—No entiendo qué está pasando aquí —El Príncipe Liam frunció el ceño ante los intrusos de su castillo, y aún así, los guardias reales no se atrevían a moverse.
Jadeith era lo suficientemente poderoso como para hacer que todos dudaran. Había algo en él que hacía que todos los guardias sintieran escalofríos en la espina dorsal a pesar de su hermosa apariencia.
Afortunadamente, la atención del príncipe élfico estaba únicamente en Rowena.
—Pensé que habías desaparecido como lo hizo tu madre, eso es lo que originalmente me dijo tu padre —dijo el Príncipe Élfico—. Nos dijo que Elren, tu madre, murió durante el parto y que tú tampoco lo lograste.
—¿Qué? —preguntó Rowena.
El Príncipe Élfico miró oscuramente al Rey Draco y negó con la cabeza decepcionado. —Tu padre no es… el hombre más honesto, demasiados errores aquel, pero me ha prometido una cosa y es que vería al hijo de mi hermana menor y es por eso que estoy aquí.
—Yo… —Rowena seguía impactada.