Muchas personas se compadecían de Primo y su familia. Otros susurraban secretamente entre sí, culpando a su codicia. Aunque ninguno de esas personas era lo suficientemente valiente para decírselo en su cara, Primo estaba de acuerdo con ellos.
Fue su culpa que esto sucediera.
Si tan solo no hubiera aceptado el caso, esos niños no habrían experimentado tal pesadilla. Todavía estarían bien.
Fue toda su culpa.
Toda su culpa.
Toda su…
—¡Hermano mayor, despierta! Ya es tarde, dijiste que todavía tienes una batalla judicial hoy.
—Ugh… —Primo soltó un gruñido mientras su cuerpo continuaba moviéndose por alguna fuerza externa.
—¡Hermano mayor! ¡Despierta! —Alexa y Martín siguieron sacudiendo el cuerpo de su hermano mayor para despertarlo. Cuando Primo solo gruñía, los dos se miraron entre sí. Sus labios se curvaron maliciosamente y, actuando según sus pensamientos traviesos, saltaron sobre su hermano para despertarlo.
—¡Hermano mayor!