—El día transcurrió sin que nadie hablara mucho con otro —recordó con tristeza. El silencio rodeaba toda la mansión mientras el hombre de la casa estaba triste y lidiaba con el dolor que le provocó el impacto de la noticia.
Mientras Lu Jinhai estaba en la silla de ruedas, prepararon una habitación en la planta baja para él. Acostado en la cama, solo podía mirar al techo y derramar lágrimas, rezando a Dios por qué no tomó su vida en lugar de la de su hijo.
Ning Jiahui acompañó a su esposo todo el tiempo y después de unas horas cuando Lu Jinhai finalmente aceptó que su hijo no estaba con él, preguntó cómo había pasado todo y Ning Jiahui se lo narró.
—¿Así que por eso todos me mantuvieron alejado de las noticias y de los encuentros con forasteros en el hospital? —Lu Jinhai concluyó.
Ning Jiahui tomó su mano en las suyas. —Lo siento, pero no teníamos otra opción, y me asustaba si afectaría a tu salud.