—Ayúdame, mamá —susurró Violeta—. No quiero que Ethan me vea así.
—No tienes nada de malo, Vi —respondió Talia.
Violeta puso cara de disgusto. —Soy fea. No puedo esperar a ser algo más que una chica flaca. Le lanzó una mirada tímida a Ethan, aliviada de ver que él le daba la espalda. Pero era una espalda musculosa. ¿No eran de la misma edad? ¿Por qué Ethan parecía un hombre y ella aún una niña?
Ethan y Violeta crecieron juntos, y todo era competencia. Incluido crecer.
Talia sonrió impotente a su hija y ayudó a Violeta a ponerse una camiseta holgada que parecía un vestido mini suelto en ella.
Talia se puso una camiseta por la cabeza y vio que la hostilidad de Damon hacia Ethan no disminuía.
—Es solo un niño, Damon —le recordó Talia a través de su enlace mental.
—¿Un niño? —Damon estaba indignado—. ¡Es un adolescente! ¡Es cuando comienzan a desarrollarse pensamientos y... erecciones!
Talia escondió su risa tras una tos. Damon estaba serio, pero era gracioso.