—Casémonos.
La reacción de Hera ante la repentina invitación de Dragón fue nula. Su expresión permaneció inalterada mientras lo miraba directamente a los ojos.
—Casémonos —repitió Dragón en un tono mucho más calmado y compuesto—. Me gustas, Hera, y sé que siempre has estado consciente de mis sentimientos por ti. Así que... casémonos.
—¿Ni siquiera estamos en una relación y ya me estás pidiendo que me case contigo? —Hera parpadeó, más desconcertada por el hecho de que él hubiera saltado varios pasos en este proceso—. Aunque admiro el coraje que pusiste al ofrecer tu corazón aquí, me desconcierta más el hecho de que estés convencido de que esto funcionará. Además, ¿no deberías pedirme primero que sea tu amante?
—Hera.