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Adentrándose en Vorandis, la energía de la Ciudad era casi palpable. El ambiente era animado, pero había una tensión inconfundible en el aire que daba vida a la Ciudad de una manera que Hana nunca había experimentado. Se aferraba a Mira, con los ojos abiertos y llenos de asombro, tratando de absorber todo de una vez.
Por otro lado, Mira permanecía impasible. Avanzaba con confianza, escaneando los edificios, la gente y los alrededores. Tenía un destino claro e inconfundible en mente, y tenía la intención de llegar lo antes posible.
A pesar de su entrada sorprendente, la mayoría de las personas en la Ciudad parecían no inmutarse por la presencia de Mira después de unos minutos. Mira era solo otro individuo poderoso que había venido a buscar refugio, fama, fortuna o poder dentro de los muros de Vorandis. La ciudad estaba acostumbrada a tales despliegues de fuerza; era parte de su savia vital.