Elliana parpadeó al ver el cuerpo frente a ella.
Era casi como si no quedara piel en el cuerpo de Sebastián. Su cuerpo entero estaba cubierto de sangre, su rostro distorsionado hasta el punto de que era aún más difícil reconocerlo y otro gemido salió de la boca de Elliana.
El hermoso rostro de su esposo... ¿Qué le habían hecho?
—Sr. Marino, hey, sé que una vez te dije que eras un actor terrible pero no significaba que tuvieras que demostrarme tus habilidades actorales así. Ya está. Todos han dejado de luchar. Despierta —Elliana se acercó y colocó su cabeza en su regazo.
Ella sostenía la mano que tenía el colgante que ella le había regalado junto con su foto.
Una sonrisa llorosa apareció en su rostro.
—Te gusta mucho este colgante, ¿no es así? ¿Recuerdas lo enfadado que te pusiste cuando fingí que este colgante no era para ti sino para Lucas? Casi lo asfixias con tu mirada. Siempre fuiste un hombre tan celoso —Elliana sonrió mientras se secaba las lágrimas.