—¿Qué ha pasado aquí, tío Huang? —preguntó Shenlian Yingyue con tono preocupado mientras observaba a Huang Donghai, cuyo rostro parecía haber envejecido de la noche a la mañana.
—Pequeña Princesa, no quiero esconder nada de ti. Aparte de los dos altezas, tú y el Pequeño Príncipe (Shenlian Wanyan) son los únicos en quienes confío —Huang Donghai suspiró profundamente mientras se hundía en una silla, visiblemente exhausto.
Shenlian Yingyue escuchó en silencio, esperando a que él terminara mientras observaba su expresión perturbada.
—Aunque ella intenta ocultármelo, como padre, sé que algo no está bien con mi hija. Desde el día que volvió a este dominio, su personalidad ha cambiado drásticamente. Entiendo que me guarda en su corazón, pero algo parece impedirle acercarse a mí —al hablar, Huang Donghai cubrió sus ojos, que estaban ligeramente enrojecidos.
Ese día, su hija había aparecido bajo una identidad diferente para salvarlo a él y a todos en la familia Huang.