Esther apretó las manos cuando Dalton carraspeó.
—No tomará mucho tiempo encontrar al Señor Belcebú con tu poder, creo, Venervy. ¿Nos ayudarás? —preguntó Dalton.
—¿Nosotros? Te ayudaría a ti pero no a esta mujer irritante. Pero como si me niego a ayudarla tú no reunirás a ese hermano tuyo, no tengo más opción que aceptar —dijo Venervy con un resoplido, mirando a Esther antes de sonreír con sarcasmo—. Solo pensaré en esto como ayudar a un perro perdido.
Esther movió su mano hacia la mujer. Sería muy infantil incluso intentar replicarle a Venervy quien claramente no conoce lo básico de ser educada.
Venervy apretó su mano al ver la actitud de Esther y se alejó rápidamente.
—¿Ella siempre es así? ¿Grosera? —preguntó Esther a Dalton con el ceño fruncido. Ella vino solo para encontrar y ayudar a Belcebú pero inesperadamente se encontró a Dalton otra vez y ahora tenía que enfrentar a la mujer llamada Venervy que casi hizo estallar su ira.