—¿Lo son? —les preguntó el posadero miró a la pareja con los ojos entrecerrados a la pareja que parecía haber sido sorprendida con las manos en la masa.
—Tiene razón, señor —puso una mirada sombría en su rostro Damien, quien estaba listo para hablar antes que Penny quien estaba lista para rechazar la afirmación hecha por el hombre.
—¡Ja! ¡Sabía que tenía razón! —dijo el hombre.
Penny estaba segura de que el hombre estaría listo ahora para arrojar y patear su equipaje fuera de la habitación y del hostal para que tuvieran que buscar otro. A muchos humanos y vampiros que pertenecían a la sociedad inferior no les gustaba que un chico y una chica o un hombre y una mujer se fugaran. Dar refugio en sus casas o posadas a menudo traía problemas a la gente, por lo que preferían mantener a las parejas fugadas lejos de su lugar para evitar cualquier problema.
—¿Por qué no me lo dijeron antes? Pueden quedarse aquí todo el tiempo que necesiten y deseen —entonces, de repente, el hombre dijo.