[Hace unos minutos en Sorrento...]
—Tch. Tigre yacía plano en la superficie del rellano de la escalera. Un ojo cerrado y el otro en la mira de un rifle sniper. No, he cambiado de opinión. Dame las coordenadas de ese hijo de puta.
—No digas tonterías —la voz en su auricular era Cielo, guiándolo sobre la situación en la mansión del Dragón—. No olvides para qué es esta misión.
Tigre chasqueó la lengua de nuevo, irritado porque matar a Dragón estaba tan cerca, pero las circunstancias lo dejaban impotente. Le dijeron que todas las personas que buscaban en custodia de Dragón estaban fuera de la mansión. Si solo Cielo le diera la posición exacta de Dragón, podría matarlo aquí y ahora.
—Oye —llamó después de notar el prolongado silencio del otro lado de la línea—. ¿Todo bien? De repente te quedaste callada.
—Eh.
—¿Eh? —Tigre arqueó una ceja ante ese sospechoso y corto sonido que escuchó del otro extremo—. ¿Qué pasa?