Hacía poco tiempo que había comenzado una tormenta, justo como ella predijo. La lluvia azotaba con fuerza, empapando el vestido que Neveah llevaba y ella ya estaba completamente empapada. En un pensamiento distante, lamentaba la perspectiva de tener que cambiarse a otra ropa para parecer lo suficientemente decente como para presentarse ante los dragones infernales, pero esa era una preocupación en el fondo de su lista en constante crecimiento.
Menarx llevaba, ¿cuánto tiempo ahora? ¿Media hora? Y Neveah no se había movido ni un centímetro de donde estaba. Su mente le recordaba repetidamente la seguridad que había brindado a Xenon antes de que él le permitiera dejar su lado. Había dicho que no tardaría mucho y, en este punto, sabía que ya había estado fuera por tiempo suficiente.