—Gatita… Gatita —Damon llamó mientras empujaba suavemente a Talia.
—Mmm —ella murmuró soñolienta mientras se acurrucaba cerca de él.
Sus brazos rodearon su torso desnudo y ella enterró su cara en su pecho para tomar una profunda bocanada de su aroma. Chocolate oscuro y el bosque. Sus favoritos.
Damon podía sentir que Talia estaba contenta, y no quería perturbar su descanso, pero tenía que hacerlo.
—¿Gatita? Lo siento por despertarte así, pero tenemos una crisis.
Un golpe de ansiedad atravesó a Talia. ¿Una crisis? ¿Era otro avistamiento de los híbridos y sus guerreros estaban muriendo? Pero no captaba ninguna alerta. De hecho, todo estaba en paz —¿Qué sucede?
—Vi aún no ha vuelto a casa.
Talia gimió. ¿Cómo era eso una crisis?
Liseli soltó una risita en la mente de Talia —Te dije que esto pasaría. A tu compañero no le gustará que hayas ocultado esto de él.
Talia ignoró a su lobo. Era como si a Liseli le divirtiera cada vez que las plumas de Damon se erizaban.