—¡Mi querida! —Un grito se oyó en el pasillo, y un tipo delgado se lanzó hacia Tatiana.
—¡Ay! —exclamó Mario cuando se topó con el brazo de Maddox, que estaba extendido un paso delante de Tatiana, impidiendo que Mario se acercara. Y no es que Maddox solo lo bloqueara, sino que también lo empujó.
Mario tropezó hacia atrás y luego cayó sobre su trasero.
Tatiana estaba demasiado sorprendida para reaccionar. Sabía que un chico de la manada de los Aulladores Oscuros había identificado a Mario como su compañero y que Mario estaba aquí, pero no esperaba que apareciera de la nada. ¿No le había dicho que no hiciera movimientos bruscos cerca de Maddox? ¿Y cómo la había llamado?
Maddox se paró frente a ella como un muro impenetrable, y ella podía sentir el poder que irradiaba de él. Desde que se emparejaron, Maddox se volvió más fuerte y rápido, y su canto le dio un impulso adicional. A Tatiana le gustaba.