territorios enanos. Quiero una tonelada de ese mineral negro, y quiero ser miembro de vuestro ejército, con rango de general como ustedes, nos dijo.

— ¿Solo eso? — pregunté.

— Así es.

Me acerqué a él y le di la mano.

— Es un hecho — dije sonriendo.

— Bien, cuando me traigas el mineral cerraremos el trato, me dijo.

— Pues lo hago ahora mismo — le dije, poniéndome a conjurar el metal ante la vista de todos. Los enanos me miraban impresionados. Luego de unas horas , le había creado una tonelada de mineral negro, y rápidamente Godbard prendió las forjas y se puso a trabajar. Estuvimos cinco días en la aldea enana. Cuando los cinco días pasaron, Godbard nos mandó a llamar. Nos entregó Hornet y la Espada Fénix reforjada a mí y a Eris. A Alek le entregó una gigantesca espada de dos filos sin nombre, muy ligera, y a mí un nuevo sable, idéntico al que tenía, pero de hermosa hoja negra y con cristales mágicos extraídos de las montañas enanas. Godbard, después de terminar las armas, brindó con nosotros con licor de enanos, y así teníamos otro nuevo miembro en nuestro ejército, quien nos podría surtir de armas. Además, le dejamos la ubicación del círculo de teletransportación y el hechizo para activarlo.

Una vez llegamos a la Ciudad Postal, nos despedimos de Tallhand.

— Bien, muchas gracias por todo, ¿y qué harás ahora? — le pregunté.

— Iré a mi tienda en Millishion. Tengo una buena clientela y me estoy haciendo un nombre, nos dijo.

— Ya veo. Oye, ¿qué tal si le creas armas y armaduras a nuestro grupo de mercenarios? Te podemos auspiciar — le dije.

— Eso sería bueno.

— Bien, es un hecho. Regresaremos a Millishion en unos meses. Aisha verá ese asunto — le dije.

— Muchas gracias — me dijo Tallhand.

— Bien, pequeño "Muerde Almohada", nos vemos, pensé que nos acompañarías a explorar un laberinto , pero supongo que debes atender tu negocio — le dijo Paul abrazándolo. — ¡Cuídate y usa lubricante!.

— Muy gracioso, imbécil, le dijo el banano mirándolo Seriamente.

— Sí, sí — dijo papá sonriendo y subiendo al carruaje, mientras mamá se acercó al enano y le acarició el rostro y la barba. Tallhand le dio una nostálgica sonrisa.

— Adiós, pequeño alcohólico — le dijo Ghislaine.

— Sí, adiós, gata. No armes alboroto en la aldea Doldia, le dijo.

— No te preocupes — dijo la gata subiendo al carruaje también.

Después de eso, se despidieron mis esposas, con las que subimos a otros carruajes, y la última que se quedó fue Elinalise.

— Bien, nos vemos, cucaracha. Espero que te mueras y abandonen tu putrefacto cuerpo en una zanja con tu báculo metido en el culo.

— Lo mismo pienso para ti, ramera — le dijo el enano. — ¡Tómate un trago antes de irte!

— Claro — dijo la elfa bebiendo un gran sorbo. — ¡Aaah, qué bueno está! Bien, te veré en unos años cuando mi Cliff pueda decir que se casó con una elfa. Ahí te veré, pequeño tragapitos.

— Jaja, mira quién habla — dijo el enano, y así los vio partir.

— ¡Adiós, señor "Muerde Almohadas"! ¡Que estés bien! — le gritaba Lara por la ventana mientras Roxy la jalaba de un tirón dentro del carruaje para darle unas nalgadas, mientras Tallhand se quedó ahí levantando la mano y sonriendo.

—Próxima parada: las tierras de los hibbits, feráles y los elfos —

Mientras tanto, en las tierras de los elfos…

— Mi señor Eskoll, llegó una carta donde piden audiencia con el líder de los elfos. Está firmada por el Dios del Cauce.

— Pues yo no soy el único líder elfo. ¿Qué dice la carta?

— Pues solo eso: quiere hablar de una alianza contra Laplace.

— Ooh, ya veo. Algo supe de los feráles, qute están en una alianza así.

— ¿Qué le decimos, mi señor ?

— Pues que vengan. Veamos qué tienen que decir, dijo el líder elfo.

— Rumores dicen que los vieron con Elinalise Dragonroad.

— ¡Hay mierda! Si viene con esa tipa tendremos un problema. las mujeres la odian… eeh, será mejor mantener eso en secreto. Y cuando esté en la aldea ferál, irás a decirle que por favor no traiga a esa mujer acá, por favor.

— Sí, mi señor. Además, dicen que la esposa de Reidar es una elfa y tiene dos hijos medio elfos. Podría ser un problema con los extremistas.

— Carajo, por culpa de esos soquetes hemos tenido tanta disminución de elfos que se enamoran de otras razas y prefieren largarse. ¿Esa elfa era de la aldea?

— No, señor. Por lo que averigüé, es una elfa de nacionalidad asurana.

— Bien. En ese caso, la chica no tiene idea de nuestras costumbres. Supongo que no será problema. Bueno, avísale a los idiotas que no hagan nada estúpido, no podemos ofender a dos Dioses de esgrima.

— ¿Y qué pasa si aparece el elfo oscuro? Pregunto el Otro Elfo.

— Ese no es nuestro problema. Él debe estar en las montañas enanas frente a la costa. No te preocupes.

— Eso espero, señor — dijo el elfo que salió a averiguar más sobre Rúdeus y la comitiva que llegaría pronto.