Cortando Lazos-II

Belcebú observó a Esther mientras se quedaba dormida. Luego se levantó de la cama, saliendo de la habitación sin despertar a Esther. Como ella estaba cansada, no pudo notar la desaparición de Belcebú de su cama.

Salió de la casa y se detuvo cuando vio a la anciana que parecía haber pasado todo su tiempo sentada frente a la casa, mirando anhelante el cielo sobre el abismo.

—Estás esperando a alguien, ¿verdad? —inició la conversación Belcebú. La anciana no respondió como respuesta a la confirmación tácita.

—¿Cómo puede una alma permanecer aquí? ¿Tú también escapaste de las garras del abismo? —Belcebú preguntó de nuevo. Podía decir desde la primera vez que había visto a la anciana que ella no era una demoniza. Si lo fuera, no estaría aquí, escondiéndose en el abismo que muchos demonios evitaban por su terrible condición de soledad.

Con otras pocas ocasiones, pudo deducir aún más que la mujer era simplemente un alma que pronto podría dejar de existir.